Dieciocho
—¿Miedo de qué?
—¿Sucede algo? —la voz de la madre de Jungkook salió áspera—. Están tardando mucho.
La madre de Jungkook bajo del auto al ver lo mucho que estaban tardando. Eun-ji agacho más su cabeza y retrocedió un poco hacia atrás. Comenzó a temblar, Jungkook estaba demasiado confundido.
—A Eun-ji le cuesta un poco moverse —explicó Jungkook.
Ese fue el primer pensamiento que pasó por su cabeza para explicar el comportamiento de la menor. Después de todo, se había caído de las escaleras, y si tenía vendados los brazos, entonces debía estar muy lastimada. Quizás más lastimada de lo que le había dicho su madre.
—Está niña tan exagera.
La madre de Jungkook arrebato la mano de Eun-ji del agarre de su medio hermano y la arrastro hacia el coche sin importarle las quejas que ella trataba de callar.
—¡Deja de llorar! ¡Solo son unos cuantos golpes! ¡No es para que te pongas de esa forma!
Jungkook dio un respingo al escuchar los gritos de su madre, lo había tomado por sorpresa, así como también la reacción de Eun-ji. Ella se pegó lo más que pudo a la puerta del coche para alejarse de la mujer, también había levantado sus brazos para cubrirse.
—L-lo siento. Es que me duele mucho, tal vez si tomara algo…
—Eso no será necesario —la señora interrumpió a la chica.
La señora tomó de la nuca a Eun-ji y la hizo girar su cabeza para qué la observará. A Jungkook le pareció demasiado brusco el movimiento, y también le pareció que estaba ejerciendo mucha presión en su agarré.
—Solo está exagerando las cosas igual que siempre.
A Jungkook le gustaba cada vez menos lo que estaba pasando y una incomodidad estaba creciendo dentro de él. Normalmente, cuándo su media hermana llegaba a estar enferma, su madre se encargaba de todo, quizás de mala gana, pero nunca tratándola mal como lo estaba haciendo en ese momento.
—Y tampoco será necesario decirle a su padre. —La señora encendió el coche y antes de avanzar le dio una rápida mirada a su hijo por el retrovisor—. No hay que molestarlo por culpa de esta chica exagerada.
Jungkook frunció las cejas y se removió en su asiento sintiendo inquietud. Podía jurar que su madre lo estaba amenazando con la mirada. Eso le dejó un muy mal sabor de boca, pero lo que más le inquietaba era que ella pidiera no contarle a su padre del accidente de Eun-ji. Jungkook sentía que algo andaba mal, sin embargo, no dijo nada más. Una vez el auto estuvo en movimiento, se colocó los auriculares y reprodujo las canciones a un máximo volumen para tratar de ignorar esos pensamientos.
* * *
La mayor parte de su closet estaba lleno con vestidos y faldas porque le gustaban mucho, pero con los golpes que tenía en su cuerpo tuvo que cambiar esas prendas por jeans de mezclilla, blusas de manga larga o sudaderas. Porque a pesar de que ya habían pasado siete días y ya no usaba los vendajes, los moretones todavía se apreciaban un poco y había muchos que eran nuevos. Sí, la señora Jungnan seguía golpeándola.
Por ejemplo la noche anterior ella había ido a la casa de una compañera porque debían hacer un trabajo juntas, el problema es que llego tarde a su casa. Su padre ya había salido del trabajo, pero no fue él quien le llamó la atención, sino su esposa. La excusa era regañarla por llegar a altas horas de la noche, cuando en realidad la golpeó solo para recordarle que no debía decirle nada de lo sucedido a nadie.
Y por supuesto que ella se quedó callada, pues no quería que las cosas empeorarán, así que debía ser fuerte y soportar. Seguramente en algún momento ella debía cansarse y dejarla en paz, sobre todo al darse cuenta de que ella no la delataría.
Salió a paso lento de la escuela, se sentía cansada y le dolía mucho el golpe que la esposa de su padre le había hecho la noche anterior. Arremangó la manga de su sudadera para ver el moretón en su antebrazo. Arrugó la nariz al ver el feo color verde que tenía, hasta ese momento ese era el golpe más fuerte que había recibido.
—¡Eun-ji!
La chica buscó a la persona que la nombró y se encontró con un chico de lindos hoyuelos. Ella bajo de inmediato su manga para que no viera el golpe. Se lastimó un poco en el proceso. Camino más aprisa para encontrarse con su amigo.
—Hola Hoseok ¿Qué haces aquí? Creía que ya no tomabas el autobús en esta parada.
—Es que tenía muchos días sin saber de ti y como sé que siempre tomas el autobús, aquí decidí venir antes de ir al trabajo.
Eun-ji se disculpó por haber desaparecido ese día, y como siempre, Hoseok comprendió, después de todo ninguno de los dos se les había pasado por la cabeza darse su número de celular. Debían cambiar eso lo antes posible, Pero antes había un tema de mayor interés que se debía tratar.
—También quería saber como estás, si los golpes ya no duelen y si tus padres resolvieron el problema con esas chicas. Por qué si le dijiste a tu padre ¿Verdad?
El joven noto el cambio en el rostro de Eun-ji. Pasó de verse tranquila a tensa. La menor se recompuso de inmediato, levantando poquito las comisuras de sus labios en una sonrisa.
—Los golpes ya no me duelen, pero si me causan algunas molestias y en cuanto a lo otro…
La pausa fue muy grande, demasiado como para que Hoseok sospechara. Eun-ji se regañó cuando noto como los ojos del chico se cerraban un poco. Ese gesto únicamente aparecía cuando Hoseok creía detectar una mentira. Eun-ji se dio cuenta de eso cuando estaban en el hospital y hablaron sobre lo mismo.
No era intención de Eun-ji que eso pasara. Con sus compañeros y maestros era fácil mentir, lo hacía sin levantar sospechas y sin dudar. Solamente soltaba cualquier excusa que se le ocurriera, como que las tareas de la escuela la tenían estresada y que al ser muchas dormía asta tarde para realizarlas todas. Esas eran las mentiras que la chica utilizaba para excusar su comportamiento decaído y triste.
Sin embargo, con Hoseok no lo logro. Quizás porque a él le tenía confianza. Tal vez una pequeña parte escondida dentro de ella albergaba la esperanza de que él la ayudara a salir del infierno que la esposa de su padre había creado para ella.
—Mi... mi padre ya hablo con mis profesores sobre ellas —se apuró a contestar—. También hablo con los padres de las chicas para que hicieran algo al respecto, pero…
—No se detuvieron —termino la frase con pesar—. Me lo imaginaba. Cuando mi hermana estaba en primaria también pasó algo similar y mis padres tardaron en resolver el problema en más de tres meses. Pero al final se resolverá, te lo aseguro. Y si no se soluciona, siempre está la opción de… Ya sabes, asustarlas para que no se metan contigo.
—¡No!
Eun-ji había entendido claramente a que se refería Hoseok con “asustarlas”. La chica sabía que se trataba de una broma de la cual río junto con Hoseok después de haberla asimilado; sin embargo, se había asustado un poco ante la seriedad con la que Hoseok pronunciaba cada palabra.
—Ya, hablando enserió, estoy seguro de que si tu padre sigue insistiendo logrará hacer que esas chicas se detengan. Verás que en el futuro todo esto se convertirá en un mal recuerdo, que yo me ocuparé de que desaparezca.
Dicho eso, Hoseok sacó una barra de chocolate y se la extendió para que la tomara. Cunado la tuvo entre sus manos, se percató de que había un papelito de color azul pegado a ella con algo escrito.
“Sonríe. Solo es una mala racha, no una mala vida.”
—El chocolate es un buen remedio para alegrarte el día. Lo sé por qué un día una chica hizo eso por mí y funciono perfectamente. —Guiñó cuando termino de hablar.
La chica sintió como su corazón se aceleraba de alegría ¿Así se sintió Hoseok cuando ella hizo lo mismo por él? Su sonrisa se hacía más grande conforme el pasar de los segundos, fue el mejor regalo que le habían hecho después de cinco años en donde fue ignorada y menospreciada por la gente con la que compartía techo.
—¡Mierda! —grito Hoseok—. Me gustaría quedarme otro rato, pero ya es muy tarde ¡Nos vemos luego y no lo olvides, todo se resolverá!
Eun-ji quiso darle las gracias por el chocolate, pero el chico simplemente comenzó a correr en dirección al lugar donde debía tomar el autobús, olvidando que debía intercambiar números con Eun-ji. La chica sonrió y suspiro, él no aprendía.
Bajo su mirada y releyó lo que estaba escrito en el papelito. Sabía que sería difícil, pero debía hacer el intento de seguir sonriendo.
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