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Dos

Un mensaje llegó a su celular robando por completo toda su atención. Era un mensaje de su amigo y compañero de trabajo, Yoongi, donde lo apuraba a llegar rápido al trabajo, ya que había muchas cosas que hacer y su jefe estaba desesperado por la llegada de su trabajador faltante.

Hoseok bufo con molestia. Su jefe solía llegar incluso más tarde que él, y las pocas veces que se suponía él debía ayudarlos solo se limitaba a quejarse del mal desempeño de todos.

—Qué buen jefe —el sarcasmo era muy claro en sus palabras.

Desde hace semanas su jefe estuvo haciendo lo mismo, desaparecer y cargarle todo el trabajo a sus empleados, sobre todo a él y a su amigo. Al principio creyó que se trataban de muchas coincidencias, pero ahora creía firmemente que su jefe los odiaba y por eso ellos dos hacían todo el trabajo.

La idea de renunciar le parecía bastante tentadora, después de todo ¿Por qué debería trabajar en un lugar donde lo trataban mal? Por qué es el único sitio que te da tiempo de estudiar y te deja el dinero suficiente para pagar el alquiler y tu comida, se contestó mentalmente. Ahora que lo pensaba mejor, debía alejar de su mente ese tipo de pensamientos que solo lo harían cometer una locura.

Su teléfono volvió a sonar, pero esta vez debido a una llamada, deslizó la pantalla para aceptarla sin fijarse en quién era la persona que lo solicitaba, y vaya susto que se llevó.

—¡¿Por qué demonios no has llegado al trabajo?! —grito su jefe al otro lado de la línea.

El hombre le había gritado muy fuerte. Le provocó un molesto dolor en el oído y también un fuerte susto que casi provoca que su teléfono callera al suelo del autobús. El aparato giró varias veces en el aire, saltando de una mano a la otra del chico que no podía sostenerlo bien. Cuando por fin pudo sostener adecuadamente su celular, espero unos segundos para calmarse y poder hablar con su jefe.

—Buenas tardes, señor —saludo lo más educado que su enojo se lo permitió.

Las ganas de quejarse por lo que hizo no le faltaban.

—¡Aún no contestas mi pregunta!

El hombre seguía gritando y eso le sacaba de quicio al joven ¿Qué le costaba con ser un poco amable con sus trabajadores? Tal parecía que mucho, pues a pesar de que sus trabajadores siempre se esforzaban, él siempre les exigía más y los trataba mal.

—Bueno señor, aún faltan diez minutos para que comience mi jornada, así que no he llegado tarde.

—Querrás decir que han pasado diez minutos desde que debiste comenzar a trabajar.

Hoseok arrugó las cejas. Con notable confusión alejo el celular de su oreja para mirar la hora, la confusión pasó a ser vergüenza. Efectivamente, su jefe tenía razón, estaba llegando diez minutos tarde al trabajo. Quizás no debió hacer esa parada a su departamento antes de ir al trabajo, así no habría llegado tarde. Hoseok se sentía muy avergonzado.
Volvió a colocar el aparato en su oído, pero tardo en decir palabra alguna ¿Qué más podía decir?

—Deberías considerar seriamente en comprar un reloj, o que ¿El dinero que te pago no es suficiente para eso?

—Señor, en verdad lo siento es que…

—No quiero escuchar ninguna excusa más, mira que ya las he escuchado todas antes y ya me las sé de memoria. –Hoseok planeo volver a hablar asta que su jefe se lo impidió—. ¿Cuántas veces te advertí que si llegabas tarde te despediría? ¿Acaso no me creías capaz de hacerlo?

Hoseok quedo mudo. Definitivamente, sus disculpas no servirían de nada para evitar lo inminente. Solo se limitó a escuchar a su jefe, quien le decía por décima vez que él fue el peor empleado que ha contratado desde que abrió su negocio y también como por fin, después de muchas amenazas, lo despedía.

Cuando su jefe por fin terminó la llamada Hoseok dejó caer su cabeza en el respaldo. Ahora no solamente debía preocuparse por los exámenes, ahora también debía preocuparse por encontrar un nuevo empleo que le permitiera seguir estudiando y que lo ayudará con el alquiler del departamento. Golpeó el asiento de adelante, maldiciéndose por lo impuntual que era. Ser adulto era muy difícil.

No había muchos pasajeros en el autobús, y la mayoría estaban metidos en sus asuntos. Excepto la chica que estaba sentada a un lado de él, y solamente se percató de su presencia por el respingo que dio al asustarse por la acción del chico.

Los ojos de los dos se conectaron y se miraron por varios segundos sin decir o hacer nada más que parpadear. La chica utilizaba una falda negra y una blusa azul con un moño blanco, su cabello era negro y este caía como cascada a los costados de su rostro, cubriendo sus gorditas y algo coloradas mejillas. Tenía una paleta en la boca resguardada en la mejilla que la hacían lucir muy tierna y con un aspecto bastante aniñado. Se le hizo bastante familiar la chica, pero no le tomó importancia.

Hoseok se sintió incómodo ante la mirada de la chica, seguramente debía pensar que él era un chico violento que se desquitaba golpeando cosas al azar. Suspiro sintiéndose molesto consigo mismo y por actuar de esa forma tan inmadura.

—Lo siento.

A pesar de ser una disculpa, sonaba muy a la defensiva. Las mejillas de la chica se acaloraron y el rojo se hizo más intenso. La chica abrió la boca para decir algo, pero las palabras nunca salieron y mejor agacho la cabeza con un leve rubor en sus mejillas. Hoseok se sintió repentinamente culpable. Debió asustarla mucho para que ella reaccionará de esa manera.

Se puso de pie para bajarse del autobús, ya no tenía caso seguir si ya no tenía un destino al cual llegar, pero como si Dios quisiera joderlo un poco más, al momento de ponerse de pie, su mochila se rompió y todas sus cosas cayeran al suelo. Observo las cosas regadas a su alrededor con asombro, y como si eso fuera posible se enojó mucho más de lo que ya estaba, pues la mochila no tenía ni un mes de huso.

—¿Es en serio? —Miro hacia el techo del autobús con frustración—. Alguien en verdad debe odiarme allá arriba.

Primero el trabajo y ahora su mochila y por si fuera poco, algunas personas se estaban burlando de su desgracia. Logró oír algunas risas y comentarios sobre lo desafortunado que era. Con pesar, sin ganas y con movimientos lentos, comenzó a recoger todas sus cosas, tratando de acomodarlos de tal forma que pudiera cargar todo con sus manos y la chica que se había sentado a un lado suyo para ayudarlo. Para cuando termino, la parada en la que había pensado bajarse ya había quedado muy atrás.

—Qué suerte de mierda —dijo para sí mismo.

Definitivamente, ese era el peor día de su vida. Sin agradecerle a la chica por su ayuda camino hacia los últimos asientos y se sentó mientras se preguntaba que mal había hecho en su vida pasada para tener tan mala suerte. Se sentía derrotado y también muy cansado debido a todo lo que estaba pasando. Lo único que quería en ese momento era ir a su casa, acostarse en su cama a dormir para qué lo despertarán cuando dejara de respirar.

¿Sería muy tonto de su parte si comprara algún amuleto para ver si recibía buena suerte?

Un ligero toque en su hombro lo hizo abrir sus ojos. La chica que se había encontrado antes estaba frente a él, con la mirada desviada hacia otro lado y su cabello cubriendo su perfil. Bajo la mirada hacia la mano extendida, le estaba dando una barra de chocolate.

—Se te cayó —le dijo en un hilo de voz casi inaudible.

Le dijo que no era de él, pero ella le siguió insistiendo acercando de poco en poco la barra de chocolate. Hoseok la recibió dudoso, pero antes de que pudiera decir algo más, la chica salió corriendo para bajar del autobús.

Hoseok la miró confundido, pensando en lo extraño que fue hacer algo como eso. Se encogió de hombros y abrió la envoltura para comer su contenido. No se iba a negar a probar algo delicioso como lo era el chocolate, él lo necesitaba mucho en ese momento. Justo al dar la primera mordida se dio cuenta de que había una pequeña nota envuelta al rededor del empaque. Hoseok la tomó con curiosidad y la leyó. Una sonrisa se formó en sus labios, entendiendo mejor por qué la chica se había comportado de aquella forma.

—Qué chica tan chismosa —dijo con diversión—. Ojalá tengas razón.

“Tal vez hoy no fue un buen día, pero ya verás que todo mejorará. También estoy segura de que pronto conseguirás un mejor trabajo.

Tarde que temprano a las personas buenas les llega su recompensa, te lo aseguro.”

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