Capítulo 6: Enigma
Oh, los días en la emocionante vida de Rebecca, trayendo libros prestados al colegio para evitar regaños profesoriles. ¡Ah, la emoción!, doy una bocanada de aire delante de la estructura mientras me voy adentrando en ella.
Últimamente, tengo en mi cabeza esa ilusión de que Jane y yo nos hemos vuelto un poco más cercanas debido a lo acontecido, que somos como dos polillas atraídas por una lámpara, aunque claro, Jane es la lámpara y yo... bueno, digamos que soy la polilla algo torpe que vuela a su alrededor.
Venir a mi "lugar secreto" en el último piso me hace, instintivamente, buscar a Jane entre la multitud de estudiantes, y sobre todo de entre las sifrinas egocéntricas que siempre la rodean. Ellas, tan arrogantes y creídas con sus caras malévolas, y Jane, con esa mirada angelical que provoca que todas nos preguntemos qué trato hizo con el diablo.
"Hola, Dora la exploradora", irrumpe una voz por mi espalda con tono sarcástico, sobresaltándome. Claro, como si mi melena corta negro-azabache fuera un chiste interminable, por la voz gruesa deduzco de quién se trataba: William, el caballero de las bromas elegantes.
Que poco duró lo de "refugio secreto".
"Definitivamente no necesito un espejo teniéndote a ti para señalar cada rasgo de mi cuerpo", respondo ofreciéndole una media sonrisa de desaprobación. "Tampoco soy tan calva como Dora, al menos mi cabello llega unos centímetros más abajo de mis hombros", puntualizo peinando mis puntas.
"Eres hermosa Rebecca, lo sabes", él ríe y se arremete levemente contra mí, chocando hombro con hombro.
William, mi buen amigo, siempre tan gallardo, se regodea en su estatura apodándome "Minion adorable", solo por ser un puño más alto que yo. Él, el chico guapo con rasgos de estrella de K-POP, lleva ese arete como si estuviera a punto de subir al escenario.
"De todos modos, ¿cómo me encontraste?", lo miro por unos segundos, incapaz de sostener la mirada, la vuelvo hacia el patio del colegio.
"No fue tan difícil. Tampoco es que estés tan escondida aquí en la intemperie, de hecho, estás bastante expuesta, solo que la gente por ir tan desquiciada no suele mirar hacia arriba. Yo, por ejemplo, pasaba frente a la oficina del rector cuando te vi aquí sola de pie, tan serena, escrutándonos a todos, disfrutando de la paz y la perspectiva que ofrece las alturas, alejada del ruido y el tumulto de estudiantes, cosa que me hizo desear estar en tu lugar, incluso me detuve unos segundos para observarte, seguramente ni lo notaste", sus labios produjeron un puchero y continuó. "He de decir, que al principio no sabia si eras tú, pero después me di cuenta de que ese cabello de Edna Moda, no lo tienen muchas chicas en el instituto", hizo una mueca y volvió a reír, los pliegues de mis ojos se achinaron, iba tan bien hasta la última parte. Qué idiota. Él trató de forzar mi risa llevando sus manos alrededor de mi estomago, pero solo logró que perdiera el control, haciendo que todo el peso de mi cuerpo fuera en picado al suelo, antes de que pudiera sentir el impacto, William me tenía sostenida con sus brazos bajo mis hombros.
"Detente. No me gustan las cosquillas", jadee acomodando mi uniforme, alejándome de él.
"Lo siento, lo siento", añadió más distancia entre nosotros, disminuyendo su risa.
La sacudida hizo que un mechón de mi cabello se desprendiera de su lugar pero estaba tan centrada en que mi uniforme no se viera ajado, que sólo noté como su dedo índice se deslizaba por mi frente hasta la parte de atrás de mi oreja. "¿Te he dicho que tienes una belleza incalculable?", nuestras miradas chocaron, pero esta vez su mirada era diferente, me veía con ojos apacibles. Aclaro mi voz, desviando la mirada una vez más, permaneciendo en silencio. Me resulta peculiar, el lado ambiguo de William, como pasa de lanzarme sus bromas y mofarse de mí, a tomarse el tiempo de admirar mi "belleza incalculable", por su puesto, con mis ojos almendrados, nariz notoria y expresiones marcadas, él parecía encontrar un arte que yo misma no he logrado ver, una especie de cuadro surrealista donde mi singularidad se convierte en algo místico.
Independientemente de su inesperada puesta en escena, entre sus risas y halagos, mi día toma un respiro, una pausa en medio de la tensión que las amigas de Jane me generan. Aunque, debo admitir, la admiración persiste, y buscar a Jane entre la multitud se ha vuelto un hábito, una conexión que va más allá de las apariencias.
En el reino de las palabras, conocido por los mortales como la clase de español, la profesora decide formar alianzas grupales como si estuviéramos a punto de embarcarnos en una épica búsqueda de conocimiento. Mi elección natural es el trío dinámico con Irin y William, porque, ya sabes, el mal se siente menos abrumador cuando tienes a tus cómplices favoritos.
La profesora, con su diplomacia de ángel, se acerca a nosotros, decidiendo separar a William de nuestro grupito para incorporar a Friend, otra compañera de mi clase.
Ambas, Irin y yo la miramos desconcertadas, y sin poder refutar, aceptamos su cometido.
Curiosamente, no vi a la profesora hacer eso con otro grupo, su propósito era desconocido para mí.
Friend. Aquel era su apodo ya que su nombre real es Torfan Taweema, pero podría entender porque no querría utilizarlo. De hecho, su apodo tenía un trasfondo bastante interesante, ya que Friend es una chica de pocos amigos, al ser alguien que no había pasado al curso siguiente, todos notábamos como no se sentía cómoda estando con personas con un rango de menor edad que ella. Ella era alguien bastante particular, incluso podría decir que más que yo, y no precisamente por su aspecto tan solitario y lúgubre, sino porque parecía esconder más cosas que todas las personas en esta sala.
Intento darle la bienvenida con una sonrisa, pero noto a Friend con una actitud seria y bastante aborrecible, su presencia terrenal podría pasar desapercibida, con una apariencia que podría calificarse de normalita en un día corriente, pero que progresivamente adquiere un toque de misterio. Sus ojos, como si fueran pájaros curiosos, exploran cada rincón del aula, y su cabello suelto, tan común como una tarde sin novedades, cae sobre sus hombros como una cortina de secretos que aún no se ha revelado. Ella simplemente se hunde en su asiento.
Intento no ponerle cuidado a la chica, y me enfoco en realizar los deberes. William y yo, que no estamos tan distanciados, desafiamos las reglas e intercambiamos bromas y risas como si fuéramos los rebeldes de la gramática. Sin embargo, mis ojos se encuentran fugazmente con los de Friend, quien me lanza una mirada intimidante. Me da la sensación de que parece actuar de manera suspicaz, sus gestos se tornan más rígidos, y sus ojos, antes curiosos, ahora parecen lanzar dardos de envidia hacia nuestro tonteo. Trato de no darle importancia y me enfoco en lo mío.
Tras finalizar la clase, quedamos Friend y yo a solas en el aula, y para sorpresa de nadie las cosas se tuercen.
"Ojalá nos vaya bien en esta asignación", digo intentando romper el hielo, mientras ordeno mis útiles en mi mochila, pero no obtengo respuesta. Friend, demostrando una destreza ninja que no sabía que poseía, toma mi mano de una manera que debería haber requerido una licencia. Experimento una sensación aguda en el comienzo del dedo anular derecho. ¿Qué hace? ¿Nos estamos comprometiendo sin previo aviso?
¡Ay, pero no! Resulta que la uña de Friend, ese pequeño artilugio de tortura personal, ha encontrado un nuevo hogar sobre mi dedo, dejándome con una sorprendente herida.
"¡¿Qué coño te sucede?!", gimo de dolor, la sangre comienza su espectáculo en mi dedo.
Friend, al percatarse de su hazaña, se retira tan rápido dejando atrás el polvo que levantaron sus pasos. Me quedo contemplando mi dedo sangrante, y llevo mi mano a mis labios intentando detener la hemorragia.
¿En qué evento chocante me he involucrado sin previo aviso una vez más?
Irin vuelve al aula y no pasa por alto la peculiar mancha carmesí en mi mano blanquecina. Su curiosidad se dispara, como mi cómplice y mejor amiga, no puedo resistirme a compartir el episodio con Friend.
"¡Esta chica debe ser delatada, Rebecca! ¿Quién se cree para clavar sus uñas en ti como si estuviera excavando un tesoro?", espetó con tono de molestia. Mi mente sarcástica se separó de la situación dando vueltas ante la idea de desenterrar secretos en lugar de tesoros, pero Irin no se detiene ahí, con astucia, insinúa una posibilidad bastante retorcida, que Friend, esa esfinge de mirada misteriosa, alberga algún tipo de afecto hacia mi persona.
Mis ojos se agrandan con escepticismo. ¿En serio? ¿Cómo podría alguien encontrar algo atractivo en mi vida que parece más una comedia absurda que un romance?
"¿Amor secreto? Por favor, Irin. Esa chica es un enigma, no soy su amor platónico", levanto mis cejas con un gesto de incredulidad. Sin embargo, la observación de Irin sobre el actuar de Friend resuena en mi mente ¿Qué buscará realmente esa chica? "No sé cual sea su problema conmigo, pero no dejó de lanzarme miradas extrañas mientras hacíamos el taller", examino la herida, la sangre parecía detener su flujo.
"No subestimes las miradas, Becky. A veces, son las que más dicen", dice lanzándome una mirada inquieta.
A pesar de sus especulaciones, me mantengo escéptica. ¿Realmente Friend podría sentir algo más allá de la extrañeza inexplicable que la caracteriza?
"Y Irin, que esto se quede entre nosotras, te lo pido", conclúyo nuestra conversación exigiendo a Irin un pacto de silencio, que ambas guardemos este mal sabor de boca, manteniendo en la penumbra las motivaciones de Friend, de los profesores, de otros estudiantes e incluso de William.
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