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Veintiséis

Era muy evidente para todos que Hoseok no estaba bien. En la escuela se le veía muy serio y sin su usual energía explosiva, y en la fiesta a la que sus amigos le insistieron para asistir se mantuvo del mismo humor apesadumbrado y decaído. Escondido en algún rincón alejado de todos y con la misma lata de cerveza toda la noche. De hecho, ni siquiera bebió de su contenido, no tenía humor para eso.

Yoongi, su mejor y más cercano amigo, estaba preocupado de su inusual comportamiento, así que esa mañana fue a visitarlo para saber si necesitaba ayuda. Él ya estaba enterado de la amistad que Hoseok tenía con una chica llamada Eun-ji, quien era la causante de su bajo ánimo y a quien no dejaba de llamar a su celular.

Desde que él llegó, Hoseok no dejó de hacer dicha actividad lástima que todos sus intentos por contactarla terminaron en fracaso. Al final, Hoseok se desesperó y aventó su celular sobre la mesa de centro.

—¿Sigue sin atender? —preguntó Yoongi saliendo de la cocina.

Había preparado dos ramen para comer con su amigo, que por estar realizando llamadas no había hecho aquello. Se sentó en el sofá frente a él y le acercó el ramen, pero Hoseok lo ignoro y siguió insistiendo en su tarea de hablar con la joven.

—No, y ya me estoy preocupando mucho —hablo con pesar—. La señora de la biblioteca dijo que se veía muy mal ¿Qué tal si ella está muy grave en el hospital y yo aquí sentado sin hacer nada?

—¿Si estuvieras con ella habría alguna diferencia?, ¿ella sanaría mágicamente con tu presencia?

—Claro que no, pero esto de no tener noticias de ella, me enferma.

Tomo su celular para volver a marcar el número de Eun-ji obteniendo el mismo resultado y gritando de frustración. Yoongi comenzaba a marearse por los repetitivos movimientos de su amigo. Acercaba el teléfono a su oreja y después lo alejaba para volver a hacer lo mismo, realmente desesperante.

No es que Yoongi fuera una persona desinteresada y sin sentimientos. Seguramente él estaría más alterado que Hoseok si cualquiera de sus amigos se desapareciera por tantos días, incluso ya habría llamado a la policía para tratar de localizarlos. Pero solo por sus más allegados, si él no conocía a la persona, simplemente lo ignoraba para evitarse problemas.

—Haciendo eso no lograrás nada. Mejor deja eso por un momento y come si no quieres acabar también en el hospital.

—Es que tú no lo entiendes. Pará ti esto puede ser una pérdida de tiempo, pero si estuvieras enterado de todo por lo que ella ha tenido que pasar, entenderías por qué me preocupo tanto por ella.

Yoongi observó a su amigo. Jamas lo haboa visto tan preocupado e insistwnte con alguien, ni siquoera con sus amigos. Yoongi ya sospechaba que ella era más especial que una simple amiga, lo sabía por la forma en la que le hablaba sobre la chica y por cómo procuraba su bienestar, incluso provocando que no comiera. Y esa mañana comprobó que su amigo sí sentía algo mucho más fuerte que una simple amistad por esa tal Eun-ji.

Había dos opciones, o ella realmente tenía tantos problemas como para pensar que la estaba pasando horrible, o su amigo estaba tan perdido por ella que no soportaba tenerla lejos.

* * *

Jungkook observó como los doctores se llevaban las muestras de sangre que le habían tomado a su hermana. Era la tercera vez que hacían eso, sin contar todos los demás estudios que le habían hecho desde el primer día. Y el resultado siempre era el mismo, no se encontraba nada. No había rastro de algún virus o toxina que le estuviera causando aquel malestar a su hermana, que cada día se veía mucho peor, y las gotas no parecían ayudarle en nada.

No había forma de decirlo sin que se escuchara mal, su hermana parecía un cadáver. Estaba tan delgada a causa del vómito, que los huesos de su rostro y las clavículas comenzaban a marcarse, los alrededores de sus ojos seguían teniendo el mismo color rojo y apenas los podía mantener abiertos. La mayor parte del tiempo se la pasaba dormitando, pues el dolor de su estómago no le permitía descansar adecuadamente y eso también le estaba cobrando factura.

No le gustaba nada el estado en el que Eun-ji se encontraba. Solo lo deprimía y lo hacía sentir frustración verla en ese estado tan deplorable, nada parecido a la tierna chica que se paseaba con timidez por su casa. Así que salió de inmediato de la habitación, casi corriendo. Se recargó sobre la puerta mientras presionaba el puente de su nariz para tratar de relajarse.

Sin embargo, había otro problema y era su conciencia que no dejaba de recriminarle que ella estuviera en ese estado, pues tiempo atrás él le deseaba lo peor a su media hermana y la había tratado muy mal. Si se ponía hacer un recuento de cuantas veces ella sonrió o se sintió contenta, no habría nada, porque él se encargó de hacerla sentir mal y robarle su felicidad y ahora ella estaba sufriendo en el hospital. Desde que llego a su vida ella jamás tuvo momentos felices y eso lo hacía sentirse como la peor persona del mundo. Pero sus ruegos para qué mejorará eran muy sinceros, de verdad lo deseaba de todo corazón.

La vida daba muchas vueltas.

—Joven, ¿Me da permiso para entrar? —pidió amablemente una enfermera.

Llevaba una bandeja con sopa y un vaso de agua de alguna fruta. Jungkook se hizo a un lado para dejarla entrar y seguidamente él hizo lo mismo para poder darle las gotas a Eun-ji. Normalmente, ese era una tarea que su madre realizaba, pero ella había salido para comprar más gotas, pues las que tenían ya se estaban acabando.

Cuando los dos entraron, la joven seguía con los ojos cerrados. El joven fue quien se acercó a ella y la sacudió levemente para que despertara. Sus ojos se abrieron poco a poco, su rostro se contrajo por el asco que le producía el aroma de la comida. Dio algunas arcadas por el malestar que sentía. La enfermera se acercó y comenzó a dar caricias en la espalda de Eun-ji para relajar la y evitar que devolviera lo poco que tenía en el estómago.

—¿Puede llevarse la bandeja de aquí? El aroma no me sienta nada bien —al terminar de hablar comenzó a toser con fuerza.

—Eun-ji, tienes que comer algo. Si no comes solo empeorarás.

—Tu hermano tiene razón —comentó la enfermera—. Trata de hacer el esfuerzo de comer aunque sea un poquito.

Eun-ji se negaba rotundamente a hacerlo y es que solo ella sabía el martirio que era comer. El aroma no era el único problema, sino también el sabor, pues cada bocado le sabía horrible y además, cada pedazo de comida que llegaba a su estómago se sentía pesado. Era como si pequeñas piedras se estuvieran acumulando en ese lugar. De verdad le resultaba tan insoportable algo tan simple y habitual como lo es el comer.

Y aunque se negó con ahínco a no comer, Jungkook le siguió instando, llevando cucharadas de la sopa a la boca de su media hermana. Al principio fue difícil hacerla aceptar, pero después de varios intentos Eun-ji cedió y terminó tomando varias cucharadas de sopa, Jungkook le sonrió contento por eso y la enfermera le aplaudió, fueron actos para tratar de animarla y que siguiera comiendo.

Jungkook le dio otro poco de comida antes de intentar que tomara agua, a la que estuvo a punto de echarle las gotas. Y lo habría hecho de no ser porque la enfermera, que estaba a punto de irse, alcanzó a ver lo que tenía planeado hacer.

—¡¿Qué crees que haces?! —sonaba muy alarmada—. ¿Acaso la quieres envenenar o qué? Esas gotas son para los ojos, solo harás que ella empeore.

Jungkook se quedó quieto en su lugar. Se paralizó en cuanto escucho las últimas palabras de la enfermera y estas se repitieron varias veces en su cabeza, como una forma de comprobar que había escuchado correctamente. Eran gotas para los ojos, eso es lo que la enfermera dijo y le heló la sangre. Todo ese tiempo estuvieron dándole un medicamento que solo estaba lastimando a su media hermana, pues esa seguramente era la toxina que tanto mal le estaba haciendo a Eun-ji.

Ella también se quedó igual de pasmada y asustada que su medio hermano. Su respiración se aceleró asta casi hiperventilar por la impresión. En su mente no dejaba de repetirse que ella siempre tuvo razones para desconfiar de la esposa de su padre, pues cada supuesta interacción o gesto amable que tenía con ella se notaba forzado y ahora lo entendía. Ella quería matarla ¿O si no que otra razón había para darle aquellas gotas con la excusa de que se curaría gracias a ellas?

Su respiración seguía agitada y la inquietud en su pecho seguía latente. Su vista estaba perdida en algún punto de su habitación y en su mente no dejaba de repetirse que la señora Jeon se quería deshacer de ella. La estaba matando de forma lenta y dolorosa, seguramente por querer verla sufrir.

Jungkook le dijo a la enfermera que él en realidad quería darle otra medicina, pero como los goteros eran iguales se confundió. La enfermera preguntó si todo estaba bien, pues noto como el rostro de ambos jóvenes estaban pálidos, como si hubieran visto algo realmente aterrador. Ellos insistieron en que estaban bien, que eso no significaba nada. Ella lo dudo, pero al final salió sin decir nada más.

En ese momento el joven se derrumbó. Callo de rodillas al suelo y las lágrimas comenzaron a brotar. No era nada fácil enterarse de que su madre era tan malvada como para envenenar a una persona, ni mucho menos a su propio hijo. Eso era lo que más le dolía.

—Eun-ji, yo también tome esas gotas. —Se sentía muy herido, y lo reflejaba en la forma en la que comenzaba a llorar. Estaba demasiado desconsolado—. Mi propia madre me envenenaba hace años. Eun-ji mi mamá también intentó matarme.

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