Notas en el metrónomo
El tiempo hizo tic, cuando apagaba mi lámpara para hallar entre sábanas y colchas del sueño la luz. El libro se había cerrado y sus bordes dorados volvían a unirse ¿Porque el azul en los ojos era tan importante? Algo a lo que no acierto ¿será la escuela? esos folios en entre aros plateados que se cierran asustándome, tantas sillas apiñonadas sin poder alejarse ya de sus paredes. Mis batas alistonadas se pelean entre sus listones rosas, las puertas de los botones de repente se han tornado estrechas. Quiero ser infantil, que mi almohada sea un pedazo de cartón y me cubra aserrín de bello color paja.
Durante la práctica he metido mis notas entre mi mochila. Abrí mi relicario, su abril era diferente al mío. En el aeropuerto había tantos carteles, tantos lentes que con la rapidez de los latidos capturaban al sol donde pisaba. Voces de golondrinas tan distintas...Lo cerré oyendo su clic de latón y empece a mordisquearlo cual galleta de chispas... El profesor a dicho que soy tierna, desde la semana pasada eso no es cumplido. Mi voz sopla como violeta temblorosa, pero él la ve como migajas de rosa marchita, como diminuta bradita que da su tour curiosa por la bóveda del cielo. Y dice que soy tierna.
La inocencia, perdida o ganada, es lo que cambia el tiempo de la canción. Aunque los exámenes palidezcan ante la calidez de un seis, son las eses verdosas, florecientes como capullos amapolados, los que como brillo de acento, consiguen el perdón. Creía antes que el dolor era incorrecto, porque me da derecho a detestar, a exigir. Me pareció que era poco amable; que eran como bordes de chamusquina solapados entre mi diario. Mirando a la vía láctea las cenizas se perdieron, más; no conseguiré conmover si pretendo no haber sido engañada. Se marca el tiempo como cuartos en un vals. Si regreso, la batuta no me dejara amar.
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