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6. "Miradas separadas por una frontera"


21 de Marzo. 2272
C. I/S, Nevada
EE.UU

El tiempo estaba pasando muy rápido. Ya se había cumplido un año de la llegada de Azul, o mejor dicho Idaly, a la familia Morbus.

Con la ayuda de Amadeo, Idaly comenzó a reforzar aún más sus habilidades. Hoy por hoy, Idaly era una chica nueva. Su poder solum era bastante alto.

Desde esa pequeña charla que tuvo con Jeremy un año atrás, Idaly dejó de prestarle demasiada atención a lo que su padre pensara de ella. Solo se dedicó a entrenar y hacerle caso para ser fuerte. Después todo, la fortaleza era lo único que podría sacarla de aquella casa algún día.
Sus demás hermanos, Luke y Samantha, la trataban igual que siempre. No había mañana en la que no la lastimaran verbalmente o le metieran una paliza.

La mayoría de las veces se dejaba golpear o insultar. Otras, Jeremy la defendía atando a sus hermanos en cinta o callándolos cómo de costumbre.
No se atrevía a defenderse por sí misma. No después de lo que le ocurrió una vez que se quedó sola con Samantha y Luke.

13 de julio. 2271
Residencia Morbus

Jeremy, Amadeo y Alba se habían ido al centro por la premiación del maestro de Jeremy. Era una ceremonia exclusiva para alumnos y padres.
Como Idaly y sus dos hermanos no eran alumnos de tal señor, se tuvieron que quedar en el hogar.

Idafool. Sube arriba ahora. Quiero pedirte algo—gritó Samantha desde su habitación mientras Idaly estaba en la cocina limpiando el desastre de Luke. Había roto dos platos de porcelana tratando de desarrollar el poder de telekinesis de los Verny.

—Enseguida.

Idaly terminó de limpiar los vidrios y subió con velocidad.

—¿Sí, Samantha?

—Frederick vendrá en quince minutos. Más te vale que te encierres en la habitación y no bajes. No quiero que piense que tengo una hermana pobrecita y estúpida. No en mi familia—dijo con naturalidad. Mientras recogía su cabello con una cinta marrón. Miró con enojo a Idaly— ¿Por qué sigues aquí? ¡Vete!— Se dió vuelta para mirar a un bonito espejo que tenía.

—También es mi cuarto—remató seria. Su voz cambió tanto en tres meses que se volvió de un tono grueso. Ya parecía su padre. Se paró firme en la puerta—. Las necesidades tuyas y de tu novio no son problema mío.

Samantha se quedó tiesa unos cinco segundos. Giró su cuello y miró con vista dura a su hermanita.

—¿Qué dijiste, mocosa?

—Qué tus necesidades no son problema mío.

Idaly no sabe cuándo ni cómo, pero se desvaneció en su cuarto y despertó en el ático. Había escuchado entrecortado las risas de Luke y Samantha cuando la apoyaron fuertemente contra una caja con sangre en su cabeza. Despertó tres horas después con la presencia y curación de Jeremy.

Presente

Eran las 11:30 de la mañana. La familia Morbus estaba desayunando un té como era de costumbre.

—¿Y bien, Samantha?—dijo la madre de la familia.— Es tu último año escolar. A partir del año que viene, podrás cumplir tareas laborales de un Solum.

—Me da igual. Sólo quiero irme de esta porquería de hogar— Continuó casi enseguida de que su madre terminara la oración. Alba se quedó callada. No le gustaba alzarle la voz a sus pequeños.

—A mí sólo me quedan dos años. Ya para eso seré todo un hombre y te superaré papá—agregó a modo de comentario Luke con voz acelerada. Él quería ser el solum más fuerte de su familia, así algún día todos olvidarían a su padre.

—¿Qué hay de ti, Jeremy?— Preguntó Amadeo sin darle importancia a sus otros dos hijos.

—No tengo planes. Quizá sea maestro nada más— La voz de Jeremy estremeció la cocina. Su voz infantil, pero terrorífica, hacía que sus oraciones suenen obsesivas.

—Qué decepción...— Luke tiró un poco su silla hacia atrás y colocó los pies sobre la mesa— Un maestro mediocre. Siempre fuiste un iluso hermanito. Sabes muchas cosas, pero prefieres derramar tu poder en estúpidos infantiles y...

—¡Silencio!—Amadeo golpeó la mesa.— No me interesa lo que ninguno de ustedes haga. Si se quieren ir de esta casa bien por mí así ya no les tengo que ver las caras ni un día más— Relajó sus músculos y suspiró—. Terminen de comer y váyanse ahora mismo al colegio. Porque gracias a los que están ahí, aún son gente decente.

El desayuno continuó en silencio.
La vida de Idaly como una Solum era fea. Si no fuera por Jeremy y su madre, todo sería un completo asco.

21 de Marzo. 2272
Valle Inutilia, Nevada
EE.UU

Más allá de Las Vegas en dirección a Spring Valley, las familias comenzaban a regar las flores de sus frentes y jardines para dar inicio a la bella estación del amor.
En el valle Inutilia, y principalmente en esa región, el 21 de marzo no sólo se festejaba otro equinoccio, sino que también, y por primera vez, se conmemoraba un año de la desaparición de Azul Stella Vancouver.
Decenas de familias fueron a llevar consuelo y tranquilidad a la familia. Cada uno ayudaba a difundir y a buscar a Azul cada semana. Algunos salían del valle, otras familias de más dinero contrataban chasovoys—policías especiales de cada raza—, para no parar la búsqueda; otros pegaban pancartas… de una manera u otra todos ayudaban. 
George estaba afuera de su hogar colgando una madera tallada que decía "Residencia Vancuover", de esa manera, todo aquel que tenga información ubique la vivienda fácilmente.
Lucrecia, por otro lado, se encontraba en la habitación de Liberty cepillando el cabello de la pequeña.

Ninguno lo demostraba, pero en el fondo estaban destrozados. No podían creer que en todo un año, no tuvieron noticias ni avances.
Pocos minutos después, se reunieron los tres en la sala principal para mirar el cuadro de la familia.

La foto seguía igual a como era antes de la desaparición de Azul, sólo que allí estaba Liberty parada al costado de su hermana mayor. Más que 3 meses, parecía que tenía 4 años.

George largó una lágrima. Estaba roto por dentro. Todas las noches tenía el cargo de conciencia de haber dejado ir a su hija sola al parque sin supervisión alguna.

—Te encontraremos, Azul. Lo prometemos—dijo Lucrecia tocando con su mano el marco de la gran fotografía.

Ring.

—Ya voy— George se limpió los ojos y se dirigió a la entrada. Abrió la puerta. Allí la señora Lazy, su vecina y madre del mejor amigo de Azul, estaba esperando a entrar con su pequeño Aldavinski—. Que tal, Laia. Pasen.

Sus vecinos entraron al hogar. Lucrecia se abrazó con Laia.

—Sé que tienen miedo de que haya pasado lo peor, pero tienen que ser fuertes y creer en que su pequeña volverá—Laia dejó de abrazar a Lucrecia y la miró a los ojos—. Josh, Lyubitelzhizni y yo estamos para ayudarlos.

Aldavinski se posó en el rincón, triste, ahogado. La imagen que observaba le traía mucha melancolía. Con lágrimas en sus ojos, se lamentó haberla dejado ir aquel día. "Si supieras cuánto te extraño", se dijo y se decía continuamente, cada día, en cada momento. Ellos no tuvieron una amistad, tuvieron una hermandad, y eso era lo que más le lastimaba.

—Aldavinski, hijo— George se acercó y se agachó a la altura del niño. Él trataba al pequeño como un hijo más. Sacó algo de su bolsillo—. Quiero que conserves estos dos objetos— Mostró un cuaderno forrado en cuerina negra y una pulsera algo familiar—. El día que Azul desapareció, su pulsera de la amistad quedó aquí en nuestro hogar. Lucrecia la trajo hasta aquí, pero quiero que tú la conserves ya que eres su mejor amigo y sabes tanto de ella como nosotros— Le colocó la pulsera de Azul en la misma mano que él.—Y este—le mostró el cuaderno—, es uno que quería regalarte para tu cumpleaños número siete, pero me olvidé de dártelo y ayer descubrí que lo tenía en mi cuarto. Es uno común y corriente con 213 páginas. No tiene renglones, liso. Es para que expreses tu arte. Tienes mucho talento para el dibujo. Llegarás lejos algún día. Te ayudará, no estés triste. Nada de esto fue tu culpa.

Aldavinski se largó a llorar y abrazó a George.

Spasibo, papa—dijo con su acento distintivo. Spasibo significaba gracias.

—¿Saben?—dijo Laia llamando la atención de la familia— Podríamos hacer una caminata desde el parque en dónde Azul fue vista por última vez hasta la entrada del valle. Sería una forma de conmemorar su último día con nosotros. Lo haríamos a la noche, prendiendo velas para iluminar nuestros sentimientos.

—No lo sé, Laia— Lucrecia se secó una lágrima que se le escapó—. Mi corazón dice que Azul está viva, y creo que hacer esta marcha da a entender todo lo contrario.

—Piénsalo de este modo— Laia habló a penas terminó la otra mujer—. Será una marcha que ilumine nuestro valle y que le diga a Azul, esté donde esté, que nosotros la seguimos buscando y que no vamos a frenar hasta encontrarla.

—Es una genial idea, amor— George se acercó a su mujer y la abrazó—. Nos hará bien al corazón.

Lucrecia meditó unos momentos. Aceptó.

Esa misma noche, el cielo se iluminó. Todo Spring Valley se unió a la marcha por la aparición de Azul Vancouver. Cientos y cientos de velas se encendieron en cada mano de cada ciudadano para demostrar que la estaban buscando.

La marcha iba en silencio.
Los tres mejores amigos de Azul, Anthony, Sam y Aldavinski, iban delante con los padres de la niña. Cada uno llevaba una vela color azul en honor a su nombre.
Aldavinski cantaba la canción de la familia de ella. Anthony iba agarrado a la campera de su padre, quien lo abrazaba con su brazo derecho.
Sam tiñó su cabello de celeste lila a un color grisáceo con tonos azules, demostrando tristeza.

Todos estaban unidos por lo mismo. Por una niña que salpicaba bondad, sabiduría, inteligencia y belleza. Todos estaban unidos por Azul.

22 de Marzo. 2272
C. I/S. Nevada, EE.UU

Al día siguiente en la residencia Morbus, llegó un periódico con la noticia de lo sucedido la noche anterior en el valle compartido con los Solum.

—"Marcha por Azul Vancouver. Unidos por la pequeña"—leyó Alba el encabezado tomando un sorbo de su té.—. Vaya. No le deseo eso a ninguna madre. ¿Perder un hijo? No quiero ni pensarlo.

—Descuido de los padres. Esté donde esté esa niña, fue descuido de sus padres— Amadeo fingió indiferencia mientras tomaba su taza para beber un sorbo de té rojo. Alba lo miró con decepción. Varias veces entraba en desacuerdo con su marido.

Aquel día Idaly se sentía un tanto extraña.
Muchas veces cuando despertaba y se miraba al espejo, una "cola de tiburón" le quería crecer encima de su cabello. Se peinaba, se ponía gel, pero no desaparecía. Le pidió ayuda a su padre, y él se la sacó con el poder adaptado de la metamorfosis. Otras, un pequeño brillo violeta resaltaba de sus pupilas. Y frecuentemente, soñaba con la voz de una mujer que la llamaba con desesperación por el nombre "Azul". Más que ese día, se sentía así casi todos los días.

Conforme pasaba el tiempo, Idaly iba entrando en etapa de pubertad. Aunque para su edad era un retraso.
A diferencia de los humanos comunes que habían habitado en la tierra, los superhumanos cumplían con un desarrollo físico más acelerado.
Durante el primer mes de vida, su apariencia y pensar se asemejaban a la de un infante de seis o siete años humanos.
Cerca de los cinco o seis años, comenzaban a crecer de manera mucho más acelerada. La apariencia de un niño de seis años que tenían desde el primer mes de vida, cambiaba drásticamente en cuestión de semanas a la de un adolescente de entre doce a dieciocho años.  En el caso de Idaly, para tener siete años superhumanos, parecía la de una preadolescente de doce.

No sólo ella en su familia. Sus recuerdos eran vagos, pero por lo que le contó su madre, Jeremy no cambió su apariencia desde los tres años. Parecía un infante de su edad y, para tener ya diez años, debía tener la apariencia de un joven de diecinueve corriente.
Su padre decía que él cambiará cuando lo acepte. En cuanto sepa su posición respecto al poder, Jeremy obtendrá en cuestión de días su verdadera apariencia.

Esa tarde luego del entrenamiento, Idaly tomó algunos libros de la biblioteca del hogar. Hasta ese entonces tenía prohibido leer o tocar aquellos libros gordos, pero su madre convenció a Amadeo de al menos dejarla leer un libro por mes. Él accedió a la condición de sólo una hora y media por día.

Entre los cientos de libros que había en distintas estanterías, tomó uno llamado "Estudio de las Razas", en la que hablaba curiosidades, hechos, poderes e historia de cada una.
El libro era demasiado largo. Tenía alrededor de casi mil cien páginas. Claro, la historia de las razas era bastante extensa.

Comenzó leyendo su raza. Solum.

La raza Solum, según los relatos de los superhumanos, fue la quinta raza en surgir en el mundo y la segunda en América.
Cuenta con una clasificación general de su poder llamado "Razum", la cual se traduce del ruso, mente. Ya que cada uno de sus poderes base se tornan en relación con el comportamiento mental.

Siguió leyendo de a un párrafo. Le parecía muy interesante.
Ese día llegó a leer hasta veinte páginas. Dado a que le costaba mucho leer la letra pequeña, tardó mucho.

Idaly se propuso a estudiar teóricamente las razas. Sabía que si ponía a prueba sus conocimientos intelectuales, la práctica se le haría mucho más fácil.

Meses más tarde, alrededor de julio, comenzaron los entrenamientos familiares.

Amadeo acordó que aprovecharía el verano para probar, entre los seis, distintas técnicas o reforzar las que ya sabían respecto al poder.

—Sólo lo diré una vez. Si alguien pierde una extremidad, se lastima feo o pierde la conciencia no me haré cargo. Su madre y yo tomaremos las precauciones necesarias. Si entre ustedes cuatro se lastiman, ya serán sus problemas— Amadeo salió al patio delantero. Su familia lo siguió—. En primera instancia vamos a practicar las técnicas de la familia Morbus, comenzando con la más usada por nuestros familiares anteriores—Miró a sus hijos uno por uno— Parada mind blank.

Alba desvió su atención a Amadeo.

—Cielo... ¿No crees que es una técnica demasiado avanzada?

—Ya están en edad—El padre se alejó un poco, quedando a espaldas de los demás. En un movimiento brusco, giró su cuerpo y puso sus pupilas de color marrón grisáceo— ¡Mind black!—su familia que estaba a unos dos metros de él, perdió la conciencia y quedaron mirando a la nada murmurando sin sentido— Cancelar.

Idaly cayó de rodillas al suelo y se tocó los laterales de su cabeza. Comenzó a jadear

—¡Idaly!— Jeremy se tumbó al lado de su hermanita para revisarla. No mostraba daños físicos.— ¿Está todo bien?

Idaly recuperó la conciencia. Otra vez el grito de aquella mujer llamándola por el nombre de Azul retumbó en su cabeza.

—Sí…

La brega mental le consumió la conciencia. Sentía el ajetreo de su doble presencia queriendo salir de adentro.
Amadeo no le dio importancia a la devastación de su hija y prosiguió con su tarea.

—Está bien, ya déjala Jeremy—Él apartó al niño—. Vamos a ponernos en parejas. Quiero que sea un combate cuerpo a cuerpo, pero usen todos sus poderes bases y técnicas que tengan integradas a su lista— Amadeo chocó sus palmas y se puso en posición— ¡Let 's go!

Los padres formaron pareja; los hermanos mayores también. A Idaly no le quedó más remedio que juntarse con Jeremy.

Comenzaron a pelearse con movimientos similares al Karate Qiangdam. La preparación física era tan importante en la familia Morbus, como la preparación mental y mágica.

Idaly sin dudas no se encontraba a la altura de su hermano mayor. Éste tenía la capacidad de predecir todos los movimientos que ella hacía. Una extraña condición congénita que vino incluida junto con su apariencia física. La niña cayó un sin fin de veces.

Jeremy le pegó un puñetazo en el estómago a su hermana. Ésta misma salió disparada contra la pared provocando que se golpee fuerte la cabeza.

—¡Vamos Idaly! Muestra todo lo que te enseñó papá mientras nosotros estábamos en el colegio— Jeremy se llenó de euforia. Cuando se trataba de competir, algo nublaba su actitud tan tranquila.

Idaly no escuchaba casi nada. Quedó bastante aturdida.
Vio los ojos de su hermano mayor y cómo peleaban los demás miembros de la familia.

No debo caer... Debo seguir... No tengo que ser débil. ¡No! ¡No quiero ser la débil de nosotros!

Apoyó su mano en el suelo y de a poco se levantó flexionando las rodillas. Una especie de poder posesivo la tomó por la espalda. Se levantó para atacar a Jeremy.

Su consciente quedó totalmente en blanco. Era como si alguien más estuviera en su cuerpo.

Se abalanzó para pegarle en la cara a su hermano. Él se giró en lateral sin pensarlo para esquivar el golpe. Se llevó la sorpresa al ver los ojos de Idaly. Un color semi violeta brillaba en sus pupilas. Su expresión cambió totalmente y se tiró él solo hacia atrás.

—¡Quod recedere!—Jeremy prácticamente desapareció del patio y reapareció en el comedor.
Quedó muy agitado. No podía creer lo que había visto. Tenía que hablar con su padre de inmediato.

Por lo mientras, Idaly volvió a chocar contra la pared ya que Jeremy se borró de su campo visual. Quedó inconsciente.... De nuevo.

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