CAP 28 - Reunión, Parte 2.
Martes, 03 de febrero.
13:00 hrs
El día de la reunión finalmente llega y algunos de los líderes de los escuadrones van haciendo acto de presencia uno a uno. En sus rostros se pueden ver marcas del cansancio acumulado y el estrés que se ha vivido últimamente en Los Santos. La dichosa reunión esta vez no ha sido programada en la sala de reuniones si no que, en su lugar, por la cantidad de gente invitada, se escogió un salón al fondo de la base con luces tenues que iluminan el espacio.
Deiler, junto con Gabriel, el viejo "Weedsucker" y Karla, se encuentran al frente, ajustando el proyector que mostraría los videos más adelante. La mirada de ellos es seria, pero en el rostro de Karla hay un destello de esperanza. A su alrededor, se escuchan los murmullos de los asistentes que poco a poco se van presentando. Sus voces se entremezclan con el sonido del viento que golpea las ventanas, cubiertas por algunas cortinas.
—¡Silencio, por favor! —grita Deiler, levantando la mano.
La sala se va aquietando lentamente, hasta que solo se escucha cómo manipulan los aparatos, encendiéndolos y preparando todo para la reunión. No tardan mucho en alistar todo, hasta que finalmente Gabriel, ya sentado en una esquina, manipulando una computadora, le hace un gesto al pelinegro confirmando que todo está bien, y que ya puede iniciar.
Deiler da un paso al frente, observa a todos rápidamente para luego, respirar profundamente.
—Gracias a todos por venir. Sé que cada uno de ustedes ha estado lidiando con la presión de la situación actual. Hoy, nos reunimos no solo para discutir lo que hemos enfrentado, sino para prepararnos para lo que está por venir.
Nuevamente empiezan los murmullos: "¿Lo que está por venir"?, "¿acaso vienen más zombis?", "¡Vamos a morir pronto!", a lo que Deiler interrumpe dando tres fuertes aplausos, llamando la atención de todos.
—¡Por favor, por favor! Dejen hablar —toma una bocanada de aire y continúa—. Zailyn, una sobreviviente, se ofreció junto con Gabriel a investigar a través del acceso limitado que tenemos a internet, todo lo relacionado con el brote zombi, por allá en dos mil veintidós. Así como ustedes, también estoy con la intriga de saber cómo, cuándo o porqué empezó todo esto. Utilizaremos esta pantalla para poder proyectar los vídeos que ella encontró. Zailyn, te dejo con ellos.
Deiler deja el espacio libre para que la joven pueda desenvolverse. Zailyn a pesar de tener una personalidad muy estrafalaria y un tanto orgullosa, traga saliva al verse rodeada de tantas personas, y aún entre nervios, empieza a hablar sin vacilar.
—Hola a todos, soy Zailyn. Así como el comandante y muchos de nuestros compañeros, también vengo de Venezuela. No quiero aburrirles contando la historia porque, creo que todos hemos pasado por casi las mismas situaciones. Lo que quiero decir, es que, aunque no soy un soldado, quiero ayudar a la resistencia a luchar contra estas cosas. He recopilado información crucial sobre el brote zombi que ha devastado varias ciudades del mundo. Lo que verán a continuación no es solo un informe; son un compilado de vídeos que se subieron a la internet a inicios del brote. Advierto que las imágenes que verán a continuación son muy fuertes y gráficas, pero es necesario que vean todo.
Las luces son apagadas, la pantalla se ilumina y entonces, se ve un montón de vídeos recopilados, se pueden contar al menos treinta a primera vista. Gabriel reproduce el primero.
—El primer vídeo que veremos es de Argentina —dice Zailyn.
► Vídeo de Brote Zombi, Argentina.
La pantalla se ilumina con una escena desgarradora de Buenos Aires, un grito desgarrador se escucha de repente. La imagen se centra en un grupo de personas corriendo por la calle. Sus rostros están demacrados por el miedo, y la desesperación se muestra en sus ojos. De pronto, un hombre, con la ropa rasgada y ensangrentada, cae al suelo delante del cámara, quién se acerca, mostrando el rostro pálido del hombre, sin embargo, empieza a alegarse al notar la sangre que sale de una herida en su brazo.
—"¡No! ¡Por favor!, no me abandone ¡Ayuda!" grita aquel hombre.
El sonido de pasos pesados se escucha acercándose, y el cámara gira rápidamente para revelar a un grupo de personas actuando de forma salvaje, atacando a otros. Una escena aterradora. Sus ojos no muestran más que una agresividad descontrolada.
—"¡Corran! ¡No se detengan!" grita una mujer desde la distancia, su voz llena de pánico.
Los sobrevivientes se dispersan en diferentes direcciones, pero la tensión es palpable. Un niño pequeño, perdido entre la multitud, mira a su alrededor con lágrimas en los ojos. La cámara se enfoca en él, mientras su madre, desesperada, intenta atravesar la marea de personas.
—"¡Leo, leo! ¡Aquí! ¡Ven conmigo!" grita la madre, extendiendo su mano.
Un contagiado se abalanza hacia el niño. La madre grita, pero es demasiado tarde. El cámara solo puede observar a la madre moviéndose entre la multitud en dirección a su hijo, sin embargo, tropieza y muchas personas pasan por encima de ella, pisoteándola en todo el cuerpo. El cámara también cae, y la grabación finaliza con una pisada en el lente de la cámara.
Los presentes en la sala, sólo pueden murmurar lo lamentable y cruda de las escenas vistas en ese primer vídeo. Zailyn le hace una señal a Gabriel para que reproduzca el siguiente vídeo, esta vez es un brote zombi ocurrido en Brasil.
► Vídeo de Brote Zombi, Brasil.
La pantalla se ilumina, de repente, un estruendo interrumpe la calma; una explosión sacude el aire, y el sonido de gritos se mezcla con el eco de disparos en las calles de lo que parece ser Rio de Janeiro.
El cámara se mueve rápidamente por las calles, mostrando a un grupo de personas corriendo descontroladamente, cuando entonces, enfoca a un hombre con una mochila al hombro que se detiene brevemente para mirar hacia atrás. Sin pensarlo, el hombre saca una pistola y dispara, las balas silban por el aire. Uno de los contagiados cae al suelo, pero eso no detiene a los demás. El cámara sigue al hombre mientras corre por un callejón estrecho, saltando sobre escombros y esquivando a los que se cruzan en su camino.
Doblan en una esquina cuando de pronto, aparece una mujer con un machete en mano, que se abalanza hacia un contagiado que intenta sacarla de su casa. Con un movimiento rápido, lo decapita, y su cabeza rueda por el suelo. Pero es atrapada por otros dos. El hombre dispara, pero continua su paso.
La escena se intensifica; un niño se queda atrás, paralizado por el miedo. Un hombre, notándolo, se lanza hacia él, lo agarra del brazo y lo arrastra hacia la seguridad. Pero justo cuando parecen a salvo, un contagiado aparece de la nada, atrapando al hombre por la pierna. Con un grito de dolor, el hombre cae al suelo, siendo mordido por la criatura.
El cámara se mueve frenéticamente mientras los sobrevivientes luchan por abrirse paso en medio del alboroto, finalizando así el vídeo.
Zailyn da un paso al frente, tomando la palabra.
—El siguiente vídeo que mostraré a continuación, es de mi país. No hay mucho que mostrar sólo que...
—Okay, está bien, no hay que mostrar más vídeos de lo que ocurrió cuándo brotó el virus allá —comenta Deiler, interrumpiendo a Zailyn mientras se acerca a ella—. ¿Tienes algo más?
Zailyn entiende por qué Deiler la interrumpe, y cuándo él le hace la siguiente pregunta, la joven asiente, dirige la mirada a Gabriel, quién le hace un gesto de "¿Qué hago ahora?". Por lo que la joven, voltea a ver a los presentes.
—Tengo la grabación de una emisora de radio de España. Lo he resumido un poco porque, la mujer que estaba allí dentro, estuvo durante casi 20 días encerrada, hasta que murió... supongo.
Gabriel busca el audio. Lo reproduce.
► Audio de Brote Zombi, España.
–"En otras noticias, se han reportado una multitud de personas huyendo despavoridas de gente que se ha vuelto salvaje, como si la misma rabia se apoderase de ellos..." —se escucha un cambio de sintonía de radio—, "Hemos recibido reportes de varios compañeros que informan que de la nada, las personas se han vuelto salvajes y se atacan unos con otros..."
Ocurre un nuevo cambio de sintonía, y en cada grabación todos dicen casi lo mismo, no hay ningún reporte que diga algo diferente o dé siquiera algún indicio del origen del virus. Finalmente, se escucha un último cambio de sintonía.
–"Hoy es diez de julio del dos mil veintidós, son las once con dieciséis de la noche, no sé qué demonios sean esas cosas allá afuera, pero os juro que jamás había visto algo como esto. Mis compañeros y yo estamos encerrados en la estación de radio, llevamos tres días sin comer. Esta no es una sintonía para manteros informados, si no para pedir auxilio, soy Verónica Torres, su reportera habitual."
Luego de diez minutos escuchando los reportes de la mujer, ella comenta que uno de sus compañeros los abandona a los 10 días y no regresa jamás, dándolo por muerto. Luego, tres audios más adelante, relata que el otro de sus compañeros también ha muerto, fuera de la cabina de un infarto, quedándose completamente sola dentro de la radio, sin nada de comida.
Finalmente se escucha el último reporte de la mujer en cuestión.
–"Hoy es... creo que treinta y... uno de julio... es...toy muy cansada y hambrienta... yo... no tengo... fuerzas... Dios, de...
No se escucha más nada luego de una suave exhalación. Durante los siguientes dos minutos de audio, solo hay silencio. Dándose por entendido que aquella mujer ha muerto después de 21 días desde el brote zombi.
Los murmullos invaden la sala, y las luces son encendidas.
Dylan voltea a ver a sus compañeras quienes están tan afligidas como él. A pesar de combatir contra esas cosas todo el tiempo, no pueden evitar sentir lo que sienten.
Cuando Deiler empieza a hablar sobre Vicky y Abel, y sobre lo que ellos van a exponer, uno de los presentes se levanta, interrumpiendo al pelinegro.
—Comandante, hemos visto muchos vídeos de los zombis en sus inicios y tanto yo, como todos aquí, hemos visto con nuestros propios ojos lo que pasó y lo que sigue pasando, sin embargo, creo que hablo por todos aquí cuando pregunto: ¿Dónde, cómo o porqué inició este conflicto con los zombis? ¿Qué originó el virus?
La gente nuevamente empieza a hablar entre ellos, a lo que Deiler aplaude varias veces y luego tiene que alzar la voz para poder tener la atención de todos. Jesua exhala pesadamente cuándo escucha a alguien decir: "Esta reunión es una pérdida de tiempo".
—No es una pérdida de tiempo, señores —habla Abel, levantándose de su silla y caminando al frente—. Era necesario que todos viéramos esto, para refrescar cómo inició el apocalipsis zombi, recordar el infierno que sobrevivimos y en el que aún estamos peleando.
—Tenemos la teoría de que el virus pudo aparecer de forma natural, algo lo hizo mutar —habla Vicky, parándose al lado de Abel—. La pregunta que debemos abordar aquí es ¿A qué nos estamos enfrentando?
—Cuándo estuvimos realizando las investigaciones en el laboratorio de Bakersfield, hace casi dos años, nos dimos cuenta que un cinco por ciento de la población no se infectaba inmediatamente, algunos pacientes podían presentar síntomas incluso horas después de una mordida —continúa Abel.
Deiler entonces siente una fuerte punzada en la cabeza la cual viene acompañada de recuerdos, recuerdos de hace varios años atrás. Recuerdos de cuándo llegó a México por primera vez, cuando los llevaron al Centro de Control donde realizaban los protocolos de sanidad. Su mente entonces, recuerda a aquel hombre. El hombre enfermo en la camillas. Ese hombre. Contagió a todos en el centro y en menos de 24 horas, el Estado de México se vio atacada y destruida por el contagio. Se lleva la mano derecha a la cara, sintiéndose culpable por no haber actuado o advertido cuándo èl estaba cerca de sus manos, sabiendo que tenía razón en ese momento.
Respira profundamente y cuándo mira hacia la multitud, se encuentra con la mirada de Dylan, quién lo mira sin entender su reacción.
—Viral, tuvo que ser viral —explica Vicky—. No veo otro posible modo que iniciara el contagio. Y como con cualquier otro virus, apenas hallemos su origen podremos encontrar una cura. La humanidad ya antes se ha visto atacada por virus que aparecieron repentinamente y se propagaron muy rápido. La analogía a la que siempre regreso, es a la gripe española.
—¿La gripe española? —pregunta una joven entre los presentes.
—Sí, no existía hasta mil novecientos dieciocho —continúa explicando Vicky—. Pero en mil novecientos veinte, acabó con un tres por ciento de la población mundial. Fue un fenómeno devastador, y lo más inquietante es que afectó a personas jóvenes y saludables, algo poco común en las pandemias.
—Eso suena similar a cuándo nos atacó el coronavirus en el dos mil veinte —comenta un hombre entre los presentes.
—De hecho, en su momento pensamos que el coronavirus era una mutación de la Gripe Española, o del SARS —contesta Abel.
—¿Y creen que lo de ahora también puede ser un virus que mutó y atacó a la humanidad? —pregunta Mayreth con una mirada preocupada.
—Exactamente —asiente Vicky—. La mutación es una de las características más peligrosas de los virus. Y quizá este virus mutó de una forma acelerada e imperceptible que incluso los científicos no nos dimos cuentas de ello. Tal vez sea una nueva cepa del virus de la rabia que mutó, sucede que tampoco logramos obtener información de algún paciente cero.
—¿Qué es un paciente cero? —pregunta uno de los presentes.
—Un "paciente cero" es el término que utilizamos para referirnos a la primera persona identificada que se infectó con un virus o enfermedad en un brote específico —responde Abel—. Este individuo es crucial para el estudio y la comprensión de cómo se propaga una enfermedad. Sin embargo, en el caso del virus zombi, nunca se identificó ese paciente. Eso también nos ha costado mucho a la hora de rastrear el origen del virus.
—Bien, ya sabiendo esto —prosigue Vicky, haciéndole una señal a Gabriel, para que muestre en la pantalla dos fotos de dos zombis—. Como pueden ver, hay dos imágenes que nos muestran a nuestro enemigo actual, un espécimen vivo y uno muerto.
—El virus zombi lo hemos denominado como "AZ-022" o "Amenaza Zombi-cero veintidós", siendo el veintidós por el año en el que apareció el virus y se propagó —explica Abel—. Realmente no tenemos mucha información del virus, más allá de que es el mismo virus quién mantiene el cuerpo del huésped vivo. Al morir el huésped, el virus muere al instante.
—También nos dimos cuenta de que el virus no contagia a los animales, pero esto no significa que ellos no puedan depredarlos —continúa explicando Vicky, con una mirada menos entusiasta y más atormentada—. Sin embargo, la parte más aterradora de todo, es que no necesitan beber agua, comer, o dormir. De hecho, cuándo se alimentan, lo único que hacen es saciar un reflejo instintivo, pero que realmente no es necesario para su sistema.
—No hemos conseguido una cura, antídoto o algo que nos proteja contra esas cosas. Literalmente estamos peleando solos y en total desventada contra los "no muertos". Sabrá Dios cuánto tiempo podremos aguantar así. Tengo la suposición, y sólo es una suposición mía de que, si la humanidad pierde y nos extinguimos, esas criaturas serán la especie dominante. Y ni siquiera habrá una prueba de que alguna vez estuvimos aquí.
—El virus ha...
—Sí —responde Vicky—. Ocho mil millones de personas habitaban en este planeta, y según nuestros cálculos y la velocidad en la que se propagó el contagio, probablemente el sesenta por ciento de la población humana desapareció.
El rostro de todos allí, no es muestra nada más que pánico. El hecho de imaginar que es cuestión de tiempo para que lo poco que queda de humanidad sea borrado acrecienta la incertidumbre, la inseguridad y un montón de sensaciones invade el cuerpo de los presentes, quiénes en medio del nerviosismo se dejan derrumbar admitiendo que han perdido las esperanzas.
—¡Con todo respecto, señorita, yo difiero de eso! —exclama Dylan, levantándose de su lugar—. Hemos estado muchísimo tiempo afuera para saber que no somos los únicos que estamos peleando por sobrevivir, y que también hay personas aprovechándose de la situación para hacer de las suyas. Yo no pienso morir si pelear, no pienso rendirme ante los zombis ni ante nadie. También tengo mucho miedo, pero no me quedaré con los brazos cruzados. Si ustedes quieren quedarse aquí escondiéndose mientras esperan su muerte, pueden hacerlo. ¡Yo seguiré peleando!
Esas palabras resuenan en la sala, dejando en silencio a todos los presentes, quienes miran al joven de diferentes formas, algunos como alguien que es muy valiente, y otros como que es un idiota engreído que ha perdido la cabeza. No obstante, sus palabras, acompañadas de una determinación casi palpable al decirlas son más que suficientes para convencer a todos de que por lo menos él, no va a retroceder ante el conflicto que tienen. Su mirada, tampoco es de una persona que esté fingiendo: en sus ojos se puede ver una agresiva intensidad. Deiler y Jesua se miran a la cara, este último ríe levemente de manera irónica, recordando que, precisamente debido a esa actitud de Dylan, es que han logrado sobrevivir y están dónde están ahora.
—Yo también seguiré peleando —dice Micneya, poniéndose de pie—. De hecho, estoy disfrutando mucho matar a los zombis, por lo que no importa si son cientos o miles, seguiré peleando, porque quiero vivir.
Mayreth también se coloca de pie, y seguido se colocan de pie Gabriel desde su lugar. La convicción en su amigo es contagiosa, y una pequeña llama de coraje comienza a encenderse en el grupo. Liz, e incluso Daniela quién a pesar de su embarazo se ha mantenido más en pausa, desea unirse a la batalla. La declaración de la joven seguida de los demás compañeros que se levantan como respuesta, provoca murmullos de aprobación entre los demás. Poco a poco todos en la sala se van poniendo de pie, como si una onda de coraje recorriera sus cuerpos.
Cada uno expresa su deseo de seguir luchando, algunos alegando que es por su familia, por su futuro, por sus hijos o por una promesa a algún familiar que ya no está. Zailyn, observando la escena con lágrimas en los ojos, se siente conmovida. Da un paso al frente y, con voz temblorosa, afirma que también va a pelear por sobrevivir. La fuerza de su declaración añade peso a la atmósfera, y el grupo se siente más unido que nunca.
La escena es impactante hasta para el mismo Deiler quién, con el corazón latiendo con fuerza, no puede evitar esbozar una amplia sonrisa. La convicción de sus compañeros es palpable.
Está realmente sorprendido, por lo que aprueba las ganas de pelear por sus vidas que expresan todos en esa sala.
—Ustedes... chicos... gracias —dice Dylan con la voz entrecortada, volviendo la mirada hacia ellos, sorprendido y emocionado. Las lágrimas de frustración e impotencia que ha contenido durante tanto tiempo comienzan a brotar—. Muchas gracias.
Abel y Vicky se miran, sin saber cómo describir la mezcla de emociones que sienten en ese momento: admiración, conmoción y una chispa de esperanza recorren sus cuerpos. Abel, especialmente, entiende a quiénes se refería Anderson cuando habló de un grupo de jóvenes dispuestos a pelear. Entendiendo que se trata de aquel que, a pesar del miedo y la incertidumbre, se ha levantado para luchar por lo que cree y de las otras dos que le siguieron.
Tal vez, la esperanza de poder sobrevivir aún no se haya perdido del todo, no si siguen habiendo personas con esa determinación y ganas de pelear que tienen las personas en esa sala, algunos incluso más que otros.
La sala se llena de un murmullo de aprobación. Cada uno, con una chispa de valentía en sus ojos, siente que han formado un lazo indestructible. En ese instante, la lucha por la supervivencia se transforma en algo más grande: una lucha por la libertad, por la vida, por cada sueño que aún queda por cumplir. La esperanza renace en sus corazones, y juntos, están listos para enfrentar cualquier desafío que se les presente.
Están listos para seguir peleando por sobrevivir.
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