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7. Resiliencia

"la primera regla para aceptar una pérdida es comprender que la vida sigue, con o sin ti"...

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Capítulo Siete
"Resiliencia"

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−Voy a dejarlo descansar, en un rato las enfermeras vendrán a monitorear su estado−Finalizó el sujeto mientras salía de la habitación.

A solas y en silencio sintió cómo las ganas de llorar de rabia e impotencia le invadían. Estaba solo, enfermo y muy posiblemente iba a morir sin que ninguno de sus amigos estuviera presente para poder disculparse con ellos.

Iba a morir triste y solo en una cama de hospital y su nombre encabezaría los noticieros con palabras tan pintorescas como "muere súper estrella por exceso de drogas y alcohol".

Aunque si lo pensaba con detenimiento eso no sonaba tan mal. Morir y dejar de incomodar a todos con su presencia no parecía tan mala idea si se lo planteaba de ese modo.

Ya había vivido más cosas de las que soñó en cualquier momento de su vida, viajó por lugares que jamás, ni en sus pensamientos más locos imaginó que conocería alguna vez.

Incluso se dio el lujo de hacer y deshacer en el ámbito sexual.

Tuvo una buena vida, ¿no? Con lujos y excentricidades dignas de una estrella tan influyente como él.

Podía morir tranquilo sabiendo que su música llegó hasta lo más alto y que millones corearon sus canciones al sonar de su guitarra.

Eso era bueno, ¿no?

Morir de una vez por todas ahora que estaba en la cima antes de ser considerado una estrella caída.

Sí, definitivamente era mejor así.

La puerta se abrió dejando a Tikal entrar por ella con perfecta parsimonia. Ella le dirigió una de sus características sonrisas y se acercó con sus utensilios médicos.

−Hola, Sonic−Saludo con cordialidad mientras checaba su presión−¿Cómo te encuentras?−Le preguntó con tanta amabilidad que sintió una punzada de culpabilidad en su interior.

La actitud de positivismo que irradiaba esa muchacha contrastaba por completo con la suya.

¿Cómo podía estar tan feliz y contenta? ¿Cómo es que aún rodeada de muerte y tristeza podía seguir actuando tan tranquila y natural? Era tan extraña esa actitud en una enfermera.

La mayoría de las mujeres que le checaban eran en su mayoría amables, pero ni de lejos le trataban con el cuidado con el que Tikal le trataba.

−Sí que nos has dado un gran susto−cambiaba las vendas de sus manos−Pero me alegra que tu cuerpo esté aceptando el medicamento, es una buena señal de que podrás recuperarte exitosamente−.

Lo pensó unos segundos y trato de alegrarse; ¿De verdad quería salir de ese hospital y volver a su vida vacía y cumplir con las demandas de Mephiles una y otra vez?

No lo valía, eso lo sabía de sobra.

Entonces, ¿Por qué merecía otra oportunidad? ¿Por qué seguía aquí, escuchando y sintiendo todo a su alrededor? Muchos otros por menos que lo que él había pasado perdieron la batalla.

Y él, quien se había convertido en triste remedo de hombre y que sólo robaba oxígeno dañando a tantos inocentes a su alrededor podía seguir aquí.

Era tan confuso.

¿Qué era la vida en todo caso?

−El doctor Espio dice que si sigues por buen camino podremos quitarte la sonda dentro de tres días−Le informó animosa, casi como si esperara alguna reacción favorable por parte del chico.

Evitaba mirarle directamente, sabía que estaba escuchándole, pero aún así se resistía a cooperar.

Era triste ver a alguien tan triste que no pudiese aprovechar la belleza de todo lo que le rodeaba.

Tenía una vida que cualquiera envidiaría, millones, seguidores e incluso el mundo a sus pies, entonces, ¿Qué necesitaba para ser feliz?.

Vale que lo que estaba pasando no era cualquier cosa, las enfermedades podían sumir a cualquiera en una profunda depresión, pero en el fondo podía intuir que no era eso lo que le molestaba.

Algo pasaba en lo profundo de su alma que le impedía ver las cosas de manera positiva y ella deseaba ayudarlo.

Estaba en su naturaleza ayudar y sanar las heridas, las externas con medicina, antibióticos y demás gajes del oficio de enfermera y aquellas tan profundas y del alma pretendía llenar con cariño y atenciones.

Le gustaba ayudar, disfrutaba su trabajo enormemente, aunque no negaría que la parte más complicada era cuando sus esfuerzos no rendían los frutos que ella esperaba.

La muerte era lo único que ella no podía evitar y aunque triste, no solía darle muchas vueltas al asunto. Sólo se dejaba guiar por sus pensamientos positivos, era lo único que necesitaba.

Miró con atención el cuerpo del chico y le acarició suavemente la cabeza, reconfortando.

−Sé que saldrás de esta, Sonic... confió en ti−ese gesto condescendiente en su rostro ya se estaba volviendo bastante usual−Estoy completamente segura de que tus fans estarán contentos con tu recuperación−.

Fans que desconocían en su total que el tipo cool y despreocupado que admiraban y coreaban no era sino más que un total y completo fraude.

¿Pero quién era él para contradecirla? Su animosidad era contagiosa y por mierda que se sintiese por dentro y por fuera, no era lo suficientemente bastardo como para desanimarla a propósito.

Aunque de todas formas ni siquiera podía emitir sonidos, así que daba igual si estaba de acuerdo o no con lo que ella estaba diciéndole. Ella de verdad parecía esforzarse por ayudarlo; ¿será acaso que de verdad le agradaba?

Era una sensación extraña; pero no por ello desagradable.

−Yo creo en ti−Le sonrió efusiva

"Tu puedes hacerlo Sonikku, yo confío en "

Esa sonrisa...

Esa voz...

Definitivamente quería volver a verla, quería volver a palpar esa piel suave y delicada. Y para ello tenía que recuperar el control de su vida.

Tal vez...

Tan sólo tal vez, aún le quedaba una esperanza para no dejarse caer.

[...]

No tenía exactamente un conteo de los días que llevaba recluido en ese lugar, tampoco quiso preguntarle a Tikal; el concepto del tiempo definitivamente aumentaba su ansiedad. Ahora lo esencial era permanecer tranquilo.

Le habían permitido obtener su teléfono en el cual al menos podía escuchar un poco de buena música mientras pensaba en la vida y todo lo que le rodeaba.

Había estado tentado a llamar en más de una ocasión a sus mejores amigos para ofrecerles una disculpa e informarles de su estado, pero no se atrevió. ¿querrían verlo después del fiasco de Mephiles y todas las cosas asquerosas que les había hecho?

Pensó en Knuckles y esa sensación de culpabilidad debido a sus acciones pasadas regresó; ¿estaría bien? ¿Habría requerido alguna atención especial? Eran la clase de preguntas que no le dejaban tranquilo por las noches.

Pensó en Tails y la idea de que su pobre hermano menor estuviera solo y con cualquier problema embargándole también le agobiaba. Lo había conocido desde que era apenas uno niño y había adoptado una actitud paternalista con el jovencito.

Aunque fracasó estrepitosamente en el intento de ser un buen ejemplo para él, genuinamente le importaba el bienestar del chico.

El picor en su garganta debido a la reciente remoción de la sonda aún le incomodaba. Las enfermeras le dijeron que eso era normal, pero aún así picaba como los mil infiernos y mataría por una cerveza bien fría en ese preciso momento.

Sí, vale que estuvo a punto de morirse y que la cerveza contribuyó a su decadencia, pero la extraña un poco.

Suspiró sonoramente, aclarándose la garganta en un intento de desaparecer esa sensación en su interior. Tenía dos días que no miraba a la enfermera maravilla, nombre con el cual había decidido apodar cariñosamente a Tikal.

El resto de enfermeras tampoco es que se hubiesen esforzado mucho por tenerle al tanto de que sucedía entorno a la chica. ¿Le habría sucedido algo malo? Lo dudaba, las malas noticias siempre eran las primeras en saberse.

Seguramente sólo se estaba tomando un descanso, sí eso debía ser.

La puerta se abrió dándole paso a Espio quien estaba bastante entretenido releyendo lo que sea que tuviese entre sus manos; de pie junto a su cama el sujeto de bata blanca le murmuró un saludo o algo bastante parecido a ello y siguió su lectura.

Le bastaron pocas intervenciones con ese tipo para entender que no era precisamente el ser más elocuente y simpático del planeta; era la clase de tipo que en el aula de clases no se reía de los chistes aunque los demás se estuviesen desbaratando de la risa.

Al cabo de unos minutos de silencio, Espio despegó la vista de su lectura y observó a su paciente de arriba abajo.

−Muy bien, señor The Hedgehog−tomó el estetoscopio, checando su corazón−Al parecer el zumbido está controlado, me alegro por usted−Le comentó anotándolo en su libreta−Es bueno que se esté tomando su salud en serio−.

Asintió, más por compromiso que por ganas y esperó las indicaciones de siempre.

−Abra la boca, por favor−pidió encendiendo su lámpara para checar el estado de su garganta−Todo parece en orden, el ardor es debido a la mucosa sanando−apagó la luz−Le pediré a las enfermeras que le mantengan hidratado−.

Francamente no se sentía en completa confianza con ese sujeto; pero era el único que parecía poder darle respuestas ante sus incógnitas mentales.

−Do-doctor−la dificultad con la que pronunciaba las palabras le desesperó un poco−¿Us-usted sabe al-algo de T-Tikal?−se aventuró a preguntar con dificultad.

Espio, quien seguía concentrado en su escritura despegó la vista de la hoja de su paciente y lo observó unos segundos, como si tratase de comprender qué era lo que quería decir.

Al cabo de unos segundos el gesto en su rostro se suavizó.

−Ha solicitado unos días libres para arreglar unos asuntos personales−Le informó con ese tono tan serio que le caracterizaba.

Bueno, al menos eso le daba un poco más de tranquilidad; saber que la fémina con quien solía hacer más llevadera su estancia en el hospital se encontraba bien le daba más fuerzas para continuar esforzándose.

Mentiría si dijese que sabía el porqué; pero algo sí tenía claro; estaba completamente convencido de que esa chica podía ayudarle a recuperar el control de su vida.

Sabía que era la única en el mundo con quién podría hablar de sus intenciones y no le juzgaría; la única que podría ayudarle a recuperarla...

−Tikal es un sol−la voz de Espio le distrajo de sus pensamientos−Ayuda a todos sin esperar nada a cambio, es una gran chica...−esto último salió con un tono distinto a lo usual.

No iba a cuestionárselo; pero podía intuir que se sentía ligeramente atraído por la joven samaritana.

Lo había notado en todas las ocasiones en que habían estado juntos en un mismo espacio; vaya que lo comprendía, él también tuvo una época así.

−Hey Ames−la llamó eufórico poco después de salir de su audición −¡les gustó! ¡mi canción les gustó!−estaba tan emocionado que la zarandeaba de un lado a otro, mareándola−Lo siento−.

−Me alegro mucho por ti−Le animó la chica, abrazándose a su cuello animosamente−Sabía que lo lograrías, ahora tendrás el reconocimiento que mereces−.

Pensar en la tierna y dulce Amy le provocaba un sentimiento agridulce en su interior; añorando un pasado no tan distante, en búsqueda de volver a ser el mismo joven soñador aspirando a ser una súper estrella al lado de su prometida.

Oh, dulce y triste pasado; ¿por qué se empeñaba en hacerle sufrir?

−Muy bien, confío en que si su evolución sigue siendo igual de satisfactoria podrá irse a casa−.

Irse a casa...

¿Realmente valía la pena volver a casa?

Lo pensó; y la impetuosa necesidad de ser alguien mejor le invadió. Era extraño como alguien a quien no conocía prácticamente nada le había inspirado a tal punto de desear ser mejor.

Miró de soslayo al sujeto a su lado y sonrió con superioridad; definitivamente se pondría en forma y saldría de ese lugar. Le patearía el trasero a Mephiles y recuperaría su carrera. su vida, amigos y a su mujer.

−Gracias, Doctor−Agradeció y la mirada en su rostro cambió.

Volvería a ser Sonic The Hedgehog costase lo que costase.

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Continuará...
Es una historia corta, llena de bajas y algunas altas.
Recordad que la estabilidad mental de Sonic no es la más óptima y por eso son los cambios tan bruscos de humor...
Dispensen faltas y dedazos, mis ojos no dan para más...
Se cuidan y muchísimas gracias por leerme, en verdad lo agradezco de todo corazón.
Atte.
Gri.

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