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Capítulo 8° EL PODER DE LA OSCURIDAD

“EL PODER ES EFÍMERO Y LO SÉ. HE VISTO A MUCHOS DIOSES CAÍDOS. EL PODER TIENE SENTIDO SI SIRVE PARA TRANSFORMAR LA VIDA DE LA GENTE. EL PODER CAMBIA A LOS QUE NO CONOCEN EL PODER Y YO LO CONOZCO”

A Z I E L

Encadenado, sin ser un cuervo ante la desobediencia a la absurda petición de Derek Valentains. No existía arrepentimiento al desobedecerlo cuando los malos pensamientos me seguían atormentando más que su  castigo.

¿Quién era el equivocado?

Crei que fue lo correcto y actúe por su propio bien. Mi lealtad me orillaba a intervenir si un error, lo iba a perjudicar.

Ante todo, era protección a mi Señor.

Algo que él no comprendía.

Tal vez duré horas, días completos o semanas pero el tiempo fue lento y desde que se fue, cumplió el no regresar.

Ya no presentí su poder fuera de estas cuatro paredes. Ya no me importó su bienestar, si no me necesitaba.

Había sido claro, me había dejado en el olvido.

Sin preocuparle mi debilidad, usé mil intentos para deshacerme de aquel aro en mi cuello. Siendo un cuervo me sería más fácil ser libre de las cadenas más nada funcionó, en cada esfuerzo, más absorbia mi poder y dejé de intentarlo. Incluso rechacé la idea de morir por mi mismo, era seguro que iba a renacer pero la duda surgió ¿Seguiría en estas condiciónes?

Hasta pensar en cortar mi cabeza, de esa manera sería libre de su collar más eso no lo intenté. No iba a morir y debilitarme más. No haría lo que él esperaba que hiciera cuando solo preferí esperar en silencio.

Algunas veces observé el techo, otras veces recargué mi cabeza en la pared sin dejar de ver hacia la puerta cerrada. Observé el material de la cadena, me distraje con la pluma que aún conservaba y mantenía oculta.

Usó mi debilidad en mi contra.

Conocía que ser cuervo era lo que más me gustaba ser.

La volví a ocultar, volví a observar por un eterno tiempo consumido en oscuridad. Durante el día, reflejos de luz de colaban por un orificio de la pared, no una ventana, una desgastada grieta. La Mansión era antigua y cada vez se estaba cayendo cada parte que fue construida.

Esa luz me permitía saber si era de día o de noche. Había contado 20 veces la luz cuando aparecía y después perdí la cuenta.

¿Cuánto tiempo habría pasado?

Y sobre todo ¿cuánto más soportaría?

No solo era debilidad o aburricion era la quisquillosa sed, la necesidad de probar bocado. Era una descontrolada hambre.

Ni una copa de sangre venía a ofrecerme.

Mientras el descansaba, lo que más soportaba en durar en alimentarme era por 15 días y un ciervo me era suficiente para soportar por más tiempo aunque a veces recurria a la sangre de vampiros. La misma sangre que almacenaba para mi Señor.

Sangre, la anhelaba tanto.

Emeti un gruñido y no me podia mantener estable. Debía alimentarme. La desesperación me hizo actuar.

Observé fijamente mi brazo descubierto.

Me regeneraba, lo había comprobado.

Drásticamente lo decidí, lo acerqué lentamente a mi boca, al entre abrir mi boca, todos mis colmillos sobresalieron. Eran más filosos, más fácil usarlos.

En el último segundo, me detuve.

Si bebía mi sangre, me iba a debilitar, más debía calmar la sed de alguna manera.

Entonces, lo hice.

Me marqué a mi mismo, probé mi propia sangre oscura que ansie con desesperación. Más no me bastó, mis colmillos me fueron útiles para rasgar parte de la piel que cubría mi brazo y la devoré.

La acción se volvió repetitiva cada vez que mi brazo se regeneraba y lo comprendí, de esa manera podía soportar por mucho más tiempo.

Derek Valentains no se saldría con la suya.

No obstante, la espera se agotó cuando la puerta fue abierta por él. Tan cerca, dentro de estas cuartos paredes percibí su presencia, su poder.

—Espero hayas aprendido la lección —su voz resonó.

Lo ignoré, en cuanto entró, desvíe la vista. Le demostré mi molestia por su acto.

—Te subestime, haz soportado tres eternos meses—agregó tras un gruñido por mi silencio.

Traté de no verlo, de no demostrarle afectación pero estaba aquí. Por algo había venido después de tanto tiempo.

—Debes estar sediente —se acercó. Por mera precaución moví mis pies, las cadenas sonaron—A tales extremos llegaste —percibí su burla, debió notar el rastro de sangre en mi— es tú lección, no me serás más desobediente.

Dejé se sentir presión de las cadenas tras su hechizo. Al ver la cadena en el suelo sin atar mis pies, me atreví a verlo.

—Lo seré.. —emití después de tanto tiempo en silencio— las veces que sean... necesarias.

—¿Te atreves a contradecirme? —causé su molestia— No haz aprendido nada. No pienso liberarte del collar.

Tras un gruñido desaparecío de mi vista.

Permanecí en mi lugar tal vez por varios segundos hasta que comencé a levantarme. En todo momento me apoyé de la pared hasta mantener el equilibrio.

No pensé en huir,  por mi naturaleza, por aquella conexión que tenía con él, me orillaba a no irme de su lado, serle leal tras la promesa a mi creadora. Estaba seguro que un paso fuera de su escondite y al instante regresaría.

La conexión con mi Señor era más poderosa de lo que creí base a sus tratos.

Sin embargo, debía alimentarme.

Pensé en salir a conseguir sangre, sin su permiso, esperando no ser visto por él. Comencé a avanzar con lentitud, aún me molestaba el collar en mi cuello.

No celebré mi logro cuando logré salir, conocía el pasillo. Debía ser cauteloso y llegar hasta la sangre almacenada.

Un vistazo hacías las escaleras y no noté su presencia. No me detuve al pasar por aquella puerta de su refugio constante, seguí directo hasta ver que aún seguía en su lugar. Justo como las había dejado para él más eran pocas, esperaba fueran las necesarias para calmar mi sed.

Impaciente sostuve una, consistian en bolsas con sangre del vampirismo, de purasangres.

—¿Te di el permiso de salir? —detuve mis movimientos al volver a escucharlo— No tienes mi permiso de alimentarte.

Presioné la sangre y retrocedí.

—La sangre... la almacené yo... no usted —lo observé fijamente.

—Irrespetuoso, debería mantenerte prisionero por siglos— bajé la vista. Tras el silencio, agregó —Puedes beber solo una.

En silencio tan rápido perforé la bolsa y bebí con ansias la sangre. Más una no fue suficiente. Bajo su atenta mirada, sostuve otra.

—Vuelves a desobedecerme.

—La necesito —rugi.

—Entonces hazlo y te vas de aquí —volví a verlo— Si no te parece mi trato, puedes irte.

—Sabe que no puedo. Mi Señora me ato a usted en contra de mi voluntad. Nunca me fue de mi agrado... pero con el tiempo... lo aprecie... hasta ahora —dejé de verlo, observé la sangre— Tiene mi desprecio— le mentí.

—¿De verdad? No eres el único.

Gruñi

—Odio —pronuncié— es igual a sus hermanos.

—Suficiente —usó ese tono siniestro— me da igual si te quedas. Me eres inservible.

Se fue y aproveché la soledad para beber toda la sangre almacenada. Comencé a recuperarme, más la presión del collar era asfixiante.

Mantuve el control y lo busqué, entré a donde siempre solía estar. Lo vi sentado en su silla, cerca de la mesa con el diario de mi creadora.

—Retirate.

—Me debe una copa de su sangre —causé su atención. Avancé y me detuve frente a la mesa. Noté su copa vacia y la sostuve, alerta la acerqué a él— es lo mínimo que puede hacer por mi.

—¿Te atreves a darme una orden?

—Es mi única petición de otra forma —apoyé mis manos sobre la mesa— La voy a obtener— esperaba a no recurrir a atacarlo. Mil formas lo había pensado, más toda molestia se había esfumado.

El silencio fue abrumador.

Y sin emitir palabra lo vi derramar gotas de su sangre en la copa.

—No quiero el collar.

—Sigues siendo desobediente.

Lo ignoré y sostuve la copa con un cuarto de su sangre.

—Permitanme ser un cuervo —le pedí—Admita que me necesita.

—No eres el único que puede salir a vigilar. —Comprobó mis sospechas.

—¿Quién lo alimentará en sus descansos? ¿Quién oculta su existencia para el vampirismo y sus enemigos?

Se puso de pie, esperé su ataque más al último segundo lo escuché pronunciar un hechizo y en el collar de mi cuello resonó un broche y al instante cayó.

Fue más rápido para sostenerlo.

—Si es todo, retirate.

—No —dejé la copa aún sin probar y busqué la pluma hasta encontrarla— Va a crear más seres iguales a mi —le dejé la pluma sobre la mesa— En su reciente descanso, intenté varias veces y solo una vez lo logré. Cree un cuervo que permaneció en la existencia por tres días. Necesito más poder. Necesito su poder.

Curvó una maliciosa sonrisa, observó de la pluma a mi.

—Más desobedientes, no lo creo.

—Lo hará Derek Valentains.

Gruñó y dio un golpe en la mesa con su puño.

—¡¿Quién te crees?!

—Su ayudante, de otra forma no pienso más vigilar por usted. En algún momento, me va necesitar cuando descanse —por su mirada debió anhelar matarme ahí mismo— Además —sostuve la copa. Agregué con valentía— Una disculpa.

Resonó su risa.

—No esperes eso de mi que puedo castigarte mucho peor.

—No lo dudo —confesé— son mis peticiones.

Negó varias veces.

Mientras decidía bebí de mi copa.

Era extraño ordenar, más a un vampiro, pero era una situación extrema.

—Crearé más cuervos que no sean iguales a ti —sostuvo la pluma y la ocultó— si no me desobedeces no tendrás castigos, al contrario, beneficios. Cuando requiera que vigiles, lo harás.

Dejé la copa vacía sobre la mesa.

—No debí desobedecerlo pero su acción no fue la correcta.

Gruñó y rodeó la mesa. Vi cada uno de sus movimientos.

—Que sea la última vez.

Me rendí esperando su disculpa. Nunca lo haría.

Pasó por mi lado en dirección a la salida.

—¿A dónde va?

—Vigilancia —emitió y dejé de sentir su presencia.

Rodee la mesa y me senté en su silla. Sostuve el diario de mi Señora y pasé sus hojas con lentitud hasta llegar a las últimas páginas. Bien cierto que mi creadora había dejado hojas en blanco además de su oculto recado a su alma más en una hoja había letras escritas, un párrafo que podía entender:

“No deja de ser leal a mi. Acata cada una de mis ordenes y sobre todo oculta el secreto de mi existencia y entre cada uno de mis descansos permanece aquí. Nunca se va, intenté mil maneras de ahuyentarlo. Su poder ha incrementado, ha usado la magia oscura como un logro cuando bien podría ser un error. Se lo he prohibido, no puede ser detectado. La oscuridad podría controlarlo. Tuve que castigarlo por desobediente, bien es inteligente. Era la manera de evitar matarlo. Mantenerlo lejos de mi si su lealtad me causa hastio en varias ocasiones cuando no lo controlo

Dejé de leer, hablaba de mi.

Cerré el diario y me recargué en la silla esperando su regresar antes las nuevas dudas que surgieron en mi.

...

—Regresó —emití al verlo entrar. Al instante me levanté— ¿Qué descubrió?

Él guardó silencio un instante.

Demostraba molestia, tal vez de verme.

—Descubrí que el traidor de Salvatore tuvo más descendencia con Victoria. Una nueva creación suya y no es recientemente, la han nombrado Miriam.

Demostré confusión.

—No... no lo sabía. Una disculpa, descuidé vigilar el Castillo por vigilar a los Collins —hice una pausa— ¿es poderosa?

—No tanto como Darren. La mantienen encerrada, la ocultan del vampirismo. Es rechazada por la misma Corte, no es la indicada para ser la sucesora al cargo de líder del Castillo a falta de Salvatore cuando debe ser heredado a un vampiro.

—Y ella es vampiresa.

Asintió

—Aún así debemos vigilarla y en su momento si es un obstáculo, eliminar a la bastarda.

—Entendido —sellé mis labios, aún no podía nombrarlo como mi Señor— más Valentains.

—Que decepción de Linaje.

Rodeó la mesa del otro lado y enseguida lo imité. Esta vez él apareció cerca de su silla, tomé su lugar.

—¿Quiere que la vigile por usted?

—No por el momento.

Lo vi dejar la pluma del cuervo que había creado sobre la mesa y sostuvo un grimorio.

—¿Va a crear otro cuervo?

Me observó

—No me lo agradezcas

—No iba a hacerlo

Prosiguió ignorando mi presencia. En silencio lo observé atento.

—Tienes mi gratitud —me sorprendió sus palabras, pasó de página con desinterés— Mi aptitud no fue la correcta.

Volvió a guardar silencio.

—¿Es su disculpa? —no recibí respuesta— Pensaré que es una —hice una pausa— No lo odio mi Señor.

—Deberías.

—Yo también pensé en querer vengarme —le confesé— Me cegó la molestia y quise.... dañarlo en su momento.

Causé su atención.

—No voy a hacerlo, mi Señor —se lo aseguré.

—No confiare en ti, ni tú en mi.

—Si mi Señor. Ha sido claro, si lo desodezco me volverá a castigar.

Sonrió con malicia.

Otro silencio.

—Leí lo que escribió —dije de pronto. Dejó caer el grimorio sobre la mesa.

—¿Quieres otro castigo?

—No me lo prohibió —gruñó y siguió buscando en otro grimorio— Debería escribir un diario como su alma.

Cuando pensé que iba a ignorarme, me respondió:

—Tuve uno. Desde 1480 redacté mi eternidad, lo dejé en el Castillo.

—¿Quiere que lo recupere?

—No, ni tú, ni nadie va a encontrarlo y mucho menos, leerlo.

Asentí

El vampiro frente a mi dejó el grimorio en la mesa y con su don y el hechizo trató de revivir la pluma en un cuervo. Más falló.

—Necesita mi sangre.

—No la necesito —gruñó y volvió a intentarlo con su propia sangre.

—Mi Señor —causé su atención después de haber fallado tres veces— ¿por que aún no cumple su venganza?

—No es el momento —respondió— Tengo el poder suficiente para aniquiliar a Salvatore, como a su alma y toda descendencia pero no el suficiente para enfrentarme a la Corte. Aun Víctor puede vencerme.

—Lo comprendo, cuando lo decida voy a ayudarlo.

Dejó de verme.

—Desprecio más a Victor que a mis traidores hermanos. Ambos deben pagar pero más él.

—No es un líder que merezca el vampirismo.

—Por venganza a mi creador. Víctor lo eliminó frente a los tres y ellos lo han olvidado. En realidad Vlad Valentains debió ser el líder de la Corte, no él.

Lo vi confuso.

—¿Los Valentains son demasiados poderosos?

—Más de lo que creés y todo vampiro que es un rival para Víctor, simplemente los aniquila para seguir en el poder. Además, mi creador ocultó mi verdadero poder.

No dejé de preguntarle, después de tanto tiempo, mi Señor me contó su pasado y yo lo escuché con atención.

—¿Va a vengar a su alma y a su hija, mi Señor? —le dije tras su silencio— ¿Las extraña? ¿Piensa en ellas?

Duró en responder y volvió esa frialdad.

—Todo esto es por ellas —me observó—tampoco olvides que Mellissa es tu creadora y se los debes.

—No lo olvido mi Señor, existo gracias a ella.

Asintió

—¿Usted hubiera eliminado a su hija si hubiese existido? Sería más poderosa por ser su creación.

—No destruyó mis propias creaciónes.

Si la de otros, pensé.

—¿Por qué descansa demasiado, mi Señor?

—Te he respondido a todas tus dudas. Ya puedes guardar silencio —se volvió a sentar. Dejó de intentar crear sin dejar de ver la pluma con atención.

Acaté su orden, después de todo me había respondido. Estuve en silencio.

—Por la oscuridad —resonó su voz— Por la oscuridad en vampiros, debo descansar.

—¿Oscuridad?

—Todo el vampirismo oculta una oscuridad, si es libre, nos controla y a la vez descontrola al vampiro que somos. Solo nos afecta a nosotros y en ocasiones, debemos descansar por cierto tiempo para mantenerla controlada.

—¿Su aptitud es por su oscuridad?

—En ciertas ocasiones.

Lo entendí, por esos sus descansos hasta a veces no necesitaba uno.

—Si dejo que mi oscuridad me controle, puedo ser encontrado por Víctor, por todos y yo mismo arruinaría mis planes de venganza —hizo una pausa— Pero esas veces en descanso debo enfrentarla, la oscuridad y a Mellissa —lo vi confundido— Si, la oscuridad me hace revivir mis momentos con mi alma y revivir mil formas crueles cuando me es arrebatada. De esa forma, puedo reencontrarme con ella—bajó la vista. Fingió revisar grimorios.

—Mi Señor...

—No te atrevas. No quiero tú lastima.

Negué

—En realidad le iba a preguntar otra vez —gruñó— ¿Yo tengo esa oscuridad?

—Fuiste creado por ella —me observó, sus colmillos sobresalieron— Si, tú eres oscuridad.

—¿A qué se refiere?

Río siniestro

—Eres la destrucción a mi especie.

—No...no he pensado en destruirlos —pensé en todos los vampiros que había destruido por una orden suya y otras por decisión mía y hace poco hasta la idea de destruir a mi Señor— Yo... yo he destruido vampiros—retrocedí—Mi Señor, es cierto —hice una mueca, no me gustó descubrir eso —fue la oscuridad por la que fui creado.

—Fue tú instinto. Después de todo si eres igual a nosotros aunque no seas vampiro. Confronta tú propia oscuridad.

(...)

No se volvió a mencionar tema.

Durante cinco años seguí obedeciendo sus órdenes, no hubo más castigos más que a veces desacuerdos.

Mi Señor aún no creó cuervos iguales a mi, pero lo seguía intentando. Había comprobado lo mismo que yo, en menos días, los que lograba con éxito, morían. No eran eternos, no tenían conexión con él cuando no alcanzaba a usar un vínculo.

Y ante todo, seguía alerta tanto de la oscuridad de mi Señor a la mía.

Tal vez debí ya no destruir vampiros cuando no fue así. Lo hice cada vez que necesitaba uno para mi Señor, por mi había preferido alimentarme de ciervos.

Mi Señor me había prohibido sangre vampirica incluyendo la suya y lo obedecí.

Cada purasangre drenado era para él más ahora era más fácil conseguir uno. Solia cazarlos de un Refugio, su fundador Jontahan Williams, su refugio de vampiros exiliados del Castillo a cierta distancia tanto de su Rey Salvatore, a mi Señor. Un punto intermedio. Más protegía vampiros purasangres, la mayoría convertidos que habían sido exiliados del Castillo y los que solían salir, por mi no regresaban.

Tal vez eso causó su atención más también creían que eran Cazadores. Con el tiempo, su propia creación dejó de destruirlos al cumplir su castigo dado por los antiguos. Esteban Williams dejó de cazarlos y el mismo Salvatore le fue otorgado dicha tarea.

Aún así, no perdía conocimiento de su paradero al tener contacto con los Collins y hoy había descubierto una noticia grata para mi Señor.

Volé largas distancias hasta entrar. Dejé de ser un cuervo y cambié mi aspecto.

—Mi Señor —anuncié mi regreso.

—¿Cuál es la novedad?

—Lo primero es que la hija de Estefan Collins sigue bajo su protección —le informé.

Hace tiempo había descubierto su existencia y su conexión con los Collins. Ashley Collins. Hija de Isabel Woods, la primera real descendencia de Estefan Collins. Descubrí que él no tenía conocimiento de su parentesco hasta ese momento que ella apareció al buscarlo cuando su creadora falleció y al parecer hasta su protegido creyó que esa vampiresa era su hermana cuando desconocía su real origen.

—Sus visiones no son recurrentes. Es inexperta más sigue con los Collins y cerca del hijo de Jontahan Williams.

—Que desperdició de don en esa vampira. Sigue vigilandola, podría alertarlos.

—Si mi Señor aunque no es poderosa —hice una pausa— y lo segundo es que acabo de descubrir que Salvatore convirtió a un humano. Owen Rutwend, su familia eran Cazadores y al parecer es el único sobreviviente más por su hermano, es un vampiro.

—Un convertido —sonrió con malicia— Otro bastardo de Salvatore, mi traidor hermano a caído tan bajo al convertir humanos débiles. Solo ensucia nuestro Linaje.

Con el tiempo descubrí que a mi Señor no le parecía mucho la idea de convertir humanos cuando prefería descendencia propia aunque una y la primera le fue arrebatada.

—Si mi Señor, al parecer el recién convertido huyó. Su reciente creador no se lo llevó al Castillo.

—A Salvatore no le importa nadie más que el mismo, más tiene sus propios planes para sus creaciones.

—Y dos de ellas, se conocen —me observó fijamente— Si mi Señor, estuve buscando al vampiro convertido y lo encontré. El mismo vampirismo lo protege.

—¿Quién?

—Ashley Collins fue quién lo encontró y al parecer lo llevó hasta su sobrino y su leal amigo.

—El convertido cerca de Darren.

—Si, mi Señor.

Gruñó

—Va a descubrir quién es su creador.

—El mismo traidor de creador que ambos tienen —se recargó en su silla.

—¿Quiere que elimine al convertido?

—Aún no, pero recuerdale que debe odiar a su creador tanto que anhele matarlo y vengar a su familia.

Le hice una reverencia.

—Así lo haré mi Señor y los seguiré vigilando —revisé su estado— ¿No prefiere descansar?

—Aún puedo soportar y el día que lo haga, vas a acatar mi orden —lo escuché con atención.

—¿Cadenas prohibidas?

—En efecto, en el momento que descanse en mi ataúd, será la forma de reforzarlo. Él no puede ser liberado.

—¿Él? —lo vi confuso— ¿Su poder?

—La oscuridad. Es oscuridad y no solo conllevo y controlo la mía propia. Esa oscuridad hace siglos, me controló cuando cometí el error de interponerme cuando su intención era controlar a Salvatore. Más con él hubiera sido lo peor y habita en mi. Por siglos controló a mi creador y ante su debilidad buscó otro vampiro poderoso. Por el momento ha controlado solo Valentains y debe permanecer en mi. No es de esta dimensión.

—Mi Señor, no lo comprendo ¿De qué oscuridad habla?

—Es una Sombra —me alerté. Había convivido tantos siglos con él y no me había dado cuenta— absorbe vampiros, si mis enemigos no me destruyen, lo hará la oscuridad. Más si soy poderoso, la voy a controlar.

—¿La... puede destruir?

—Hacerlo es acabar con mi propia eternidad.

Era un gran problema. Su mayor enemigo.

—¿Qué piensa hacer?

—He investigado desde siglos y tú vas ayudarme a encontrar una solución. Vas a ocultar el secreto que te he confesado.

—Si mi Señor —lo vi preocupado— ¿Quienes conocen de esa oscuridad que tiene?

—Pocos —sostuvo un grimorio— y será un secreto en el vampirismo.

Asentí y lo observé con detenimiento.

Me preocupé por él.

Por lo que sabia, llegué a la conclusión de que toda oscuridad era destructiva y mi Señor, estaba expuesto, día a día su eternidad estaba en riesgo.

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Nota de escritora:
¿Cómo Aziel? Estábamos hablando de la trama en la época del libro de ESTEBAN y mucho antes de LPUV cuando te vas a contar de DMV. No, no me hiciste revivir malos recuerdos. Ya sabemos como termina esto pero aún no es momento de confesar más de DMV si aún faltan libros por contar.

El próximo capítulo será tan emocionante, al fin vamos a llegar a la fase de LPUV. El mismo Darkiel les contará cuando conoció a nuestra querida Aylin por primera vez siendo humana. Y así sucesivamente con cada libro, ya verán tantas escenas nuevas y nuevos secretos por descubrír.

Nos seguimos leyendo 🖤

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