Lunes, 26 de enero.
19:45 hrs
Durante su regreso, la luz de la luna ilumina el camino que toman los militares. El coronel salas piensa en cómo experimentar ahora con estas criaturas, a pesar de estar ya muertas, debe conseguir alguna forma de extraer algún tipo de información.
De pronto, uno de los soldados reporta ver algo caminando hacia ellos a la distancia, por lo que, el coronel da la orden de captura, en caso de tratarse de un zombi. Si no consigue nada en estos dos especímenes muertos, algo debe conseguir de uno vivo.
Cuándo están a tan solo dos metros, el militar detalla que aquello que se acerca viene tambaleándose lentamente, alza la mano derecha en señal de saludo y luego cae al suelo. Todos se bajan del vehículo, apuntando sus armas y cubriéndose las espaldas.
—Veamos qué tenemos aquí —habla el coronel, acercándose. Con el pie, voltea al hombre en el suelo, e inmediatamente, a pesar de la oscuridad, la suciedad y la sangre que hay en el rostro de aquel, lo reconoce de inmediato—. Vaya, vaya... Al fin y al cabo, terminaste viniendo hacia mí.
—Señor...
—Revísenlo, que no tenga ninguna mordedura o algo por el estilo —da la espalda volviendo al auto—. Si tiene alguna, mátenlo, igual ya está agonizando. Pero si no la tiene, súbanlo, es un buen prospecto que no quisiera perder.
El coronel sube al auto y observa a sus hombres revisar el cuerpo detalladamente, desde el auto, puede notar que tiene magullado el brazo derecho, no es nada que no se pueda tratar en el laboratorio. Por primera vez, desde que empezó el apocalipsis zombi, desea que alguien realmente sobreviva por sus propósitos. Espera, espera y... espera, hasta que finalmente ve cómo sus hombres regresan cargando con aquel, esboza una sonrisa maliciosa, está sin mordida, ahora puede trabajar. Puede que él si sea lo que ha estado buscando encontrar.
—Esto es excelente. Las cosas no hacen más que mejorar para mí, cuando regrese, veré qué haré con Noel —se dice para sí mismo.
Martes, 27 de enero.
11:00 hrs
Dylan abre los ojos, respira profundamente y mueve con delicadeza su brazo izquierdo, sintiendo cómo el yeso le pesa en el pecho. Siente algo de comezón en el brazo y desea arrancarse el yeso para poder rascarse.
—Ni lo intentes —habla una voz, al otro lado de la habitación.
Dylan detalla una figura masculina dándole la espalda, puesto que está mirando por la ventana. Trata de reconocer quién es, hasta que finalmente lo recuerda.
—Tú eres ¡Jesua! —exclama el joven con entusiasmo—. ¿Cómo has estado, amigo?
—No tan bien como tú, que puedes despertarte a estas horas —responde el moreno, volteando hacia el—. Pregunté por ti a Micneya y me dijo que estabas bien, que ya has despertado.
—Sí, aunque tener el brazo roto me deja fuera del juego por mucho tiempo, calculo al menos unos meses. No he sabido nada de nuestros amigos, ya quiero salir de aquí y verlos a todos.
—No todos están...
—¿Cómo así? —pregunta Dylan, sin entender.
—Los muchachos aún no regresan de Backerfield, y diablos, quizá yo no debería decirte esto pero...
—¿Pero?
—Moisés y su escuadrón... Han muerto.
Los ojos de Dylan se abren como platos, se queda en silencio y siente como si algo se quebrara en su interior. Su viejo amigo ha muerto y quién sabe en qué momento. Dylan se fuerza a recordar mientras siente correr las lágrimas por sus mejillas, y entonces, sin poder lograr ahogar el llanto, recuerda la última vez que lo vio: durante la misión, dentro del edificio repleto de zombis.
Rompe a llorar.
—Mierda, mierda.... ¡¡MIERDA!! —solloza el joven, golpeando la cama con el puño derecho.
—Lo siento mucho, amigo... También me ha afectado.
—¿Cómo lo saben? —levanta la mirada el joven—. ¿Cómo saben que está muerto?
—Porque no regresó nadie de su escuadrón, y algunos soldados afirman haber escuchado una explosión minutos después de verlo por última vez.
—¿Y Micneya? —pregunta el joven.
—Tanto May como Micneya no saben aún de esto, y Deiler, que es el único que lo sabe, no ha querido visitarte ni a ti, ni a nadie. De hecho, está concentrado en la misión. Yo me ofrecí a darte la noticia, porque...
—Porque no lo quería —responde el joven, acostándose en la cama—. Moisés era como un hermano para mí. Es sólo que...
—Nunca los vi muy juntos que digamos —opina Jesua.
—Siempre fue una persona distante, y reservada. Muy impulsivo, sí, pero distante y reservado, no se cortaba para decir las cosas.
—Tal vez, su sacrificio lo hizo para salvarte. Eras uno de los soldados que llegaron inconscientes y en estado de emergencia.
—Ya... no digas nada.
Jesua se queda en silencio, mientras observa al joven llorar. Luego da la media vuelta y mira nuevamente por la ventana.
—Ojalá este infierno termine pronto, al igual que tú, yo también estoy cansado de pelear y no lograr nada.
Dylan no responde a las palabras de Jesua, simplemente observa el techo mientras llora, arrepintiéndose de no haber compartido mucho más con aquel que lo estuvo acompañado sin quejarse en esta travesía.
Pasado un buen rato, ambos compañeros conversan sobre lo que ha pasado en estos días, enterándose el joven de que el coronel estuvo en Los Santos, y que ha asesinado a los zombis, sintiendo una ira inmensa recorrer su cuerpo al no entender cómo Deiler ha permitido tales acciones por parte del coronel. Cada vez, Dylan desconoce más a su compañero, y Jesua, le hace saber al joven que piensa lo mismo del pelinegro.
Por otra parte.
El coronel visita la habitación dónde se encuentran Noel y el otro sobreviviente. Un Noel que observa con miedo la presencia del coronel, mientras que aquel aún está inconsciente. Noel no logra reconocerlo. El doctor Xavier observa la escena manteniendo una distancia prudencial de ellos, mientras el coronel solo camina de un lado a otro frente a la camilla de Noel.
—He traído dos clases diferentes de zombi, doctor, espero que usted pueda aprovechar sus muestras para algo. Aunque están muertos.
—Veré qué puedo hacer, seguramente lograremos conseguir algo bueno de ellos —responde Xavier, acomodándose las gafas.
—La nueva persona que tenemos, puede ser usado a mi favor mucho más de lo que lo haría Noel. Apenas y muestra cierto grado de tolerancia hacia la sangre infectada, siento que este otro muchacho tiene más agallas y tendrá más ganas de trabajar conmigo.
—Yo... yo quiero volver con familia ¡En Los Santos, mierda! —exclama Noel, con rabia y miedo mezclados.
—Si tus amigos realmente quisieran venir por ti, ya lo hubieran hecho y créeme, niño, ya han estado aquí varias veces —el coronel se acerca y pasa la mano por el muslo del joven—. Pero eres un idiota que piensa que ellos, van... A VENIR A SALVARLO.
Exclama con fuerza, golpeándolo repetidas veces en el abdomen bajo.
—Voy a matarte... Me cansé de experimentar contigo, voy a matarte, y usaré a este otro chico para mis planes —desenfunda la pistola y le apunta.
—¡Espere, espere! No me mate... ¡No me mate! ¡Le serviré, le serviré!
Smith se detiene, y le mira fijamente a los ojos.
—¿Qué dijiste? —pregunta.
—Le obedeceré, si es verdad lo que dice, sólo le pido que traiga a mi familia aquí, mi esposa y mi hija...
—Seguramente te han dado por muerto, muchacho —responde el coronel, mirándolo fijamente—, hace más de dos meses que no saben nada de ti, eres inexistente hijo. Si te mato, sólo te haría un favor. Pero si realmente quieres vivir, te daré una oportunidad de empezar de nuevo en este nuevo mundo que renacerá de las cenizas del apocalipsis zombi, dónde yo regiré.
—Coronel Smith —interrumpe Xavier—. ¿Y por qué razón quiere acabar con la resistencia entonces? Esos muchachos sólo quieren sobrevivir.
—Porque son unos ilusos guiados por un incompetente que no saben la magnitud del asunto al que se enfrentan, y son tan imprudentes que serían capaces de desafiar mi autoridad cuándo consiga la cura contra los zombis y sepa cómo potenciar las capacidades humanas con su ADN mutado.
—Si algo sé de ellos... Es que siempre pelean a pesar de todo, son muy guerreros, es nuestro entrenamiento.
—Ustedes tienen agallas, definitivamente, esa arrogancia los llevará a su muerte, sépanlo. Doctor, quiero a Noel listo para operar, y al otro muchacho que inicie con sus pruebas, tiene dos días.
—Señor pero las lesiones de ambos..
—Dos días —dice mientras sale, sin voltear a ver a ninguno—. Y también quiero resultados positivos con las muestras de los zombis que trajimos.
Jueves, 29 de enero.
10:10 hrs
—¡Coronel, coronel! —Xavier corre rápidamente hacia la oficina del coronel, se tropieza cayendo al suelo con los documentos. Se pone de pie nuevamente y entra a la oficina—. ¡Coronel!
—¡Deja de gritar, te escuché desde hace mucho rato! —habla Smith con cierto fastidio—. Espero buenas noticias.
—Tanto Noel como el nuevo sujeto están evolucionando bien, el nuevo sujeto despertó.
—Buenas noticias, excelente —se pone de pie, caminando hacia la ventana—. ¿Qué ha descubierto de las muestras?
—Me temo que no hemos podido obtener nada útil de las muestras —responde con una expresión preocupada en su rostro.
— ¿A qué se refiere? —frunciendo el ceño de repente, volteando a ver al doctor—. ¿No hay nada que podamos usar?
—No, al parecer las células de las criaturas se descomponen casi instantáneamente después de que mueren. No hemos podido mantener ninguna muestra viable para el análisis.
—¿Cómo carajos sucede eso? ¡Necesito respuestas! —exclama.
—Tengo una teoría. Creo que el agente patógeno que mantiene a estas criaturas también actúa como un mecanismo de autodestrucción —exhala pesadamente—. Cuando la criatura muere, el patógeno libera una serie de enzimas que aceleran la descomposición celular. Es como si estuviera programado para evitar que podamos estudiar sus restos.
—¿Y cómo demonios ha estado trabajando con sangre de zombi en sus malditos experimentos? —pregunta, fulminándolo con la mirada.
—Es sangre muerta combinada con otros componentes, no es pura. Nunca he tenido sangre pura de zombi, necesitamos un espécimen vivo.
—¡Esto es inaceptable! —estalla de rabia el coronel, golpeando la mesa frente a él—. ¡Estamos perdiendo tiempo y recursos! ¡Necesito una maldita solución y la necesito ahora!
—Coronel, entiendo su frustración, pero estamos haciendo todo lo posible. Podríamos intentar aislar el patógeno antes de que la criatura muera, pero eso sería extremadamente peligroso y complicado. Necesitaríamos un equipo especializado y condiciones de contención muy estrictas, y el zombi vivo, en cuestión.
—¡¿Y cómo demonios quieres que te consiga otro espécimen vivo?! —exclama—, podría poner tu culo en Austin o cualquier otra ciudad para que tú mismo traigas al espécimen.
—O podría decirle a los de la resistencia que le traigan otros.
Al escuchar esas palabras, el coronel sonríe de medio lado casi al instante. Xavier le ha dado una idea más que grandiosa: utilizar a la resistencia para sus planes. Tal vez, de esa forma pueda desviarlos de sus intereses personales.
Si perder nada de tiempo, reúne a sus tropas y se dirige hacia Los Santos.
Jueves, 29 de enero.
16:19 hrs
Deiler se encuentra en la sala de reuniones descansando un poco.
Despierta.
Voltea la cara levemente hacia su izquierda y ve en la misma mesa a Karla, que también está profundamente dormida, con la cara sobre un libro. Han trabajado toda la noche y casi todo el día, organizando una serie de informes para poder llevar un control de todo lo que ha acontecido hasta ahora. También han revisado todos los correos y mensajes que han llegado de otras partes del mundo.
El pelinegro bosteza y se levanta de la silla, estirándose.
Sale de la sala, sube las escaleras hasta el balcón y observa todo a su alrededor, piensa en cómo debe continuar ahora y qué debe hacer. Espera recibir respuestas prontas de Smith y su gente con referencia a los zombis.
De pronto, su walkie-talkie suena, le informan que Smith y su gente han llegado de repente, y que van camino hacia la base. El pelinegro responde que estará esperándolos, así que baja rápidamente en busca de Karla.
Al cabo de unos minutos, Smith y su gente llegan a la base. Donde son recibidos por ambos jóvenes. Smith es el primero en bajar del auto, dirigiéndose hacia Deiler.
—Tengo malas noticias para ti, Deiler —habla el coronel sin siquiera saludar—. Las células de las criaturas mueren cuándo ellas mueren. Todo se pierde. Si queremos buscar una cura, debemos traer otras criaturas y estudiarlas en mi laboratorio.
—Primero, buenas tardes coronel... Segundo... —se cruza de brazos—. Fue muy inteligente de su parte matar a los dos objetos de prueba que nos costó capturar ¿No?
Aquellas palabras de Deiler suenan muy chocantes para Smith, quién con una actitud altanera se posiciona a escasos centímetros frente a él, con los brazos a la espalda, sacando el pecho. La típica postura militar.
La diferencia de alturas es muy notoria, viéndose el coronel unos cuántos centímetros más alto.
—Si fue inteligente, porque ahora sabemos cómo matarlas ¿No cree? —responde el coronel, mirándolo con superioridad—. A parte, ya sabemos que no se pueden estudiar si mueren. Así que, si quiere salvar su gente. Prepare sus tropas, partiremos a las mil novecientas. Atacaremos por la noche. Nos vemos entonces, Líder de la Resistencia.
Le da la espalda al dar la vuelta, y sube al vehículo en el que vino.
Deiler, ya empieza a no soportar a ese sujeto, mucho menos ahora que se atreve a darle órdenes, lo que termina sacándolo de sus cabales. Voltea a ver a Karla quién fulmina con la mirada a Smith a pesar de que este se retira en los vehículos.
Ambos entran nuevamente a la base. Deiler pone al tanto a Karla y le pide que consiga dos escuadrones buenos, y que llame a Jesua, también le indica a ella que se aliste, que saldrá de misión.
Esto a Karla le emociona y procede a llamar a los escuadrones para poder alistarse.
Deiler por su parte, ve esto como una oportunidad para que ella también vaya tomando experiencia en el campo de batalla en caso de que le toque a ella misma liderar en caso de que él no esté en condiciones de hacerlo.
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