
27. La sensacetez de lo incierto
La Griselda en este momento:
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Capítulo Veintisiete
"La Sensatez de lo incierto..."
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[...]
Hubo un momento durante la noche en que pudo dormir cinco minutos al hilo, de resto, la pasó en vela total.
Estaba pensando; en todo y al mismo tiempo en nada a la vez.
No tenía muchas opciones, lo sabía de sobra y sin embargo seguía martirizándose con posibilidades que no estaban a su alcance.
No podía huir, tampoco podría negarse por mucho que lo deseara.
Había vendido su alma a esa bestia y de resto solo le quedaba sufrir o en su defecto, fingir demencia.
¿Qué sería menos aberrante en ese caso?
Volver al escenario le haría enfermar, lo sabía porque el ritmo de trabajo que Mephiles le exigía desgastaría su cuerpo y el agujero en su corazón lo mataría más rápido.
Empero, si no aceptaba terminaría recluido en su hogar sin ningún tipo de posibilidad de salir al exterior y ver a su pequeño al menos en fotografías, en el fondo sabía que eso era aún peor.
La respuesta era clara; debía hacer lo mejor por el niño, incluso si sacrificar su integridad era el precio a pagar.
Qué más daba...
De igual forma moriría eventualmente, ya fuese de tristeza o de insuficiencia, pero iba a morir hiciese lo que hiciese.
Era triste, sí.
Pero debía aceptarlo tal cual.
Con la mirada perdida en el techo, dejó escapar un suspiro que parecía extraer el poco aire que aún le quedaba entre los pulmones.
Se sentía tan vacío, tan frágil y al mismo tiempo tan lleno de basura y sentimientos que lo consumían sin control.
La soledad en la que se encontraba lo oprimía más que nunca; aquellas sombras de lo que alguna vez fue su vida se arremolinaban a su alrededor, recordándole cada fracaso, cada error, cada decisión que lo había llevado a ese abismo y sobretodo, lo idiota que era y como se sentía consigo mismo.
¿Por qué seguía pensando en eso? ¿Era alguna clase de masoquista? Era probable, quizá le fascinaba sufrir, de alguna forma que no se explicaba quizá era un enfermo y sucio masoquista que se torturaba una y otra vez con cosas que lo laceraban internamente sin control y sin piedad con tal de seguir sumido en su propia miseria.
No había gloria en lo que hacía ahora. El brillo de los reflectores, las ovaciones y el fervor de los fanáticos no significaban nada, cantar y ver aquellas chiquillas corear sus canciones, todas las flores y demás regalos que recibían eran nada...
Solo objetos sin valor que no llenaban para nada sus vacíos y su dolor...
Era una farsa, sí. Una a la que terminaría volviendo otra vez y ahora estaría solo, sin Knuckles y Tails para ayudarlo a sobrellevar sus estupideces.
El insomnio sería su único compañero fiel, ojalá le acompañara el tiempo suficiente antes de colapsar.
Patético...
¿Por qué se molestaba en pensarlo? De igual forma el solo se lo buscó.
¿Qué habría pasado si hubiera sido detenido antes? Si hubiera elegido a su esposa por sobre su carrera... Si no hubiera dejado que el veneno de la fama y las adicciones lo consumiera, ¿sería feliz?
Había decidido perseguir sus sueños, había trabajado arduamente y había conseguido el éxito para olvidarse de todas las carencias a las que sometía a su pobre esposa a través de los años.
Porque la pobre Amy había dejado todo con tal de estar bien con él; había dejado su hogar, su casa y se alejó de su familia con tal de estar con él y bueno, el chiste se contaba solo.
Ahí iba de nuevo a sumergirse en el hubiera de la nostalgia; de aquella impetuosa necesidad de arreglar aquello que ya no podía ser arreglado y buscar de todas las formas de encontrar una manera hacer las cosas distintas.
¿Valdría la pena?
Regresar el tiempo y tratar de no cometer los mismos errores y no soltar la mano de su mujer por nada ni nadie...
Ya no importaba realmente.
El daño estaba hecho y no había vuelta atrás; Chaos era testigo de lo mucho que le pesaba, lo horriblemente doloroso que era el peso de la culpa y la poca voluntad que le quedaba en ese momento.
Porque sin importar cuanto se disculpara e intentara arreglar las cosas, las disculpas no curaban las heridas, ni devolvían el tiempo perdido.
Disculparse no la haría volver...
Y a estas alturas dudaba si quiera que le hiciera sentir mejor; pero lo haría porque ya no le quedaba nada más, salvo arrastrarse por el camino que las consecuencias de sus actos habían dejado y esperar.
Solo esperar y ya...
[...]
Había despertado temprano ese sábado después de haber acordado que saldría a jugar baseball con Knuckles y los otros chicos de la cuadra; ni bien puso un pie fuera de la habitación el tío ya tenía el desayuno listo y le dio una breve mirada —si es que aún podía distinguirlo correctamente— y le sonrió.
Siempre le instaba a que se alimentara bien, que hiciese ejercicio y que fuese feliz; así que no era extraño ver al viejo Chuck particularmente interesado en que conviviera con los chicos del vecindario y se divirtiera sanamente.
Incluso si eso incluía tener que levantarse temprano a preparar desayuno un sábado por la mañana.
Estaba particularmente feliz por el jovencito y se lo hizo notar con aquellos huevos con tocino, pan tostado y salsa extra a los que les puso más esmero del habitual.
Era un joven torpe y distraído y aunque agradecía los cuidados que su tío tenía hacía él, la realidad era que no les tomaba el debido interés. Solo era un chiquillo que se dedicaba a vivir un día a la vez.
Uno que no que no notaba los cambios a su alrededor...
O que fingía no hacerlo.
Aquella mañana salió de su hogar y tomó la bicicleta que su tío le había obsequiado la primera navidad que pasaron juntos y llegó al parque donde Knuckles y otros chicos le esperaban. Algunos con sus guantes, otros con sus bats completamente entusiasmados por jugar.
Sería un gran sábado...
Incluso cuando a Knuckles le golpearon en la cabeza con una de las pelotas, todo fue genial.
Ganaron y justo al terminar el partido su mejor amigo le había invitado a tomar una soda en su hogar. Al llegar, la madre de Knuckles les esperaba aparentemente feliz.
—¿Cómo les fue?—
—Todo tranquilo, má—Knuckles era bastante seco y directo para hablar con la señora.
Después de aquella interacción, ambos se sentaron en la banqueta a disfrutar de su bebida, sumidos en una interesantísima conversación sobre la serie de acción que estaba de moda en ese momento.
Eran buenos tiempos...
—Hey Knuckles—una vocecilla se manifestó ante los jóvenes; para el mencionado no fue una sorpresa, para Sonic aquello significó algo que no comprendió en ese momento.
La dueña de aquella voz era una criatura de ojos verdes y mirada enternecida que tenía entre sus manos una bandeja con galletas y les miraba directamente con una sonrisa en el rostro.
—Hice galletas, ¿quieren?—y sin esperar una respuesta se sentó junto a ellos, sin más.
El rojo solo suspiró derrotado ante la invasión a su espacio, Sonic solo pudo mantenerse en silencio sin entender que rayos acababa de pasar.
—Amy, ya lo hablamos...—aunque comía las galletas, su tono era serio, o pretendía serlo—No debes solo interrumpir las conversaciones ajenas—La reprendió.
Ella respondió algo que honestamente con el tiempo había olvidado y de resto solo eran recuerdos difusos confundidos con el paso de los años.
Solo podía recordarla ahí, sentada con sus mofletes rosados y su overol color carmín con una margarita en el centro.
Era la primera vez que la vio...
Y aunque no lo entendió en ese momento, quedó prendado de ella.
[...]
—Muy bien...—Aún tenía el cigarro en su boca y lo observaba de forma despectiva—¿Qué pensaste de mi propuesta, querido?—
Sentados en su estudio Sonic apenas podía mantener los ojos abiertos debido al cansancio, pero era perfectamente capaz de escuchar todo lo que su contrario le decía.
—Aceptaré—A secas sin muchas esperanzas de agregar algo nuevo, respondió—Pero primero quiero verlos—Iba ir directo, solo así sería escuchado.
Mephiles sin embargo no pareció conmocionado o si quiera conmovido ante su petición.
—Que desperdicio de tiempo—bufó—Enviaré a mi chofer a recogerte a las cinco—De pie, exhaló el humo de nuevo y lo observó—Hiciste lo correcto, Blue...—sonaba a burla y satisfacción; Sonic no se inmutó.
¿Qué podía agregar? Nada.
Dejarle salirse con la suya era lo único que podía garantizarle un poco de estabilidad si es que se le podía llamar así.
—Cumple tu parte y yo cumpliré la mía...—tan directo como parecía, el viejo no se molesto en responder nada.
Los tipos como Sonic solo eran peones y no valía la pena discutir con el eslabón más débil en la escala de jerarquía de poder.
Y con el eslabón sometido ante su control, ¿qué caso tendría pelear?
Ninguno, desde luego. Sobretodo cuando ese drogadicto idiota se quedó dormido sobre el escritorio.
—Patético...—
[...]
—Te hice un pastel—ella le sonrió como si fuese lo más natural de mundo—¿No te gustan las fresas?—su cara de genuina preocupación al ver que no aceptaba aquel pastel le hizo enternecer.
—No es eso...—Evitaba mirarle, había algo que no podía decir—Es solo que... No entiendo porque haces estas cosas por mí—era sincero al respecto.
No podía entender porque se esmeraba tanto en cocinar para él, ¿Por qué le merecía tantas atenciones? Francamente era un misterio que le hacía sentir raro.
Ni siquiera Knuckles que era su vecino y que le conocía de mas tiempo le generaba esa clase de "empatía" a la rosada.
Se sentía tan raro que alguien como ella se preocupara por él.
Sin embargo Amy no parecía pensar lo mismo.
—¿No te gusta mi comida?—sus ojitos verdes se entristecieron al malinterpretar sus palabras.
—N-no es eso—carraspeó—Solo... Solo no entiendo porqué te preocupas por mí...—confesó al fin.
No eran tan amigos, tampoco se conocían de tanto tiempo como para generar esa confianza.
Y aún así ella se preocupaba demasiado por él.
¿Por qué? No tenía sentido, no para él al menos.
Amy no parecía contrariada con ello, muy por el contrario, el mero hecho de darle atención parecía bastarle.
—Te ves muy triste...—la sinceridad en esa chiquilla era extrañamente reconfortante—No me gusta ver a los demás tristes...—aseveró—Los dulces ayudan, ¿no crees?—.
Su razonamiento tan simple y llano como sonaba lo hizo enternecer...
—Gracias... Ames—Sus manos tomaron el plato con el pastel y le sonrió suavemente—Eres una buena chica...—
[...]
El sonido de alguien llamando a la puerta le hizo despertar sobresaltado; la cabeza le dolía y todo daba vueltas a su alrededor, sin embargo, la mirada de Big desde el umbral de la puerta le hizo aterrizar nuevamente en su realidad.
—Siento molestarte Sonic...—El grandote le hablo suave—Pero ese hombre te espera afuera, por favor date prisa—.
Al decir esto, tan solo pudo lavarse los dientes y el rostro y salió tan rápido como le era posible. Afuera, un sujeto de mal aspecto le esperaba recargado sobre el capó de su auto.
—Apresúrate, no tengo todo el día—El tipo se dio la media vuelta y subió sin saludar.
Lo hizo en silencio, no tenía más que agregar. No conocía al tipo pero tampoco es que hiciera falta conocerlo para saber que Mephiles lo había enviado y que seguramente era igualmente poco educado.
¿Para muestra? El mero hecho de que no le dirigió una sola palabra en todo el trayecto.
Los 25 minutos de camino al hospital —porque sí, los contó en vista de que no podía hacer más salvo pensar en lo ansioso que se sentía en ese momento—.
Al llegar al hospital el auto se detuvo bruscamente frente a la entrada principal.
Bajó sin esperar alguna clase de despedida, el tipo arrancó tan rápido como llegó dejando solo un eco desagradable en el estacionamiento.
Algunos transeúntes se quejaron, aunque de nada sirvió.
Tomó aire antes de entrar; sus piernas temblaban y las manos le sudaban. No supo si era por la emoción de ver al pequeño nuevamente o si los nervios y el miedo de lo que encontraría dentro lo estaban afectando.
Era su hijo, su bebé quien estaba ahí, luchando para vivir otro día más.
Le parecía tan irreal...
El hecho de no haber tenido la oportunidad de cargarlo una sola vez hacía que la culpa le pesara en el pecho.
Tantos sentimientos sopesando en su interior...
Llegó a la recepción y la enfermera de turno lo miró circunspecta antes de pedirle su identificación. Maurice sonaba tan ridículo a estas alturas, pero al menos a el si se le permitía ser un hombre funcional.
Con su otro yo confirmado, se dirigió al ascensor. Cada piso que pasaba era un recordatorio de lo frágil que era su situación.
Lo efímero que se sentía y lo increíblemente fuera de lugar que seguramente estaría ahí.
Al llegar, vio a Amy a través del vidrio de la sala de espera; sentada con las piernas cruzadas mirando su teléfono como si quisiera evitar cualquier tipo de contacto visual con el resto del mundo.
Respiró profundo antes de empujar la puerta y entrar; Amy levantó la vista apenas lo vio su expresión se endureció de inmediato. No le hacía ni una pizca de gracia el verle ahí.
—¿Qué haces aquí?—preguntó sin molestarse en ocultar su desagrado.
Reparando mas en su presencia, pudo notar que parecía no haber dormido bien en varios días.
—Quiero ver a Rory—respondió lo más tranquilo posible.
No quería escándalos, molestarla mucho menos.
Había algo en su mirada, una mezcla de rabia y agotamiento que la rosada no pudo pasar por alto; los años de conocerse —para su desgracia— le dotaban de esa particularidad para reconocer esa clase de detalles.
Su abogado le había puesto al tanto de la situación actual de Sonic y había entendido bien, las cosas no pintaban bien.
No le sorprendió en lo más mínimo ninguna de las acciones que ese horrible hombre había hecho, tampoco es que se le conociera por actuar decentemente.
Aún con todo, siempre creyó que al menos con Sonic trataría de disimular.
Nunca fue ningún secreto que el tipo se mostraba abiertamente hostil con cualquiera que interfiriera con sus opiniones referentes a la carrera del cobalto, le costó mucho tiempo poder lidiar —si es que se le podía llamar así— con los comentarios fuera de lugar de ese malnacido y ahora que tenía que volver a lidiar con él, se sentía estresada.
—No creo que sea buena idea que estés aquí—
Sonic apretó los dientes tratando de contener cualquier rastro de inseguridad o descontento, ya se había esperado esa reacción, pero no hacía que doliera menos.
—No debes preocuparte por ello...—le sonrió muy levemente—He hecho un trato con Mephiles para poder visitarlo sin ningún impedimento—Aseguró.
—¿Un trato?—Ella dudó—¿Con ese tipo?—No era su asunto, aunque no pudo evitar obviarlo—¿No es eso lo que te trajo todos estos problemas en primer lugar?—A estas alturas debía evitar ser sarcástica, pero sus tonterías podían afectarla otra vez y eso era molesto.
Ser hostil con su ex-marido era un asunto que no podía lidiar de la mejor manera, no lo negaba. La estaba sobrepasando todo este asunto de tener que lidiar con él nuevamente y la salud de su bebé solo era un agravante más al cúmulo de malos sentimientos que llevaba guardando.
No le deseaba ningún mal, sin embargo tampoco quería seguir lidiando con él.
—No voy a causarte problemas—Prometió—Tan solo quiero lo mejor para él, incluso si debo darle poder a ese maldito demonio...—
No respondió, no se sintió capaz de contraargumentar sin causar un alboroto. Nada de lo que dijese le ayudaría a disipar la molestia en su interior así que solo suspiró. Discutir con Sonic nunca tuvo ni pies ni cabeza y ahora mucho menos.
—Entra antes de que me arrepienta...—Con esto, retomó su posición inicial y continuó navegando en su teléfono otra vez.
Sin decir más Sonic asintió agradecido aunque no lo dijera en voz alta; empujó la puerta con cuidado acercándose a la incubadora de con pasos lentos y cansados.
Inconscientemente quería evitar cualquier ruido que pudiese perturbar a su pequeño.
Roderick dormía ajeno a su presencia y los tubos conectados a su diminuto cuerpo estrujaron su corazón.
El picor en sus ojos que poco a poco amenazaba con llenarse en lágrimas y sus manos temblorosas se apoyaron torpemente sobre la superficie fría.
—Te pareces tanto a tu madre—susurró.
Era todo lo que podía decir en ese momento; todo cuanto viese en ese pequeño le recordaba a la mujer que tanto amaba y al mismo tiempo le abofeteaba en lo más profundo de su alma por el estado en que se encontraba.
El peso de no haber hecho las cosas correctamente y no estar en todo el proceso que debió ser maravilloso le carcomía por dentro.
Saber que Amy estuvo sola y asustada durante todo su embarazo le dolía profundamente.
Si hubiese sabido...
Probablemente las cosas serían diferentes, pero no tenía caso seguir pensando en ello.
Amy le observaba desde la sala de espera mientras permanecía frente a la incubadora; podía sentir su mirada penetrante sobre el, atenta a cada movimiento por mas mínimo que fuese.
Como si se preparara para intervenir en cualquier instante...
No la culpaba; tenía todo el derecho a sentirse ansiosa y perturbada, hasta el mismo se asociaba con problemas y dificultades...
Sin embargo...
¿Podría al menos intentar compezar sus errores?
Minutos después el sonido en el pasillo capturó su atención; Silver entró a la sala de espera con su calma natural.
Llevaba en las manos un vaso térmico y un pequeño paquete envuelto en papel marrón.
Al verlo, Amy se levantó y su expresión se relajó apenas lo reconoció.
Era mas que obvio que se sentía mejor teniéndolo ahí.
—Silver...—Se acercó a el apenas lo vio.
—Pensé que necesitarías un descanso...—respondió con una leve sonrisa mientras extendía la taza y el paquete hacia ella—Es té de hierbas, el que dijiste que te gusta y algo ligero para que comas...—la instó—No puedes cuidar de nadie si no te cuidas a ti misma...—
Tomó las cosas con timidez, asintiendo suavemente.
No había comido nada en todo el día, había que agregar.
—Gracias... de verdad...—sus mejillas se tornaron carmín—No tenías que venir...—
—Quería hacerlo...—Ambos tomaron asiento al lado del otro—¿Cómo está Rick?—.
Amy suspiró, mirando hacia el cristal que daba a la UCI.
—Estable...—era la respuesta habitual, no había cambios, solo una habitual estabilidad que no parecía cambiar.
Silver asintió, colocando una mano suave sobre el brazo de Amy. Su gesto fue discreto, pero lo suficiente para transmitir apoyo.
Sonic, que observaba la escena desde el interior, sintió cómo un nudo se formaba en su garganta; sus manos se tensaron contra el cristal de la incubadora, tenso y abatido.
Era mas que obvio que Silver estaba allí para Amy; que le brindaba consuelo, ese que el había fallado en ofrecerle durante tanto tiempo.
Sabía que no tenía derecho a sentir celos; que todo entre el y la rosada había terminado y que el y solo el fue quien había puesto sus problemas por encima de todo lo demás, incluso de su familia.
Al salir de la UCI, trató de mantener la compostura.
Amy y Silver hablaban en voz baja, ella reía suavemente y comía un poco de la comida que le habían traído. Cuando levantó la mirada hacia él, la barrera de resentimiento que parecía inquebrantable regresó.
—¿Terminaste?—preguntó con frialdad.
—Sí...—respondió con voz más baja de lo que pretendía—Gracias por dejarme verlo...—
Amy no respondió, pero Silver lo observó con una expresión difícil de leer.
Sabía que no que había hostilidad en sus ojos, probablemente debía estar evaluándolo, tratando de entender que estaba mal con el ahora.
Quiso decir algo, pero las palabras se le atragantaron. Solo asintió y comenzó a caminar hacia la salida.
—Nos vemos...—al avanzar unos cuantos pasos, le llamaron.
—Sonic—La voz de Silver lo detuvo.
—¿Sí?—
—¿Cómo te encuentras?—Cuestionó.
Había mucho que decir, tanto de que quejarse y reflexionar. Al mismo tiempo, se sentía incapaz de pronunciar algo coherente.
—Tan bien como cabría esperar, supongo...—finalmente pronunció mientras esperaba el ascensor.
—Entiendo...—la puerta se abrió y ambos entraron—Shadow me comentó algo al respecto...—era obvio que estaría al tanto, ya sea por Amy o por su hermano el abogado—Me preocupaba el como podías tomarlo...—Confesó.
No respondió.
Su hijo estaba luchando por su vida, Amy tenía a alguien que la apoyaba, alguien que claramente la hacía sentir segura y su carrera estaba por acabarlo.
Sabía que no tenía derecho a quejarse, pero eso no impedía que el vacío en su pecho se sintiera más profundo que nunca.
La puerta se abrió y al dar unos pasos hacia la salida, Silver habló nuevamente.
—Quizá sea buena idea hablar de lo que sientes...—al tomar de nuevo la palabra el cobalto se tensó—La situación es difícil y...—
—Ahora no, Silver—sus hombros tensos delataban su mal humor.
Silver lo miró directamente a los ojos sin alterarse.
—No quiero que te vayas con esto en la cabeza...—dijo sereno—Esto es difícil para todos, especialmente para ti...—
Dejó escapar un suspiro pesado pasando una mano por sus púas desordenadas.
—¿Difícil? Eso no empieza a describirlo, Silver...—su voz tembló—Mi hijo está conectado a tantas máquinas que apenas y puedo ver su cuerpo...—no lo veía, pero sus ojos luchaban por no acuarse—Amy apenas puede tolerarme... y yo...—tragó saliva para aclarar su garganta—Solo estoy aquí tratando de no ser un estorbo porque sé que eso no ayudaría a nadie...—
Silver asintió, escuchando en silencio.
—No creo que alguien espere que tengas todas las respuestas o que seas perfecto, Sonic...—de su bolsillo sacó un pañuelo que le tendió—Sé que es fácil sentirse así... especialmente cuando sientes que has fallado...—su tono condescendiente lo molesto de inmediato.
—No necesito que me des sermones... ¿vale?—su tono aumentó varios decibeles—No estuve ahí cuando Amy me necesitaba, no soy el padre que debería de ser....—Sonic hizo una pausa, bajando la mirada, ahogando el llanto—Y ahora ella tiene a alguien más... Mientras yo estoy atrapado en un bucle sin fin—.
Silver asintió en silencio asimilando todo lo dicho por el cobalto.
Por mucho que hubiese deseado seguir aguantando, las lágrimas corrieron por sus mejillas, presa del descontrol.
—¿Así lo crees?—No lo miraba directamente al rostro, le daba su espacio para dejarle desahogarse tranquilamente.
Por su parte, solo pudo mirarle con una media sonrisa amarga difícil de sobrellevar.
—Y... puedo entenderlo...—sonreía mientras lloraba—Ella... ella es increíble... siempre lo ha sido...—sus puños cerrados contenían su frustración—Solo un imbécil no se daría cuenta de eso—.
El comentario dejó a Silver pensativo por un momento, sabiendo que debía responder con cuidado.
—Solo estoy aquí para apoyarla, Sonic...—
Por mucho que quisiera evitarlo no podía evitar sentirse furioso ante tanta condescendencia. Estaba mal, lo sabía en lo profundo, sin embargo el hecho de desquitarse con el albino superaba sus límites.
—No necesitas endulzarlo—bufó—Sé que probablemente estaría mejor contigo...—Era difícil decirlo, pero genuinamente lo creía—No tienes este desastre de vida que yo arrastro...—
Silver negó con la cabeza, dando un paso más cerca de Sonic. Permaneció en silencio observando mientras este luchaba con sus emociones; su mirada fija en el suelo como si las palabras que escapaban de sus labios fuesen demasiado pesadas para sostenerlas.
—¿Sabes lo peor?— después de una pausa su voz se enronqueció—Es que probablemente nunca podré reparar todo lo que rompí...—sufría en su desahogo—Mi hijo está conectado a máquinas y yo ni siquiera entiendo que rayos le está pasando—.
Sin interrumpir ni siquiera con un gesto, Silver seguía escuchando.
—Amy...—Continuó con su tono quebrándose—Francamente... destruí todo lo bueno que teníamos...—Levantó la vista un instante buscando quizás algún indicio en Silver, pero este se mantuvo sereno sin emitir juicio ni compasión evidente—¿Sabes lo que eso se siente?—preguntó—Saber que todo lo que tenías... todo lo que alguna vez significó algo y fue importante fue botado a la basura con tus propias manos...—
Silver seguía callado dejando que Sonic soltara todo lo que había en su interior.
—No sé ni por qué estoy aquí...—haló sus púas, frustrado—Ni siquiera soy el padre que mi hijo necesita... ni el hombre que Amy merece... este maldito bucle no termina...—.
Por mucho que hubiera deseado intervenir, Silver entendía que no era el momento; dejar que que él solo avanzara lentamente permitiendo que Sonic dejara todo salir.
Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Sonic, pero no hizo ningún esfuerzo por ocultarlas. Se permitió llorar, su voz reducida a susurros.
—No sé cómo seguir adelante, Silver...—hipó—Ni siquiera sé si puedo...—
Silver respiró hondo, pero aún decidió no hablar. Su papel no era dar respuestas, sino estar ahí presente escuchando. Después de unos minutos, Sonic se enjugó las lágrimas con la manga de su chaqueta, intentando recomponerse.
—No sé si lo merezco, pero gracias... de verdad—
Tomó su hombro en un gesto meramente fraternal y después de todo ese silencio, ambos se observaron.
—Eres fuerte Sonic... estar aquí ya es prueba de ello—.
[...]
El viaje de regreso transcurrió en un pesado silencio, roto únicamente por el ruido del motor y los pensamientos de Sonic, que parecían competir con el ritmo de su acelerado corazón.
Las palabras de Silver seguían ahí dándole vueltas sin parar; que le tuviera tanta fe era irreal y al mismo tiempo le brindó un poquito de claridad.
Su mente se sumergió en un repaso doloroso de cada decisión que lo había llevado a este punto; las fiestas interminables, el alcohol, las drogas, todo lo que parecía tan seductor en su momento ahora le parecía una excusa ridícula para justificar como parte del estilo de vida de una superestrella.
Todo lo que vino después; las mentiras, los desplantes, las noches en que Amy lloraba y él ni siquiera estaba para notarlo, todas esas veces que prometió cambiar, solo para caer más profundo en su espiral de autodestrucción.
¿Merecía una segunda oportunidad? Por alguna razón la vida estaba empeñada en seguir teniéndole ahí robando oxígeno y Silver parecía resuelto en convencerle de buscar sensatez en estos momentos oscuros.
Tenía un punto y se lo agradecía, pero aún con eso dudaba si quiera que pudiera aguantar mucho aunque se esforzara.
El auto se detuvo frente a su casa; el chofer ni siquiera esperó a que él bajara antes de arrancar de nuevo, dejándolo de pie en la entrada. La puerta principal se abrió antes de darle tiempo de tocar.
El buen Big le recibió con una sonrisa afectuosa y le saludó cordial.
—Sonic ¿Cómo fue todo?—Tenía genuina curiosidad de las noticias que podía traer consigo.
—Todo tranquilo—murmuró entrando y dejando caer su chaqueta en el sofá.
Big cerró la puerta detrás de él observándolo en silencio por un momento antes de soltar un suspiro pesado. No era ciego como para no notar que había estado llorando, aunque no haría ningún comentario al respecto si Sonic no lo traía al caso.
En su lugar sabía que había asuntos más importantes que atender así se apresuró a informarle.
—Mephiles llamó...—su gesto se endureció, no le gustaba para nada ese hombre horrible—Quiere que estés en la disquera mañana a primera hora—Sonic le daba la espalda, pero podía suponer que su gesto no era de aprobación—Dice que es hora de que comiences tu nueva rutina de ensayos...—
Hundiéndose en el sofá, Sonic suspiró pesadamente. Podía esperar que el infierno empezaría, aunque honestamente hubiese deseado al menos que se tomara una semana para organizarlo todo.
—Vale...—Ya ni fuerzas tenía para quejarse.
—Sonic... —Big iba a darle alguna clase de apoyo moral, pero Sonic levantó una mano para detenerlo.
—Está bien, Big...—levantó el pulgar para tranquilizarlo—Lo haré... no es como si tuviera otra elección, ¿No crees?—Rió cargado de resignación.
Big se acercó y se sentó a su lado apoyando una mano en su hombro; le preocupaba genuinamente que todo esto acabase con la poca cordura que el cobalto había ganado estas últimas semanas.
Volver a esa rutina tan aberrante le haría volver a caer en sustancias y francamente le aterraba pensar que no volvería a verlo con vida luego de esto.
—Entiendo que esto es una nueva oportunidad...—dudó en como continuar con ello—¿Pero... estás seguro de eso?—.
Sonic lo miró, sus ojos cansados reflejando una mezcla de escepticismo y desesperanza. Estaba más que claro que su voluntad se había ido por el caño, pero que lo haría de igual modo.
—No sé si sea un nuevo comienzo...—confesó—Aunque no importa realmente, no lo hago por mí—.
Big apretó ligeramente su hombro, como si intentara transmitirle algo de fuerza.
—Aún sigues aquí, Sonic. Y mientras sigas aquí, todavía hay una oportunidad... incluso si las cosas no son como deberían ser...—era un hombre de pocas palabras, pero de verdad se estaba esforzando—Y el que lo hagas por tu hijo te dará las fuerzas, lo sé—.
Por su hijo...
Sólo por él.
Todo por él.
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Continuará...
Muchas gracias por leerme...
Y dispensen, a veces se me va la onda, ni modo. Ya queda poquito, así que no hay fijón :)
Cariños, Gri ✨
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