❝15❞
Tres meses después.
—Admítelo, Husk, per-dis-te, ¡y contra mí! ¡Vaya cosa, ¿eh?! —presumió T/N agarrando todas las fichas, arrastrándolas hacia ella con orgullo—. No te vas a ir al doble infierno por ello. Solo recuerda que casi me ganas, pero tus dos reinas no pudieron con mis dos reyes.
—Jódete —dije de mala gana lanzando mis cartas en la mesa—. Además, no te sientas tan confiada, imbécil —murmuré señalándola y agarré mi botella para seguir bebiendo.
T/N agarró un bolígrafo rojo que estaba al lado, una página y anotó unas cosas.
—Supéralo, michi —rió ella, mirando aquella página.
—Husker, deja que nuestra querida T/N disfrute de su primera victoria después de que ella haya perdido incontablemente contra nosotros por hacer solo All-In en cada jugada —agregó Alastor poniendo sus cartas en la mesa haciendo que T/N lo mirase mal.
—¡Cállate, Alastor! ¡Tú solo has ganado con trampas! ¡Tus cantos de victoria no tienen nada de valor! —reprochó T/N, señalándolo con el bolígrafo que ella tenía—. En cambio, YO —llevó una mano a su pecho— gané porque la suerte decidió ponerse de mi lado y dejar de estar en contra mía, no como otros —dijo lo último, mirando con molestia a Alastor, en cambio él solo mantenía su estúpida sonrisa.
—Ugh, dejando eso a un lado —miró la página otra vez—, las victorias entre nosotros con las jugadas de póker van así: Alastor va con diez (con pura y maldita trampa, no es de extrañarme), Husk va con ocho victorias (de manera limpia obviamente, es él, está más que claro que el michi no haría trampa) —informó con cariño. Rodé un pocos mis ojos, sintiéndome algo feliz en el fondo por la forma en la que ella había hablado de mis victorias.
—Niffty va con tres y yo con una victoria —siguió hablando ella y se calló por unos segundos—. Vaya mierda conmigo —dijo para sí misma al final.
—T/N, dulzura, tú solo das la noticia de que yo jugué suciamente por el hecho de que tú vas en mala racha —se defendió Al—. Te he dicho que la envidia es mala para ti. Además, ¿qué culpa me echas a mí de que tú en cada jugada solo fueras con All-In?
—¡No, no! —negó T/N—. ¡No creeré en ninguna de tus nefastas palabras!
Y así fue como empezaron a discutir.
—Odio aquí —susurré para mí mismo con aburrimiento al notar que no tenía nada en mi botella y al recordar también que estaba en la casa del raro.
—Alastor, ¡¿tú te metes las cartas por el culo o qué carajos?! —gritó T/N poniéndose de pie de un solo. Yo quedé viendo a ambos con algo de molestia. Niffty solo miraba la situación.
—Es un truco muy estúpido y sin sentido, T/N —replicó Alastor con incomodidad.
Ellos empezaron a elevar un poco la voz, algo que ya me empezaba a irritar un poco. Aunque eso no descartaba que era chistoso verlos gritarse el uno al otro y que Alastor fuera más o menos humillado por T/N.
—¿T/N te trata así? —me susurró Niffty con interés cuando se puso a mi lado de la nada.
—Eh... ¿No? —dije, alzando una ceja con duda.
—¡Oh! ¡Que es cierto! —chilló con emoción—. Ella te trata con cariño y amor. Has de sentirte muuuy amado. ¡Ay, qué lindo el amor! Estoy súper segurísima que ustedes dos serán al-...
Puse una mano en su boca alteradamente al oír cada una de sus estupideces, intentando yo de ignorar la posible pelea que aquellos dos se iban a armar.
Me calmaba un poco saber que esos dos estaban en su mundo de gritos y no nos ponían atención a esa niña y a mí.
—¡¿Qué mierda dices, niña?!
Ella se separó bruscamente.
—¡No pongas tu patita en mi boca, que es antihigiénico! —dijo histéricamente, pasando rápidamente sus manos en su boca.
La miré con fastidio. A veces no sabía si odiar a esa enana.
—Yo solo digo lo que se me viene a la mente, Husk —respondió inocentemente a mi anterior pregunta.
—A saber qué mierda pasa en esa mente tuya.
—Muchas cosas que sé que nunca pasarán en realidad —dijo finalmente con algo de desinterés.
—¡Bien! ¡Me voy de aquí ya! —exclamó T/N—. He estado desde las cinco de la tarde encerrada en este lugar y el dinero no aparecerá a la vuelta de la esquina por arte de magia. Después de todo, no apostamos nada para que yo haya ganado algo de valor con mi reciente y LIMPIA victoria.
—Oh, ¡espera, T/N! —dijo Niffty, alejándose de mí para acercarse a ella—. ¿Tan rápido debes irte? ¡Ya le iba a pedir a Husk que tuviéramos otra jugada!
T/N dirigió su mirada a mí con una sonrisa y luego vio a Niffty.
—Tengo una deuda y no se pagará si no pongo mis manos a la obra; perder el tiempo ahorita no está en mi agenda, y, además, el Hotel Jackpot está algo lejos de aquí, y ni loca voy a pagar un transporte público.
—Querida, te puedo ofrecer un portal al rato para que puedas compartir más tiempo con nosotros —ofreció Alastor a lo que T/N no parecía para nada convencida.
—Gracias, pero nop. Por cierto, Husk, ¿vienes conmigo o llegarás más tarde al casino? —me preguntó esperando una posible aceptación de mi parte.
Ya había pasado un rato estando apostando y charlando con aquellos dos y ella.
Durante un momento había pensado en romper un «poco» la rutina. Tenía planeado estar con ella en el bar durante todo su turno o quizás ofrecerle si quería pasar un rato en el casino con unos amigos, después de todo ella ya entendía algunos juegos. Yo solo intentaba dar el inútil paso para abrirme un poco más confiadamente con ella.
—Bien, igual, yo me voy de aquí —respondí poniéndome de pie para irme con ella de una vez.
Pero cuál fue mi sorpresa cuando sentí algo de presión en mis hombros, obligándome a que me sentara de nuevo.
—¿Pero qué cara-...? —intenté decir confundido hasta que la sombra rara de Alastor apareció a mi lado teniendo sus manos en mis hombros.
—T/N, si es que no te causa inconvenientes —empezó Alastor—, me gustaría pasar más tiempo con nuestro querido felino. Tú te puedes ir con Niffty.
—Argh, ¡haz que esta rareza me suelte! —exigí molesto.
—Ahm... —ella se acercó a mí, alejando a la sombra—. No, no lo dejaré aquí. Mi trabajo no es del todo trabajo si Husk no está. Así que aguántate por esta vez, Al.
—Nunca pensé que tu trabajo llegara a depender de alguien más, querida —burló Alastor ladeando su cabeza.
—¿Qué? Puff... No es eso, Al —rió ella, haciendo un leve movimiento con su mano, restándole importancia a lo que él dijo—. Solo mira a Husk, ¡ha de estar cansado! ¿Verdad, Husk?
—Estoy como la mierda.
—¿Ves? ¡Como siempre!
—¡Y eso no impide que él acepte unas jugadas más! Oh, Husker, tú eres libro leído para mí. Te conozco perfectamente bien. ¿Te negarás a unas jugadas más con tu viejo amigo?
—Sí jodes —solté.
—Ya deja el intento de persuadirlo con tus palabras, Alastor —murmuró T/N, cruzándose de brazos.
—Uh, casi me olvido de esto —dijo él—, Niffty, ¿no dijiste que tenías que ir donde Mimzy? Estoy muy seguro que T/N estará muy contenta de ver nuevamente a nuestra cantante favorita.
—¿Qué? —musitó T/N. Entonces Niffty corrió hacia ella y le agarró la mano.
—¡Es cierto, T/N, ¿irías conmigo?! ¡Hace tiempo que no salimos a caminar juntas como grandes amigas que somos!
—¡Niffty, estoy ocupada discutiendo con Alastor!
—¡Oh, vamos! Sé que para ti Husk es muy importante, ¡pero puedes estar sin él durante un momento y viceversa! ¡Luego podrás estar todo el tiempo que quieras con él! ¿Verdad, Husk? ¿Tú puedes estar bien sin una mujer, cierto? ¡Di que sí! ¡Solo te la quitaré por un momento! ¡Por favor!
—¡Niffty, ¿qué mierda dices?! —masculló T/N inclinándose un poco hacia ella algo molesta.
Alastor me vio reojo. Yo solo me empecé a sentir un poco incómodo y carraspeé levemente.
—Eh... T/N —dije—, vete y no sigas perdiendo tiempo con este estúpido; al rato llegaré —finalicé con incomodidad.
Ante aquellas palabras que había dicho fruncí de más el ceño con algo de molestia al no poder encontrar algo de dignidad para irme con ella y me di una sola manotada en el rostro de mala gana.
—Solo hazlo y deja de perder el tiempo con ese idiota —agregué y decidí verla.
T/N me miró con algo de molestia y preocupación.
—Ay, no, Husk —se quejó—, ¿cómo puedo sentirme del todo confiada con tus pala-...?
—T/N —interrumpí.
—¡Prométeme que irás, Husk, promételo! —vociferó señalándome. Niffty parecía que en cualquier momento la iba a arrastrar mientras la jalaba del brazo para que ella se moviera.
—Sí, sí, sí —dije.
—¡La decisión está tomada! —anunció Al con felicidad—. Ya no hay más de que discutir, mis queridos pecadores. Niffty, T/N, ¡denle un saludo a Mimzy de mi parte!
—¡Claro, Al! —aceptó Niffty y se alejó con T/N mientras ella le decía a Niffty que tuviera un poco de tranquilidad con sus pasos.
Me quedé solo con el raro ese en aquella mesa y nuestro silencio se rompió cuando oímos que la puerta principal se había cerrado con fuerza.
Solté un suspiro malhumorado.
—Husker, ¡tú y yo nos la pasaremos bien aquí! —dijo, y su sombra se puso a su lado y desapareció.
Estiré mi brazo y agarré las cartas de T/N, Niffty y las de él para ordenarlas, jurando haber visto una mancha roja en el as de corazones, algo que me molestó un momento teniendo en cuenta que era mi baraja y que una carta tenía una puta mancha.
—Solo vayamos al grano con esto —susurré molesto. Iba a darle sus dos cartas, pero él me interrumpió antes de que yo lo hiciera.
—Te noto incómodo, amigo, ¡pero tranquilo! Podemos poner las cosas más cómodas para este pequeño momento —una botella de whisky, alcohol barato y una copa aparecieron en la mesa. Él llenó la copa con whisky y me pasó la botella de alcohol barato—, si lo deseas... —susurró, guiñándome el ojo.
—Eres un hijo de perra. Solo lo haré por la botella —dije hostilmente y agarré la botella, señalándolo.
***
No había agarrado la noción del tiempo al estar con él.
Cada jugada se convertía en un reto para mí siendo consciente de que una partida con Alastor a veces no era fácil, la tensión fácilmente crecía y mi suerte solía cambiar.
Él fácilmente podía hacer trampa frente a mis narices y yo sin la más puta idea de sus movimientos raros con el vudú o lo que mierda fuera. O a veces él podía actuar que tenía una mala mano solo para que al final me restregara su victoria.
Me había dejado llevar por él, como casi siempre era.
Con algo de alcohol —e incluso con el de más jodida calidad— el estúpido ya me tenía a su maldita merced, importándome poco sobre qué me fuera pasar.
Tenía tan metida la maldita idea de que ya muchas cosas en vida me habían hecho mierda y que mis reacciones ante cualquier cosa sería la misma.
No me importa.
Después de todo, algo de alcohol y el problema se «iba».
—Full —dije, disfrutando mi reciente victoria poniendo mis cartas en la última ronda de esa jugada.
Alastor frunció levemente el ceño. Sus ojos y sonrisa mostraban que estaba algo molesto.
—Increíble, Husker —felicitó y se relajó en su asiento—. ¿Crees que aún abunda emoción en ti para una jugada más y una que otra buena charla, amigo? Quien gane se queda con todo el dinero que hemos apostado, querido —ofreció ampliando más su sonrisa.
Mis cartas se arrastraron por su cuenta hacia las de él y las arregló poniendo la baraja a un lado.
—Supongo —respondí.
Sabía que la alegría de un triunfo duraba pocos minutos, termina la jugada y hay una sensación de adrenalina al tope que genera felicidad y orgullo. Pero son apenas una miseria de minutos y después hay un vacío enorme y grandísimo jodiéndote. Una soledad indescriptible. Y con esa sensación algo hizo «click» en mí.
—¡Mierda! —murmuré algo molesto levantándome de mi asiento. Entonces Alastor me vio confundido—. Al, ¿qué hora es?
Él solo mantuvo su sonrisa mientras me miraba, pero aquella mirada reflejaba algo que me daba mala espina.
—A ver, ¡no te me vengas poniendo molesto, Alastor! ¡¿Qué hora es?! —cuestioné molesto al no recibir respuesta de su parte.
Vi a mi alrededor para ver si había algo que me indicara la maldita hora, pero nada.
—Husk, ¿qué pasa para que hagas este innecesario show? Aún tenemos la duda sobre quién de nosotros dos se llevará el dinero —me dijo. Lo vi con más molestia y él solo estaba señalando las fichas que estaban en medio de la mesa.
—Quédatelo, si quieres —solté, restándole importancia a mi dinero.
—¿Así de fácil te irás dejando tu dinero? Husk, pero ¿qué te pasa? Ni bebimos tanto para que tomaras tan estúpida decisión.
—Poco te importa. Veré cuándo te pago —aclaré, dispuesto a alejarme de él e irme.
—Oh, no, no, no, Husk —dijo levantándose de su asiento y se acercó, poniéndose frente a mí.
—Alastor, no me jo-...
—¿Qué te ha hecho tomar esta decisión? —preguntó de la nada, inclinándose lo suficiente para darme la cara—. Si has estado perfectamente tranquilo jugando. No te entiendo. Tú no eres el tipo que abandonaría su dinero como basura.
—No te importa. Ya quítate.
—Oh... ¡Cierto! —vociferó—. ¡Le prometiste a T/N que irías al bar!
—Sí, sí. Ahora quita tu culo de mi camino —gruñí, haciéndome a un lado, y él hizo lo mismo, siguiendo siendo un estorbo para mí—. ¡¿Pero cuál es tu maldito problema?!
—Eres muy estúpido —comentó con tanta tranquilidad.
—¿Qué...? —musité, frunciendo el ceño, confundido—. ¡A ver! ¡No tengo tiempo para esto, Alastor!
—Oh, Husk, Husk, Husk... —él se alejó, dándome la espalda—. ¿Cómo... cómo tú...? ¡OH, LUCIFER! —carcajeó fuertemente—. ¿Cómo puedes caer tan fatalmente con esto? ¿No te basta con lo que has hecho para ser lo que tú ahora eres? ¡Ten algo de dignidad para tu persona!
—Oye, mira, no sé qué mierda te pasa, pero ya te dije que...
—No sé cómo T/N puede soportar a alguien como tú —interrumpió y se volteó acercándose a mí otra vez con cierto aura amenazante que me puso alerta—. ¡Es que es simplemente intolerable ver cómo ella busca pasar tiempo contigo y confía en ti solo para que tú —estalló su mano en la mesa, haciendo que unas fichas se cayeran de su torre— te olvides de ella con esto, con tus vicios, con algo de cartas y alcohol! ¡Simplemente lamentable, Husk! Pero viniendo de ti... No es de sorprenderme —susurró lo último con burla—. Ni siquiera te sorprendas si algún día ella simplemente «¡Puff!» desaparece de tu existencia.
Era sido consciente de que me había olvidado de aquella promesa solo por quedarme apostando, hablando y bebiendo con él, cuando bien pude tomar un poco de maldita dignidad e irme con ella, pero no pude encontrarla.
Y así era cómo me empezaba a sentir más estúpido de lo común.
Sabía que si más le echaba leña a la discusión Alastor capaz me lavaba el cerebro con sus palabras.
—Sí, sé que me quedé aquí apostando, ¿y qué? No veo que te afecte en una mierda sinceramente —acepté, fingiendo desinterés—. Ahora ya, ¡quítate! —murmuré.
—Oh, ¡claro que no, mi buen amigo! Hay muuuchas cosas de las que hablar —él rodeó su brazo en mi cuello— y una jugada más que concluir. Luego vas con T/N y hablas con ella, ¡si es que no está molesta contigo! Ella suele tomarse las cosas muy a pecho a veces, ¿sabes que nuestra querida T/N es muy emocional? Sería una pena si ella estuviera enojada conti-...
Lo empujé con molestia, ya perdiendo algo de mi paciencia con él. Tenía ya la retorcida idea de lo que Alastor intentaba hacer. Siempre era así: te trataba como lo más importante del mundo y al final te trataba como el carajo.
Quizá solo buscaba compararme con cualquier cosa diciendo que no era lo suficiente para algo. O quizás él estaba «aburrido» y buscaba joderme, pero no de la manera de la que yo ya estaba acostumbrado. O eran todas esas cosas unidas.
Alastor arregló con tranquilidad su traje cuando lo empujé. Él aparentemente iba a seguir con su estúpido sermón y decidí interrumpirlo.
—Bien —vociferé con molestia, intentando de mantener algo de paciencia—, si tanto quieres tu estúpida jugada cierra el hocico y siéntate de una maldita vez.
Alastor rió bajo, alejándose de mí y se sentó, agarrando la baraja, ordenándola otra vez y lanzó dos cartas boca abajo hacia mí y dejó otras dos para él.
—No me callaré. ¡Hay que revivir los viejos tiempos con una buena charla, Husk!
Le oí y decidí callarme, dejándolo a él como tal esquizofrénico hablando solo por ese momento. Mientras más rápido acababa esa tortura, mejor o quizás peor.
Con algo de impaciencia decidí levantar un poco mis cartas para ver cuáles tenía. Un ocho y nueve de espadas. Entonces puse unas fichas en medio de la mesa al igual que él.
—Husk, ¿has sabido algo sobre la supuesta deuda que T/N tiene con el proxeneta? —preguntó tranquilamente, descartando una carta dejándola a un lado boca abajo—. Supongo que has de saber algo, ¿no?
Alastor puso un seis de diamantes, siete de espadas y diez de corazones en la mesa.
—¿No responderás, Husk? ¿O acaso ella no te ha dicho nada sobre aquel vergonzoso incidente que pasó hace tres meses en aquel club? Hay muchas cosas que desentrañar sobre ese suceso, ¿no tienes curiosidad?
Me acordé de aquello, de que me había perdido tantas apuestas solo por quedarme con ella casi toda la madrugada en ese club.
T/N, como siempre, era tan enérgica con lo que hacía y yo intentaba seguirle el paso para no dejarla en estúpido si me confundía en algo, pero ella jamás me dio una pista de que me iba a humillar frente al bulto de demonios en ese club; ella solo me ayudaba a reforzar con paciencia y orgullo aquel trabajo que yo tuve durante un tiempo cuando estuve vivo.
Para mí ella era genial en todos los sentidos. A pesar de ser muy molesta, tenía una personalidad tan feliz, era habilidosa con muchas cosas; siempre se esforzaba demasiado para dar su mejor imagen hacia los demás, hacia tal punto que en esa madrugada me hizo pensar que ella misma se trataba como una máquina y que, cualquier cosa que le pasara, le destruía literalmente el orgullo que siempre se cargaba, ni siquiera había dejado que yo le ayudara cuando todas esas botellas le habían caído encima y lo mejor que pude hacer en ese momento fue defenderla del imbécil que había empezado con todo haciendo que muchos se rieran de ella por su estado y más tarde darle un cóctel. Había sentido que eso fue en vano...
—Me pregunto qué hiciste cuando ella fue humillada por un inmundo pecador —cuestionó sacándome de mis pensamientos y puso unas cuantas fichas en medio—. Capaz solo te quedaste dudando sobre qué hacer —capaz solo había hecho algo en que no la hubiese ayudado en lo absoluto.
¿De qué rayos habría servido haberle cortado casi todo el rostro a un tipo desconocido y después haberle hecho un simple cóctel a ella al no saber cómo empatizarme o ayudarla en ese momento?
—¿Y tú qué hiciste si ni siquiera estuviste allí? —solté sin pensar.
—¿Tú crees que T/N encontró aquel lindo vestido en un lugar tan infravalorado como ése? La respuesta es muy simple —replicó con arrogancia.
—¿Acaso tú...?
—¡Claro que yo le di esa vestimenta en ese inmundo camerino! Ella jamás se atrevería a vestirse tan indignamente —dijo con sencillez.
Eso tenía sentido. Incluso a mí me había entrado la duda sobre dónde putas había sacado esa ropa, a lo que T/N me respondió que había sido «magia». A pesar de que era raro verla vestida como una mujer de los 30's, jamás pude sacarme de la cabeza que se miraba linda.
—T/N no se miraba nada mal con esa ropa —dije sin más, dejando el tema sobre ella a un lado—. Y ya, sigamos con esto. Paso —negué a apostar mis fichas en ese momento.
Él me quedó mirando fijamente por un momento y yo a él hasta que decidió poner sus fichas con confianza.
—2.000 —dijo aún teniendo su mirada en mí.
Solté un suspiro.
—Bien. 2.000 —puse más fichas en medio.
—Oh, pensé por un momento que no ibas a jugar de verdad —comentó descartando otra carta.
—No me iré a ningún lado —aclaré esperando a que aquello acabara para irme. Se sentía raro saber que era medianoche o que quizás iba a ser medianoche y yo no estaba con T/N. Claramente, haberme acostumbrado a su presencia durante más de un año en horas tan altas ya era como un vicio.
Alastor en eso puso un dos de trébol al lado de las otras cartas de la primera ronda haciendo que yo alzara un poco mis cejas.
—Paso —dije.
—Increíble —murmuró Al con sarcasmo y puso más fichas.
—Como sea. 4.400 —aposté poniendo más fichas—, los veo, o sino me sentiría más mierda mañana.
—Sentirte así es lo único que te quedará.
—Gracias por el innecesario recordatorio.
—Bien, Husker, la última carta —descartó una carta más y puso la última carta sobre las cartas que estaban la mesa. Un as de espadas.
Respiré profundamente.
—Paso —musité.
—Ni tú te la crees, Husk —rió—. Tu suerte simplemente se te va a un hoyo de inevitable fracaso. El destino que te espera después de esto está allí afuera, esperándote con ansias para ver cómo vuelves a caer una y otra vez en tus errores, oh, y como buen broche de oro, T/N posiblemente molesta contigo.
Se calló y decidí verlo.
¿Cuál era la necesidad de meter a T/N en todo esto? Que yo tuviese sentimientos por ella no significaba que yo sintiera esperanza de recibir aceptación de su parte en cuanto a mis estúpidos sentimientos. Bastaba con que ella me soportara cada día y eso ya era toda la fortuna para mí. Sabía que ella era demasiado y que era todo lo opuesto a mí. Estaba muy lejos para ser alguien genial para ella.
—En fin —dijo él—, aparentemente el as no te ha ayudado. Así que, lo apuesto todo —concluyó arrogantemente poniendo todas sus fichas en medio.
Agarré la botella que estaba en el suelo. Él me la había dado hace un buen rato atrás antes de que me atacara con todas sus palabras.
—No. No me ha ayudado —acepté, destapando mi botella. Intenté olvidar un poco mis pensamientos sobre todo lo anterior. Agarré mis dos cartas lanzándolas a la mesa— porque he tenido escalera —concluí mi victoria desinteresadamente y di un trago de lo último que tenía mi botella.
Y ahí se reflejó su molestia ante su derrota en su estúpido rostro. Eso era lo bueno de personas como él: siempre tan confiados y la terminaban cagando. Nunca hacían falta en un casino idiotas como él. Al menos algunos de ellos te daban una buena jugada a veces.
—Te jodiste —dije poniéndome de pie, dejando la botella vacía sobre la mesa—. Espero que ahora estés satisfecho y pagues lo que me debes, imbécil. Gracias por las bebidas gratis y la pérdida de tiempo —y me alejé.
Alastor soltó una pequeña risa que pude oír.
—Husker, ¿tú crees que esto se acabó? —preguntó lo suficientemente alto para que yo lo oyera.
Me detuve.
—Terminó la jugada. Yo me voy de aquí ya.
—Oh, claro que acabó —oí su voz detrás de mí, algo que me alteró de inmediato por la manera rápida en la que él se me había acercado—, pero ¿qué pasará allá afuera?... Uhhh... Qué pena. La suerte te funciona en lo que te arruina, y no te sirve en otras áreas como el amor —él puso sus manos sobre mis hombros—. Oh... Innecesarios sentimientos... Considera mis palabras como un consejo de amigo a amigo para que no te lastimen, Husker. No dejes que tus sentimientos se conviertan en tu segunda guerra.
Bufé con desdén, apartándome bruscamente de su agarre. Sabía que Al era muy poco caritativo conmigo. No tenía ni un puto sentido su «consejo de amigo a amigo».
—No me importa qué pase allá afuera. Y dudo que te importe mucho menos a ti.
—¿Estás seguro de las palabras que salen de tu boca, Husker?
—Ya deja de joderme, y métete este estúpido asunto por el culo, ¿quieres? —murmuré, a lo que él no le agarró importancia.
—No te quedará nada. Lo único que tendrás es esto: vicios. ¿Tú crees que T/N andará interesada en alguien como tú? No, no confundas su bella amistad con algo más. Ella tiene expectativas muy altas y ni siquiera llegas a ninguna de ellas, ¡ni siquiera a la mitad! Tú no me puedes ocultar que estás interesado en ella, oh, no, eres muy obvio. Sientes aceptación al estar con ella; esa aceptación en cualquier momento desaparecerá de tu existencia, al igual como muchas otras personas lo hicieron contigo en vida por el hecho del ser humano que tú fuiste y sigues siendo incluso en este mundo.
El silencio entre los dos fue lo único que quedó.
No quería soltar más palabras; todo iba a llevar a lo mismo de nuevo y eso era lo que Alastor quería.
—Por primera vez, en tu inmunda existencia, piensa en ti, Husk —me dijo, e ignoré sus palabras.
No se me era nada difícil darme cuenta que yo mismo me hacía daño y cómo también dejaba que los demás lo hicieran fácilmente conmigo, así como T/N lo haría fácilmente conmigo posiblemente; y todo eso, esos sentimientos que crecían en mí, siempre acababan con una botella en mi mano; ésa fue la única salida que pude encontrar durante gran parte de mi vida.
—Mejor piensa en cosas con más importancia, Alastor —repliqué después de unos segundos y me volteé para verlo—. La próxima vez háblame de cosas un poco más interesantes, porque esto me importa una mierda, igual que a ti.
—Deja de tomar la terquedad de tus acciones y decisiones para defenderte, Husk —dijo sin tanto interés y vio sus uñas—. En fin, envíale saludos a T/N de mi parte, si tienes oportunidad. ¡Que tengas una bella medianoche! —dijo lo último alegremente, dándome la espalda y desapareció de inmediato.
Pasaron unos segundos para que me diera cuenta que me había quedado solo. Solté un pequeño suspiro, sintiéndome abatido. Me acerqué a la mesa para agarrar las cartas y ordenarlas de una vez para meterlas en su caja, jurando haber visto a la sombra de Alastor en la pared por un segundo, pero había desaparecido cuando la busqué con la vista.
—Argh... Es estúpido victimizarme con lo que yo mismo he provocado... —susurré, con pesar y molestia.
Empecé a sentirme más hundido con mis pensamientos. Mientras más intentaba olvidar y escapar de ellos, que simplemente me afligían, solo me empeoraban cada vez más.
—Ya qué, estoy acostumbrado —intenté aceptar.
Entonces algo en una de las cartas captó mi atención. Era el mismo as de corazones de hace rato que tenía la maldita mancha roja al lado del corazón, pero lo que más me captaba la atención era lo que era la mancha al mirarla más detalladamente. Una letra.
—¿«H»? —dije confundido—. ¿Qué clase de puta broma es ésta? —murmuré con fastidio.
Negué con la cabeza, dejando eso a un lado y guardé la baraja en su caja, dejándola sobre la mesa, simplemente esperando que el desgraciado de Alastor la guardara y que no me la arruinara.
Caminé hacia la puerta principal, sintiendo una incómoda sensación sobre qué pasaría si T/N me volviera a ver más tarde, si tenía oportunidad. Según Alastor ya era de medianoche y después de medianoche ella ya no estaba en el bar.
Intenté analizar un poco su personalidad. A veces veía que habían personas con ella que hacían cosas peores que romper una promesa. Sería ya algo estúpido que realmente se molestara, y si lo hacía pues... ¿Qué más da? Las cosas seguirían siendo iguales para ella y para mí, pero se me era difícil perder una amistad como ésta después de que al fin pude haber tenido una después de tantas décadas y todo por mi maldita culpa y por lo fácil de que yo era de sobornar.
Mi curiosidad de querer saber qué iba a pasar me estaba matando el doble.
***
—Vaya, vaya, vaya, pero miren qué trajo el gato —me dijo uno de mis amigos cuando llegué al bar del hotel.
—Cállate, que no estoy de humor para otra estupidez —murmuré, sentándome en el taburete que estaba a su lado. No había ninguna señal de ella.
Gracias a la Torre de Reloj que estaba en la ciudad me había dado cuenta que ya eran la una de la madrugada algo que me había dado una sensación de culpabilidad en el pecho.
Él quedó viendo tras su espalda, viendo a sus alrededores y luego me vio a mí. Yo solo pedí una botella al bartender que estaba de turno y esperé.
—¿Y T/N? —me preguntó con curiosidad.
—En su apartamento. Siempre va ahí después de su trabajo.
—¿Seguro?
Asentí algo incómodo. El bartender puso mi botella en la barra y se alejó.
—¡Pensé que sabrías que ella se fue antes de medianoche!... —agregó algo asombrado—. Creí que me ibas a decir algo al respecto, como grandes amigos que ustedes son.
Justo cuando iba a agarrar mi botella, me detuve.
—¿Qué? —dije, y fruncí el ceño molesto, mirándolo—. Mira, imbécil, no creas que yo te cargo todo el circo encima para que vengas bromeando con esta mierdita, porque te juro que...
—¡No bromeo! Sé que tienes cara de payaso, pero no bromeo. O sea, ¿te das cuenta de quién estoy hablando? Tú eres el que se está tomando esto como broma. Vaya, pero qué buen amigo eres —finalizó con ironía, cruzándose de brazos.
Intenté decir algo al respecto algo avergonzado, pero él siguió.
—O sea, ¿cómo te explico esto? —susurró, mirando hacia arriba—. Ella... No sé. Eh, mira que aquí casi nadie sabe lo que ella hace, aparte de su trabajo, pero después de eso todo es un enigma. Solo sé que estuvo hablando con alguien por el teléfono público y se fue tipo, ahm... Once y quince. Lo peor es que T/N estaba algo decaída, no sé. Por más que ella lo ocultara, era en vano. Me daba penita verla así...
Desvíe mi mirada hacia un lado, algo preocupado y culpable. Sabía que después de las diez u once de la noche el bar ya estaba vacío y que yo era el que le hacía compañía a esas horas.
—¿Con quién estuvo hablando? —cuestioné lo más tranquilo posible.
Se encogió de hombros.
—No sé. Solo te diré que de aquí se fue algo decaída.
Vaya horas de mierda que he tenido.
—¿Pero seguro que no sabes algo más? —solté desconfiadamente.
—Vaya que sí te importa la barlady —bufó.
—¡N-no es eso! —maldije—. Solo quiero saber y ya.
—La curiosidad siempre dominando el gato, ¿eh? En fin, no sé más. Pensé que ibas a saber algo, pero parece que no —dijo, poniéndose de pie—. Creo que no hay de qué preocuparse —lo vi de inmediato, con desaprobación—. Tranquilo, gato, no saques las garras, T/N ha aprendido a cuidarse durante todas sus décadas estando en esta mierda. Esa mujer es artillería pesada, nunca lo dudes —rió y se fue tranquilamente.
***
—Tremendo insomnio de mierda. Esto es peor que una resaca —susurré, soltando el humo de mi cigarro estando sentado en la orilla de mi cama, a oscuras.
Eran casi como las tres de la mañana y las palabras que había dicho aquel chico no se iban de mi mente.
Lo de T/N y lo que pasó con Alastor ya era una guerra interna en mí. Ya sentía que eso no iba a acabar durante varios largos días, y eso que aún tenía mis dudas con ella. Estaba preocupado, porque T/N una vez que nos íbamos del bar, se quedaba en su apartamento, y, sino era así, ella y yo dábamos alguna vuelta por la ciudad.
Pero mis malas decisiones en las últimas horas hacían que me sintiera inseguro con todo. No sabía si aquel chico me había mentido solo por joder, porque si era así, lo había conseguido con éxito.
Todo se estaba convirtiendo en una mierda.
05/07/2021
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro