CAP 21 - Finalmente, dos especies.
Sábado, 24 de enero.
14:00 hrs
El grupo hace una breve pausa a las afuera de San Antonio para poder reagruparse. Escuchan una explosión y entonces intentan comunicarse con Moisés, pero no reciben respuesta alguna. El zombi capturado sigue gritando. Uno de los muchachos dentro del jeep le golpea varias veces en la cabeza, sin éxito alguno para callarlo.
—No puedo creer que los hayamos perdido —murmura uno de los soldados, con la voz quebrada.
—Hicimos lo que pudimos —responde otro soldado, tratando de mantenerse firme—. Moisés sabía lo que hacía. Nos dio una oportunidad de completar la misión.
—¡Se acerca un grupo de zombis! —exclama otro soldado—. ¡Maldita sea!
Micneya siente una ira incontrolable recorrer su cuerpo al escuchar eso, no puede creer que hayan matado a sus compañeros. Deseosa por matar, baja del auto y desenvaina su espada. Los soldados al ver esto, no dudan en acompañarla y entonces, la joven se prepara para arremeter contra los zombis, matando a unos cuantos de ellos. Su rostro se muestra completamente diferente, sonríe de forma sádica, como si disfrutara despedazar a los zombis.
Es entonces cuando, en pleno frenesí de la batalla, termina prestando atención a la apariencia de estos zombis, a comparación del que capturaron.
Finalmente logran acabar con aquella horda. De la nada uno de ellos arrastrándose, se sigue moviendo lentamente hacia donde están los muchachos. Es entonces que antes de que maten al último, la joven decide capturarlo.
—Lo voy a llevar como muestra. –dice mientras camina con dirección al zombi, posicionándose a un lado, terminando de cortarle la pierna rota. Luego lo patea varias veces ante la vista de todos en la zona abdominal—. Eres horrible. Tú y el otro escandaloso se irán con nosotros. Son la clara prueba de que nos enfrentamos a dos cosas diferentes.
Sigue pateando a la criatura veces, ante la vista atónita de todos, inclusive de Mayreth que parece desconocer a su mejor amiga. Uno de los soldados intenta acercarse y entonces se da cuenta que la joven está llorando, descargando la frustración que siente con cada golpe que le da al zombi en el suelo.
Le patea hasta cansarse, posteriormente procede a dar la media vuelta y a alejarse, acomodándose el cabello. Inmediatamente, los soldados atan al zombi y lo suben al jeep junto al otro, que finalmente deja de gritar, gruñéndole a su nuevo compañero.
—Aún no recibimos respuestas de Moisés. Supongo que lo mejor sería regresar. Es probable que ya estén muertos —dice uno de los soldados, bajando la mirada—, tal vez lo mejor sea retirarnos. Y completar la misión, capitana.
Micneya exhala pesadamente viendo el panorama, por un lado su mejor amigo está inconsciente, su mejor amiga no está en condiciones de pelear y tienen dos especímenes de zombi en el jeep que pueden funcionar para el plan de Deiler. Por el otro, acaba de perder todo contacto con Moisés y sabe que esto podría terminar afectándole a Dylan.
—Chicos, tengo una sensación muy rara, se me puso la piel de gallina de repente —habla una soldado, abrazándose a sí misma, sintiendo como los vellos de su piel se le erizan—. Siento como si nos estuvieran observando, desde hace ya mucho rato.
Frente a ellos, hace acto de presencia una criatura con esa apariencia pálida, una postura erguida, situándose a unos escasos metros de su posición. El zombi los observa fijamente, ladea un poco la cabeza. Fija la mirada en Micneya y luego, voltea hacia el jeep donde tienen al zombi similar a él en apariencia. Sin hacer algún ademán que permita anticipar lo que viene, grita con fuerza de forma repentina alertando a todos. Y entonces, el que está capturado responde al llamado.
Ambos se callan, el silencio predomina en el ambiente. Desde varios lugares alrededor de ellos, aparecen más zombis con la misma apariencia, observándolos fijamente, sin realizar movimiento alguno. El equipo sólo los observa, Micneya siente un cosquilleo recorrer todo su cuerpo y aprieta con más fuerza la espada. Siente su corazón latir cada vez más rápido.
Los zombis no les quitan la mirada de encima, hasta que sus agudos oídos escuchan algo: pasos de algo o alguien corriendo hacia ellos. Los zombis voltean en simultáneo hacia el mismo lugar y divisan a un zombi herido, con características más humanas corriendo hacia ellos. Entre dos zombis lo sujetan, y el primero que aparece se dirige hacia la criatura. Le toma de ambos lados de la cabeza.
Levanta la mirada junto con los demás zombis, fijándola en el equipo de soldados, como si quisiera que estos vean lo que va a suceder a continuación. Por parte de los soldados, estos observan sin entender lo que sucede, Micneya rápidamente asocia este momento con algo que ya ha visto antes. Entonces un crujido fuerte rompe el silencio, dejando a todos completamente atónitos: le rompe el cuello a la criatura y empieza a comérselo, sin apartar la vista de los soldados, y casi en simultáneo todo el grupo de zombis rodea el cuerpo, devorándose el cadáver.
El primer zombi, alza la mirada nuevamente, pero esta vez hacia Micneya y, dejando en claro que es una criatura inteligente que sabe muy bien lo que hace, esboza una leve sonrisa de medio lado y vuelve a gritar con fuerza. Esta señal es más que suficiente para interpretar que en efecto, sus compañeros están muertos.
Ante esto, la tropa aún anonadada ante lo que acaban de presenciar, entran a los autos y abandonan el lugar lo más rápido que pueden.
Uno de los soldados se da cuenta que estos zombis no se mueven, simplemente los ven irse.
Sábado, 24 de enero.
17:32 hrs
La llegada a Los Santos es silenciosa, cruzar la puerta de las barricadas esta vez se siente como una derrota. Llegan a la base, donde los esperan Deiler y todos los demás. Jesua y Karla se muestran ansiosos al igual que los demás líderes de escuadrón, emocionados esperan que sus compañeros bajen de los vehículos, y entonces, aquella emoción cambia a dudas. El rostro de cada uno de ellos refleja tristeza, impotencia e incluso miedo.
Han regresado menos personas de las que se fueron, Micneya pide varias camillas, que consiguen rápidamente, y entonces a cuatro heridos, ninguno de ellos presenta mordida alguna.
Diana, se percata que ni Moisés ni su tripulación no han regresado.
Deiler observa el panorama y Karla señala que Dylan es otro de los soldados que está en camilla. Esto hace que sienta algo de impotencia. Pero ignora ese hecho actuando con indiferencia ante lo que ve. Se acerca a Micneya quién ayuda a sus amigos.
—Reporte de Misión —pregunta el pelinegro.
Todos se detienen, se quedan en silencio. Micneya observa a Deiler a los ojos por un momento, respira profundo, conteniendo las ganas de golpearlo y entonces voltea a ver a su compañero aún inconsciente.
—Nos enviaste a morir —responde la joven.
—Ustedes sabían las consecuencias, reporte de misión.
—Moisés ha caído en batalla, Dylan está grave, hemos perdido muchos soldados —Micneya se posiciona frente a él—. ¿Y te preocupa un simple reporte de misión?
—Micneya es sólo que...
—¡Es sólo nada! —exclama Micneya, interrumpiendo a Karla—. Si ustedes supieran lo que ha sucedido allá afuera y a cuántas personas hemos visto morir, no estarían preguntando por un simple reporte de misión.
—¡Ese reporte es importante para poder saber cómo vamos a proceder contra esas cosas, Micneya! —exclama Deiler, alzando un poco la voz.
—¡Entonces ve tú mismo a cazar zombis! —exclama la joven, tomando el manubrio de la espada.
—¡Esperen, somos compañeros! —habla Jesua metiéndose en medio de ambos—. Sabemos que la situación está tensa, pero no podemos pelear entre nosotros.
—Señor, yo daré el reporte —habla un soldado que acaba de ayudar a bajar a uno de sus compañeros, tratando de calmar la situación—. Pero antes, quisiera que nuestros compañeros heridos sean atendidos.
Deiler aparta la mirada de Micneya, y la dirige hacia el soldado.
—Está bien, los heridos que por lo menos sean revisados. Tenemos el suficiente material médico para sanar heridas tan graves, pero haremos lo posible —Deiler dirige la mirada hacia la camilla dónde está su viejo amigo, luego da media vuelta—. Mientras tanto, los que no estén heridos, nos vemos en la sala a las veintiuna horas.
—Espera... espera Deiler —exclama Mayreth cuyos ojos están llenos de lágrimas, deteniéndolo al tomarlo del brazo delante de todos—. Nuestros amigos están gravemente heridos al haber peleado contra esas cosas, hemos traído dos tipos de zombi diferentes ¿Y sabes a qué costo? Perdimos a muchos camaradas en el campo de batalla al que tú nos enviaste.
—Es una misión, y lo sé, ningún entrenamiento militar está capacitado para enfrentar cosas que son impredecibles, pero es nuestra misión luchar por la supervivencia de la humanidad, de todos nosotros.
—¿De todos nosotros? —pregunta Mayreth.
Ante esa pregunta, todos se quedan callados. El gesto de Deiler muestra impotencia. Jesua, por su parte, baja la mirada.
—Nadie supo ni siquiera cómo murió Moisés y su escuadrón. Simplemente, dejaron de responder —comenta otro soldado—. Muchos de nuestros compañeros cayeron frente a nuestros ojos. Pero estamos aquí, con sus especímenes, comandante. Sólo esperamos que realmente valga la pena tantos sacrificios que está haciendo con cada uno de nosotros. Espero que yo, junto con cada soldado que ha caído y que va a caer en esta guerra, no sea un simple peón en el juego por la supervivencia.
—Les juro que ninguno de ustedes, es carne de cañón, todos estamos peleando por algo o por alguien, y por un bien común: sobrevivir.
Deiler echa un último vistazo hacia la camilla de Dylan con cierta impotencia. Parece que tienen razón los soldados: ha mandado a morir a sus compañeros no una, sino que muchas veces. Mientras camina hacia el interior de la base, piensa que es un milagro que aún muchos sigan regresando con vida.
De 40 personas que partieron en la mañana, sólo regresaron 16 y entre ellos, 4 heridos de gravedad.
Jesua junto con algunos soldados se encargan de recibir el jeep con los dos especímenes, llevándolos al interior de la base y encerrándolos con máxima seguridad en una de las habitaciones de la planta baja. Atándolos con cadenas de forma que no puedan siquiera moverse.
Mientras un zombi forcejea intentando morderlos a pesar de no tener una pierna, el otro sólo se deja hacer, mirándolos fijamente y esbozando una leve sonrisa, cosa que inquieta a cada uno allí.
Por otra parte, los demás llevan a sus compañeros al hospital dónde reciben a los pacientes en estado de emergencia.
Micneya, por otra parte, estaba con Mayreth en la sala de espera, querían estar allí con su compañero.
Sábado, 24 de enero.
21:00 hrs
La reunión empieza puntual, Deiler mira a todos los líderes de escuadrón presentes, exhala pesadamente cuándo Karla presenta en la pantalla un documento con foto y nombre de cada líder de escuadrón, señalando con una "X" en rojo los que habían muerto.
Siendo que ahora:
• Comandante/Coronel: Deiler B.
• Lugarteniente: Jesua G.
• Asistente: Karla L.
• Capitán General: Daniela M.
Los líderes de escuadrón:
- Escuadrón #1: Micneya L.
- Escuadrón #2: Anderson F.
- Escuadrón #3: Sandra G.
- Escuadrón #4: Liz M.
- Escuadrón #5: Moisés H. *Muerto*
- Escuadrón #6: Kevin T.
- Escuadrón #7: Ramón P.
- Escuadrón #8: Diana Z.
- Escuadrón #9: Terry S. *Muerto*
- Escuadrón #10: Lucas R.
Y con ellos la mayoría de los integrantes de sus escuadrones, perdiéndose un total de 40 personas en tan solo dos misiones. Deiler procede entonces a escuchar los reportes de misión.
Todos en aquel lugar están sorprendidos por lo que escuchan salir de la boca de los soldados que regresaron con vida, quedándose sin palabras. También describen a cada uno de los zombis que vieron y entonces otro soldado le recuerda al comandante haber regresado con dos especímenes diferentes.
—Bien —habla Deiler mirando a todos los presentes—. Con esto creo que será suficiente como para que el coronel Smith nos preste su apoyo. Debo ponerme a pensar en qué haré esta vez. Vuelvo a estar en el punto inicial, mi error fue idear un plan que quería llevar a cabo, pero nunca tomé en cuenta las variantes y eso nos ha costado la vida de muchos de nuestros compañeros.
—Disculpe, comandante —interrumpe Kevin —. Pienso que tal vez su error no es el plan, es cómo los está ejecutando. Nosotros hemos estado luchando contra un montón de bestias salvajes y los entrenamientos que recibimos es para enfrentarnos a personas. Ninguno de esos zombis sigue a un líder que al derrotarlo vaya a menguar sus ataques.
—Al contrario —prosigue Sandra—, parece ser que matar a un zombi, aviva las ganas de matar de los demás. Como que los estimula y los hace más agresivos.
—Puede ser que sea muy cierto, de igual manera tengo que organizar todo, y enviar esta información a nuestros compañeros en Bakersfield —dice Deiler—. También recibiremos visitas, esos zombis van a ser la muestra que necesitamos para demostrarle a los imbéciles militares, que el peligro que corre la humanidad es gigantesco.
Es allí cuándo entra un soldado informando que ya prepararon a los zombis en una habitación. Y que pueden ir a verlos. Muchos de los presentes tragan saliva, y cuándo Deiler termina de enviar el correo a Gabriel, exhala pesadamente, se levanta de su asiento y va con todos a ver a los dos zombis.
Cada paso que dan mientras suben las escaleras se hace cada vez más tenso, suben en silencio,
En un principio Deiler se fija en el zombi con apariencia más salvaje, que actua intentando morder a los soldados, el pelinegro se sorprende de ver que no tiene una pierna y que aún así sigue con mucha energía, queriendo atacar a cualquiera de los presentes a como dé lugar. Sus movimientos son bruscos, intensos. Los presentes sienten cómo su cuerpo se estremece al estar frente a esa cosa, y aunque muchos están acostumbrados a enfrentarlas, tener una criatura de esas frente a ellos, no es una sensación muy agradable.
—Este salvaje lo identificamos como "Su.P 1" , pero el que tenemos acá. Este es un monstruo, es muy diferente —se dirige al otro lado de la habitación dónde está la otra criatura cubierta igual con una manta—. La identificamos como "Su.P 2" y...
—¿La? —pregunta Deiler, extrañado.
—Sí, es una mujer —responde el soldado—, pero... Nunca había visto algo así en todos estos años. Mejor véanlo ustedes mismos.
Cuando quita la toalla, la criatura fija sus ojos azules en el pelinegro. Deiler también fija la mirada en ella y se mantiene en silencio, todos comentan miles de cosas, pero la criatura les ignora, como si supiera que Deiler es quién está a cargo de todo.
En la cabeza de Deiler, no cabe el hecho de que una criatura con contextura anoréxica sea tan rápida y fuerte. Su color de piel tan pálido y ojos azules con iris rojos llaman muchísimo la atención ¿A qué se debe eso?
Uno de los soldados hace énfasis en que todos los que vieron parecidos a ella, tenían las mismas características físicas y el cabello largo, desaliñado con un tono blanco o rubio platinado.
Deiler exhala pesadamente y con un gesto, ordena que los cubran. Si van a investigar con ellos, debe ser ya. No sabe ni siquiera cuánto tiempo les queda antes de ser atacados por cualquiera de esas dos criaturas.
Aquella situación frente a los zombis no le permite a Deiler dormir, por lo que decide ir organizando nuevos planes, escribiendo correos informativos hacia sus compañeros en Bakersfield y analizando todo el panorama.
Acompañado sólo con café, se queda toda la noche en la sala de reuniones.
A la mañana siguiente, Karla entra a la sala y se sorprende al ver a Deiler durmiendo en el escritorio. Sonríe y se acerca a él, acaricia su cabello y luego lo despierta. El pelinegro despierta un poco exaltado y se sorprende de verla allí.
—¿Qué haces a estas horas? ¿No deberías estar durmiendo? —pregunta, mientras bosteza.
—Comandante, son las nueve de la mañana.
—¿¡Qué!? ¿Las nueve? ¡Santo Dios, me quedé dormido! —pasa las manos por su cara y luego se levanta de la silla.
—Pensé que anoche te habías ido a dormir luego de todo, ¿por qué viniste acá?
—Karla, he estado pensando en que los militares del norte, sean quiénes nos visiten ahora y vean todo el panorama desde otra perspectiva. Hay que hacerles ver la realidad de la situación y que nos apoyen en esto.
—¿Por qué quieres tanto el apoyo de esa gente? —pregunta Karla extrañada—. Todo este tiempo hemos luchado sin recibir apoyo de nadie, porqué tanto afán en aliarte con otras personas.
—Porque las alianzas fortalecen las situaciones y aunque el coronel es una persona detestable, si nos hacemos con el armamento y tecnología que estos poseen, podremos avanzar muchísimo más en nuestra misión, a parte, creo que ellos esconden algo, aún no sé, pero tengo ese presentimiento.
—¿Y crees que, mostrándole ambos zombis, podrás descubrir lo que ocultan?
—Espero que sí. Espero también que Daniela y los demás hayan conseguido buenos resultados en Bakersfield.
Karla exhala pesadamente y se sienta en la mesa central, observando la nada.
—Ella es muy importante para usted, ¿no? —pregunta, volteando a ver al comandante.
—Daniela es mi todo, y por ella, por nuestro hijo que tiene en su vientre es que estoy luchando. Y vamos a salir de todo esto porque quiero que mi hijo viva en un mundo mucho mejor —responde.
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