Cada cuando, el corazón estalla, creando un sentimiento, una marca negra como las pecas en el sol.  Con la belleza de un eclipse, de pronto un alma ingenua e inocente, decide partir. Cual saeta en la desesperación de una estrella fugaz hacia los ojos que la han incendiado. ¿Cuanto se puede amar a una persona? ¡Como no llegar al final de la margarita?

La sombra de las hojas bamboleando junto con el crepitar de la falda. Se posan perezosas formando en el rostro un tapiz. Es la luz que quiere ver sus ojos, filtrarse por la suave caída de sus pestañas e indagar entre los sellos de sus años juveniles. En el obscuro de sus ojos, tibios como retoños frutales, ese negro reflejo que se torna en ventana. El calor sopla y la cálida ternura los empaña, caricias juveniles. Confesiones escritas en los días fríos o lluviosos cuando los rayos de luna impulsaron los gráciles movimientos que trazaron un nombre...un corazón. Las miradas caen, acobijadas por el parpadeo, las figuras se borran, el amor detiene su nacer.

Los cirros pasan atravesando el mar sobre las montañas, su negra vista se alza y forma sueños que pasado el viento quedarán como algodón de nube. La tiza se mezcla entre las rocas ¿Que quería... ? que mostraras, que me mostraras ...que también te gusto. Ya lo sé, no soy tonta. Solo quería...quisiera...que no fueses tan orgulloso. Si soy una estrella fugaz, voy a desaparecer de cualquier forma... ¿que te cuesta utilizarme? ¿que te cuesta, pedir un deseo y creer en mi? Los puntos yacen sobre el cielo unas veces brillan, otras no.

Pero el dinero se va, eso te lo aseguro. Y la versión de dynamite en forma de cassette se vendió toda. Sin permitirme formar parte del dictamen ejemplar de sus compradoras. Un derroche, pero los adultos no comprenden cuán lindo es abrir o en su lugar, desgarrar aquellas cajas. De un marrón soso, que vienen de la paquetería. No tendré dynamite, pero por fin resguardo entre mis manos, una Army Bomb. Que refleja la noche con motas cirúleas, en la noche de mi habitación.