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CAP 22 - Visitas...

Lunes, 26 de enero.
11:00 hrs

–¿Ya... todo... terminó? –se escucha una voz femenina hablar de forma entrecortada.

El lugar está todo lleno de escombros, desastres, muchos cuerpos de personas y de zombis en el suelo. Uno de esos cuerpos, tiene una herida grave en todo el centro del estómago. Su mirada se fija borrosamente en él, con lágrimas en los ojos. Ella toma su mano con las pocas fuerzas que le quedan, mientras trata de mantenerse consciente.

–Si, ya todo terminó –responde él, tratando de darle calma, aunque su voz se muestra muy angustiada–. Ya puedes descansar, todo está bien.

–Murieron muchos de nuestros camaradas... –dice ella, respira profundo, cierra los ojos–. Me siento muy cansada, pero siento mucha paz... Esta paz me da miedo... Tengo m-mucho miedo... ¿Voy a morir?

Más lágrimas corren de sus ojos, siente que las fuerzas se le van, pero como puede se aferraba a las manos de aquel, quién se esfuerza por mantener la compostura.

–No me... No me dejes sola... Por favor –llora, tratando de moverse–. No me dejes sola... T...tengo mucho frío...Sien...to...mucho...

.........


Los ojos de Dylan se abren lentamente, observa la luz tenue de la habitación. Siente una leve jaqueca que le causa algo de molestia. Intenta reaccionar por reflejo con el brazo izquierdo y se da cuenta que tiene un yeso, el cual le limita la movilidad desde la mano hasta poco más arriba del codo.

—¿Estás bien? —se escucha una voz al lado derecho de la habitación. Se trata de Micneya, quién estaba acomodando algunas cosas en una de las mesas—. Tienes los ojos llorosos.

—No... Yo no... —con los dedos de la mano derecha toca su mejilla, notando que una lágrima desciende por ella—. Quizá sea el dolor del brazo... Me desperté por esas punzadas.

—Que despertaras tan pronto es una buena señal —habla la joven, acercándose a él y sentándose en la silla al lado de la camilla—. Ya me había preocupado mucho.

—¿Cuánto tiempo?

—Casi dos días, estábamos preparándonos para lo peor, que entraras en coma —dice Micneya mostrándose un poco más vulnerable—. Tenía miedo de que eso sucediera, con los suministros que hay y la situación en la que estamos, era muy poco probable que salieras del coma.

—Bueno, ya desperté, así que sólo hay que... volver a darlo todo en las misiones —contesta el joven, esbozando una leve sonrisa. Entonces, siente todos los dolores en su cuerpo aparecer casi en simultáneo—. ¡Ahh! ¡Mierda! Duele...

—Tienes fractura en el brazo y una leve dislocación del codo, también tienes secuelas del impacto tras la caída—responde Micneya—. Las personas que te atendieron dicen que tú has tenido suerte, que por la altura en que caíste, es para que por el impacto hubieras muerto o como mínimo, te hubieras fracturado hasta las costillas y la clavícula.

–¿Tanto así? —pregunta Dylan, aún adolorido.

—Te tiraste de un tercer piso, ¿Qué hiciste? —pregunta la joven, curiosa.

—No lo sé, en ese momento sólo quería escapar. Y mientras caía, sólo recordé que en posición fetal el peso del cuerpo no se concentra en un solo lugar, si no que se distribuye. Sólo intenté que todo mi cuerpo fuera el que amortiguara el golpe.

—Y sí que lo hizo, tienes un gran hematoma en toda tu pierna izquierda. Tal vez, sólo tal vez, no te tocaba morirte ese día, tonto —le da un leve golpe en el muslo derecho—. Me provoca golpearte, pero creo que la vida se encarga de hacerlo con más fuerza de lo que yo lo haría jamás jajaja.

—Jajaja oye no es gracioso. En serio, no es para nada divertido que te burles de mi estado, casi muero.

—No, no... Casi te matas tú mismo por pendejo. Eres un dramático wey, demasiado dramático. ¿Por qué siempre quieres hacer la del mártir? ¿Por qué ese afán de morir como un héroe?

—No quería morir, es que... Bueno yo...

Se abre la puerta repentinamente, Mayreth entra a la habitación saludando a Micneya, y entonces observa que Dylan está despierto. Sin voltear a mirar a otra parte, corre hacia la camilla y le abraza con mucha fuerza.

—¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?

—Mejor, sólo que.... ¡Me asfixias! —exclama como puede el joven.

—Lo siento, lo siento —dice May, separándose de él.

—Eres un desgraciado, Dylan. Tenías a la pobre May preocupada, se quedó a dormir una noche acá pensando que te habías...

—¡¡Cállate Mic!! —exclama May, luego ríe apenada, tomándole la mano al joven—. Buenooo... Si me quedé acá, pero es porque necesitaba saber que estabas bien...

Dylan observa a May sin decir nada, está rojo como un tomate, pero aquella sonrisa que se le dibuja en el rostro es de completa felicidad y agradecimiento. Ella al notar aquello, se sonroja un poco más y le suelta la mano, sentándose al lado de Micneya. Después de hablar de temas sin mucha importancia, vuelven a retomar el tema de los zombis.

Por otra parte.

Deiler pauta ese día para buscar al coronel Smith Prepara una tropa y parte directo hacia el norte. Sabía que el tiempo era crucial y que necesitaba la alianza del coronel para asegurar el éxito de la supervivencia humana a cualquier costo. Y aunque odia el hecho de insistir tanto en algo, para este momento, es necesario dejar el orgullo de lado e intentar por todos los medios asociarse con el coronel Salas.
El viaje es largo y agotador, pero finalmente llegan al norte. Bajan de los vehículos tras cruzar el túnel y son recibidos por el coronel. El ambiente está cargado de tensión, y los soldados de ambos bandos se miran con desconfianza. Deiler se adelanta, con la mirada fija en el comandante.

—El hecho de que tú estés aquí quiere decir que lograste lo que te pedí.

—Es correcto, la resistencia ha capturado al zombi. Usted prometió una alianza si lográbamos esto —responde Deiler.

—Jhmmm, que yo recuerde —hace una breve pausa el coronel, para luego continuar hablando—, prometí considerar una alianza. No garanticé nada.

—¡No tengo tiempo para estos juegos, Smith! Es necesario su apoyo en armamentos ahora más que nunca. La situación es crítica. Por ende, debe venir con nosotros ahora mismo a Los Santos.
—¿Y qué me garantiza que esta alianza no pondrá en peligro mi posición? —pregunta Smith, cruzándose de brazos.

—Porque a mí no me interesa su maldita posición, coronel —responde Deiler, alzando un poco la voz. Por primera vez se ha dejado llevar por la emoción del momento, soltando una palabrota—. Así que le repito: necesito que venga de inmediato a Los Santos y juntos unamos fuerzas para acabar con los zombis, lo que haga después de ello, no es mi problema.

—Está bien, soldadito. Iré contigo al bajo mundo. Pero si algo sale mal, será tu responsabilidad.

—Nada va a salir mal, coronel —responde el pelinegro con rabia.

Tras ese breve cruce de palabras, el coronel viaja con ellos al bajo mundo, llevando consigo a una docena de militares muy bien armados.
Largas son las horas de aquel viaje tan tenso.
Apenas llegan a los Santos, se dirigen inmediatamente a la base de la resistencia.




Lunes, 26 de enero.
19:10 hrs

El coronel observa a su alrededor, esbozando un fuerte silbido. Se da cuenta del potencial dentro de aquel poblado y que Deiler los ha mantenido lo mejor que puede a pesar de la carencia evidente de recursos. Esboza una sonrisa: tal vez pueda conseguir algo más que una simple alianza, por debajo de la mesa.

Deiler hace un leve llamado y cruzan una puerta, entrando así en la base, Karla sonríe al ver al pelinegro, sonrisa que dura poco al percatarse de la presencia del coronel, no tiene que preguntar para darse cuenta de quién de todos es: su sola presencia es imponente, mucho más incluso que la que su padre proyectaba en su momento.
Suben las escaleras al siguiente piso y entran en una habitación completamente extraña. Los que están allí tienen a los zombis atados a la espera de que llegara Deiler para poder empezar con todo.

Inmediatamente empiezan a examinarlos, notando la evidente diferencia física entre ambas clases de zombis, lo que sorprende a los soldados del coronel. Uno de ellos se percata que el zombi con actitudes más agresivas no tiene una extremidad y aun así intenta seguir atacando.
Al ver esto, el comandante Smith se acerca y saca un arma.

—¡Hey, espere! —exclama Karla, caminando rápidamente hacia el coronel—. ¡Detenga lo que va a hacer!

—Voy a dejar las cuentas claras, si vamos a experimentar con ellos, experimentemos haciéndoles daño de una buena vez —dispara al pecho del zombi agresivo, asesinándola en el acto—. Al parecer, esta clase muere muy fácilmente si les disparas al pecho. En teoría podemos acabar con una horda de ellas disparando en ráfaga. Lo mismo debe hacerse con este, de una vez...

—¡Espere, coronel! —exclama Deiler, acercándose rápidamente hacia el hombre, y haciéndole bajar el arma—. ¿¡Está loco!? ¿Sabe cuántas vidas se perdieron por buscarle estas dos pruebas?

—Los sacrificios son necesarios si es por algo más grande, y si se obtiene un bien mayor, aprenda eso, Comandante —responde el coronel, apartando a Deiler de su lado. Posteriormente le dispara a la criatura directamente al pecho.

Es allí cuándo se dan cuenta que, a pesar del sangrado en el pecho, no muere. Los observa. Observa a todos y luego al comandante. Smith procede a caminar hacia él y darle varios golpes con la cacha del arma en el rostro, el cráneo y hasta en la sien.

—Maldita criatura, tú y todos ustedes. Voy a descubrir cómo matarte, y mataré a toda tu especie.

La criatura hace el amague de morderlo, el coronel se aleja, le golpea nuevamente en el rostro pero esta vez con el puño izquierdo, y luego coloca el arma directamente en la frente de la criatura.

—Eres una criatura fantástica, pero lamentablemente, vas a morir aquí. ¡Qué esto sirva como ejemplo para todos en la sala! Si esta mierda no muere con disparos en ninguna parte del cuerpo, entonces deben morir con un disparo en....

—La cabeza —responden los soldados del coronel al unísono.

—Exacto... —responde el coronel, colocando el dedo en el gatillo.

Deiler no se permite quedarse viendo al comandante Smith cometer aquel acto. Moviéndose tan rápido como su cuerpo le permite, le da un fuerte empujón al hombre, quién dispara hacia el techo del lugar mientras cae al suelo. El coronel, atónito ante esto, con cierta confusión y mucha molestia, se levanta del suelo.

Los soldados del coronel y los de la resistencia dentro de la sala empuñan armas, el coronel recoge su arma, dirige la mirada hacia sus hombres y luego voltea hacia Deiler, quién no le aparta la vista.

—Eres un imbécil, soldadito.

—Coronel, no pienso permitirle asesinar a este zombi, no quiero. Si voy a buscar una cura, lo haré experimentando con ella.

—¿Ella? Hijo, ¿crees que eres el único que busca una miserable cura? La realidad, es... Que no es así. Si quieren descubrir la debilidad de estas mierdas, tienes que causarles el mayor dolor posible. Así es como de verdad se experimenta con estos seres. Si tú no les causas dolor, ¡Ellos te lo causarán a ti!

Como respuesta a esas palabras, entre dos soldados disparan en ráfaga a la criatura, matándola en el acto tras recibir varios impactos de bala en el cráneo.

—¡NOO! —exclama Deiler. Siente una enorme impotencia recorrer su cuerpo.

—Considere que esto es el inicio de una alianza, comandante. Prontamente vendremos a visitarles con armamentos y recursos para ustedes. Ah, y nos llevaremos a esas dos mierdas, en Hope City tenemos mejores recursos y laboratorios para investigarlas mejor.

Ni Karla, ni Deiler, ni ninguno de los soldados allí presentes dice o hace algo en contra de lo sucedido o en contra de los militares de Smith. Dejan que Smith y su gente manipulen los cuerpos con total libertad.

Deiler siente muchísima impotencia, quedando como un falso líder delante de sus hombres. Pero algo que dijo el coronel si es correcto: si quieren descubrir la debilidad de la criatura, tienen que causarle dolor mortal. Sin embargo, lo que realmente le preocupa es la diferencia entre ambos zombis: ¿Se trata de dos especies de zombis? ¿Mutantes? ¿Qué está pasando afuera realmente? ¿Será así en todo el mundo?

Ha llegado a la conclusión de que, si quiere saber más que sólo lo que ha visto, y si quiere realmente hacer un cambio, debe ir afuera y ver los acontecimientos con sus propios ojos. Ahora siente una gran necesidad de saber y entender el por qué ha ocurrido todo este apocalipsis en el mundo y seguro así, puede encontrar la razón del por qué enfrentan dos tipos de zombis.
De repente, su mente es invadida por una pregunta quizá mucho más aterradora: ¿Será que habrá otra especie además de las que ya enfrentan?

—Ante todo lo que vimos, supongo que igualmente quieres saber cuál es el método para detener a esas criaturas ¿No? —habla el coronel, sacando al pelinegro de sus pensamientos—. Te tengo una propuesta: preparar un buen escuadrón con tu gente y mi gente para atacar de forma sorpresiva a esas criaturas.

—¿De forma sorpresiva? —pregunta Deiler, sin entender.
—Nuestro primer paso como aliados será atacar a esas mierdas allá afuera y exterminar a los que hay dentro de Austin.

—Suena bien esa idea —responde Karla, sonriendo con esperanzas—. Tenemos escuadrones mejor preparados para atacar que los que ya habíamos enviado.

— Entonces ¿Cuál es tu plan? – Pregunta Deiler. – Todos los planes que yo tenía están fuera de lugar por ahora debido a que lo que acabas de matar era mi carta de victoria.

—Lo sigue siendo, sabemos cómo matarlas. Prepararemos un plan de ingreso y exterminio, liberaremos a Austin y a San Antonio de una vez por todas de esas cosas, y luego nos concentraremos en crecer como aliados, comandante.

Deiler no se fía mucho del coronel tras las acciones que este ha cometido, pero no le queda de otra más que seguir con la alianza, ya los tiene aquí, ya sabe cómo matar a los zombis, ahora le toca ver hasta dónde llegan las cosas. Todo esto sólo le causa mucho más estrés.

El coronel Smith ríe con excesiva confianza. Se acerca al pelinegro y le coloca la mano en el hombro.

—Prepara a tu gente, saldremos a mitad de semana. Enviaré varios escuadrones de refuerzo a las torres de control, estamos mejor armados que ustedes, les apoyaremos.

Luego de esas palabras, el pelinegro ve cómo aquellos hombres terminan de envolver los cuerpos, estos los llevan hacia el vehículo militar, posteriormente el coronel estrecha la mano con el coronel quién se despide, retirándose con su gente.

Deiler se queda fuera, tomando aire fresco. Sus pensamientos lo estaban atormentando, y empieza a sentir en el fondo un sentimiento de culpa no sólo por los soldados caídos, sino también por haber enviado a sus amigos afuera, y entonces, recuerda a Daniela.
La situación cada vez se sale más de sus manos... O tal vez, esta situación nunca ha estado en sus manos.

Se le pasa el rato pensando las cosas, voltea percatándose de que Karla se acerca hacia él. Muestra algo de preocupación en su rostro al ver a Deiler tan fuera de sí. A lo que le sonríe con confianza, Karla es consciente de la culpa que siente Deiler en esos momentos, sin embargo, quiere entenderlo y apoyarlo.

No dice palabra alguna, sólo se queda al lado de él, mirando hacia la nada. Esperando que él diga palabra alguna, no obstante, no hay nada que él pueda decir referente a los zombis o los soldados caídos.

—Escuché que Dylan ya despertó, ¿No irás a visitarlo?

—No, eso me tiene sin cuidado —responde tajante—. Si lo visito a él, tengo que visitar a los demás y no tengo tiempo para eso.

—Tal vez deberías, a final de cuentas, la misión resultó exitosa gracias a él.

—Y perdimos a unos cuántos soldados. No hay ningún éxito, no ha sido un éxito la misión. Hay que prepararnos, tenemos una pequeña alianza con los militares, no obstante, tengo el presentimiento de que Smith tiene algún interés más allá de saber más de esas cosas.

—Yo sólo opino que sí deberías, después de todo es tu amigo.

—A veces es un dolor de cabeza.

Se retira de allí, entrando a la casa, dejando a Karla sola.

Si es verdad o no sobre si le importa lo que suceda con Dylan, él no lo va a demostrarlo de buenas a primeras. Tiene demasiadas cosas en la cabeza, prefiere dedicar sus energías en lo más importante que es la supervivencia y con la mente en frío, antes de dejarse llevar por las emociones o la preocupación.

Se dirige a dar una ducha, y luego a dormir.

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