CAP 36 - Deiler, el Comandante
—Sobre eso, si llegas a ser el comandante, ¿qué piensas hacer? —pregunta Anderson tras escuchar las palabras de su amigo—. ¿Tienes algún plan para poder conseguir la famosa cura?
—La verdad, no lo sé. Aún no tengo nada en mente, simplemente les dejo en claro que, de llegar a ser el comandante, me gustaría retomar algunas misiones y tener en cuenta algunas sugerencias que ya han hecho antes —responde el pelinegro, esbozando una leve sonrisa—. Tenemos que ir parte por parte, ya pensaremos en eso... todos juntos.
—Vaya, alguien ha cambiado a Deiler y ahora tenemos a una persona que expresa abiertamente que va a escuchar opiniones de todos para las futuras misiones —dice Moisés, con un tono sarcástico.
—Tal vez no lo conoces bien —responde Daniela al comentario de Moisés.
Tocan la puerta, Gabriel se levanta de la silla y camina hasta llegar a ella y abrirla. Karla saluda a Gabriel amablemente, y este le permite el paso. La pelinegra observa a todos sentados alrededor de una mesa rectangular, la cual está en el medio de la sala. Les saluda a todos cordialmente y se acerca hasta donde ellos están.
— ¡Cuánto tiempo, Karla! —dice Daniela.
— ¿Cómo sigue el comandante Harold? —pregunta Jesua.
—Bien, aunque ha decidido abandonar su puesto —responde Karla—. Lo ha decidido desde mucho antes de que le operaran. No puede caminar muy bien que digamos.
— ¿Qué tan grave es el daño? —pregunta Deiler.
—El disparo de la cintura no fue tan grave, lamentablemente no se podrá extraer la bala, ahora, el disparo en su rótula lo ha dejado en una condición desfavorable, de volver a caminar, tendría que usar bastón —Karla ladea un poco la cara, mostrando algo de tristeza—. Mi padre dice que ya no se encuentra en condiciones para liderar la resistencia, así que hay que preparar todo para un nuevo comandante.
— ¿Se hará una votación interna para escoger al nuevo comandante? —pregunta Mayreth.
—No, el comandante ya ha elegido a un sucesor y me ha mandado a mí a hablar con todos para dar a conocer la noticia —Karla dirige la mirada hacia Deiler, entonces, procede a dirigirse a él—. Mi padre cree que tú eres el más apto para tener el puesto de comandante. Quedan muy pocos soldados de alto rango, y hay que destacar que debido a los últimos acontecimientos, muchos soldados manifiestan sentirse seguros de seguir a Deiler al campo de batalla.
—Entonces, ya está decidido —habla Dylan, levantándose de su silla—, Deiler será el nuevo comandante. Yo te doy mi apoyo.
—Igual yo —dice Anderson.
—Amigo, yo te seguiré hasta donde sea. Sólo quiero terminar con todo esto y volver a tener una vida "normal" —expresa Jesua.
—Cuenta conmigo, comandante —dice Liz, sonriéndole.
—Debemos tener en cuenta que todos tenemos mucho estrés post-traumático, si Deiler se siente realmente capacitado para tomar esa responsabilidad, tiene mi apoyo, yo lo veo con las aptitudes necesarias, a pesar de todo —dice Gabriel.
Deiler esboza una leve sonrisa de agradecimiento, luego nota que Moisés voltea la cara, y que ni Micneya ni Mayreth han dicho nada, por lo que respira profundamente, y luego de pensarlo, procede a hablar.
—Moisés, ¿y tú? —pregunta el pelinegro, luego voltea a ver a Mayreth y a Micneya quiénes no han dicho nada—. ¿Ustedes dos qué piensan hacer? ¿Contaré con ustedes también?
—Supongo que ellos te conocen más —habla Mayreth—, así que si ellos consideran que eres apto, pues, yo te doy mi apoyo. Es sólo que... bueno, nada.
—Yo seré más sincera contigo, eres un gran líder y quizás eres tan hábil como yo, pero aún tienes algunas cosas qué mejorar, como por ejemplo el trato que tienes con algunos de nosotros. Del resto, si te considero un buen líder —expone Micneya.
—Yo me reservaré mi opinión—dice Moisés—, por ahora sigo conservando mi juicio. Si Deiler será el comandante, pues... no queda de otra.
—Al parecer, todos ellos están de acuerdo, a su manera —dice Karla—, ¿estás de acuerdo con ser el comandante?
—Sí, tomaré esa responsabilidad. Me comprometo a dar lo mejor de mí.
—Perfecto, empiezas ahora, comandante Deiler. Prepárese, hoy lo nombraremos de manera pública.
Deiler hace el típico saludo militar, posteriormente, todos en la sala se levantan y hacen el mismo saludo. Karla sonríe, puesto ella también considera que él es quién debe ser el nuevo comandante de la resistencia. Acto seguido, procede entonces a hacer el saludo, y luego procede a darse la vuelta y caminar en dirección a la puerta.
—Mi padre quiere verte hoy... Ya está un poco mejor. Estaré esperándote en el hospital junto con mi padre.
Karla se retira, no sin antes voltear a verlo nuevamente luego de llegar a la puerta. Sonríe y se retira, cerrando la puerta tras ella.
La estructura de la resistencia se ha visto fracturada por todos los acontecimientos ocurridos últimamente. La caída de varios soldados de alto rango pone en riesgo todos los planes que el grupo tiene para mantener la supervivencia. De cierto modo, el nombramiento de Deiler como comandante es un movimiento astuto del ya excomandante Harold, y hacerlo de manera pública les deja en claro a todos los militares que el proyecto de supervivencia no se ha detenido y que más temprano que tarde se van a estabilizar las cosas en la resistencia.
Deiler sabe perfectamente que tiene que reestructurar junto con la ayuda de Karla, todos los pilares fundamentales en la resistencia, también tienen que sentarse a pensar en la elección de nuevos líderes de escuadrón y el reclutamiento de nuevos integrantes. El pelinegro tiene una tarea la ardua de levantar desde los cimientos todo un cuerpo militar.
Por otra parte, Karla les encarga a varios soldados la tarea de informar a todos los soldados y aspirantes que se reúnan en la plaza principal a las 18:00 horas, ya que hay que empezar a organizar todo nuevamente. Luego de ello, se dirige al hospital. Una hora después, Deiler hace acto de presencia en dicho hospital. Sin esperar, se reúnen con el comandante.
Ese mismo día...
14:25 horas.
—En fin, entonces ¿todo este tiempo esas cosas...? —pregunta Deiler a medias, atónito por lo que acaba de decir Karla.
—Al parecer sí —responde Karla, con cierto desánimo. Posteriormente levanta la mirada y continúa hablando—. El grupo de Moisés nos informó con todo detalle que esas cosas no responden a un líder, y que jamás se detienen, es por ello que ese escuadrón decidió retirarse de Coahuila en su momento.
—Hicieron bien —responde Harold sonriendo, mientras observa hacia la ventana—. Gracias por mantenernos informados, hija.
—No se preocupen, los mantendré al tanto. Ahora, tengo que irme.
Karla da la media vuelta y se dirige hacia la puerta, para luego voltear a ver a Deiler, quién está aún sorprendido por la información que ella les ha dado, levemente sonríe y sale de la habitación, cerrando la puerta.
—Harold... ¿Huh? —Deiler se sorprende y mira fijamente a Harold, quién no deja de mirar hacia la ventana sonriendo—. Dime una cosa, ¿por qué sonríes?
El excomandante no dice nada, simplemente sigue sonriendo, por lo que Deiler se resigna al no recibir respuesta alguna y suspira pesadamente, acto seguido, observa la ventana y entonces escucha las palabras de Harold.
—No. No es por nada, es sólo que... Creo que estamos un paso más cerca de salvarnos. Escucha a tus amigos, tienen algo de razón, hipotéticamente hablando. Probablemente afuera esté esperando una cura, o una solución a este infierno.
Deiler voltea nuevamente hacia Harold, quién sigue mirando hacia la ventana sin dejar de sonreír.
—Con que sólo es eso ¿no? ¿Crees que solo un paso? —exhala con fastidio—. Muchos han muerto para dar ese paso, y muchos más morirán antes de encontrar la solución a esto. No creo que valga la pena el costo.
—Pero es un paso más cerca de la salvación —responde Harold con mucha seriedad, dejando de sonreír—. Para enfrentar a este infierno, hay que dejar de lado cierta parte de nuestra humanidad. Más de un soldado allá afuera está dispuesto a eso, por el hecho de querer salvar a su gente.
Deiler no dice nada, simplemente se mantiene en silencio, escuchando.
—Sé que algún día lograremos descubrir el por qué ocurrió todo esto, y podremos encontrar una solución. Cueste lo que cueste. Por cierto Deiler, cuándo reestructures la resistencia, me encantaría que Karla trabaje a tu lado.
—Lo hará, de hecho lo consideré hace tiempo. No obstante, ¿de verdad quiere que yo sea el comandante?
—Ya eres el comandante. Yo no puedo seguir, por eso te elegí a ti, eres el indicado y el más apto para ello.
—Pero... Harold... No estoy dispuesto a...
—Eres el comandante de la resistencia Deiler, actúa como tal —lo interrumpe Harold volteando a verlo fijamente—. Tú eres quién toma las decisiones ahora. Tú decides si guías a estos muchachos hacia la salvación de la humanidad o hacia su extinción. Debes tomar todos los riesgos necesarios, si quieres salvar a todos aquí y más allá.
Deiler se levanta de la silla, camina hacia la ventana y observa todo a su alrededor: las calles, la gente, todo. No quiere ser el líder, no porque no pueda, sino porque sabe perfectamente que tendrá que tomar el riesgo y asumir muchos sacrificios que no quiere.
Entonces, sonríe al ver una bandada de aves volando desde el norte con dirección al sur, recordando la migración que él junto con sus compañeros tuvieron que hacer hace varios años, buscando un lugar alejado de los zombis y cómo llegaron hasta aquí.
—No importa dónde vayamos, siempre nos encontramos con más y más zombis —acota Deiler—, pero ellos, la resistencia, todos han demostrado que confían en mí y no voy a defraudarlos. Sólo tenemos que seguir luchando por nuestra supervivencia, ¿no?.
—Sé que contigo llegarán más lejos de lo que han llegado conmigo y que probablemente, en algún lugar está la cura contra esta maldición que ha caído en el mundo. Vamos a lograr salvar a la humanidad.
Deiler sonríe, posteriormente, se retira de allí, no sin antes despedirse.
Karla y Harold quieren que se sepa lo más pronto posible que él es el nuevo comandante, durante la reunión le ha quedado más que claro que será una presentación pública, por lo que necesita hacerlo bien, y mostrarse seguro.
En efecto, horas más tarde ese día todos sin excepción asisten a la hora pautada, también algunos miembros del grupo de chicanos que antes estaba con Oscar, también algunos civiles, quienes escuchan con suma atención las palabras que Karla, algunos soldados y finalmente Deiler, tienen que decir. Si bien, en un principio casi inicia un conflicto interno entre el resto de chicanos y la resistencia, se logró apaciguar todo antes de que empeorara.
Los chicanos también muestran cierto grado de apoyo hacia el nuevo comandante, especialmente los que son sobrevivientes del gran conflicto y la posterior batalla contra los zombis, estos mismos expresan sentir cierta confianza hacia el pelinegro, puesto que, aun siendo mayoría y con Oscar muerto, no los asesinaron. Estas opiniones dan un voto más de confianza hacia el excapitán, ahora recién nombrado comandante.
—Realmente me siento agradecido con todo el apoyo recibido por parte de ustedes y espero hacerlo bien. Hablo por parte de todos los miembros de la resistencia, por cada uno de nosotros, que hemos aprendido de muchos de nuestros errores cometidos, ya sea individual o en conjunto allá en el campo de batalla. Como comandante, prometo que tomaré decisiones en pro de proteger en mayor medida a este lugar y a su gente.
Deiler se queda en silencio por unos segundos, observando a todos, para luego tomar una bocanada de aire y continuar hablando. Por su parte, las personas observan cada una de sus acciones, mostrando mucho interés a lo que vaya a decir.
—Aunque no lo crean, para mí, cada uno de ustedes es una pieza fundamental para asegurar nuestra supervivencia, principalmente porque sin ninguno de ustedes, no habría algo que proteger, una razón por la cual luchar. Y aunque quizá no nos conocemos del todo, nos necesitamos los unos a los otros.
—¡Los chicanos y los militares no tenemos nada en común, ustedes tiene muchas reglas, nosotros somos más libres! —exclama un hombre, mostrándose aún en contra de la alianza.
—Oscar era mucho más dictador que nosotros. Así como ustedes, yo también tengo una familia que proteger, por eso insistí en esta alianza, para crear lazos y fortalecernos. Ya dejemos nuestras diferencias a un lado y miremos hacia el exterior. El verdadero enemigo no es el que tienen a su lado, o al frente, es el que está allá afuera, tras ese montón de escombro que tenemos como límite y muralla.
—¡Ya es tiempo de cambiar la mentalidad egoísta y unirnos contra la extinción! —exclama Dylan, desde la multitud— ¡Si no luchamos juntos, si no aprendemos a convivir entre nosotros, eso que está allá, vendrá en algún momento, se aprovechará de nuestra debilidad y nos exterminará. No quedará nada ni nadie, moriremos todos!
—Nuestro compañero tiene razón, es muy probable que tarde o temprano ellos empiecen a moverse y vengan hacia acá. Tenemos la teoría de que se estimulan con el ruido y la luz emitida por nuestros focos y faros.
—¡Vamos a acabar con esos malnacidos! —exclaman varios al unísono.
—¡No permitiremos que acaben con nuestras familias! —otros más responden.
—¡Al carajo las diferencias, tenemos que proteger a nuestros niños y salvarnos! —gritan otros más al fondo.
Si bien, aún existe cierto nivel de desconfianza entre la pandilla de chicanos y los militares, los civiles de ambos bandos, y los nuevos sobrevivientes, comparten un sentimiento en común: sus familias y seres queridos. El pelinegro se hizo escuchar por medio del sentimentalismo, basándose en el hecho psicológico de que en situaciones de posible extremo peligro, el ser humano busca proteger a sus seres queridos.
Sin embargo, sabe que falta algo, una palabra, un discurso, algo que termine de hacer que todos los se convenzan y se sientan ciegamente seguros de que una alianza es el primer paso y la mejor opción que tienen, y más aún, de apoyar e incluso unirse a las filas de la resistencia. Es entonces que recuerda un día en específico, cuándo Harold habló frente a todos el día que se presentó la bandera de la resistencia.
El pelinegro voltea y nota la bandera ondulándose por el viento, respira profundo y voltea a ver a todos.
—A todos los presentes, quiero preguntarles algo. Si tuvieran la oportunidad de salir afuera, y acabar con esas criaturas, ¿lo harían?...
Muchos se quedan en silencio, otros vacilan en responder con un sí, mientras que otros responden un firme sí. Ante esto, el pelinegro, tomando una postura más firme y mostrando mucha más seguridad, vuelve a hablar.
—No me expliqué bien. Si yo les diera la oportunidad, de unirse a la resistencia, para que puedan salir afuera y luchar por el bien de proteger sus familias o de la persona que más aman, aun sabiendo que su vida podría terminar ese día, pero que sus seres queridos estarán a salvo... ¿Lo harían?
Nadie vacila en responder con un rotundo sí, tanto hombres y mujeres, ya fueran jóvenes o de cierta edad. Esto hace que no solo Deiler, si no que varios miembros de la resistencia entre el público, sonrían.
—Si tuvieran la oportunidad de encontrar una cura allá afuera, aun sabiendo que tienen que arriesgarse y pelear contra los zombis por el bien de los que aman. ¿Lo harían?
Todos responden con un fuerte sí. Nadie vacila, una motivación colectiva y con un objetivo en común va más allá que una motivación individual o egoísta. A todos les interesa más sobrevivir y que los suyos vivan, a tener un conflicto interno y que gente inocente muera en el mismo.
—¿Quién está conmigo? ¡¿QUIÉN ESTÁ CONMIGO?! —exclama el pelinegro.
Todos gritan con fuerza y así, con ese grito lleno de sentimiento y euforia, se sobreentiende que por el bien de todos, es hora de trabajar en equipo. Los primeros pasos de la nueva resistencia empiezan a darse, la alianza está ahora más cerca que nunca.
Días después se empieza a llevar a cabo el plan de reestructurar y organizar todo "Los Santos". El proceso inicia con la selección y ubicación de cada una de las familias que han llegado al pueblo. Una tarea ardua y agotadora, pero eficaz, la idea es iniciar con la limpieza de todo el pueblo y habitar lo más pronto posible las casas abandonadas.
Los días pasan, y en un abrir y cerrar de ojos, han transcurrido ya dos meses desde que el pelinegro fue reconocido como el comandante. Si bien, la estructura se ha visto fracturada, tanto Karla como Deiler no dudan en reestructurar los puestos vacantes y no tardan en pasar la información a cada uno de los miembros.
La nueva estructura de la resistencia ha quedado de la siguiente manera:
• Comandante/Coronel: Deiler B.
• Lugarteniente: Jesua G.
• Asistente: Karla L.
• Capitán General: Daniela M.
Los líderes de escuadrón:
- Escuadrón #1: Micneya L.
- Escuadrón #2: Anderson F.
- Escuadrón #3: Sandra G.
- Escuadrón #4: Liz M.
- Escuadrón #5: Moisés H.
- Escuadrón #6: Kevin T.
- Escuadrón #7: Ramón P.
- Escuadrón #8: Diana Z.
- Escuadrón #9: Terry S.
- Escuadrón #10: Lucas R.
Una vez que la información se ha hecho llegar a cada uno de los nuevos líderes de escuadrón, y viendo que todo se reestructura desde cero, los líderes de cada escuadrón tienen como misión escoger a los integrantes de su escuadrón.
Jueves, 18 de abril.
18:45 hrs
Dylan, quién vive junto con sus dos amigas, se emociona mucho al saber que Micneya es la nueva líder de escuadrón, lo que la coloca como capitana. Por su parte, la joven no siente la misma emoción puesto que detesta dar órdenes tanto como detesta seguirlas, por lo que no le presta mucha atención y decide seguir leyendo su libro, mientras acaricia a su pequeño perro.
—¿Y ya pensaste un nombre para el cachorro? —pregunta Mayreth, que baja las escaleras y nota la escena, por lo que cambia el sentido de la conversación.
—Sí, me gusta mucho "Shiro". Le queda muy bien, ya que es un pitbull muy tierno.
—Espero que no haga de las suyas dentro de la casa, o en mi auto —dice Dylan, quién sigue leyendo la carta, acostado en el suelo.
—Ya suenas como un papá amargado, que al principio no quiere al perro y luego lo adora —dice Mayreth.
—Yo nunca dije que no lo quería, le hacía falta una mascota a la familia, sólo digo que no quiero que deje sorpresitas en ningún lado de la casa... ¡Siempre estoy descalzo y odiaría llenarme de sorpresa canina! —exclama el chico, exagerando un poco el tono de voz.
—Ay no es para tanto —responde Micneya—, si eso sucede y sientes asco, sólo te quitamos el pie y ya. Solucionado.
Ambas se ríen, y el chico ríe de forma sarcástica con más fuerza. Luego de ello se levanta, y nota que el cachorro se baja de Micneya y se dirige hacia él, justamente, termina lamiéndole el tobillo derecho.
—¿Y qué piensas hacer ahora, capitana? —pregunta Mayreth.
—No lo sé, empezar a disfrutar por ahora de la tranquilidad que hay en el pueblo, mientras todo se va reestructurando y nos llaman para nuevas misiones. Si fuera por mí, no escogiera a más personas para el escuadrón, con ustedes dos es más que suficiente.
—¿Y qué tal Gabriel? —pregunta Dylan.
—Puede ser que él también, es muy inteligente y hábil en el campo —responde la joven, sin dejar de mirar el libro.
Dylan se levanta del suelo con el perro en brazos y nota que está atardeciendo. Desde que llegaron a Los Santos, no ha tenido mucho tiempo para estar con May, por lo que sin pensarlo mucho le entrega el cachorro a Micneya, luego agarra las llaves del auto y se dirige a la puerta.
—Oye May, ¿te gustaría dar un paseo? —pregunta.
—¡Por fin me van a dejar tranquila! —dice Micneya, para luego mirarlos a ambos sonriendo pícaramente—. Dile sí, váyanse, hablan mucho y no me dejan leer.
—Bueno, bueno... Está bien Dylan, si quiero—responde la joven, regalándole una sonrisa.
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