🩵 Cᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 6 🩷
Maratón 2/3
Después de ponerle varios ejercicios a Jin pude comprobar que el sujeto era más inteligente de lo que esperaba, aún me pregunto porque necesita de mi ayuda o porque iba mal en esa materia. En menos de media hora resolvió tres ejercicios de estadísticas largos con su porcentaje junto a su histograma, me había dejado impresionado porque jamás pensé que pudiera superarme realizando esos ejercicios.
—Eres muy bueno, ¿Por qué siempre repruebas? —su semblante cambió a uno serio y se levantó de repente.
—Nada de preguntas personales, cara de rata —cerró la silla y se acercó a mí—. Es hora de que te vayas.
Asentí y guardé todo a la velocidad de la luz en mi bolso, me puse de pie y lo seguí hasta la entrada principal, no sin antes agradecerle a a la señora por lo que nos había preparado de comer y por la limonada.
—¿Qué otro día nos veremos? —pregunté, él sólo abrió la puerta y esperó a que saliera para cerrarmela en la cara.
Bufé y rodé los ojos. Él era un imbécil como la mayoría de los hombres que habían en este mundo, me alegra ser la excepción. Caminé hasta la entrada y mi teléfono comenzó a sonar como si se hubiese vuelto loco, "Fake love" sonaba sin parar, pero ponerlo en silencio o ignorar no hará nada para que esa persona deje de insistir.
—¿Qué quieres? —pregunté sacando rápidamente el teléfono del bolsillo para pegarmelo de golpe al oído.
—El lunes nos vemos, lleva tu auto a la institución y nos venimos a mi casa —habló dándome una orden.
—No lo sé, cara de niña —reí amargamente—. No siempre debe hacerse todo lo que digas, ¿Sabías?, También tengo opiniones, cerebro y responsabilidades propias —dispuesto a trancar, volví a escuchar su voz.
—Por favor, Jung Kook, tengo prueba el martes, no me dejes morir —era muy insistente.
Rodé los ojos saliendo de su residencia y solo pensaba en lo que podría pasarme si no lo ayudaba.
—¿Me darás el segundo paso? —seguí caminando, solo me quedaban pocas cuadras para llegar a mi casa, no era tan tarde ni estaba tan oscuro para caminar por estas calles.
—¡Claro! —soltó animado—. Nos vemos el lunes, Jung Kook —al escuchar eso, me despegué el teléfono y tranqué la llamada.
Primero me tratas mal, me alejas y resulta que me necesitas, ¿Qué es lo que te pasa? Literalmente, estoy a su disposición, nos vemos los días que él elija sin poder quejarme, ¿Y me sales con esto? Era una persona muy incomprensible.
Unos minutos más caminando a paso rápido, llegué a mi casa sano y a salvo. Antes de llegar a la puerta de mi casa, esta se abrió de golpe, dejándome ver a una Somin con el ceño fruncido, ¿Qué le pasaría?, ¿Estará en sus días?
—Te extrañé, estúpido —corrió hacia mí y me abrazó.
Sorprendido por la acción, también la abracé, ya que tenía los brazos alzados como un idiota, debía hacer algo con ellos y era corresponder su abrazo.
—¿Y esto? —pregunté, intentando entender su repentina acción.
—Es raro que salgas los fines de semana —recordó contra mi pecho.
—A veces debo hacer pequeños sacrificios, en este caso debo ir a su casa los días que él me diga, sino, perderé a Cynthia —besé su cabeza y nos separamos del cálido abrazo.
—Lo sé, por eso te dije que era una mala idea —alzó los hombros—. Mamá está cenando con YoonGi y nos dejó la cena en el horno —entré junto con ella y cerré la puerta detrás de mí—. Traeré los platos y tu pon la mesa.
Asentí dejando mi bolso en el recibidor, ahora debía ir por los manteles individuales junto a los vasos y cubiertos. Tomé lo necesario cuando entré a la cocina y salí de ella como flash, a decir verdad tenía hambre, a cada segundo de mi vida. Caminé hacia el comedor y coloqué lo que traía entre los brazos, uno en frente del otro y me senté en la mesa a esperar a que mi hermana pusiera lo demás.
—Mami hizo pollo al horno —comentó Somin entrando al comedor con la bandeja en sus manos.
Era pollo asado con papas a la francesa, algo que no acostumbrabamos a comer, pero no negaré que era delicioso.
—¡Apúrate, enana!, ¡Hay mucha hambre! —grité desde mi asiento.
Entró con los platos y unas cajitas de leche de banana, juro que la iba a besar. Se sentó en frente de mi, dimos las gracias y comenzamos a comer, degustar la gran comida de mi mamá, cada vez se superaba... apuesto que fue chef en su vida pasada.
—Sominie, debo pedirte un favor.
Alzó su mirada que estaba perdida en el plato.
—Si es para ayudarte a esconder tus revistas pornográficas, no te ayudaré, Kook. La otra vez mamá pensó que yo te las compraba, ¿Cómo podría comprarlas? Además, ¿Qué recibiría a cambio?, Es ilógico... —La interrumpí.
—Sominie, no es para eso —sonreí—. Necesito que le preguntes a tu "gran amiga" sobre Cynthia —pedí. Su cara era de sorpresa, pero no se negó, empezó a reírse como loca ingresando al manicomio— ¿Qué es tan gracioso?
—No, no y ¡NO!, Ahora enloqueciste, hermano —rió tocando su estómago.
—Por favor, Sominie o le diré a mamá —me interrumpió quitándome mi cajita de leche de banana— ¡Oye, dame eso!
—¿Qué le dirás a mamá?, ¡Dilo ya! —estaba furiosa, lo podía ver en sus ojos.
Sé tus más oscuros secretos, enana.
—Dame mi lechita y te lo diré —miró la cajita que tenía en sus manos y rodó los ojos, acercándomelo más rápido que un rayo— Gracias.
—Ahora dime —pidió apuntandome con un tenedor, era un momento tierno, era linda verla con ese tenedor, luego recuerdo que tener un tenedor enterrado en tu mano no es agradable.
—Le diré cuando trajiste a Eric a la casa y se besaron en tu habitación —abrió muy grande sus ojos y su boca formando una "O".
—¿Cómo sabes eso? —preguntó apuntandome más con ese tenedor.
—Estaba buscando mis revistas en tu armario cuando tú puerta se abrió repentinamente, escuché todo, hermanita, si era lo que te preguntabas.
Ella se levantó de golpe e imité su acción.
—¡VOY A MATARTE, JUNG KOOK! —comenzó a correr justo detrás de mí, persiguiendome ya que había empezado a correr por toda la casa— ¡VEN AQUÍ, COBARDE!
A correr por mi vida se ha dicho.
[🩵]
—¿Te cansaste? —pregunté asomando mi cabeza por la puerta de mi habitación.
Asintió como una niña chiquita, mientras hacía pucheros.
—Bien, te ayudaré —mostró sus blancos dientes y la dejé entrar a mi habitación.
—¿Ordenaste abajo?, Mamá vendrá luego y no quiero que vea ese desastre —la miré con preocupación. Mamá me daba miedo cuando se molestaba.
—¿En serio, Kook?, hablas conmigo y además, no soy como tú que se estaba echando aire en lo que tienes entre las piernas.
Rodé los ojos. Me estaba diciendo flojo, otra vez.
—Olvida eso y llama a tu amiga.
Asintió y sacó el teléfono de su bolsillo, marcando aquel número dejándolo en altavoz.
—Hola, Somin, ¿Pasó algo, amiga? —ella rodó los ojos y me miraba como si quisiera matarme. La tal "Anne", le caía muy mal.
—Hola, Anne. Quería preguntarte unas cosas sobre Cynthia —fingió reír nerviosa.
Intentaba aguantar la risa, oír la voz fingida de mi hermana era realmente un espectáculo para matarme de la risa.
—¿No la odiabas? —preguntó, mi hermana dispuesta a responder e incluso separó sus labios para hablar, pero la tal Anne habló nuevamente—. Realmente no me interesa, pero te diré —le agradecí a todos los Dioses por escuchar mis plegarias. Todo salía de maravilla— Chu Cynthia, realmente se llama Choi Liliana, ese nombre le fue cambiado al momento de adoptarla... —mi hermana la interrumpió.
—¿Es adoptada? —preguntó para rectificar. Me miraba sorprendida y yo le devolvía la mis expresión.
—¿Qué no acabas de escuchar lo que dije? —carraspeó—. Bueno, no importa. Sus mejores amigas son Kim Eunji y Amalia Tuan, desde hace más de diez años. Le gusta el tennis, pero ama las fiestas, va a una cada viernes —hizo una pausa, ¿A qué fiestas irá?—. Eso es todo lo que te puedo decir.
Le hice señas a mi hermana para que preguntara si estaba segura y ella rodó los ojos.
—¿Estás segura? —preguntó obligada, su actuación se estaba perdiendo. Se acercó a mi oído y susurró:— Voy a matarte —bastante audible.
—Muy segura y si eso es todo, debo dejarte, mi novio llegó.
Rodé los ojos y caminé hasta mi cama para echarme en ella.
—Gracias, amiga —fingió empatía y colgó la llamada— ¡VOY A MATARTE, RATA DE LABORATORIO! —gritó corriendo hacia mí.
—Prometo recompensarte —brincó cayendo encima de mí para hacerme cosquillas, la conocía tan bien.
—¡Quiero tu mesada! —sus manos escurridizas comenzaban a buscar mi parte sensible, justo en mi gran abdomen trabajado.
—Un cincuenta porciento y es mi última oferta —me miró alzando una ceja no muy deacuerdo.
—¿Estás seguro? —sus manos comenzaron a hacer lo suyo, mientras me movía descontroladamente por las cosquillas.
—S-somin... Bas-ta —hablaba con palabras entre cortadas, estaba estallando de risa, mis ojos se cristalizaban y no lo podía retener— ¡Te daré toda mi mesada! —como si hiciera "click" en su cabeza, se levantó y caminó en dirección a la puerta.
—Me gustó hacer negocios contigo, hermano —sin más, salió de mi habitación.
Debo admitir que me quedó algo aburrido, lo siento.
Por cierto, cuídense del corona virus, por favor🙏🙏
Gracias por leer 💕
E
DITADO: 14/04/2020.
EDITADO: 12/07/2024.
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