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Veinticuatro

Eun-ji abrió los ojos y de inmediato supo que estaba en la habitación de un hospital. Lo último que recordaba era lo mal que se sintió en la biblioteca y de repente todo se sumió en oscuridad ¿Cómo había ido a para al hospital? Intento sentarse, pero un agudo dolor en su estómago se lo impidió. Soltó un chillido y muchas quejas, el dolor era tan fuerte que incluso derramo unas cuantas lágrimas. Volvió a tumbarse en la cama y un suspiro cargado de alivio salió de su boca ¿Por qué su estómago dolía de esa forma? ¿Quizás una infección estomacal? Lo dudaba, el dolor era muy fuerte. Jamás había sentido algo parecido.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la señora Jeon, quien entró con un rostro preocupado igual que su hijo. La mujer se sentó en la cama y tomó la mano de la chica. Eun-ji aún sentía miedo por el comportamiento de la esposa de su padre, no obstante dejó que tomara su mano. No tenía fuerzas ni para negarse.

—Que bueno que desperté, nos tenías muy preocupados a Jungkook y a mí —habló de forma maternal, o al menos lo intentaba—. Pasaste más de doce horas dormida, incluso pensamos que ya no volverías a abrir tus ojitos.

Ella se rio y Eun-ji frunció el ceño con desaprobación.

—Mamá —le reprendió su hijo a la vez que le daba un leve empujón en su hombro.

—Solo fue un comentario inofensivo.

Sea como haya sido ese comentario, no le había agradado para nada a Eun-ji. Por alguna razón sintió un doble significado en esas palabras, aunque seguramente debía ser que ella era muy mala para tratar de ser amable con alguien que odia. Seguramente se trataba de eso.

—¿Q-que me paso?

—Te desmallaste —habló Jungkook—. La mujer que llamó a la ambulancia creyó que tal vez fue un bajón de azúcar, pero como no despertabas te trajeron al hospital.

—Los doctores aún no saben que es lo que tienes, pero debido al aspecto de moribunda que tienes decidieron hacerte estudios para descartar cualquier enfermedad grave.

Eun-ji suspiro abatida con las palabras de la señora Jeon, todo parecía mejorar y ahora pasaba esto. Jungkook le dirigió una mala mirada a su madre por los malos comentarios que soltaba a cada rato; sin embargo, sí era cierto que Eun-ji se veía muy mal para tener enferma varias horas. Todo alrededor de sus ojos adquirió un color rojo, como si estuviera levemente inflamado, se veía algo pálida y sus labios también tenían un leve color morado.

No iba a mentir, la verdad es que se sentía preocupado por su media hermana. Quien lo diría, Jeon Jungkook, preocupado por Eun-ji, la hija de la amante de su padre. Era sorprendente y extraño para Jungkook sentirse de esa forma, pero desde que pasó lo de su madre, cierta conexión que él intentaba ocultar se había formado entre ellos.

Minutos más tarde un doctor acompañado de una enfermera llegó al cuarto de Eun-ji, la mujer sostenía una bandeja de comida. El solo olor le causó un mareo a la enferma, comenzó a toser con ganas de vomitar y al mismo tiempo a quejarse de dolor. La enfermera salió rápidamente por órdenes del médico. Una vez que Eun-ji logró calmarse, el doctor comenzó a revisarla. Su rostro claramente confundido no pasó desapercibido para ninguno de los presentes.

—¿Es grave lo que tiene doctor?

—En realidad… No sé qué explicación dar a lo que tiene su hija.

—Ella no es mi hija —respondió con rapidez, el doctor la miró sorprendido—. Solo quería aclararlo.

—Está bien. Bueno, los estudios que le realizaron no mostraron nada fuera de lo normal. No hay infección, no hay signos de apendicitis y tampoco intoxicación.

—P-pero me duele mucho.

—Te creo pequeña —le dijo el doctor con una sonrisa—. Y haré todo lo posible para averiguar que tienes y que te mejores pronto.

Anunció que tendría que hacer más estudios para averiguar qué era lo que le sucedía y mientras tanto tendría que quedarse en el hospital. En cuanto a la comida, también dijo que intentará más tarde comer algo, aunque fuera poco.

Una vez el doctor salió, la mujer comenzó a interrogar a Eun-ji pensando que tal vez ella solo estaba fingiendo. La joven le juro que no se trataba de eso, en verdad le dolía, pero ella estaba muy insistente con eso y duro mucho tiempo tratando de obtener una confección que obviamente no existía.

Mientras eso pasaba, Jungkook recordó algo. Cuando tenía cuatro años, durante la época en la que su padre estuvo ausente, también le había pasado algo similar. Se enfermaba muy seguido del estómago y le dolía mucho, con él nunca fue necesario internarlo, pero sí tenía muchos síntomas parecidos a los de su media hermana. Tal vez Eun-ji tenía lo mismo que él. Entonces le contó a su madre lo que sospechaba.

—No lo creo, ella se ve horrible. —Le dedico una mirada de hastío a la chica—. Peor que tú cuando te enfermaste.

—Pero los síntomas son similares. Además, los doctores tampoco sabían que era lo que yo tenía, igual que como le está pasando a ella ¿Y si le das esas gotas que me ayudaron a mejorar?

Eun-ji miro con recelo a ambos. No le gustaba que estuvieran hablando enfrente de ella como si no existiera, y tampoco le gustó esa idea de que le dieran medicina que el doctor no le había recetado.

—No creo que sea buena idea —intervino Eun-ji, pero con voz muy bajita, aún se sentía tímida al hablar frente a Jungkook y su madre—. Podría ser contraproducente.

—Ella tiene razón ¿Y si empeora en lugar de mejorar? Yo no quiero meterme en problemas.

Su hijo siguió insistiendo al grado de ofuscar y molestar a su madre. Él se puso muy terco y no le presto atención a su media hermana, que se la pasaba haciendo señas y negando con su cabeza para que dejara de insistir. Sin embargo, la mujer mayor terminó cediendo, le dijo a su hijo que conseguiría las dichosas gotas para dárselas.

Jungkook sonrió triunfante, además de que se sentía muy contento de que su madre demostrará que no era la persona mala que su media hermana creía que era. Para el todo estaba de maravilla, incluso pensó que ese era el inicio para que Eun-ji y su madre se llevarán bien, y también con su padre. Quien sabe, tal vez por fin se podrían convertir en una familia feliz y unida y Eun-ji estaría incluida en esos planes. Sin embargo, ella se seguía sintiendo inquieta y no podía dejar de sospechar que algo malo estaba pasando. Y no estaba equivocada.

Ninguno de los dos jóvenes lo noto, pero la mujer tenía una pequeña sonrisa en su rostro, y no se debía a que los problemas familiares parecían acabarse. En realidad, esa mujer era mucho más cruel de lo que Eun-ji y Jungkook podían imaginar.

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