Cuarenta y ocho
—¿Por qué no me lo dijiste?
Jungkook y Eun-ji estaban apartados de todo el revuelo qué había en aquel pasillo. Caminaban de un lado a otro abogados preparando la defensa de sus casos y otras personas. Hoseok les esperaba paciente a varios metros de distancia, pues a petición de la joven, quería hablar de algo muy importante con su hermano.
Al principio se negó, pues estaba relativamente en calma, contento y solo quería llegar a la casa y no pensar en nada más que no fuera su nueva vida. Su hermana insistió tanto y su semblante era tan serio que termino cediendo.
—No lo vi necesario. —Su mirada iba directo al suelo—. Mis padres te habían hecho mucho daño, no quería que también cargaras con mis problemas.
Por una fracción de segundo miro el rostro de su hermana. No estaba molesta, estaba más bien decepcionada. Ahora era él quien se sentía intimidado y pequeño.
—Sé que las heridas que tenemos son distintas, pero no por eso nos aislaremos con nuestro dolor —la voz de la joven se estaba quebrando—. Se supone que somos una familia, y las familias se apoyan mutuamente, ¿no?
Jungkook solo asintió, él también parecía al borde del llanto. Tuvo que morder su labio para evitar que alguna lágrima traicionera se escapara. Ella tenía razón, pero él se sentía con la responsabilidad de ser el fuerte, de ser un pilar para su hermana y protegerla. No solo por ser el mayor, sino para compensar la enorme culpa que sentía dentro.
—Me dolió mucho escuchar todo lo que dijiste. —Eun-ji comenzó a llorar—. Si me lo hubieras dicho yo también te abría apoyado. Te abría ayudado y consolado.
—Eun-ji, no llores. —Jungkook la abrazo—. Ya te dije que si no te lo conté es porque no era necesario. No voy a decir que es fácil, pero tampoco es para que te lo tomes así.
—Jungkook, te vi llorar. Y estabas destrozado ¿Enserió esperas que no me preocupe? Yo también te quiero ayudar como lo haces conmigo ¿Si no entonces de que me sirve ser tu hermana?
El mayor suspiro. Justo por eso no le había dicho nada, sabía que se pondría de esa forma. Incluso sentía qué no estaba ayudando en nada. Pero era todo lo contrario, estaba haciendo mucho más de lo que Jungkook se sentía merecedor de un ángel como Eun-ji.
—Si lo que quieres es ayudarme, entonces sé feliz. —El abrazo termino para poder mirarse—. Sigue sonriendo como lo has hecho hasta ahorita. Saber que tú estás bien, es la mejor manera en la que puedo estar bien.
Se lo debía, Jungkook sentía que le debía toda la felicidad del mundo a Eun-ji por habérsela arrebatado por muchos años. Y él personalmente se encargaría de que ella sonriera en el futuro venidero.
—Y yo te pido lo mismo —hablo Eun-ji con decisión mientras limpiaba sus lágrimas—. Déjame ayudarte y siempre cuéntame cuando no estés bien. No cargues tú solo con ese dolor o yo también sentiré dolor, ¿entiendes? Yo también quiero que seas feliz.
—Lo aré. —Sonrió de forma tierna.
—Recuerda, somos una familia. Tú y yo contra el mundo, ¿de acuerdo?
Jungkook asintió sin poder contener por más tiempo el llanto. Volvieron a abrazarse sellando un juramento silencioso donde ambos se prometían apoyo mutuo.
* * *
Ya habían transcurrido seis meses desde el día del juicio y desde que Jungkook y Eun-ji habían comenzado su nueva vida. No estaban del todo bien, pero tampoco estaban tan mal. Jungkook había conseguido un trabajo de medio tiempo en una tienda de conveniencia cercas de su hogar. Y Eun-ji también lo consiguió como cajera en un restaurante cercas del centro de la ciudad. No era un gran sueldo, pero al menos alcanzaba para que pudieran mantenerse.
Ambos se sentían contentos con sus empleos a pesar de lo pesado que llegaba a ser. Lo estaban haciendo muy bien para dos jóvenes que habían dependido de sus padres para poder vivir. Se sentían orgullos de estarlo logrando.
—Buenas noches, ¿Qué desea ordenar?
—A ti.
Eun-ji levanto la mirada asustada por lo que dijeron. Río después de ver a Hoseok sonriendo coqueto.
—Eso no se podrá. No estoy en el menú. —Ella sonrió de la misma forma, aunque no se atrevió a mirar a Hoseok.
A pesar de que la confianza había crecido entre ellos, había momentos como ese en los que se ponía tímida. Y otros en los que no sabía como reaccionar, pero lo intentaba.
—¿Ni siquiera una pequeña probada? —pidió con un puchero en los labios.
—Hoseok, estoy trabajando. Y hay gente.
—¿Y cuál es el problema? A mí no me molesta, al contrario, me gusta presumir a la gente que la guapa cajera es mi novia.
Los ojos de ambos se conectaron. Duraron varios segundos callados, antes de reírse ligeramente.
—Eso sonó muy raro, ¿verdad?
—Solo un poco, aunque también fue lindo. —Toco juguetonamente la punta de la nariz de Hoseok—. Pero, ¿Qué haces aquí?
—Tu hermano me pidió que viniera a recogerte. Dijo que tenía algo que hacer ¿No te comento nada?
—No. Qué raro ¿Dijo algo más?
Hoseok no tenía los detalles, pero por supuesto que había notado que algo estaba pasando. Cuando recibió la llamada Jungkook se escuchaba molesto, además le había pedido que llevara a Eun-ji con él a su departamento, qué él pasaría a recogerla apenas terminará de resolver aquel asunto. Aquello no era del todo raro, pues anteriormente ya habían pasado cosas similares. Pero su tono de voz lo alertaba de que algo malo estaba pasando. Sin embargo, hizo lo que le pidió.
Por el momento, invento rápidamente una excusa para contarle a su novia.
—Solo comento algo sobre trabajo extra. —Sus hombros se encogieron.
Eun-ji asintió y no comento nada más. Parecía no sospechar nada, justo lo que quería su hermano. Aunque eso significaba no cumplir con su promesa. Hoseok se sintió culpable, pues estaba al tanto de aquello, entendía qué Jungkook tendría sus buenas razones para hacerlo. Cuando lo viera lo obligaría a contarle qué había pasado.
Hoseok se quedó a esperar a Eun-ji lo que faltaba de su horario de trabajo sentado en una mesa cerca del mostrador. Revisando su celular y haciendo otras cosas para distraerse. De vez en vez miraba hacia donde su novia y la admiraba con una sonrisa. Su belleza era hipnótica y podía pasar horas de aquella forma.
A veces Eun-ji lo atrapaba mirándola, él desviaba rápidamente su atención a otro lado. Era un juego entretenido para ambos.
Cuando por fin Eun-ji termino de trabajar, Hoseok ya le estaba esperando fuera del local. Se tomaron de la mano para caminar mientras la chica le contaba sobre su día y la escuela. También hablaron un poco sobre las citas con el psicólogo.
—La doctora dice que estoy mejorando rápidamente. Incluso ya no tengo pesadillas tan seguidas como antes —contó orgullosa por su progreso.
—Eso es bueno, y sobre lo otro.
—Aún no puedo hablar sobre eso —su tono se convirtió en uno de enfado rápidamente—. La doctora dice que no es bueno para mí, pero tampoco es fácil olvidar.
Hablaban acerca de su padre, de quien no se mencionaba nada. Con Jungkook sucedía lo mismo, se enojaba y evadía rápidamente el tema, diciendo que no les sería fácil olvidar ni mucho menos perdonar. Pero tarde o temprano tendrían que enfrentarse a él, ya fuera cuando saliera de la cárcel o más tarde. Y aunque a Hoseok tampoco le agradaba del todo qué Eun-ji estuviera cercas de aquel malnacido, su salud emocional era más importante.
Justo llegaron al conjunto departamental de Hoseok cuando su novia pidió hablar de otra cosa. El chico hizo aquello para que no se molestara.
Entraron al edificio ya muy conocido por Eun-ji, incluso el portero la saludaba como si se tratara de un inquilino más. A ella le parecía un señor agradable, aunque Hoseok juraba que solo era así con ella porque a todos los demás los trataba como a la mierda.
—No sé cuanto tarde tu hermano para llegar, ¿Te parece si pedimos algo para cenar? —pregunta mientras suben por el ascensor.
Eun-ji dio golpecitos a su mejilla mientras pensaba que pedir.
—Hace tiempo que no como pizza, ¿podemos pedir eso?
El ascensor se detuvo, y bajaron. Pero Eun-ji no recibió respuesta. Su novio estaba mirando al frente con las cejas fruncidas a un grupo de tres chicos hablando muy animadamente frente a su departamento. Uno de ellos, el más alto, fue el primero en mirar a Hoseok.
—Hablando del rey de Roma.
Los otros dos se giraron, todos con la misma expresión cansada en su rostro. Hoseok seguía igual de estupefacto.
—Hasta qué por fin llegas —hablo el de estatura pequeña.
—Qué novedad que llegues tarde —comento sarcástico un chico con voz aguda.
—¿Qué están haciendo aquí?
—¿Cómo que qué? Es viernes, y los viernes nos reunimos para ver películas —hablo el chico alto.
—Lo olvidaste, ¿verdad? —hablo el chico de expresión sería.
Hoseok cerro los ojos con fuerza. Tal y como comentaron había olvidado que ese día tenía aquel compromiso con ellos. Si lo hubiera recordado les hubiera cancelado los planes para no incomodar a Eun-ji. Es cierto que quería presentárselos, pero antes de hacerlo tenía que hablar con ellos para que se comportaran y no hicieran sentir incomoda a Eun-ji.
—¿Y ella quien es?
El chico bajito fue el primero en reparar en ella y los otros dos le siguieron. La miraron con sumo interés, incluso uno de ellos ladeo su cabeza como si fuera un cachorro curioso. Hoseok trago duro, deseando que sus amigos se comportaran y no soltaran alguna estupidez.
—Chicos, ella es mi novia, Eun-ji.
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