
16. Sala de espera
Again...
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Capítulo Quince
"Sala de espera..."
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-¡Eres tú!-Gritó y algunos le miraron con extrañeza-¡De verdad eres tú!-.
Silenciosa e inmutable ella no se movió; parecía estar en una especie de trance del que todavía no se recuperaba.
Era comprensible, seguramente no esperaba encontrarlo ahí y bajo esas circunstancias y dichas condiciones, pero el destino era cabrón y tenía ideas absurdas algunas veces.
Finalmente, casi como una broma de la cual deseaba pellizcarse y comprobar que no estaba soñando, la observó.
El cardigan color carmín ligeramente arrugado y los pantalones de mezclilla en condiciones no muy diferentes. Pese a que hizo un esfuerzo por no atosigarla en ese momento, le fue imposible no reparar en cada detalle en su rostro.
Ojeras marcadas que no se comparaban con las suyas y que básicamente no disminuían en mayor medida la belleza de su rostro; tan solo demostraban que tal vez no había tenido una buena noche.
Abrió la boca para preguntar algo, pero ella fue mucho más rápida y comenzó a caminar lejos de él. Le tomó alrededor de cinco segundos darse cuenta de lo que estaba sucediendo y con movimientos torpes avanzó hasta ella para darle alcance.
-¡ESPERA!-la emoción del momento le hizo olvidarse de modular su voz-Ne-necesito hablar contigo, no te vayas-Sin ocultar la ansiedad, Sonic aspiró fuertemente tratando de que el aire llegase con normalidad a sus pulmones.
Demasiadas emociones le estaban cobrando factura y no quería perder detalle de esta maravillosa oportunidad que la vida le estaba brindando.
-No-A secas Amy respondió.
Su respuesta tajante era comprensible, pero no por ello menos dolorosa. Ni siquiera era capaz de sostenerle la mirada a estas alturas, sin embargo no desistió.
-P-Por favor...-
Había ensayado esta escena tantas veces en su mente, tantas posibilidades, tantas palabras por decir y ahora; frente a frente estaba sencillamente en blanco. Sin la menor idea de que podía decirle, pero con la única convicción de no dejarla ir tan fácilmente.
Como cabría esperarse, ella estaba impacientándose; no quería tenerlo cerca.
-Aléjate de mí, por favor-aunque no alzó la voz, su tono amenazante no pasó desapercibido por parte del cobalto.
Era rechazo; dolía como una cuchillada penetrante en el estómago y no podía culpar a nadie más que a él de dicho resultado. Ella no lo esperaría, no esta vez.
Era tan doloroso...
Tanto había ensayado en su mente lo que diría si la tuviese en frente; tantas posibilidades y posibles escenarios y de todos ellos terminó manifestándose el peor.
-Perdón...-No se movió, no hizo un solo movimiento después de ello y las lágrimas corrieron libres por sus mejillas, presa de la impotencia y la ansiedad-Sólo... perdón-La amargura le corría desde la boca del estómago y se extendía hasta su esófago y posiblemente quienes le miraban sentían lástima por él.
Parado ahí frente a una multitud que a este punto posiblemente ya se estaban dando cuenta de su deplorable estado y de quien era él en realidad, lo observaban. Con pena, con lástima y algunos otros con repulsión.
Con la ropa sucia, olor a alcohol y el semblante destruido...
No los culpaba, era patético.
Sin embargo, pese a la obvia decadencia, no se inmutó. Sentirse mal ya era parte de su rutina diaria.
Ahora perseguía un objetivo mucho más importante que cualquier banalidad referente a su apariencia física.
Dio un paso y luego otro dispuesto a darle alcance, aunque para su desgracia ella era bastante rápida.
Sabía que huía de él; que no iba a dejársela sencilla y que sería un milagro que no llamase a la policía.
Pero no podía perderla, no ahora que la tenía tan cerca y que la había estado esperando tanto.
Tan solo quería decirle lo siento...
Sólo eso y la dejaría tranquila de una vez por todas para que su alma tuviese la paz que tanto necesitaba.
Podía verla tratando de perderse entre la multitud, abriéndose paso a duras penas pues su caminar indicaba que le costaba trabajo el andar.
Aún estando a una distancia considerable se estaba concentrando en no perderla de vista.
-Hey, ¿Eres Sonic?-El brazo de un sujeto enorme le detuvo en el acto y la multitud se abalanzó sobre él dispuestos a pedirle un autógrafo.
Los flashes de las cámaras lo aturdieron unos cuantos segundos; pero su objetivo seguía siendo el mismo.
Como pudo se abrió paso entre aquellos que le rodeaban, algunas manos le jalaban, pero a este punto solo le importaba darle alcance.
Se estaba cansando y la resaca era terrible; hubo alguien inclusive que le hizo dar de bruces contra el suelo.
Sin tiempo de meter las manos para reducir el impacto, su rostro fue a dar de llano contra el suelo y su nariz comenzó a sangrar.
Eso sí que le dolió...
Atontado por el golpe, se quedo inmóvil por unos segundos rodeado de aquellos que deseaban fotografiarlo en lo más miserable de su existencia.
Los escuchaba reír, sentían pena y asco...
Y no era para menos, incluso el sentía asco de sí mismo.
No podía levantarse del suelo, le dolía la cara y ambas rodillas. Sumando al hecho de que su nariz no paraba de sangrar.
¿Se abría roto?
Era posible, todo en este jodido mundo era posible a estas alturas del partido.
Tomó aire y la sangre corrió hasta manchar el suelo donde se encontraba. Intentó pararse, pero las fuerzas le fallaron al instante.
Uno, dos, tres... falló otra vez.
Que patético se había vuelto últimamente pensó.
Ni siquiera podía ponerse de pie, no podía pedirle disculpas a Amy y mucho menos buscar ayuda...
No servía para nada.
Con la vista cansada, una vez más trato de buscarla con la mirada pero no logró enfocar nada.
No supo si fue el golpe o si de verdad se había perdido, pero en este punto no era importante. Perdió la oportunidad de hablar con ella.
Todo lo demás podía irse a la mierda...
-Sí es Sonic-Escucho a lo lejos de pronto y aunque trató de localizar a quien dijo eso no lo logró.
-¿Estará drogado?-Dijo alguien más y algunos se acercaron a toquetearlo otra vez.
Sentía las manos de muchos lados tocarlo, halar de sus ropas y otras tantas hurgando.
Como si escarbaran al fondo de su alma y trataran de quitarle hasta el último gramo de dignidad que podía quedarle escondida por ahí.
Y no por ello se movió...
¿Qué más daba? Ya no tenía nada más que perder. No le importaba ninguna de las cosas que traía consigo en ese momento, si es que a estas alturas aún le quedaba algo que las esbirros de Vector no hubiesen ultrajado.
Alguien haló su cabeza y el dolor en su cuero cabelludo le hizo abrir los ojos nuevamente.
Muchos se reían como si herirlo fuese lo más gracioso del mundo.
Tal vez lo era...
-Se hará viral...-Un tipo entre la multitud sostenía un celular transmitiendo todo en vivo.
Miles verían su humillación...
Genial, ¿no? Lo merecía, de verdad. Merecía que le sucediese todo eso por haber hecho tanto daño.
Lo merecía...
Todo eso lo merecía.
-Alguien enfoque su rostro, está llorando-Gritó otro sujeto antes de que algún abusivo le jalara del cabello con más fuerza.
Efectivamente, estaba llorando.
Lenta y silenciosamente las lágrimas corrieron libres por sus mejillas y de pronto el sonido de algo cayendo resonó entre la multitud.
Hubo un silencio en el que todos aquellos que estaban presenciando su martirio se quedaron bocaabiertos al observar tal escena.
En el suelo se encontraba ese tipo que halaba sus cabellos y el que sostenía su teléfono caía recién.
Frente a él estaba Amy, molesta, horrorizada y en esa pose de combate que tanto le caracterizaba.
Lo observó unos segundos sin emitir ningún sonido y antes de que siquiera entendiera que carajos estaba sucediendo, le tomó por los hombros y le ayudó a incorporarse a duras penas.
Algunos miraban, otros simplemente seguían con sus caminos, en tanto él se mantenía sujeto de aquella chica que creía perdida.
Quizá se debía a la falta de sueño, la pérdida de sangre, o solo había perdido el juicio luego de tantas barbaridades y sin temor a equivocarse, se sentía feliz.
Ella no decía nada; con el entrecejo fruncido y la mirada al frente supo que estaba teniendo un conflicto interno en el que no debía intervenir.
Ya mucho estaba haciendo con haberle salvado el trasero.
Sin embargo, había algo que tenía que decirle antes de despertar de aquel maravilloso sueño y ella se alejara una vez más.
Con pasos temblorosos y la garganta seca, carraspeó un poco llamando la atención de la fémina.
-Ames...-ella le miró por una fracción de segundo y no detuvo su caminar-Perdóname, por todo-Le susurró y todo su peso cayó al suelo.
[...]
Al abrir los ojos la mirada desaprobatoria de su doctor de cabecera le indicó que estaba en serios problemas.
-Usted no aprende-Sonaba serio, pero su rostro reflejaba la molestia que tenía dentro de sí-Sólo tenía que cuidarse, pero es más que obvio que su salud le resulta un chiste-.
No iba a contradecirlo, tenía razón.
Agachó la mirada en señal de sumisión; el rostro le dolía y recién reparaba en el hecho de que no podía gesticular con normalidad.
-El tabique roto, Maurice...-Espio tomó su libreta de médico y anotó cosas que no podía leer-Te gusta mantenerlo interesante...-Ironizó.
Tenía sentido; el golpe contra el suelo había sido contundente.
-Perdón...-Su voz sonaba nasalmente graciosa al pronunciar.
-La vida no es un juego, no cuando se te brindan tantas oportunidades...-estaba estoico, pero la tensión era evidente-Seis puntadas y restos de estupefacientes en tu organismo...-Dejó su libreta y suspiró-La próxima vez que te vea será en una bolsa para cadáveres...-
Sonaba muy crudo, pero sí. Tenía toda la razón.
Posiblemente no había sido su idea hacer nada de lo que le sucedió, pero no es como que se hubiese esforzado mucho en detenerlo.
En el fondo, sus intenciones de autosabotaje habían cumplido su objetivo; tenía la cara lacerada, problemas respiratorios y su médico de cabecera le estaba sermoneando.
Era de esperarse; cuestión de tiempo para que eventualmente la cagara y cometiera error tras error.
Y aún así, se sentía feliz.
El dolor en su nariz le indicaba que aquello no había sido un sueño y que efectivamente Amy estuvo ahí.
Amy...
Ella le había salvado la vida, otra vez. Lo último que recordaba era haber formulado una escueta disculpa.
¿Aún se encontraría en el hospital? Miró a Espio quien a su vez también le miraba como esperando algún punto de lucidez en su paciente.
Era un tipo con buenas intenciones; alguien que se tomaba en serio su trabajo y le respetaba por ello, aunque en el fondo no compartieran los mismos puntos de vista.
-La chica que me trajo...-una mueca de dolor se le instaló en el rostro-¿Se ha ido?-.
Espio era alguien de pocas palabras; del tipo que solo observa e interviene bajo situaciones muy concretas. La chica que mencionaba el cobalto, la había visto, sí.
-Debe de estar por ahí, viene prácticamente todos los días-caminó hasta la salida, dándole la espalda-Le he informado a tu personal de tu estado, en unas horas te darán el alta-Finalizo cerrando la puerta tras de sí.
Que Amy aún estuviera en el hospital le brindaba fuerzas renovadas para poder buscarla ya un poco mas repuesto y pedirle formalmente una disculpa.
Con todo el ajetreo era posible que ella ni siquiera hubiese entendido que quería decirle.
Quería disculparse, solo eso y la dejaría tranquila con lo que sea que estuviese haciendo en el hospital. Las palabras del médico le sorprendieron un poco, pero pese a todo, no esperaba intervenir.
Se puso de pie y el mareo por el movimiento le hizo detenerse al instante. Le tomó un par de minutos acostumbrarse al dolor y el efecto de los sedantes que le atontaban un poco.
Caminó hasta la salida y abrió la puerta con lentitud esperando que no hubiese ningún guardia que le impidiese su salida.
Para su fortuna el hospital estaba lo suficientemente lleno como para que el personal reparase en su presencia.
Alguno que otro paciente si le miraba sorprendido debido a la naturaleza de las heridas que tenía en el rostro. Hubo incluso un par de niños que se sintieron intimidades debido a como lucía en ese momento.
Fue bastante gracioso ver a esos niños aferrarse a las faldas de sus madres pensando que el monstruo vendría por ellos y se los comería. Inclusive se tomó el atrevimiento de hacer algunas muecas feas para asustarlos aún más, aunque la cara le dolió en el proceso.
No tenía idea de donde podía estar la fémina de cabello rosado; tampoco podía acercarse y preguntar a las enfermeras pues no tenía la certeza de si ella era una paciente o no.
Solo le restaba deambular un rato por los pasillos esperando obtener alguna clase de resultado con respecto a su odisea.
Llegó al cafetín del hospital y el aroma a comida le hizo rugir los intestinos. Tenía hambre, aunque ya no traía su cartera ni dinero con él.
Siguió avanzando y se abrió paso en la sala de recuperación; había sujetos con operaciones y otras más con heridas mucho más aparatosas que las suyas. Observar eso le dio escalofríos por lo que optó por salir de ahí con rapidez.
Un rato después llegó al área de niños pequeños, algunos parecían bastante graves y eso le estrujo el corazón. Otros tantos tenían huesos rotos y cosas que no pudo identificar.
-Que herida tan fea traes ahí-una niña pequeña se acercó hasta él y le señaló con el dedo las puntadas en su rostro-¿Tuviste un accidente? ¿Los alienígenas te sacaron un cachito de cerebro?-.
Esto último lo hizo reír.
Miró a la infante de ojos color cielo y asintió.
-Me temo que me han robado, ahora no puedo recordar cómo me llamo ni donde está la chica que me gusta-se lamentó-¿Cómo te llamas?-.
La chiquilla de coletas le dedico una mirada como si analizara sus palabras buscando algún atisbo de mentira en su rostro. Luego de analizarlo un momento, sonrió.
-Soy Sticks-le saludó-¿No estás muy viejo para estar en el área de los niños?-.
Esto también lo hizo reír.
-Supongo que tienes razón...-hizo una falsa expresión de dolor, que irónicamente le causó dolor-Me voy a buscar a mi amada, lamento haberla infortunado, señorita Sticks-.
La niña soltó una carcajada escandalosa que provocó que muchos en la sala de pediatría le observaran.
-Eres gracioso chico cortada-seguía hablando en tono bastante alto que llamaba la atención-Me agradas, ojalá pudiera ayudarte a buscar a tu chica, pero las enfermeras no me dejan ir muy lejos porque creen que escaparé-.
-Lo mismo digo, Sticks... debo seguir, cuídate de los marcianos-bromeó y la chiquilla rió otra vez.
-Visítame cuando encuentres a tu novia chico que no recuerda su nombre-.
Y se alejó con una sonrisa en el rostro.
Era una chiquilla peculiar; por un momento se preguntó cuál podía ser la causa del porque estaba ahí, aunque terminó dejándolo de lado rápidamente cuando distinguió a lo lejos a Tikal revisar la presión arterial de una anciana.
Se acerco hasta a ella tímidamente y espero a que terminase de realizar su procedimiento. Ella alzó la mirada y una expresión de sorpresa se instaló en su rostro.
-Ay, Sonic...-Fueron sus palabras exactas y dejó a la señora reposar-A veces pienso que lo tomas como un reto personal-le reprendió.
Avergonzado ante el hecho de sentirse descubierto, el cobalto trató de formular algún tipo de justificación pero ella le impidió hacerlo.
-No es necesario, Sonic... vi las noticias hace un rato-su mirada azulada le transmitió una tristeza profunda que lo hizo palidecer-Siento que hayas pasado por eso...-.
Sin saber cómo responder, trató tontamente de restarle importancia al asunto.
-Estoy bien, de verdad... sólo fue una turba descontenta-bromeó.
Tikal por su lado no hizo ningún atisbo de sonrisa que le indicara que dejaría los sermones para después.
-Me alegra que hayas llegado a tiempo y que pudo evitarse una posible tragedia-seguía siendo seria, pero su expresión se relajo un poco-Creo que será mejor que vayas a descansar, después nos pondremos al día con tu progreso-le dijo encaminándolo hasta el siguiente pasillo.
-Pe-pero puedo volver por donde vine, me será más sencillo-.
Tikal negó tranquila y sonrió.
-Al dar vuelta llegarás a una sala de espera y al final de ese pasillo encontrarás un ascensor que te llevará al primer piso directamente-.
Sonaba lógico si lo veía de ese modo; se despidió de su amiga e hizo exactamente lo que le pidió hacer. Se abrió paso por aquel pasillo con olor a alcohol y desinfectante y al llegar a la entrada los llantos de bebés le llegaron de golpe.
Había llegado a la sala de maternidad; a su izquierda se encontraban los cuneros y algunas cuantas mamás atendían a sus bebés con parsimonia y amor.
Era algo enternecedor, sin embargo debía seguir pues ya estaba comenzando a sentirse cansado.
Caminó derecho por lo que quedaba de pasillo y a su izquierda encontró la sala de incubadoras donde había algunos bebés muy pequeños conectados a muchos claves y aparatos que le dieron escalofríos.
Esas pequeñas criaturas sin crimen alguno estaban sufriendo un cruel destino y él seguía ahí como si nada.
Avanzó nuevamente y a poco más dos metros distinguió los ascensores que subían y bajaban al final del pasillo.
Caminó hasta ahí y presionó el botón de aquel que bajaba y esperó. Cuando la puerta se abrió, el ascensor que subía también se abrió dejando salir de su interior a una chica de cabello rosado y cardigan rojo.
Amy estaba ahí parada con un vaso de café en su mano y la mirada perdida en el horizonte. Tenía restos de sangre seca en su ropa que se mezclaban con el rojo de su suéter y su expresión lucía preocupada.
La observó avanzar justo por donde él había caminado unos momentos antes y se detuvo en una mini sala de espera frente a las incubadoras a beber su café.
Eso era extraño, no podía negarlo. Pero también significaba que ella...
¿Ella tuvo un bebé?
De pronto la idea le pareció desoladora y tuvo que sostenerse de la pared para no darse contra el suelo. Que ella tuviera un bebé le generó muchas emociones que no pudo controlar.
Sin quererlo sus pies le llevaron directamente hasta donde se encontraba la joven y con un escueto hola se sentó a su izquierda.
Ella no se movió; ya no lucía tan sorprendida de encontrarlo ahí ni tampoco parecía tener intenciones de huir esta vez.
Ninguno se miraba; pero era consciente de que la tensión los estaba matando a ambos y que debía ser él quien diese el primer paso.
-A-Amy yo...-
-No lo menciones, ¿sí?-pareció adelantarse a lo que él estaba pensando-Ni siquiera tu merecías ese maltrato, solo hice lo que tenía que hacer-.
No estaba de acuerdo, sí lo merecía; aunque prefirió no contradecirla en ese momento.
-Creí que habías dejado la ciudad...-sonaba tan nostálgico que cualquiera hubiera pensado que se echaría a llorar-Te busqué por todos lados y no te encontré...-
Seguía sin mirarlo, pero sus puños estaban cerrados en señal de que estaba conteniendo su molestia y desagrado.
-Sólo... sólo quería disculparme contigo-se apresuró.
Dicho esto, ella se giró para mirarlo directamente al rostro; a tan poca distancia pudo notar con mayor claridad las ojeras y bolsas en sus ojos que indicaban que estaba cansada.
-Muy bien, te las acepto, ahora por favor sigue con tu vida y deja la mía tranquila-.
No sonaba sincera y pese a todo deseaba que su corazón y pensamientos estuviesen en paz junto a los de ella.
-No suenas sincera-Afirmó-No puedo culparte por ello, pero desearía que me perdonaras de verdad... -iba a continuar, pero ella le detuvo.
-¿Dices que soy una mentirosa?-.
-Sólo digo que hablemos y dejemos las cosas en claro, hay algo que necesito explicarte y...-
-No hay nada más que hablar-Sonaba dolida, pero se mantuvo firme-Ya nos dijimos todo en el juzgado, así que si solo necesitas limpiar tu consciencia, mantenme fuera de esto-.
La entendía mucho mejor de lo que podía explicar; no quería verlo ni tenerlo cerca.
¿Y quién podía culparla? Ni siquiera él se quería cerca.
-Lo sé...-habló casi en susurro-Sin embargo, siento que mereces una disculpa honesta de mi parte, fui un completo imbécil y nada justificará lo que hice, pero...-
-Amy...-una tercera voz se hizo presente y ambos alzaron la vista al recién llegado que se acercaba hasta donde se encontraban.
El sujeto de tez albina y pantalones de vestir lo observó de soslayo un momento e inmediatamente después centro toda su atención en la fémina.
Traía un suéter de lana que le daba un aire intelectual; a la par de zapatos negros perfectamente lustrados y un ligero aire de superioridad que no supo exactamente a que le recordaba.
-Te vi en las noticias y vine tan rápido como pude-ella le abrazó suavemente-¿Te sientes bien? ¿Cómo estás?-Por el tono de su voz, todo ese aire de pedante fue automáticamente mermado.
-Estoy bien, Silv... en serio-.
Ese sujeto solo sonrió; parecía particularmente interesado en mantener cercanía con ella y a juzgar por cómo ella se comportaba, solo significaba una cosa; ambos eran pareja.
Ese pinchazo de dolor y culpabilidad le dio nuevamente en el pecho haciéndole quejarse para sus adentros.
Le dolía mucho...
Y su cara debió ser lo suficientemente obvia pues ese tipo flacucho se detuvo a mirarle.
-¿Te encuentras bien?-Sonaba amable y tranquilo y aún con su propia molestia, no podía pasar por alto que sus palabras se notaban sinceras.
-S-sí-le costaba trabajo, pero no quería demostrar su debilidad-Es efecto del golpe-mintió.
Hubo un silencio prolongado en el que ninguno fue capaz de emitir un comentario lo suficientemente inteligente para salir de esa incómoda situación.
La tensión era evidente; estar ahí y verla tan cerca de otro sujeto le sentaba fatal.
Pero, ¿qué podía hacer a estas alturas? La había perdido para siempre y para muestra era la cercanía que tenía con ese tipo.
-Ames...-después de un rato reunió el valor suficiente para atreverse a retomar la conversación-Ne-necesito decirte algo, de verdad...-.
Se estaba esforzando en gran medida por no dejar que el dolor en su pecho tomase el control de sus acciones; le dolía y también le costaba trabajo respirar. Era sumamente difícil mantenerse sereno, pero aún así haría el esfuerzo.
Ella por otro lado aun se negaba a mirarle; el tipo en cambio lo observaba con una mirada de lo que pudo interpretar como compación, que le hizo hervir la sangre.
Ahora también sentía lástima por él, que genial...
-P-por favor...-suplicó.
Era demasiado orgullosa para aceptarlo, la conocía tan bien. En su interior estaba luchando internamente por no perder el control de sus emociones y hacerse la fuerte.
Con los puños fuertemente apretados y los hombros crispados Amelia Rose lidiaba con el estrés.
Aunque a este punto, lejos estaba de imaginar el rumbo que tomarían las cosas en ese momento. Aquel sujeto que ya le desagradaba sin siquiera conocerlo la tomó de las manos con delicadeza y luego de un par de palabras que no pudo escuchar ella bufó.
-Está bien, tu ganas-Derrotada la joven al fin centro su atención en el cobalto específicamente-Tienes cinco minutos para decirme todo lo que tengas por decir, luego de eso te irás por donde viniste y me dejarás tranquila-sentenció.
No bromeaba con lo que decía, podía notarlo solo con verla; y pese a que cinco minutos seguramente serían muy pocos para expresar en su totalidad todas las cosas que tenía dentro de sí, también sabía que no podía darse el lujo de rechazar sus peticiones.
-Esta bien, Am...-ella le interrumpió de manera hostil sin dejarle concretar su frase.
-No me digas Ames, no somos amigos-exigió, molesta-Adelante, te escucho.
-Lo lamento...-
-Los dejaré solos para que puedan expresarse libremente, iré por un café-y con una sonrisa tranquila se despidió momentáneamente de la joven.
A solas y cara a cara, el cobalto se permitió al fin soltar un suspiro de frustración.
Tenía tantas cosas por decir, tantas palabras y sentimientos atorados en su garganta y ahora como si fuese parte de una broma cruel del destino se encontraba completamente en blanco.
Sin tener idea de que decir o siquiera como empezar; algunas cuantas lágrimas corrieron por sus mejillas y dejó que sus sollozos cubrieran su alma.
-Perdón...-quería controlarse, pero era tan díficil.
Tanto le había esperado, tanto había añorado por tenerla frente a él una vez más y ahora que estaba sucediendo no podía controlar su propia emoción.
-Perdón por todo esto...-seguía llorando con mas fuerza y ella tan solo se quedo inmovil, contanto los minutos que restaban-Tú... tú eres lo único bueno que he tenido en mi vida... lo único por lo que valía la pena vivir...-de rodillas en el suelo, ella seguía evitando su mirada suplicante-Y la cagué... la cagué hasta el fondo...-.
Sumergirse en los recuerdos de épocas pasadas no era algo en lo que ella quisiese verse inmiscuida; no después de todo el dolor y sufrimiento que eso le causó.
-Sé que fui un imbécil y merezco que me odies por ello, que me pisotees y ni siquiera en esta miserable agonía podría compenzar todo el daño que te causé... pero, necesito que... necesito que me perdones, por favor...-.
Luego de tantos excesos y malas desiciones sabía que no le quedaba mucho tiempo en este plano existencial; el indicidente de un rato atrás era el claro ejemplo de que la muerte estaba pisándole los talones y no quería irse de este mundo si ella no le perdonaba por ser tan basura.
Seguía de rodillas, llorando de impotencia y dolor; exponiendo frente al amor de su vida que ya sabía perdido todo el dolor que traía a cuestas.
-No lo merezco... no lo merezco-se repetía como bucle, ansioso y dolorido-soy basura Amy, solo soy basura...-chilló más fuerte y aferrado a sus piernas dejó que todo llanto que traía consigo saliera.
Al diablo su nariz, al diablo sus puntadas, al diablo todo.
Solo quería llorar... sólo eso.
-Levántate-de pronto el sonido de la voz femenina le hizo disminuir su intencidad-Abrirás tus puntos y haberte salvado no habría tenido ningún sentido-extendió su mano y le ayudó a pararse-Ahora bien...-Sonic seguía sollozando, débilmente, pero seguía en su situación-No voy a mentirte, no hay nada en este momento que pueda decirte que venga al caso-.
Estaba escéptica, no podía culparla por no creer en él.
¿Quién lo haría después de todo lo que él le hizo?
-No voy a mentirte, no puedo perdonarte...-iba directa y son rodeos y aunque le mataba, ella tenía razones de sobra para ser así-Ahora, por favor sigue con tu vida y yo seguiré con la mía tal y como estaba hasta hace unas horas-.
Estaba siendo cruel y bastante insensible, sí. Mucho muy cruel.
-A-Amy... yo...-
-Señora Rose-una de las enfermeras de turno interrumpió al cobalto-La hora de visita dará inicio en un momento y Roderick está despierto-hablo animosa la mujer regordeta-Ya puede pasar, hoy será un buen día...-.
Amy asintió casi en el acto y sin reparar en el cobalto que le miraba sin entender que acababa de suceder se abrió paso por aquel pasillo y se perdió en la estancia que albergaba a lo bebés en condiciones delicadas.
De pronto la realidad le había golpeado a la cara; Amy era madre...
Incapaz de moverse; se quedó sentado en silencio mirando el camino que ella había recorrido tratando de asimilar todo lo sucedido.
Ella tenía un bebé...
¿Eso significaba que ese tipo del suéter era su nuevo esposo?
Muchas preguntas llegaron de golpe y por inercia sus piernas le condujeron hasta donde el vidrio que mostraba el interior del cuarto donde se encontraba Amy. Podía verla sentada en una silla al lado de un pequeño bebé cubierto de cables y máquinas mientras parecía cantarle una canción de cuna.
Era tan hermosa...
-Es su mundo entero-ese sujeto estaba parado a su izquierda y miraba la misma escena que él-Viene todos los días sin falta-bebió un trago de café-Es bello, ¿no te parece?-habló nuevamente refiriéndose al bebé.
-Debes estar orgulloso...-soltó sin pensar.
El tipo solo lo miró y sonrió de lado sin perder su tranquilidad.
-Efectivamente, siempre he estado orgulloso de ambos, Amy y el pequeño Rick son muy fuertes... han pasado por mucho, es increíble la fortaleza de ambos-Se sinceró.
Que un pequeñito tuviese mas valor que él le pareció hilarantemente irónico, pero con sentido. Hasta un infante que no era consciente de su entorno se aferraba más a la vida que él que tenía todo por delante.
-Tienes una familia muy hermosa...-soltó nuevamente, dispuesto a irse.
No podía seguir viendo esto; era demasiado doloroso saber todo lo que se perdió por ser un imbécil.
-Aunque los lazos de sangre no nos unen, quiero al pequeño Rick como si fuese mi pequeño-el albino le dio otro trago a su café y por végesima vez le sonrió-Los quiero, a los dos...-.
Lazos de sangre...
No había lazos de sangre...
Entonces, si ese tipo no era el padre de ese bebito significaba qué...
-Ellos...-las palabras se le atoraron de pronto y aunque quiso no lucir como un idiota, el daño a su imagen ya estaba hecho.
-Ellos...-repitió-Son muchas preguntas y no soy yo quien debe responderlas-se alejo unos cuantos pasos y suspiró-Te sugiero que descanses, es más que obvio que no obtendrás buenos resultados si sigues así...-.
Quizá tenía razón...
Pero, ¿qué era lo correcto en todo caso?
Le echó una última mirada a la fémina y decidió tomar el consejo que el sujeto le estaba brindando. Tal vez podía jugarle sucio, pero pese a ello, no sintió malicia en sus acciones.
Quizá debía dejar que las cosas cayeran su propio peso esta vez...
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Continuará...
Dispensen, no doy pa' más últimamente.
Se cuidan y gracias por leerme.
...
Atte.
Gri.
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Continuará...
Se cuidan y gracias por leerme.
Atte.
Gri.
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