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❝17❞

|Oka, oka, sí, lo sé, ya pasó un año desde la última actualización de esta historia que me hacía falta estar actualizándola. Capaz no se acuerden mucho de esta historia, pero quizás en mi vano intento de querer recordarles cómo era, no es más que de una rayita (Megy) que trabaja como barlady en el Hotel Jackpot, se hace amiga de Husk y toda esa cosa. Por el momento, la historia quedó con una Megy endeudada con Valentino por haber destruido accidentalmente unas bebidas que provenían del mundo humano y ella empieza a trabajar para él para pagar su deuda mientras trabaja en algunos clubes como barlady. En lo último que se quedó esta historia fue con una pelea que ella tuvo con una demonio zorro y quedó lastimada del abdomen y una que otras heridas menores. Pero todo el enojo que llevaba en su interior por la pelea y entre otras cosas hicieron que tuviera un desborde emocional donde ella terminó desahogándose al decirle un montón de cosas feas a Niffty, posiblemente dañando la amistad, y una cosa más, que sería el pequeño olvido de Husk al dejar sola a Megy en el hotel por quedarse apostando con Alastor y Alastor le dijo algunas cosas feas a Husk. Quizá los dejé confundidos o no sé x,d Ay, pinche escuela, y ahora, pinche universidad.|

|Espero que mi demora haga valer la ¿pena? este capítulo.|

|Pido disculpas por tremendo capítulo todo largo y por si no entendieron tremenda explicación de cómo va la historia. XD|

|En fin, Megy Roblox.|

Pd: Capítulo de 12 mil Palabras. Es como ver cuatro o tres capítulos aquí. 💀
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La noche había llegado, atrayendo posiblemente a más personas al hotel, no sabía realmente, aunque lo más probable era así. Ya sabía cómo funcionaba a esas horas el hotel.

Estaba aburrido en mi cama, pero al menos estaba todo en silencio mientras miraba el techo de mi habitación a oscuras y con más botellas de alcohol para seguir matándome al doble; pero ya no tenía ganas de seguir bebiendo. No tenía ganas de nada. A pesar de que ya habían pasado tantas horas sin haber hecho nada productivo y haber desperdiciado horas de sueño con tremendas dudas y alcohol y más sobre todo lo anterior con Alastor, que me causaba una molesta sensación que ni con el alcohol podía deshacerme del interés de estar sobre pensando las cosas. Y todo eso había hecho que no tuviera ninguna intención para dejar mi habitación, para nada, a pesar de lo estúpido que era. Pero se me era imposible dejar de pensar en Megy. Las mierdas que Alastor me había dicho me habían dejado con muchas dudas sobre ella y no me gustaba para nada esa interna preocupación y por más que quisiera distraerme con algo no me servía, ni siquiera una siesta ayudaba.

Básicamente, tenía miedo y culpa. Por más que creyera que mis vicios me iban a separar de mis problemas emocionales sabía muy bien que eso nunca me iba a resolver nada por arte de magia y que todas esas mierditas solo harían que me enredara más en los vicios.

No era de esperarse para mí. El juego estaba arreglado, naturalmente. Alastor lo planeó. No importaba que tan buenas fueran mis cartas. Perder era lo más predecible.

Y aun así quería meterme la idea de que una simple conversación civilizada podía arreglar las cosas y fin del pequeño jueguito en el que yo había caído. Si Megy se molestaba, se molestaba, y, si no, pues no, pero era difícil pensar con seguridad sobre ello después de lo de la noche anterior con ese hijo de puta.

Por «fortuna» había olvidado un poco eso, al haber estado un rato en la tarde en el casino. Sabía que algo de cartas y alcohol hacían que todo volviera a su «normalidad», al menos por un pequeño momento, haciéndome pensar que no había necesidad de acostumbrarme a algo nuevo si ella se alejaba o se enojaba. Pero tan solo habían sido pocos minutos de los que había disfrutado de esa maldita tranquilidad cuando unos hombres empezaron a hablar de una supuesta pelea que había ocurrido en la madrugada y la mencionaron al decir que ella había ganado en esa pelea. Y con eso fue lo suficiente para que volviera a lo mismo.

Pensé en qué mierda hacía Megy teniendo una supuesta pelea en la madrugada. Se suponía que tenía que estar en su apartamento después de salir del bar. Había rechazado un poco ese pensamiento; intentaba no meter más problemas en mi cabeza y concentrarme con mis cartas, pero era ridículo y eso me preocupaba porque era ella.

No. Claro. Todo eso era una estúpida mentira a la que le daba atención porque no tenía nada más que hacer.

Conocía bien a esos hombres y más de una vez salían con cualquier mierda que siempre acababa en una mentira. Pero era casi fácil creerlo si se trataba de Megy. Ella era ese tipo de persona que daba pinta de que eran capaces de lanzarse a putazos con cualquiera, sin importar qué, incluso habían pasado varias veces donde ella amenazaba a Alastor con palabras o armas de fuego, algo que, raramente, se me hacía preocupante. Más de una vez intenté decirle que no lo hiciera y que no se metiera en problemas, y mucho menos con un hijo de puta como Alastor, pero ella seguía haciendo lo que le diera la gana como una adolescente rebelde.

Estaba claro. Era casi imposible tener control sobre ella.

Esa mujer estaba loca.

Solté un suspiro; me daba cuenta de que durante todo ese tiempo había creado un vínculo y simpatía no deseada hacia Megy. No quería nada de eso en mí; sabía que al final todo acababa en una mierda y quería saltarme eso para evitar cargas emocionales, pero era ella y con todo eso me dada el resultado de sentirme así de pésimo. Incluso recordar la primera vez cuando nos conocimos donde la insulté después de que ella me ayudara estando yo ebrio hacía que me arrepintiera, algo que no iba tanto conmigo.

¿Dónde estaba mi apatía cuando era jodidamente necesaria?

Genial, Husk.

—Me siento estúpido —dije, sin pensar.

De pronto empecé a oír una discusión afuera de mi habitación. Pensé que se trataba de una pareja, un grupo de chicos o no sé, pero empezaba a molestarme. Agarré mi almohada y la puse sobre mi cara malhumoradamente.

—Ni se puede pensar con tranquilidad ahora, ¿o qué? —susurré con molestia y lancé la almohada a un lado. Me puse de pie con pereza y me acerqué a la puerta y la abrí. Entonces me encontré con algo increíblemente típico: pelear porque alguien no te pagaba lo que te debía después de una apuesta.

Era un grupo de hombres. Seguían gritándose del uno al otro por dinero. Me importaba un carajo que lo hicieran. Lo que me jodía era que no se callaban.

Iba a volver a mi habitación para seguir rechazando a esos imbéciles, pero un pensamiento no tan bueno había llegado a mi mente: ir al bar. Estaba seguro que estaba sobrio como para tomar tan tonta idea. No podía ir a apostar con la poca estabilidad emocional que me quedaba. Era mi propia entrada a la ruleta rusa si lo hacía.

«¿Tú crees que Megy andará interesada en alguien como tú? No, no confundas su bella amistad con algo más. Ella tiene expectativas muy altas y ni siquiera llegas a ninguna de ellas, ¡ni siquiera a la mitad!»

Gruñí con molestia. Entré a mi habitación y cerré la puerta.

***

Me había tomado un tiempo para tener la suficiente voluntad y seguridad cuando salí de mi habitación. Ya iban a ser las nueve de la noche y Megy, definitivamente, ya estaba en el bar a esa hora y no podía simplemente pasármela encerrado en mi habitación como joven depresivo de diecisiete años, fumándose varios cigarrillos. Era estúpido. Mucho. Ya no estaba para mierdas así. Tenía que solucionarlo y dejar mis jodidos complejos al menos por un momento. Era tomar el riesgo o no y apostar lo que tenía. No era momento para confundir mi mala jugada con Alastor con mala suerte.

️Cuando bajé las escaleras respiré profundo. Sentía emociones que creía que desde hace muchas décadas ya no las experimentaría tanto, pero ahí estaban. Sabía que era una locura. Pero no podía dejar de pensar en salir de esa habitación y bajar para hablar con ella y ver cómo acababa todo. Sabía que Megy lo haría por mí si ella no cumplía algo e iba a buscar mi atención haciendo incluso lo imposible o una locura para que yo le dirigiera la palabra o la mirada. 

Después de todo, la suerte era lo que sucedía cuando la preparación y la oportunidad se encontraban y ese era el momento.

Aunque... bien podía retroceder y dejar eso para a saber cuándo, pero como cualquiera con sentido común sabía que quizá las cosas podían empeorar para mí y que luego solo me iba a enfocar en eso hasta meterme la idea de que yo era un completo idiota por no hablarle. Ya quería dejar esa mierda a un lado. Si pude ir a una maldita guerra y meterme en tantas mierdas peligrosas por apuestas, ¿cómo no iba a ser posible ir frente a una mujer y hablarle? Era estúpido retroceder de cosas que eran tan simples para cualquiera. Tenía que aceptar si ella reaccionaba mal porque yo tenía la culpa por ser tan fácil de sobornar y olvidarme de varias cosas solo por lanzar cartas a una mesa, aunque el hijo de perra de Alastor también tenía la culpa con sus estúpidas intenciones.

Y pensar que mis emociones estaban en juego ya era un riesgo personal, pero tenía que hacerlo porque nadie más lo iba a hacer más que yo. Beber, fumar y apostar jamás me iban a ayudar en nada, y nunca me ayudaron en vida. Solo debía barajar bien las cartas y las cosas podían salir bien. 

Me dirigí al casino y todo estaba tranquilo, pero algo hacía falta en el bar y era preocupante.

—Eso no es... normal —dije para mí mismo, confundido. Fruncí el ceño, no entendía por qué las luces del bar no estaban encendidas y por qué Megy no estaba allí.

Tenía que haber una clara explicación, pero es que no podía haber alguna realmente. Megy no era así. Ya eran las pasadas de las siete. Tenía que estar allí, pero no había ninguna señal. Siempre era puntual con su trabajo y no le gustaba estar impuntual en ningún momento.

—Oye, tú —llamé a un tipo que iba pasando y se detuvo—, ¿has visto a Megy?

—¿La que trabaja en el bar? —preguntó y asentí—. Ahm... Pues en el bar, ¿dónde más? Siempre está metida a... —quedó mirando el lugar y luego me vio a mí—. Qué buena pregunta. Ten suerte encontrándola o pregúntale a alguien más, quizás alguien más la vio —dijo sin tanto interés y siguió su camino.

Debe ser una puta broma.

Me di una solo manotada en la cara, sin poder soportar la situación. ¿Qué se suponía que era toda esa mierda? ¿Yo queriendo disculparme por una tontería? ¿Que ella no estuviera donde debería de estar? ¿Que me hubiese estado preocupando de más por ella cuando era más que obvio por qué lo hacía? Simplemente ya se me hacía intolerante. Por eso odiaba tanto acercarme a las personas y que ellas se acercaran a mí porque al final terminaba creando cierto cariño por ellas y era justo lo que pasaba con Megy, pero era inevitable ya. No era una situación que podía pasar por alto por más que me jodiera. No podía cometer los mismos errores y volver a lo mismo. Un pequeño cambio, incluso el más innecesario, me serviría de algo o para nada me la pasé pensando durante un gran rato, culpándome de todo y solo para que quedara como una gran pérdida tiempo. Sabía que si no lo hacía iba a ser algo de lo que me iba a lamentar. Las malas posibilidades de que algo malo le hubiese pasado no quedaban descartadas. Quizás ir a verla a su apartamento no sería una mala idea.

De un momento a otro solo hubo silencio en el casino. Fruncí el ceño, extrañado, por ese repentino cambio, pero cuando noté por qué era eso pensé que todo ya era mala suerte para mí.

—¿Qué hace él aquí? —oí a alguien susurrar con miedo en una de las mesas del casino.

El silencio solo siguió por unos largos segundos hasta que él habló.

—Oh, ¿se supone que no hay nadie aquí? —dijo Alastor con voz alta mientras estaba por los taburetes del bar, parecía buscar a Megy en la oscuridad que había allí. Él alzó la vista, específicamente, mirándome a mí—. ¿Acaso ninguno de ustedes no sabe algo? Qué pena —finalizó con burla.

La mayoría se asustaron de más y muchos se marcharon de inmediato, dejando tan solo pocas personas en el casino.

Rodé los ojos con molestia. No quería más juegos con él. No era el momento indicado.

Caminé hacia la salida y salí del lugar, murmurando varias cosas.

—¡Hey, Husker! —oí detrás mío y yo aceleré el paso.

Me sorprendía que, cada vez que intentaba hacer algo bueno y mostrar seriedad, ese estúpido siempre tenía que aparecer.

—Te noto muy decidido, Husk. ¿Planeas hacer algo?

—No es de tu incumbencia —murmuré.

Él de inmediato se puso a mi lado con tranquilidad.

—Uhm... ¿Cuándo fue la última vez que te vi así? —divagó.

—¿Acaso no puedo ir a beber a otro bar o qué? —mentí mientras intentaba no alzar la voz por la molestia que me causaba de solo tenerlo a mi lado.

—¿Lo dices por Megy? Su ausencia me extraña. Una mujer puntual y trabajadora. La ausencia no es propio de ella.

—Me importa poco lo que dices —volví a mentir, mientras esperaba que en cualquier momento perdiera el interés y se fuera.

—¡Eres un maestro de las mentiras, Husker!

—Como digas.

Algunas personas se alejaban al ver a Alastor, otras ni importancia le daban, pero ya me estaba molestando demasiado. Él no se separaba de mí y me detuve.

—¿Ocurre algo? —me preguntó.

—¿No sientes que estorbas mientras haces el barato papel de no saber nada? Tan solo quiero ir a beber algo tranquilamente sin la necesidad de andar cargando con tu maloliente culo. Al menos si es que quieres pagarme lo que me debes por la tonta apuesta de anoche, hazlo, y luego desapareces de aquí de una maldita vez.

—Uhm, no me veo en la obligación de pagarte. Tan solo era un juego —dijo con desinterés y siguió caminando.

—¡¿Qué?! —exclamé con molestia, sin poder tolerar eso de su parte y me adelanté para ponerme frente a él—. ¡Déjate de mierdas! Sabes que me debes. Cumple con eso.

Y eso que me debes más, imbécil.

—Oh, vamos. Sabes muy bien que tienes cosas más importantes por las que preocuparte, ¿y prefieres el dinero?

—El dinero me da alcohol.

—Yo diría que te da problemas —respondió con énfasis.

—Quiero alcohol y tú apareciste. Tú eres el puto problema —seguía mintiendo solo para hacer que se fuera.

—¡Oh! —exclamó de la nada y se empezó a reír. Su sombra salió debajo mío y me rodeó. No entendía ni un carajo lo que pasaba. Entonces, sus carcajadas terminaron en una simple sonrisa, pero en una mirada burlona. No sabía en qué rayos pensaba él.

—Husker, Husker —empezó a decir mientras negaba varias veces con su cabeza, sin apartar sus ojos de mí—, aparentemente nunca seguirás consejo.

—¿De qué carajos me hablas ahora?

Chasqueó sus dedos y su sombra desapareció.

—Eres muy apasionado ante las múltiples caídas que podrías llegar a tener junto a las humillaciones que puedes llegar a recibir, ¡no cabe duda de eso!

Me dijo eso, como si supiera de algo más. Me dedicó una última mirada y se fue. 

No entendí ni un carajo, solo entendía que estaba libre de su culo. Pero algo se me había cruzado por la cabeza y era que él no andaba detrás de nadie solo porque sí y luego andar jodiendo. ¿Qué se supone que hacía?  Vamos, Alastor no hacía nada solo porque sí sabiendo yo lo metido que era a veces, dependiendo el asunto, y ahora se me hacía extraño.

Lo más posible es que frente a tus narices piense que eres un tonto.

***

Llegué a su apartamento después de esa caminata y quedé frente a la puerta de su habitación, pensando si es que acaso ella estaba en su habitación o algo, dormida o qué iba a saber, pero era raro en ella aun así. Rasqué mi nuca con incomodidad y pensando en varios escenarios si ella salía de esa puerta. Suspiré, quizá no iba a perder mucho.

Solo era una mujer.

Solo era una mujer que se la pasaba molestando, pero que me mostraba cariño y atención y siempre estaba presente sabiendo ella cómo era yo; no entendía por qué quería tener a un hombre como yo como su amigo. ¿Cuándo fue la última vez que había recibido eso, algo de cariño? ¿Décadas? Tan solo había quedado al final hasta morir así. En setenta y cinco años de mi estúpida vida solo me quedé con alcohol, deudas, enfermedades y el casino familiar que iba quedando en bancarrota por mi culpa.

Era estúpido pensar que no iba a perder nada. Pero ¿por qué ese pequeño error de olvidarme de ella por estar apostando con Alastor me hacía tener miedo? No quería perder su amistad, no quería dejar de oír los tontos apodos que me ponía, no quería que nada de ella se fuera de mi lado.

Megy era la única muestra de amor que recibía de alguien en el Infierno.

Era claro, ella era lo único que más quería aunque no quisiera demostrarlo, pero todo aquello que yo quería me lastimaba o yo lo lastimaba.

Suspiré y miré la puerta; decidí tocar dos veces. Esperé unos segundos y nada.

Lo volví a hacer y nada.

—Por una mierda... —musité, molesto. Agaché mi mirada sin querer y un raro latido en mi pecho apareció al ver que había pequeñas gotas de sangre en el suelo. Miré a la puerta nuevamente, con algo de preocupación.

¿Estaba ella adentro o había salido? Me quedé frente de la puerta sin saber qué rayos hacer. No paraba de crear varios escenarios horribles en mi cabeza sin saber si esa era sangre de ella o no, pero recordar la pelea que aquellos tipos mencionaron quizá Megy había quedado lastimada. Caminé lo más tranquilo posible hasta llegar a las escaleras, pero me inquietaba saber dónde estaba ella y yo no podía encontrar información de ella fácilmente. Ya era otro juego de mierda al que me metía.

Si fuera Megy, ¿dónde iría?

Esa era una buena pregunta. Ni yo sabía qué responderme. Esa mujer se metía a cualquier lugar mientras no trabajaba. No se podía mantener quieta en ningún lugar.

—Lo que me faltaba.

Bajé por las escaleras y salí del apartamento, encontrándome varios demonios que pasaban tranquilamente, mientras cargaba con un agrio saber en mi boca, incluso me dolía algo la cabeza por pensar en tantas posibilidades de lo que le pudo haber pasado. Sabía que ella era fuerte físicamente, pero sabía que había muchos imbéciles más fuertes que ella. 

Quizá un trago me haga sentir mejor.

Gruñí con mi propio pensamiento. Ya tanto alcohol me tenía hasta las bolas. Mi apatía y desinterés ni estaban en juego para que yo fuera a buscar alcohol en primer lugar, ni sabía qué movimientos hacer para encontrar una solución a mi propio jueguito de mierda. Solo tenía una sola preocupación y era ella.

***

Me rendí tras caminar; ya era medianoche y había llegado al Hotel Jackpot, hecho mierda y sin nada resuelto.

Clubes, bares... ¿En qué mierda no decidí buscarla? Pero nada. Iba cargando una gran preocupación por Megy y no era normal en mí, ¡para nada! ¿Qué se suponía que debía hacer con ella para dejar de ser así? Ni el alcohol era capaz de satisfacerme y calmarme. Con verla me iba a ser sentir bien, pero fallé al querer encontrarla.

El casino volvió a llenarse después de haber salido por Alastor. Todo se veía normal, pero el bar seguía apagado porque el que tenía que estar en ese turno, esa madrugada, no llegaba aún.

Me acerqué al bar nomás por cansancio y me senté en un taburete sin importarme tanto que estuviera oscuro. Suponía que solo me quedaba esperar por su aparición y estar tranquilo. Solo quería relajarme.

Ha de estar bien...

—¡Vaya! ¿Qué te pasó, eh? Pensé que el bar iba a estar muerto —exclamó alguien con confianza. Mi pelaje se erizó por completo—. Hiciste mucha falta, incluso ese Demonio Radio vino aquí.

—Tranquilos, ¡estoy mejor que nunca! Estos moretones son más que un orgullo por haberle ganado a una zorra en esa pelea. Fue pisoteada como una hormiga —presumió esa voz tan conocida para mí, con burla.

Me volteé impactado y era justo ella, solo que, lucía algo diferente: tenía algunos moretones en su rostro y llevaba un conocido vestido naranja con lunares blancos. Incluso se veía demasiado agotada o quizá solo era idea mía.

Negué con mi cabeza varias veces y volví a ver la barra del bar, pensando que había una botella de alcohol conmigo que me hiciera alucinar, pero no, no había nada conmigo a mi lado para estar viendo cosas.

Varios empezaron a hacerle preguntas a Megy. Algunos eran atentos con ella y no era de esperarse, cuando ella era la que mantenía la presencia de la mayoría por su trabajo en el bar. Pero ¿en serio nadie preguntaba por qué ella se veía agotada? No la veía bien.

—Lamento no haber estado aquí, pasó un pequeño inconveniente, pero por ahorita no atenderé el bar, ya debería de venir el siguiente chico para estar en su turno —respondió Megy a alguien.

—Entonces, ¿qué haces aquí?

—Uhm... Algo de distracción, ¿sabes? No tolero estar en un solo lugar.

Me puse de pie, atónito por dentro, mientras ella estaba entretenida con los demás, pero en el fondo me estaba poniendo mal. Ella aún no se daba cuenta que yo estaba en el bar. Me fui lo más sigilosamente posible. Subí las escaleras hasta llegar al pasillo de mi habitación. Ella estaba ahí abajo. ¿Solo había venido al hotel para ver a los demás o solo para distraerse? La primera podía ser una posibilidad. Megy tenía una personalidad extrovertida y encantadora y yo sabía que ella amaba estar rodeada de los demás.

—Así que era cierto lo de la pelea —susurré para mí mismo después de pensar en lo anterior.

Me di una sola manotada en la cara, decepcionado. Ya me sentía como un pequeño y estúpido gato enredado en un ovillo de lana por andar jugando. La tenía allí. Una oportunidad que podía tomar fácilmente, claro, si era que notaba mi existencia en el bar, y no lo hizo. Su atención era para esos suertudos allá abajo y no tenía ganas para mezclarme con ellos en ese momento solo para hablar con ella.

Sería humillante.

Que la suerte venga a mí, entonces. Vamos, sabes cómo es ella. Siempre andará encima tuyo, diciéndote cosas tontas.

—Tremenda ironía... —bufé con burla—. Pensar que tendría suerte para que una mujer se me acerque.

Ya era mucho por ese día. Hice mi orgullo mierda al ir a buscarla como un estúpido. Pensé muchas cosas. Soporté el culo de Alastor. Ella apareció y estaba bien. Ya. Solo algo de tranquilidad, de maldita tranquilidad, era lo que ocupaba y una siesta. Mi preocupación solo empeoró al pensar que ella estaría herida o algo, y no, no lo estaba o eso parecía. Era la misma mocosa con mucha energía y alegre, solo que con algunos moretones en su rostro. Pensé que no debía de haber algo grave en ella.

Entré a mi habitación y cerré la puerta con seguro.

¿De verdad no había algo que pudiera hacer completamente bien y con seguridad, sin que buscara una escapatoria por miedo a cómo me sentiría o que me lastimaran?

¿Tan poco quedó del hombre que alguna vez fui?

Eres una estúpida marica.

—Vaya mierda. Debí seguir pagando la puta terapia en aquellos años —gruñí al reconocer la voz de mi último pensamiento. No tenía ganas de tener esos recuerdos.

Fui a mi cama y agarré libremente una botella de alcohol que tenía cerca. Ni siquiera lo pensé ni nada y comencé a beber tras haber negado beber durante horas. Pero ya no importaba. Ella estaba abajo, con los demás de seguro, y eso era «suficiente». Podía beber tranquilamente.

No era lo planeado, pero era lo que había... o lo que yo permitía.

Terminé esa botella de alcohol en unos minutos y la dejé en la mesita de noche y volví a agarrar otra botella.

***

Me desperté; vi que eran apenas las nueve de la mañana y sentía dolor de cabeza. Con confusión, vi a mi alrededor y solo había pocas botellas vacías, solo tres, a lo que supuse que no tenía una maldita resaca en ese momento, lo cual, era algo bueno y una razón menos para bajarle a mi malhumor, pero eso no me quitaba las ansías de saber qué iba a pasar durante el día. Capaz pasaría algo que ni sería lo más mínimamente interesante. Con Megy capaz la misma estupidez de ayer; y así, hasta cansarme de lo mismo. Ni siquiera quería levantarme de la cama.

Dejé de pensar cuando empecé a sentir hambre y me acordé que ayer no había comido casi nada y era puro alcohol lo que tenía. Me puse de pie para alistarme y así ir a ver qué había de comer abajo. El hecho de que a estas horas tan tempranas no hubiese casi nadie haría que estuviera tranquilo y luego quedarme con la duda de qué haría durante el día.

Cuando estaba listo decidí agarrar las botellas que estaban vacías para ir a botarlas y ordenar algo mi habitación. Salí de mi habitación y estaba a punto de echarle seguro a la puerta, pero noté que había una nota pegada en ella. No era lo más común ver una nota pegada en la puerta.

Por curiosidad la agarré y la leí:

«¿No te gustaría que nos viéramos en Devil's Diner a las 5 p.m.? :)»

—¿Qué? —fue lo primero que salió de mi boca mientras fruncía el ceño, confundido.

Comencé a pensar que quizás era de Megy, pero era raro. Conociéndola hubiese tocado la puerta a morir para preguntarme si quería ir con ella a Devil's Diner, el restaurante que estaba frente al hotel o lo hizo para evitarse molestias. Ni idea.

—Pff... Esto ya es una tontería.

No me iba a meter a ese lugar si ni sabía si era ella la que me invitaba. Todo lo que podía hacer era mirar a través de las puertas del hotel a ver si ella pasaba.

***

Pasaron las horas y me la pasé jugando con algunos tipos, perdiendo y ganando apuestas; comiendo algunas cosas que no fueran tan pesadas; escuchando música que tenían en el casino y de último, cuando quedé solo en una mesa, me puse a jugar Solitario con mi baraja y bebiendo algo de alcohol. Había pasado la tarde normal y tranquilo; no descartaba que aún seguía preocupado y algo ansioso por esa nota, pero aún tenía en mente no irme a meter a ese restaurante, al menos que la viera a ella y ya iban a ser las cinco. Solo era esperar.

Ordené mi baraja nuevamente y puse las cartas sobre la mesa para empezar otra jugada de Solitario.

Tan solo hacían falta como quince minutos para que fueran las cinco y solo pura gente desconocida pasaba frente al hotel y uno que otro iba a Devil's Diner, pero nada.

Hasta que pasaron los minutos.

Y pasó la hora.

—Vaya estafa —pensé en voz alta, aburrido y no tan sorprendido. Un tipo que estaba a mi lado jugando póker me quedó mirando como si estuviera loco y lo miré, malhumorado—. ¿Te debo o qué? —murmuré y él siguió con lo suyo.

Ya eran las pasadas de las cinco, casi eran las seis y media la verdad y Megy nunca se cruzó frente al hotel ni nada. Ni siquiera me molesté en pensar de quién era la nota, pues ya no me importaba de quién era. Pensé que capaz era de algún raro que ni siquiera conocía.

Vos, malparido tramposo —expresó una mujer en español, molesta, y se puso de pie, decidida a dejar la jugada. No estaba jugando póker, pero sí notaba que algunos estaban haciendo trampa y no tardó mucho que entre todos de esa mesa se empezaran a lanzar mierda en inglés y en español. Yo solo me fui de la mesa—. ¡Hártate tu mierda, hijo de la gran puta!

Me acerqué a las puertas del hotel, con los brazos cruzados, y me recosté en la pared; seguía siendo la misma vista desde adentro: personas caminando y uno que otro carro. Nada interesante. Volteé para ver el casino y el bar y solo había una pelea y el bartender que estaba de turno apagó las luces de bar y se fue.

Ya no sabía qué más hacer durante ese rato. Esa noche podía ser otra sin saber algo de ella y no podía encontrar ni las ganas de salir del hotel. Cada segundo. Cada minuto. Cada hora... Eran lo que me iban a llevar a un profundo arrepentimiento y yo no hacía nada al querer evitarlo. Bien pude haber salido durante la tarde y ver por ella, al menos una vez más, pero no quise, por no querer terminar como la última vez e ir apareciendo en la medianoche en el hotel.

«¿Cómo puedes caer tan fatalmente con esto? ¿No te basta con lo que has hecho para ser lo que tú ahora eres? ¡Ten algo de dignidad para tu persona!»

—Ese hijo de puta sí sabe qué tonterías decirle a uno —me dije a mí mismo al recordar la anterior noche que me quedé en la casa de Alastor, apostando y bebiendo.

No tenía ni la más mínima idea del porqué él siempre se la buscaba conmigo. Parecía como si yo fuera un dolor de bolas para él cuando yo estaba con Megy y ella siempre buscaba alejarme de él cuando tenía oportunidad de hacerlo. No era algo tan normal ver a Alastor todo tonto solo porque yo pasara tiempo con Megy. Lo normal era que solo me molestara, pero que empezara decirme un montón de cosas para destruirme ya era nuevo. Entonces me acordé de algo, de hace un tiempo atrás cuando hablaba con Niffty o cuando salí con Megy a un club; ya no me acordaba bien, pero era que Megy y Alastor fueron algo en vida. Era algo difícil de creer que esos dos fueron algo en algún momento, pero saber que Alastor pasaba encima de ella a veces y que ella lo rechazara daba algo de sentido.

Pero ¿Alastor guardando sentimientos por ella? ¿Ese retorcido de la cabeza? Simplemente no lo entendía del todo. Apostaba mi huevo izquierdo a que esos dos no llegaron más lejos por culpa de él.

Era lo único lógico que pude encontrar del porqué tanta mierda con él, pero lo dejé a un lado.

Suspiré molestamente. Ya no quería estar ahí abajo perdiendo el tiempo y si iba a mi habitación iba a ser mucho peor para mí al inundarme más en pensamientos tontos y empezar a sentir más desprecio hacia mí. Fruncí mi ceño al comenzar a sentirme inseguro y fue el momento exacto cuando se me formó un nudo en la garganta y me controlé sabiendo que algo en mí quería llorar. Comencé a buscar en qué rayos podía pensar que no fuera en ella o algo que no estuviera relacionado con ella y al no encontrarlo fue un golpe directo al pasado: mala infancia, decepciones amorosas, gritos, peleas, un divorcio, apuestas, hombres, mujeres, alcohol... Todos tuvieron algo en común conmigo y fue en hacerme mierda. Más de una vez intenté salvar algo que capaz por mi culpa ya no tenía solución alguna y terminaba destrozado.

Megy solo era mi amiga. Nada más. Pero el sentimiento ya estaba ahí. Un tonto sentimiento al que yo le había dicho «adiós» hace décadas, esperando no volver a experimentarlo en mi jodida existencia y ella lo revivió.

Su forma de ser era su magia en ella y la magia siempre me dejaba maravillado.

Sí, reconocía que la atención y el cariño me hicieron falta por mucho tiempo hasta morir en soledad y ahora una mujer fácilmente me atrajo con su amistad, tiempo, cariño, ayuda, compañía y paciencia. Ella no me hacía daño en nada, pero me costaba aún aceptar del todo que estaba enamorado de ella sabiendo que las cosas, tarde o temprano, se arruinarían.

¿Qué podía hacer yo con ella? Alejarme era provocarme yo mismo el daño. Prefería que ella lo hiciera a que hacerlo yo.

Y, rápidamente, me di cuenta de que mis ojos se humedecieron algo y ni dudé en pasar mis manos para quitar esas lágrimas antes de que salieran y me tranquilicé lo más rápido posible mientras me sentía molesto por casi dejar escapar eso. Medio me volteé para ver la hora y ya eran las siete y punto, hora en la que Megy debía estar llegando para cumplir su turno en el bar. Desvié mi mirada hacia otro lado, aún molesto, quizá si salía un rato me distraería de toda esa mierda. Volví a ver las puertas del hotel, pensando si salir o no a caminar o lo que sea, no consideraba que hubiese mucho que hacer en las calles, más que pasármelas en otros casinos o bares.

Hasta que ese pensamiento desapareció de inmediato y alcé las cejas.

Dime que no me estás jodiendo.

No era nada inventado por mí, literalmente Megy había pasado frente al hotel, apresurada, y se metió a Devil's Diner. Aún tenía ese vestido de los años treinta o así vi yo.

Mi brazo se estiró de la nada para abrir la puerta del hotel y salir, pero me paralicé. No, ya era pasarme si dejaba ir esa oportunidad, en serio, ya había quedado como imbécil una vez y no quería hacerlo de nuevo.

—Eh... ¿Ocupas ayuda con la puerta, viejo? Llevas un mundo recargado en esa pared y ahora parece que no puedes abrir la puerta —me dijo de la nada un chico mientras me miraba con confusión. Yo lo miré con molestia.

—No —le dije de mala gana y salí del hotel solo para quitarme la vergüenza.

Mi corazón se aceleró algo y fruncí mis labios, no del todo seguro la verdad. Respiré profundo y metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón y crucé la calle con toda la normalidad. Solo me estaba dejando llevar porque mis pensamientos querían que hiciera todo lo contrario y otros solo me tranquilizaban de que quizá ella no se molestaría mucho. De tan solo pensar que Alastor ha sido mucho peor con ella, según yo, no tendría sentido si estaba enojada conmigo, pero... ni modo. Quizá Megy nunca se iría para siempre.

No me sentía del todo confiado en entrar a Devil's Diner como si nada; solo abrí algo la puerta y me asomé, encontrando a pocas personas comiendo tranquilamente y cuando miré al otro lado vi a Megy teniendo agarrado del cuello de la camisa a un ebrio y parecía estar amenazándolo. No escuchaba nada de lo que ella decía, pero sí se veía molesta. Al lado de ella había una mesa con otro ebrio, medio dormido. Viendo mejor las cosas, esos dos tipos se me hacían conocidos. Entonces el hombre que ella tenía agarrado me señaló y le dijo algo a ella con miedo. Me alteré mucho inmediatamente, pues Megy me miró con enojo.

Abrí mis ojos de más, pensando que iba a tener la misma suerte del tipo que Megy tenía agarrado. Ni siquiera lo dudé y cerré la puerta lentamente.

—¡Husk! —oí mi nombre y era ella frente a mí al abrir la puerta; me agarró del brazo y casi a rastras me llevó frente a las puertas del hotel.

No supe cómo reaccionar, casi me botaba en medio de la calle al agarrarme así, al antes y pude mantener el equilibrio.

—¿Ellos te hicieron algo? Son unos tontos que estuvieron insistiéndome de que les debías por una apuesta y planearon no sé qué cosa para que estuvieras en ese restaurante y yo hasta ahorita pude venir —habló Megy algo alterada y en ese momento en que la veía más de cerca, si se miraba destrozada, mal, cansada. Casi todo lo contrario que comúnmente miraba en su cara.

—¿Tú... estás bien? —pregunté sin saber cómo responder a lo anterior. No me esperaba a que ella hiciera eso.

—¿Eh, lo dices por los moretones? —dijo al poner su mano en su rostro—. No es nada, son nomás por haber ga...

—Ganado una pelea callejera, lo sé —completé sus palabras mientras intentaba no arruinar las cosas viendo que yo hablaba con normalidad—, pero te ves toda cansada. ¿En serio que estás bien, Megy?

—Ah... Eso ya es otra cosa —dijo con normalidad—, pero, volviendo a lo anterior, ¿no te molestaron esos tipos? ¿Acaso anteayer se te aparecieron para joderte y por eso no estuviste en el bar?

Su pregunta me dejó callado unos pocos segundos; no sabía si mentirle o no; dudé si decirle que se me había olvidado accidentalmente. ¿Qué tal si se enojaba?

—Porque si es que te hicieron algo voy y lo resuelvo —agregó después.

—No, no me han hecho nada.

Ya que me acordaba, eran unos tipos que sinceramente ni los veía desde hace como dos años por una apuesta donde hicieron trampa y ganaron. Solo habían sido como unos días en los que ellos me molestaban de que les pagara y nunca les hice caso.

—Entonces ¿por qué no estuviste anteayer en el bar? —preguntó ella; alzó una ceja y se cruzó de brazos. Me miraba con cierta molestia.

—Eh...

Decidí no quedar más como un tonto, intentando pensar en alguna mentira y le dije la verdad:

—Se me olvidó.

—¿Qué?

—Sí.

—Dijiste que no se te olvidaría, Husk —expresó mientras fruncía el ceño, un poco más molesta.

—Ugh... —rodé los ojos y la miré; comencé a pensar que fue una jodida idea ser honesto—. Lo sé, pero Alastor me entretuvo cuando te fuiste con Niffty y eso pasó.

Megy alzó las cejas con lo que había dicho y pareció pensar en algo y se puso aún más molesta después.

—Ese canalla de mierda de Alastor, era obvio viniendo de él —murmuró para sí misma y luego me miró—. Bien. Comprendo eso. Es demasiado creíble lo que me dices —finalizó y se tranquilizó un poco. Sus palabras me tomaron por sorpresa.

¿En serio, así de tranquila estaba conmigo? Su molestia se suponía que iba directa a mí y terminó siendo todo lo contrario. Tremenda suerte.

Internamente me ocasionó gracia al recordar todas las cosas que Alastor me había dicho de ella. Parecía ser que Alastor había descubierto otro punto débil en mí. El hijo de puta ya sabía con qué carta molestarme. Y yo que empezaba a ver todo el asunto como la última bala en una Ruleta Rusa. 

—Bueno, eh... pido perdón por eso —le dije, un tanto incómodo.

—Nah, sé que Alastor a veces se mete con los planes de uno solo para su propia diversión; no te disculpes por eso. Pero —analizó y luego sonrió— acepto tus disculpas aun así.

—¿Y no que dijiste que estaba bien, niña?

—Pues sí —respondió y abrió la puerta del hotel—, pero, siéndote honesta, no te negaré que sí me molesté; solo con lo que dijiste de Alastor sé que no fue tu culpa del todo.

Ya me imaginaba que iba a ser peor si le mentía.

—Bueno, si tú dices.

Entramos al hotel y se dirigió al bar. Me sorprendió que alguien no lo preguntara algo, pero luego noté que las personas que son cercanas a ella no estaban en las mesas del casino; solo algunos la saludaron, pero no se amontonaron como la anterior vez. Entonces quedé viendo las mesas donde aún hacían falta jugadores y la verdad es que ni tenía ganas para apostar. Ya había apostado anteriormente por horas hasta ganar dinero, me iba a aburrir volver a la misma cosa con la que había estado todo ese día. Dirigí mi mirada a Megy y ya estaba hablando con una mujer alegremente mientras preparaba un cóctel. Supuse en dejar de lado el casino e ir al bar a pasar el rato con ella. De todo lo que había pensado aún tenía la consciencia de que en lo largo de mi vida, por apuestas y alcohol, había perdido mucho.

Llegué al bar; me senté en la taburete y puse mis antebrazos sobre la mesa. Llamé inmediatamente la atención de Megy mientras seguía agitando la coctelera. Finalizó lo que hizo y la mujer se fue con su cóctel.

—¿Y eso que te veniste aquí? —me preguntó y se acercó—. A estas horas sieeempre estás apostando con tus amigos. ¿Acaso quieres algo de beber e irte luego? —comentó y se volteó, ya estaba apunto de agarrar una botella de alcohol barato para dármela.

—No tengo ganas de apostar —respondí, tranquilo—y ni de beber.

Ella se volteó para mirarme, sorprendida.

—No creo que seas Husk, ¿estás bien? Esto es nuevo —bromeó con cierta desconfianza.

—Megy, dame un whisky —dijo un hombre que se acercó al bar y puso el dinero en la barra.

—Ahorita —dijo ella y se alejó; entregó el whisky y se acercó de nuevo con el dinero en manos—. ¿Qué se supone que harás entonces, michi? —preguntó con interés—. Tipo, no apostarás y ni beberás, al menos que quieras hacerme compañía durante todo mi turno, teniendo en cuenta que no estuviste la última vez aquí. Qué considerado —finalizó con una sonrisa que se notaba que realmente estaba algo molesta.

—¿Estás resentida o qué? 

—¿Yo, resentida? —dijo algo ofendida y se cruzó de brazos—. Claro que no. Solo te digo que la última vez me dejaste sola —murmuró.

—Ajá. Ahora no estarás sola, mujer resentida.

Ella sonrió algo.

—Ay, admiro tu consideración hacia mí, pero gracias, señor olvidadizo.

—Me vuelves a llamar así y me voy —le dije de mala gana, aunque era broma. Ya iban a ser casi tres años de conocerla y era evidente que por más que le dijera que no quería apodos siempre era lo primero que hacía para joderme.

—Óyeme, pero no me molestes así.

—¿No sabes que es una broma?

—¿Y a quién rayos se le ocurre decir una broma con cara de culo?

Apreté mis dientes mientras intentaba no decir algún insulto de todos los que se me vinieron a la cabeza de golpe. No quería arruinarlo e insultarla y que se lo tomara a pecho o a saber, aunque eso tratara de quedar avergonzado por no decir nada. Ella solo me miraba y se empezó a reír.

—¡No puedo con tu cara!

Me di una sola manotada en el rostro y desvié mi mirada.

Sí abusas de la puta confianza.

Y la volví a mirar cuando paró de reírse y se quiso volver a reír la tonta, pero se contuvo. Sí que no había algo de lo que ella no quisiera reírse o molestarme cuando estábamos juntos. Megy siempre terminaba diciendo algo tonto y no contenía su propia risa en muchas ocasiones.

Fruncí de más el ceño y esperé a que explotara de nuevo a carcajadas. Megy solo tomó una bocanada de aire y se tranquilizó un poco.

—Ya, ya, perdón, Husk, pero te quiero, aunque te moleste mucho —dijo con cariño y una pequeña sonrisa en su rostro y guardó el dinero que le habían dado por el whisky.

Miré hacia otro lado y encogí mis hombros con la intención de ocultar mi pena de ella. Me había tomado por sorpresa esas palabras, pero no era la primera vez que Megy me decía algo así; habían pasado meses desde la última vez que me había dicho algo así. Te quiero. Se repitió su voz en mi cabeza. No sabía qué decirle con eso sin sonar mal o decir algo que no tenía nada que ver.

—¿Te comiste la lengua? —dijo con picardía.

—Ugh... No me digas estupideces —insistí.

—Bien, bien —dijo y se separó de la barra—, te dejo tranquilito. Me dices si quieres algo de beber y con gusto te lo daré —se despidió y se acercó a los demás que se iban sentando para hablar con ella y pedir sus bebidas.

Ya era hora de ver cómo ella hacía reír a los demás que se sentaban en los taburetes, aunque fueran pocos porque la mayoría volvía al casino, pero pasaban un buen tiempo con ella. Yo solo escuchaba y la miraba cuando se distraía en algunas ocasiones; si tenía la oportunidad, le hablaba un poco para no distraerla mucho o hablaba de algo trivial con algunos amigos.

Fueron muy pocos esos choques incómodos cuando ella me devolvía la mirada y yo de inmediato miraba a otro lado, pero casi siempre oía alguna pequeña risa por parte de ella después de eso.

***

—Te lo juro, Husk —contaba Megy mientras miraba la propina que había ganado durante todas esas horas de trabajo. Ya eran las once y media; ya nadie se acercaba al bar—, esa zorra quedó con su merecido. Ojalá su brazo se recupere pronto —agregó con una sonrisa burlona y falsa empatía y guardó la propina en una bolsa de su vestido. Me había contado sobre la pelea que tuvo con una mujer. Era casi como escuchar a Alastor hablar sobre cómo mataba a sus víctimas en aquel momento. Realmente sí parecía un peligro meterse con ella, dependiendo el poder que uno tenía.

—Estás demente —le dije un tanto asqueado después de que me contó todo lo que le hizo a esa mujer.

—Fue defensa propia, ¿qué esperabas, que me dejara de ella y pasar vergüenza? ¡No!

—Pero ¿segura que no estás tan lastimada? —pregunté.

Esa pregunta ya era como la tercera vez que se la decía porque había ratos que la miraba decaída, más de lo normal; solía llevar su mano a su abdomen y su cara cambiaba a una de malestar.

—Pues sí hubo heridas, Husk. La chica tenía su poder, aunque no tanto como el mío, sería mentirte si te digo que no acabé con más de algún corte, pero todos se regeneraron. Si preguntas de los moretones siempre toman tiempo en quitarse —confesó sin tanta importancia, pero luego me sonrió—. Así que estoy bien.

—Bien —y lo dejé así; no le iba a insistir mucho con la misma pregunta.

Megy se volteó y agarró una botella de vodka y una copa de shot. Entonces me miró:

—¿Quieres algo? Solo me beberé dos shots, por si quieres —ofreció—. Dos porque sino te da algo si me ves bebiendo de más —rio—. Aunque veo que hoy no has bebido, ¿eh? Supongo que debería felicitarte.

—¿Felicitarme? —dije con confusión.

—Eres un alcohólico, sí o sí pasarás con alcohol en todo momento, ¿no? Conozco a muchos que sin alcohol sienten que se van al segundo infierno. Hombres y mujeres como tú se preocupan mucho por el alcohol si no lo consumen -dijo y se sirvió su shot y lo bebió—. En serio, se me hace raro que no hayas bebido durante este rato, pero me alegra.

Alcé mis cejas. Ni en mi puta vida imaginé que alguien me dijera algo así, de que se alegrara por no verme con una botella de alcohol. Sí había bebido antes de verla, pero ya al estar con ella no quería estar tanto con el alcohol por tanta mierda que estuve pensando, aunque era obvio que en cualquier momento iba a querer. Y en el fondo, me había alegrado lo que había dicho.

—Supongo que... tienes razón.

—Pero no me lo digas con esa cara toda decaída, deberías de alegrarte, Husk —agregó y parecía querer ver ánimos en mí—, no creo que sea tan fácil despegarse de una botella.

—Si quiero, lo hago —confesé—, pero no dura siempre. Te diría que depende; no estoy seguro —dije y me acordé de todas las situaciones en las que luché con alcohol por años y nomás duraba como unos dos días sin beber alcohol, pero siempre volvía a lo mismo.

—No sabría qué decirte, porque darte ánimos a muerte sería sofocarte y no quiero eso. La última vez que quise aconsejar un alcohólico casi me hace mierda.

—A saber qué estupidez le dijiste —dije con algo de burla.

—Te juro que quise ayudar —se defendió, irritada—, pero resultó ser que esto y que yo no sé qué cosa; se puso loco de repente y a insultarme.

—Ha de haber estado ebrio hasta las bolas.

—¡Estaba todo rojo, Husk! Cuando terminó su show se puso de pie, se fue todo tambaleado y se cayó en medio de la calle. A saber qué fue del hombre ese, pero en su momento me dio risa. Se quedó tieso.

—Capaz se despertó en unas horas todo confundido y se fue como si nada.

—O se lo llevaron los caníbales —agregó.

—Estás mal de la cabeza, mujer.

—Solo te digo la verdad —dijo con simpleza y miró la botella de vodka y se incomodó algo—. Eeeh... ¿Sabes? Todo esto que me acabas de decir de que no beberás ahorita... creo que no fue lindo beber frente a ti un shot, así que no beberé más shots —agregó, decidida; agarró la botella y la puso en su puesto.

—Tú haz lo que quieras, con tal y no te pases —le dije, tranquilo, aunque en el fondo me pareció lindo lo que dijo.

—No y no, no provocaré nada de tentaciones en ti. Quiero ver hasta dónde llevas esto, michi —comentó con ánimos.

—No pongas expectativas tan altas en mí —advertí.

—Tampoco seré dura contigo, sé que de un momento a otro no vas a dejar el alco...

Megy frunció el ceño y llevó su mano a su boca, dejando la conversación a medias. Ella se apoyó en la barra y tosió algo. Pensé que quizá estaba enferma, pero vi que en su guante había sangre e inmediatamente lo quiso ocultar de mí.

—Megy, ¿qué carajos? —exclamé, alterado.

—Shh, Husk, cállate —dijo, molesta—. No es nada, no llames la atención de los demás —susurró.

Me molesté con lo que dijo. ¿Cómo mierda haría yo para no hacerle caso como si nada?

—Dijiste que estabas bien —le recordé, preocupado y molesto.

Megy miró hacia un lado y se separó de la barra.

—Lo estoy, te dije que tenía algunas heridas por esa pelea, y, bueno, no todas han cerrado —gruñó—. Ya déjate de quejas, vas a llamar la atención.

—Tú vas a llamar la atención si sigues así —murmuré.

Sabiendo la hora que era ella ya iba a ir a su apartamento. No sabía qué era lo que tenía en ese momento, pero era evidente que Megy iba de mal en peor pues vi que otra vez volvió a toser. Estaba tosiendo sangre y me alarmó de más, pues no sabía qué le pasaba y las personas que estaban el casino no se daban cuenta de lo que pasaba. Ella me dedicó una mirada molesta de la nada.

—¿Qué se supone que estás pensando? —murmuró con odio.

—En una forma de ayudarte —le dije.

—Ugh, Husk, solo iré a mi apartamento y veré cómo soluciono esta mierda —susurró, decidida y seria—. No deberías meterte en esto.

—¿Qué puta mierda dices? —me puse de pie, molesto, y la alarmé.

—Husk, ¿qué haces? —se quejó cuando fui tras la barra. Vi de reojo el casino y todos estaban envueltos en sus asuntos.

Entonces miré mejor a Megy y me llevé la sorpresa de que su abdomen estaba manchado de sangre.

—Megy, por el amor de Dios, ¿cómo se supone que te irás así? —le dije casi entre dientes.

—He estado en la calle en peores estados —se defendió—. Apártate, antes de que noten que estás acá metido y empiecen a lanzar miradas.

—Déjate de mierdas, en serio —le dije.

Por primera vez entendí que Megy casi nunca buscaba la ayuda de alguien, haciéndome recordar el incidente que había pasado en uno de los bares de Valentino. Ella había terminado con un montón de vidrios en las manos y capaz en otras partes del cuerpo y cuando quise ayudar se rehusó.

—Me dices que no llame la atención, pero lo harás tú cuando pongas un pie en el casino; todos te verán y ¿qué harán? Se te amontonarán.

Ella me miró aun con mucha más molestia y apretó sus dientes. No me dijo nada, pero parecía que no toleraba el hecho que yo quisiera hacer algo por ella y que no la dejara ir, pero, en serio, ¿quién sería tan anormal en decirle «sí, vete y haz lo que quieras»? Ni Alastor haría eso.

—Ya relájate, ¿quieres? —susurré, tranquilo, o intentaba sonar tranquilo para no aumentarle esa mirada que me hacía sentir que estaba llevando mi suerte a un punto peligroso. Sentía que en cualquier momento esa mujer se me iba a lanzar encima.

Me acerqué más a ella.

—Vamos arriba —le dije.

—¿A qué?

—A que solo te acuestes y mejores.

Y lo pensó, aparentemente.

—Considérate suertudo, Husk —murmuró y se cruzó de brazos con el intento de ocultar la sangre en su vestido. Salió del bar por su cuenta y se fue a las escaleras de un solo.

Fui tras ella, pero no podía llevarle el paso.

—¿Se supone que en tu habitación? —se quejó mientras subía las escaleras con algo de velocidad.

—Ve a la que quieras, solo quiero que te relajes.

—¿En el tercer piso estás tú?

—Sí —respondí y ella solo aceleró su paso—, pero no vayas tan apresurada, vas a empeorar.

—¡No me meteré a otra habitación donde estarán haciendo no sé qué mierda, Husk! Estaré mejor en la tuya.

Llegué al tercer nivel después que ella. Megy solo se quedó recargada en la pared y el piso empezaba a mancharse por su sangre. La puerta de mi habitación estaba frente a ella.

—Estás loca, Megy —le dije, con algo de pesar y poca molestia, mientras miraba su estado y saqué las llaves de mi habitación. Me hizo subir las escaleras apresuradamente por ella—. Ya, en serio, solo relájate, no te vas a morir solo por querer ayudarte.

Megy susurró algo que no entendí, pero decidí mejor no preguntar y abrí la puerta de mi habitación.

—Solo acuéstate. No te preocupes si manchas algo, yo veré qué hago después con eso.

Entré a mi habitación y me volteé para mirarla. Parecía pensar si entrar o no. No entendía en serio qué le pasaba y supuse que obligarla a entrar no iba a ser una buena idea. Suspiré con pesar y me le acerqué para no dejarla sola en el pasillo.

—Me tienes aquí, solo deja que me relaje algo, ¿puedes? —susurró con la voz muy tranquila, pero parecía como si estuviera perdida.

Era como si tuviera un desconocido frente a mí. Era como si Megy se hubiese ido de repente o solo se me hacía extraño todo lo que pasaba. No era tan común verla toda enojada al punto de hacerme pensar que mi suerte estaba en riesgo. Miré la sangre de su vestido y el cómo ella respiraba lentamente. Hasta que en un momento se tambaleó algo y agarré sus brazos de inmediato.

—Megy, ya, es mejor que entres.

—No quiero... molestarte —dijo, débil.

—No lo haces.

—Y odio que me veas así... —balbuceó.

—¿Qué? —le dije y negué con la cabeza, recordando qué era lo que importaba en ese momento.

Nos metimos en mi habitación y cerré la puerta. Ella se despegó de mí y se tiró de un solo en la cama. Me tragué mis propias palabras, estaba cien por ciento seguro que en el momento que se tiró a la cama se empeoró de más la herida para dejar sangre de más, pero pareció no afectarle. Solo pensé que con las cobijas de esa cama las iba a botar e iría a robar otras de otra habitación. Ni siquiera iba a batallar con esas mierdas.

Quise encender las luces, pero lo dejé así para que la luz no la incomodara.

No sabía cuánto tiempo iba a estar en mi cama o si Megy empeoraría. Podía ayudarle a cerrar esa herida si ella me lo permitía. En la guerra aprendí de todo a la fuerza por ayudar a otros soldados a sobrevivir por una herida, pero capaz ella lo negaba. No tenía idea de cómo funcionaba su cuerpo ante las heridas fuertes, de lo que estaba seguro es que esa herida se le iba a infectar.

Suspiré y me senté en la orilla de la cama.

—Megy —la llamé, preocupado, y nada. La miré y parecía dormida, al menos respiraba.

***

Ya iban a ser las cuatro de la madrugada. Habían pasado como cuatro horas. Ella seguía dormida y la única diferencia que hubo es que agarró fiebre y la sangre dejó de salir. Era de esperarse lo de la fiebre, pero durante todo ese rato esperando había conseguido medicamento, una botella de agua y vendajes para ella. Lo cierto es que quería dormir de una buena vez, pero prácticamente la tenía en mi cama.

A saber qué te metió en la cabeza esta mujer para que la priorices.

Y, claramente, no me iba a acostar a su lado, aunque más de una vez se me ocurrió hacerlo, pero no lo podía hacer.

Entonces sentí que algo se movió en la cama, me volteé y era ella, intentando sentarse mientras apoyaba sus antebrazos en la cama. Pensé que se estaría más, literalmente solo durmió cuatro horas.

—Hey, no te presiones, sigue acostada, solo descansaste cuatro horas —le dije e hice que se acostara de nuevo. Llevé mi mano a su frente y aún seguía hirviendo—. No debiste dormirte de un solo... Te hubieses visto la herida primero, ahora la tienes infectada —agregué sin poder ocultar algo del cansancio y preocupación que sentía.

—Yo... ¿Husk? Mierda... En serio, estaba toda cansada —balbuceó, mal.

—Se notaba desde antes —le dije; me puse de pie y agarré los vendajes y el alcohol. Entonces me acerqué a ella de nuevo—. Te conseguí esto mientras dormías para que puedas limpiarte la herida en el baño. Luego puedes seguir descansando.

Ella me miró, confundida, y se puso algo malhumorada.

—Husk, no sé cómo rayos funciona esa cosa.

—Solo te limpias la herida con agua y jabón; luego te echas alcohol y te pones los vendajes alrededor de tu abdomen cuando te seques la herida —expliqué.

—Es que yo no uso eso —dijo y suspiró, cansada—. Niffty suele suturar mis heridas profundas, tú sabes, hilo y aguja o como sea que es esa cosa porque no sirve de nada que la herida regenere y luego se abra —murmuró y estiró su mano hacia mí—. Dame eso, intentaré hacer esto sola.

No estaba del todo convencido en dejar que lo hiciera sola, pero supuse que así sería mil veces más cómodo para ella. Y le di los vendajes y el alcohol.

—Y cuando termine con esto —se quiso sentar y la ayudé a hacerlo— me iré, Husk. No podré descansar más —me dijo.

—¿Por? —pregunté, sin estar de acuerdo con ella—. Solo descansaste cuatro horas.

—Porque así funciona mi cuerpo, no me veo en la posibilidad de dormir más. Solo duermo cuatro horas todos los días —explicó sin tantas ganas mientras se ponía de pie y se tambaleó algo, pero pudo mantener su equilibrio. Entonces me miró. No pude evitar mirarla con más preocupación; ella desvió su mirada de mí y se fue al baño.

Me quedé pensativo y me volví a sentar en la orilla de la cama mientras pasaban los minutos. No sabía qué más hacer por ella en ese momento, más que ayudarla con los vendajes, pero no quería hacerla sentir incómoda. Quizás el cansancio no me dejaba pensar con más tranquilidad, ni idea. Lo único que me tocaría hacer después es verla irse y luego yo quitar las sábanas de la cama y robar otras de alguna habitación desocupada. Desde hace tiempo le había dicho que tenía que descansar bien desde que le vino esa estúpida deuda con Valentino por el accidente que ella tuvo meses atrás en el bar de uno de los clubs de esa rata. Que ella no era un robot para tratarse como una máquina. No sabía cuánto debía pagar Megy realmente, pero ya habían pasado tres meses y aún no se liberaba de ese estúpido.

Hasta que me cansé; consideraba intolerable que Megy trabajara estando toda lastimada y cansada. Sabiendo yo muy bien que todo el hotel y el bar me pertenecían desde que le gané al anterior dueño en una apuesta podía buscar a un reemplazo para Megy, solo por unos días, para que ella sanara tranquilamente y volviera a trabajar sin que nada le afectara.

—Oye, Husk... ¿Qué hago ahora? No puedo abrochar esto —oí después de un rato mientras pensaba.

—¿Eh? —y salí de mis pensamientos y la miré. Entonces me llevé la sorpresa de ver el pecho de su vestido desabrochado, mostrando su sostén y los vendajes alrededor de su abdomen mientras ella los sostenía para que no se cayeran. No era más mi sorpresa por verla con sostén, más bien era al ver que casi todo su pecho estaba cubierto por cicatrices y parecía que se extendían hacia sus hombros y abdomen. Me surgieron un montón de dudas del porqué tenía tantas cicatrices, pero de inmediato supe que sería una mala idea preguntar por eso. No me iba a meter directamente diciendo algo de su cuerpo.

Desvié mi mirada de ella, apenado, para no ver de más.

—Sé que se te puede hacer incómodo —me dijo con reservas—, pero juro que llevo como cinco minutos intentando abrochar los vendajes y no he podido.

Respiré hondo y me puse de pie.

—Enseña... —y me acerqué a ella, quedando frente suyo; intentaba no mirar a su pecho—, pero... 

Estaba mirando mejor el asunto, tenía que bajarse más el pecho del vestido y no me encontraba en la capacidad de decirle eso.

 —A ver, quita tu mano, que así no podré abrocharlo —le dije, demasiado avergonzado e impaciente, y lo hizo, pero no podía abrocharlo aun así y solo mantuve agarrado los vendajes.

—¿Pasa algo? —me dijo y la miré, molesto.

—Megy, no me tomes a mal, pero tienes que... tu vestido... 

—¿Qué, tiene algo malo?

—In... incomoda —tartamudeé—. Solo debes bajar la parte desabrochada, nada más.

Solo parecía analizar lo que dije.

—¡Pero para hoy! —dije. Estaba sintiendo que las mejillas me estaban quemando y no quería que las cosas empeoraran por la lentitud.

—Oye, no me grites —se quejó en voz baja e hizo lo que le pedí—. ¿Así debería ser más cómodo para ti, entonces? —preguntó mientras sostenía su vestido.

No le respondí, solo llevé mi mirada a los vendajes para abrocharlos de una buena vez. No se había puesto mal el vendaje, pero no lo había ajustado bien. Entonces lo ajusté más, haciendo que Megy soltara un pequeño quejido.

—Perdón si dolió o si te hace sentir más incómoda —murmuré mientras intentaba mantener mi tranquilidad—, pero no lo habías ajustado bien... —finalicé y lo abroché. Elevé mi mirada a su cara y ella solo miraba hacia otro lado. Parecía avergonzada a ese punto. Me tomé la libertad de volver a tocar su frente y su fiebre seguía—. Ya está. Te daré un medicamento para que te baje la fiebre y el dolor.

—¿En serio tuviste que gastar en esto, Husk?... —preguntó.

—Es lo que pude hacer.

—Dime cuánto gastaste para que te pueda pagar.

—No tienes nada que pagarme. Así que no insistas en pagarme.

Me separé de ella, intentando olvidar lo que vi y agarré los medicamentos y la botella de agua. Iba a acercarme de nuevo a ella.

—Bien, ten esto —y la miré.

—Solo espera —dijo mientras me daba la espalda. Se estaba acomodando el vestido y yo solamente miré hacia otro lado—. Bueno, ya.

Ella se me acercó y le di las cosas.

—Te bebes solo dos cada seis horas —le dije.

—Está bien, Husk. Por cierto, lamento todas las molestias que he ocasionado y por tenerte despierto a estas horas.

—Estoy acostumbrado a desvelarme —comenté—. Solo bebe eso.

Ella asintió y se sentó en la orilla de la cama y bebió las pastillas. Su vestido tenía una gran mancha de sangre al igual que la maldita cama, pero me aliviaba saber que pronto iba a mejorar. Entonces me acordé de lo que había pensado, lo de poner un reemplazo temporal para ella por unos días y así para que se recuperara lo más rápido posible. Pero me preocupaba decirle eso, porque sabía que ella amaba trabajar en el bar. De por sí tuve la suerte de hablar con ella anteriormente, pensando de que se iba a enojar por haberla dejado sola en el bar por quedarme con Alastor.

Fruncí el labio, algo dudoso, pero tampoco iba a agarrar un reemplazo como si nada. Solo quería que ella estuviera bien.

—Oye, Megy —dije y me fui a sentar a su lado.

Ella me miró.

—Te diré algo, y desde ahorita te digo que capaz no te lo tomarás bien.

—¿A qué vas? —dijo, confundida, y la miré.

—Siempre te he dicho que debes descansar y mucho más ahorita sabiendo perfectamente tu estado.

—Pues dentro de poco mejoraré, Husk. No deberías preocuparte. No tardaré en sanar como tarda un humano, capaz solo sea una semana. Mientras más rápido me sature la herida Niffty, mejor estaré —dijo con algo de ánimos en su voz.

—Y en esa semana o lo que sea que te tome, quiero que te tomes un tiempo de tranquilidad. Megy, en serio, ni siquiera sé cómo demonios solo puedes dormir cuatro horas. Dudo mucho que así vayas a estar bien y más que te toca trabajar... —guardé silencio unos segundos y seguí—. No permitiré que te estés desangrando en el bar al momento de trabajar, Megy.

—¿Ah? Pero...

—Alguien más ocupará tu lugar en el bar mientras mejoras.

Ella abrió sus ojos de más y miró hacia otro lado. Frunció el ceño; parecía no asimilarlo bien y me miró de nuevo, con intensidad.

—¿Qué? —dijo alto y rio algo molesta sin poder aceptar lo que dije—. ¿Estás bromeando? —se puso de pie mientras se iba enojando más—. ¡Claro que no, Husk! Llevo décadas trabajando en esto para que me reemplaces con cualquiera que se te cruce.

—¿Prefieres estar desangrándote en el bar? —dije mientras intentaba ser tranquilo con ella para que no se enojara más.

—Prefiero mil veces eso a que dejar el bar. 

—No seas tonta... —murmuré—. No te estoy despidiendo ni nada. Solo quiero que te cures y ya, sin que tengas ninguna presión.

—¡Te dije que no! —insistió, enojada—. Pareciera que estás considerando que soy alguien débil y que no puedo mantener este trabajo por una maldita herida, Husk, como si no me conocieras.

—Y sé que te gusta lo que haces, pero no toleraré que estés trabajando así.

—Ajá —dijo con una sonrisa irónica y se cruzó de brazos—, y dime, ¿quién será la escoria que hará todo bien, que esté puntual, que sea un profesional como bartender y que sepa cómo tratar a los clientes, ah? ¿Sabes por qué te pregunto eso? Porque sé cómo son los otros que trabajan en los turnos. ¿Por qué crees que hay más clientes en el bar en la noche? Porque soy mejor que todos los demás que trabajan en el bar.

Bajé mi mirada y pensé en mis siguientes palabras, pero ella siguió.

—Al fin y al cabo, sabrás que en este bar no habrá nadie mejor que yo. ¡No seas ignorante con eso! Este lugar ha dependido de mí desde que llegué aquí. La persona que tome mi lugar hará todo mierda y nadie la querrá. No querrás eso, te lo aseguro.

—Megy, tampoco buscaré a alguien que sea... no sé, el bartender más fino del puto Infierno ni te despediré, entiende, solo es un reemplazo temporal —expliqué de mala gana por su forma de pensar—. Sé que eres la mejor de todos los demás que trabajan en el bar, pero te estás tomando a pecho lo que te digo para que solamente estés bien, mujer, ¿acaso no ves que estás toda demacrada? —dije mientras mantenía mi paciencia con ella y la volví a mirar; aún seguía enojada.

—No acepto eso. Sabes que tengo una deuda con Valentino desde hace meses, Husk. No puedo estar perdiendo mi pago y mi tiempo.

Respiré pesadamente, no sabía qué decirle para que dejara eso y supiera que su salud importaba.

—A ver, Megy —murmuré—, ¿cuánto le debes a ese hijo de puta? Llevas tres meses con esa deuda.

—¿Por qué rayos quieres saber?

—Porque te pago bien, Megy; te dan propinas todas las noches y aún no has resuelto eso con Valentino. Es que no lo comprendo, ¿qué has hecho con el dinero que has ganado? —reclamé.

—Pagarle claramente.

—¿Y es que ese te pide un millón de dólares o qué? Solo por unas botellas de alcohol no te sacará todo lo que ganas.

Megy se quedó callada. Yo seguí mirándola.

—Mira que él le saca provecho a cualquier cosa —dije— y él te puede estar sacando dinero de más. ¿Cuánto le debes? —le volví a preguntar, serio. Siguió callada; yo no toleraba ya eso y parecía notar que no estaba tolerando su silencio—. Lo más que deberías de pagarle deberían ser unos mil y algo, porque se miraban de valor algunas bebidas.

—Él dijo que esas bebidas eran del mundo humano —confesó.

—Estoy seguro que porque sean del mundo humano no significa que sean de gran valor, Megy. ¿Al menos averiguaste el precio o algo de esas bebidas? —pregunté sin apartar mi mirada de ella.

Pasaron los segundos y ella negó con la cabeza, molesta.

—No, no pregunté. Solo me dijo cuánto le debía...

Llevé mi mano a mi rostro y cerré mis ojos, decepcionado de esa respuesta.

—Y ya que tanto insistes, son tres mil quinientos dólares que Valentino me pide, Husk —confesó.

—¿Cómo? —solté sin creerle—. Megy, ese hijo de puta te está sacando demasiado. A estas alturas solo has de llevarle pagados como mil quinientos o no sé —exclamé.

—¿Ya ves? ¡Y así me quieres reemplazar con alguien más! —exclamó, alterada, y volvió a enojarse—. Él no me ha hecho nada por el simple hecho de que tengo a Alastor tras mi espalda, pero no me voy a confiar de eso. Sí o sí tengo que pagarle.

—Te diría que vayas y le reclames, pero a estas alturas el imbécil no te aceptará ninguna palabra. Tuviste que haber hablado antes, Megy. Ahora solo mira en qué estás envuelta.

—No sé, Husk —dijo entre dientes—. ¡No sé! Sí o sí me iba a tocar hablar con Val y ya no toleraba estar en esa oficina. Estoy segura de que ni iba a querer darme detalles.

Me puse de pie. No quería seguir gastando saliva en el mismo tema con ella y llevar las cosas a puros gritos. Agarré mi billetera y saqué casi todo el dinero que tenía.

—Te adelanto el pago de este mes y del otro y capaz de más —dije y extendí el dinero hacia ella—. Valentino no estará esperándote, Megy, y va a querer cobrar tu deuda teniéndote de puta.

Ella vio el dinero y luego a mí y lo negó de inmediato.

—Este es mi problema, Husk, no... no el tuyo —musitó y retrocedió algo.

—Joder, es dinero, ¿cómo no lo vas a querer?

—No he trabajado como es debido para que me adelantes los pagos, Husk. Tampoco te voy a quitar todo tu dinero —murmuró con cierta preocupación—. En ningún momento te he pedido ayu...

—No me estés desesperando ya —le dije. Agarré su mano y le di el dinero de mala gana; algunos dólares cayeron al suelo—. Con esto capaz le completas toda la maldita deuda a ese. Vas y se lo das.

—¿Qué mier...?

—Y ya, no reniegues más —exclamé—. Se lo das y punto.

Megy miró el dinero.

—Es tonto, Husk, es demasiado...

—¿Y? —dije, desinteresado—. Con apuestas recojo todo lo que te di. Te parezca justa esa cantidad o no, me importa una mierda. Solo entrega el dinero.

Me volví a sentar en la cama e inhalé profundamente para tranquilizarme. Ella solo tenía su mirada en el dinero, ni siquiera se molestaba en recoger el dinero que estaba en el suelo. No tenía nada más que decirle a ella y ni ella a mí aparentemente.

Hasta que suspiró, rendida, y se agachó con algo de dificultad para recoger el dinero que estaba en el suelo. Se puso de pie y guardó ese dinero en una bolsa de su vestido, pero tosió de repente, llamando mi atención. La miré pasarse el dorso de su mano por sus labios, limpiando algo de sangre, pero aún tenía algo en sus labios.

—No digas nada, ya has hecho suficiente —rogó, seria, y se acercó a la puerta—. No seguiré causando más molestias. Tendré en mente tus... palabras, Husk —agregó al final con cierta dificultad.

—Está bien —susurré, algo mal por ella, y me puse de pie para abrirle la puerta, pero volvió a hablar y me detuvo de hacerlo.

—En serio, no sé por qué hiciste todo esto... —murmuró.

—No sería tan mierda en dejarte así y dejar que te lastimes más de lo que ya estás.

—Ya veo eso. Ahí me presentas a la... personita que me reemplace —dijo sin tanto agrado—. Digo, capaz no sepa hacer bien sus cosas —agregó con burla.

—No —le dije—. No te calentarás la cabeza en venir a ver si alguien hace mal algún cóctel; y no te repetiré lo mismo, Megy. 

Y ya teniendo otra idea de cómo era ella ya consideraba que sería una mala idea si llegase a ver a algún reemplazo en su turno.

—Así que ya, hasta aquí dejamos el tema con lo del bar y del reemplazo —concluí con seriedad y un poco de molestia mientras la miraba y viceversa. En serio, era algo inmadura e incluso inestable. Quería convencerme de que su forma de ser en esos momentos era por estrés o cansancio.

Hasta que me agarró de la nada del brazo con algo de fuerza, alterándome de inmediato. 

—Megy—me quejé.

Incluso parecía demasiado impulsiva.

Se quedó callada algunos segundos y solo apretó más su agarre.

—Haz lo que quieras, pero ten en cuenta que nadie me hará a un lado como si nada, Husk —dijo con rencor y me soltó, sin apartar su mirada de mí—. Quién sabe, quizás a ese reemplazo lo vayan a querer más o no sé. Quizá no sea así...

Tomé algo de distancia de ella, dudoso de si iba a hacer algo más y apartó su mirada. Solo se quedó de pie al lado de la puerta y rápidamente la abrió; salió y la cerró con fuerza. No iba a negar que el ruido de la puerta al ser cerrada me había asustado algo. Suspiré pesadamente después de que ella se fuera y vi que había dejado los medicamentos y los vendajes, pero ni loco iba a salir tras ella.

¿Eso es ella?

«Ella suele tomarse las cosas muy a pecho a veces, ¿sabes que nuestra querida Megy es muy emocional?»

«Emocional». Eso había dicho Alastor.

—Diría que muy loca —susurré para mí mismo, muy convencido de eso.

Mi propio jueguito terminó siendo todo lo contrario a lo que mi estúpida mente me había dicho hasta joderme de la peor forma; pero Megy le dio un giro a todo al final. No sabía si estaba molesta, triste o cualquier otra cosa. Nunca la había visto así y no quería pensar en eso. Capaz ya eran pasadas de la cinco de la mañana y casi terminaba con brazo hecho mierda y una puerta que por poco me la destrozaban.

¿Qué rayos le pasaba a ella? En todo momento quise serle honesto y tranquilo.

Miré la cama toda ensangrentada y mejor pensé en quitar todo luego. Dormir era lo único que me quedaba y ya no me iba a joder más con ella y ni con mover sábanas ni nada.

Abrí la puerta para meterme a otra habitación y dormir de una buena vez. Sabía que la habitación del frente estaba desocupada y en el hotel casi nadie se preocupa por asegurar las puertas de las habitaciones desocupadas, ni yo siendo el dueño me preocupaba de ello. 

Salí de mi habitación y cerré la puerta, pero una vez estando en los pasillos oí unas murmuraciones y vi que había alguien parado frente a las escaleras que llevaban al segundo nivel, como si pensara si bajar o no.

Al principio no distinguía bien, pero rápidamente supe que era ella.

23/01/2023

|¡Ho... *procede a hacerle un "diagnóstico" a Husk y a crear traumas en él para ver qué fue lo que lo llevó al alcoholismo ya que no hay casi nada canon de su pasado* la! 😼 Bueno, juro que esta será la última vez que escribiré tremendo capítulo. Las próximas actualizaciones intentaré que sean, no sé, quizá de 3 mil a 4 mil palabras. xd|

|Solo como ¿dato? de ese dibujo, el vestido que Megy tiene, es el vestido que tenía la noche que fue asesinada y las líneas rojas que tiene fue donde fue apuñalada hasta morir. Ese vestido se lo devolvió Alastor en unos de los capítulos anteriores ya que Megy se lo había dado a Rosie para no volverlo a ver. 👌|

|Estuvo de puta madre hacer ese dibujo y finalizarlo a las 5 de la mañana unos días antes de año nuevo y escribir las últimas partes del capítulo mientras escuchaba esta canción. xd|

https://youtu.be/8rv0iFQLmz4

|Fue un reto escribir este capítulo, pues no quería traer algo corto sabiendo el tiempo que la historia estuvo desactualizada. Si llegaron aquí, sin haber entendido ni una chucha la explicación del comienzo de esta historia o si agarró tremenda weba seguir leyendo, igual agradezco de que hayan llegado hasta aquí. 🌹|

|¡Chau ♡!|

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