200 cristales
Los edificios son mejores que los pasteles, ambos pueden llevarte a la muerte. Pero, el vértigo es distinto. Morir de azúcar no es tan dulce como la primera vez me pareció. Agitar un cono con una esfera de nieve. A veces lila, naranja o roja. Como alma al vórtice del juzgado. Pero no es nieve, ni es galleta.
Pelusitas de brizna seca se desprenden de las brochas al pasar mi mano sobre ellas. Que placentero sería ocupar en mis ojos un color azul y tornarme en gatito; si los gatitos pudiesen comprar entradas en conciertos no dudaría en ser uno. Entonces mis ojos se encenderían como velitas cada noche. Y ya no tendría que temerle al sol, ni a estar sola... Oh, si tuviera que elegir...si eligiera una sola manera, no habría tiempo entonces para el maquillaje en sí. El maquillaje no es como la ropa, sino como el desayuno; si solo se eligiera uno, sería cansado de preparar, he insoportable de degustar. Sería como una maraña imposible de peinar. Y no sabría entonces que hacer.
...Ahora que estoy lista, no puedo abrir la puerta. La situación es delicada, el tapiz puede asegurar que lo es. Podría abrirla y mamá podría determe. O podría escaparme por la parte del cuarto abandonado, que alguna vez quedo en construcción. Hay que considerar que no me sería posible pasar por el comedor sin que los invitados que hay abajo consigan que no vaya hoy esta tarde. Cual melodía de guitarra que siempre se pierde en los mismos rincones. No eran una, eran dos sillas en la banca C. La funda de mi celular se siente pesada.
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