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CAP 19 - El Inicio de la Búsqueda.

 Dylan se dirige rápidamente hasta el punto de reunión dónde el escuadrón de Kenny estaba. Ahí mismo, esperaría a que Karla repitiera las indicaciones y el objetivo de la misión. Posteriormente, Kenny dice algunas palabras y concluye ordenándoles que vayan subiendo las cosas al vehículo.

Con algo de calma, Dylan se acerca hasta dónde está Gabriel y ambos se saludan con un apretón de manos.

—¿Qué onda bro? —dice Gabriel, con su forma de hablar tan peculiar, como si estuviera cantando algo de rap.

—Pues, todo bien, vine a verte, ya que sales de misión, la última vez que te fuiste no pude despedirme de ti.

—No, no, todo tranquilo. ¿No se supone que estabas en una misión en ese momento?

—Sí, es verdad... Desde que nos graduamos apenas y hemos cruzado palabras.

—Sí, por cierto ¿Cómo te va con May? —pregunta Gabriel, mirándolo con los ojos entrecerrados y una sonrisa casi macabra.

—¿Qué? ¿Tú también? —se exalta Dylan—. ¿Desde cuándo...?

—Por dios, es obvio que ella te gusta.

—¿Tan obvio soy?

—¿En serio lo preguntas? Se te nota en la cara.

—Caray —responde Dylan.

Ambos ríen ante la situación de Dylan, luego se quedan en silencio por un momento, y luego se sonríen mutuamente. A pesar de no haberse conocido desde hace mucho tiempo como sucede entre Dylan con Deiler y Moisés, ambos sienten una conexión muy fuerte debido a los momentos que pasaron sobreviviendo ante los contagiados, o en los dos años de entrenamiento, donde convivieron más entre ellos que con los demás.

Dylan entonces alza la mirada y divisa a una pelirroja, cuyo cabello está cortado hasta la altura de las mejillas, acto seguido, le hace señas a Gabriel quien voltea y al verla, levemente sonríe mostrando cierto grado de sorpresa. La chica, coloca sus cosas en un lugar y luego respira profundo, se puede notar que está nerviosa.

—¿Y ella quién es? —pregunta Dylan.

—Creo que es la chica nueva del escuadrón, no sé si supiste, una de nuestras compañeras murió afuera por los contagiados, y ella no tenía dónde unirse así que...

—Ya veo. ¿Te digo algo? Deberías hacerle compañía, ayudarla, hablar con ella. No es muy "divertido" ser el nuevo del grupo y estar sólo, créeme.

—¿Tú crees?

—Hazme caso, Gabriel.

—Supongo que te haré caso esta vez.

—Sí, porque eres bien testarudo.

—¿Lo dice el que nunca se calla?

Dylan ríe, de repente, la conversación entre ambos es interrumpida por el sonido del motor encendiéndose, a lo que Gabriel exhala resignado y le estira la mano a Dylan, quién en ipso facto, la estrecha con él.

—Cuídate allá afuera bro.

—Y tú igual...

Ambos se dan un fuerte abrazo, y luego Gabriel sube al vehículo. Por su parte, Elinyer también se acerca a Dylan, se saludan y luego este sube también al vehículo, seguido de un chico alto rubio y Kenny, quién cierra las dos puertas tras ingresar en el vehículo.

El vehículo avanza y finalmente se retiran de la base. En medio del camino, Kenny dice algunas cosas referentes a la misión, como que el lugar al que van él ya lo había visitado varias veces antes del apocalipsis, que está seguro de que hay personas habitando allá y que todo va a estar bien. Gabriel es el único que no presta atención a las palabras de Kenny o a la conversación grupal que inicia en ese momento, ya que tiene la mirada fija en la chica nueva, quién se sienta en el último asiento del vehículo. Ella los observa a todos en silencio. Elinyer se percata también de esto, intuyendo que quizá ella es introvertida, por lo que es el primero en acercarse a ella, cambiándose de puesto y sentándose al lado de ella.

—¿Uh? —la chica lo observa.

—Bienvenida, así que tú eres la nueva integrante del escuadrón ¿No? —pregunta Elinyer, acercándose a ella con cordialidad.

—Sí, bueno, sí —da una pausa larga, observando fijamente al moreno, para luego exhalar resignada y sonreírle—. Un gusto, soy Livia.

—Y yo soy Elinyer —el chico voltea a ver a todos en el vehículo, que conversaban entre ellos mismos—. Quizá te parezcan algo odiosos, o maleducados, pero están muy estresados con esta situación que normalmente tratan de congeniar con los que ya llevan mucha confianza, pero son buenos muchachos.

—Entiendo, y de verdad lamento mucho la pérdida de su compañera, seguramente se llevaban bien con ella.

—Sí, no fue agradable perderla pero creo que es parte de la supervivencia —responde Elinyer.

Gabriel también se cambia de puesto, sentándose al lado de Elinyer y Livia.

—¿Hola? —le saluda ella, observándolo con timidez.

—Hola, soy Gabriel. Un gusto. ¿Tú eres?

—Livia, un gusto igualmente.

Ambos estrechan la mano y empiezan a entablar una conversación completamente trivial los tres. Elinyer muy maravillado de las cosas que ella les cuenta. Disfrutando así todo un tranquilo pero tedioso y largo viaje.

Algo destacable en Livia, más allá de su tez blanca y su cabello rojizo, sus pecas y ojos grisáceos, es su manera de hablar, muy educada y pausada, habla con toda la paciencia del mundo, mostrando mucha calma al realizar los gestos. Esto inmediatamente hace que Gabriel se interese más en ella.



Sábado, 23 de enero.
18:25 hrs.

Luego de un largo viaje sin hacer parada alguna, mismo viaje en el cual fueron perseguidos por contagiados en varias ocasiones, llegan hasta un pequeño puente, allí observan que bajo del mismo pasa un río y que justo a unos cuántos metros frente a ellos está aquella ciudad "solitaria". Kenny, con una voz muy seria y la mirada fija en la ciudad, informa que ya llegaron al destino. Todos observan atónitos por las ventanas y notan que aquel lugar está repleto de grandes edificios. A parte de eso, la luz de la puesta de Sol hacía que todo se viera más tétrico en vez de atractivo.

—Kenny ¿estás seguro de que este es el lugar? —pregunta Noel, quién conduce.

—Sí... yo viví aquí un tiempo y estoy seguro de que podríamos conseguir muchas cosas, especialmente comida, conozco un supermercado ubicado unas cuántas calles de este puente.

—La comida debe estar podrida —comenta Ariangel.

—Si contamos con suerte, podríamos conseguir comida enlatada. Si están bien conservadas, aún pueden estar en buen estado —acota Gabriel, observando a todos.

—¿Cómo es que estás tan seguro? —pregunta Livia, curiosa.

—La comida enlatada puede conservarse en buen estado durante seis años, más o menos. Eso contando con las condiciones correctas y demás —responde el moreno.

—Gabriel tiene razón, tenemos que conseguir lo necesario para llevar a la resistencia. El asunto es... que está anocheciendo, y sabemos que durante la noche son más agresivas esas criaturas. Así que vamos a actuar rápido, conocen sus equipos, dividámonos y busquemos la mayor cantidad de recursos. ¡Andando!




 —Espera un momento Dylan. ¿De dónde sacas eso de una cura para los contagiados? —pregunta Deiler, cruzándose de brazos, dejando ver así, los tatuajes que decoran su brazo izquierdo.

—Si lo ves bien, no suena tan descabellado —dice con entusiasmo el muchacho.

—No fue algo que viniera exactamente de Dylan o de mí, es una suposición de Mayreth y la verdad ¿por qué no? —prosigue hablando Micneya—. Capaz en algún lado esté un laboratorio y hayan personas tratando de conseguir una cura, y quizás si salimos a buscar afuera

—No —dice Deiler tajante—, es arriesgado lo que dicen ambos. No podemos basarnos en una suposición y salir a la deriva.

—Pero Deiler...

—No contamos con mucho combustible, salimos de misión a buscar sobrevivientes o recursos en zonas cercanas, no nos hemos alejado más allá de tres días de aquí así que no. ¿Sabes en cuántos laboratorios habría que buscar? Y peor aún, ubicarlos...

Dylan hace una mueca de medio lado, no había pensado en eso. Deiler en parte tiene razón, en esta situación, salir a buscar laboratorios de biomedicina que estén activos, es como buscar una aguja entre la maleza. Daniela exhala pesadamente y apoya la espalda en la pared, desde hace un buen rato se ha mantenido callada, escuchando y analizando lo que dicen ambos.

Por un lado, Dylan plantea de manera entusiasta una idea esperanzadora de salir de todo este asunto a través de una cura, pero por el otro, Deiler también tiene razón al rehusarse a pedir una misión de esa magnitud, se mantiene neutral, no obstante sabe que cada vez tienen que alejarse más y más kilómetros para poder conseguir recursos, y cada vez son más escasos.

—De todas maneras, igual también nos estamos quedando sin municiones y medicinas. La comida se acaba muy rápido, hay muchas bocas que alimentar aquí —acota Daniela—. De una forma u otra, tenemos que hacer algo para sobrevivir, quizá buscar un laboratorio de biomedicina funcione.

—¿Ves? Daniela también piensa lo mismo, si existe la esperanza de que algún laboratorio esté buscando una posible cura, tenemos que intentarlo —acota Micneya con calma.

Micneya siempre es así, a pesar de estar asustada, emocionada o triste, si se encuentra rodeada de personas, mantiene un semblante tranquilo, casi inexpresivo, siendo que, solamente a solas con sus dos amigos más cercanos es con quién se muestra verdaderamente como es.

Deiler al escuchar a sus compañeros y a su amada, resignado, se descruza de los brazos y empieza a caminar de un lado a otro, pensando. Sí, puede ser una idea excelente conseguir la "cura" y llevar a la humanidad a la salvación, pero las posibilidades son 1 en 100 millones. Luego de tomarse su tiempo y pensar las cosas con calma, Deiler voltea hacia sus compañeros, camina hacia ellos en silencio, pensando aún qué decir. Piensa, piensa, y.... piensa, hasta que finalmente consigue las palabras.

—Escuchen, es una petición muy loca, le plantearé esto a Karla y a Harold, puesto que es un tema muy complicado y una misión arriesgada —observa a Daniela y le sonríe amablemente—, los tengo a todos aquí conmigo y es lo que me importa, no quiero arriesgar más...

—Tal vez, así como nosotros, hay más personas luchando por lo mismo que nosotros —finaliza Dylan, sonriendo con entusiasmo—, confío en ti y sé que todo saldrá bien, como ha salido todo hasta ahora.




Kenny lidera al escuadrón N°8, conformado por Noel, un chico de 180 de piel oscura ycuerpo muy tonificado, cabello rapado y una barba en forma de candado. Camile, una rubia alta de 178 cm de alto y cuerpo muy bien entrenado. Kendall, una joven trigueña de cuerpo delgado, cabello corto y ojos verdes, de 160 cm de alto. Livia, Elinyer, Gabriel, René quién es el más bajo del grupo, midiendo apenas 160 cm de estatura, cabello rapado y piel blanca. Darla y Ariangel que son hermanas gemelas, de piel oscura, con la diferencia de que Darla tiene el cabello crespo y Ariangel lo tiene lacio, y por último pero no menos importante, Manfred, un chico rubio de 183 cm de alto.

Ya dentro de la ciudad, el grupo sigue las indicaciones de Kenny y finalmente llegan al supermercado "Trader Joe's", detienen el vehículo justo al frente, y bajan del auto. La formación es la misma usada en la misión anterior: Noel sobre el techo del auto, con un M40, preparado para disparar a la distancia ante cualquier avistamiento zombi; Ariangel y Darla se mantienen en la entrada, preparadas para atacar, y posteriormente ingresan Livia, Gabriel, Manfred y Kendall al interior del supermercado.

Kenny, junto con Camile, René y Elinyer van hacia una farmacia ubicada a dos calles más arriba, ingresan en ella y en sus mochilas empiezan a meter todas las medicinas, pastillas, vendajes y gazas posibles, llenándolas a tope.

—¡Cuánta calma! Ojalá todas las misiones fueran así... Kenny, fue una gran idea venir hasta acá, esta ciudad fue abandonada y por eso no nos hemos topado con ningún contagiado, gracias al cielo.

—Manténganse alerta —habla Kenny de forma tajante a modo de sugerencia, observando por la ventana, mientras cierra su mochila.

—¿Por qué? Todo está tranquilo, por una vez deberíamos estar así —responde Camile, sonriendo.

—No hay luz de luna esta noche, el cielo está nublado. A parte, es muy extraño que todo esté en total calma, que no haya habido ningún avistamiento desde hace al menos dos horas. En cualquier momento alguna criatura aparecerá, así que manténganse alerta.

—Kenny tiene razón —dice Elinyer—, sin embargo, prefiero que todo esté así, tranquilo.

—Sería lo mejor —finaliza René.

—Sí que son unos hombres muy pesimistas —dice Camile, riendo.

La joven empieza a tararear suavemente una melodía, se acerca al mostrador y coge algunas cosas de allí, entonces, escucha algunos pasos detrás de la puerta que está al fondo del mostrador, les susurra a todos que hagan silencio, y se acerca hasta esa puerta, ilumina con la linterna y se percata de que hay un pasillo que al parecer lleva al almacén de la farmacia, pero no hay nada.

—¿Qué demonios? Escuché pasos tras la puerta y no hay nada. Ya me pusieron paranoica ustedes —comenta bajando la linterna y le da la espalda a la puerta, cuando de pronto, la misma se abre y un contagiado salta tras ella, atacándola.

—¡Ahhhhhhh! —se queja Camile tras caer al suelo.

—¡Maldita sea! —exclama René, disparándole varias veces al contagiado, matándolo en el acto.

La criatura grita de una forma tan horrible que altera a todos allí, luego muere y cae a un lado de la mujer. Acto seguido, alrededor del lugar, no, en casi toda la ciudad se escuchan varios gritos al unísono. Camile intenta levantarse, pero al haber caído bruscamente, se dislocó el hombro, debido a que se golpeó con el borde de la barra de recepción.

—¡Me duele, me duele! —se queja Camile, con lágrimas en los ojos—. ¡Me duele mi brazo!

—¿Te mordió? —pregunta Kenny, sujetándola por ese brazo para examinarla.

Sin saber que lo tenía dislocado, lo mueve bruscamente, causándole un dolor más terrible del que ya sentía, haciéndola gritar con fuerza.

—Al parecer se le dislocó o fracturó al momento de caer —opina Elinyer, sin estar muy seguro.

—Tenemos que sacarla de aquí, e irnos rápido. ¡Esa cosa alertó a las demás! —Kenny como puede, ayuda a levantar con cuidado a Camile, y la carga, los otros dos toman las mochilas y salen corriendo de la farmacia.

Por otra parte, Noel dispara varias veces al cráneo de unos cinco contagiados, y nota que vienen muchos más gritándole a sus compañeras que llamen a los otros, los que están dentro del supermercado salen con prisa ante los llamados desesperados de Darla y Ariangel.

Ya afuera se encuentran con sus compañeros abriendo fuego contra un montón de contagiados, y estos prestan el apoyo, tirando las mochilas al suelo.

—¡Suban al techo del supermercado! —grita Kenny a lo lejos —. ¡Suban al techo! ¡Son muchos los que vienen!

—¡No puede ser! —exclama Manfred, quién corre a ayudarlos con Camile.

En cuánto suben al techo, se escuchan muchos gruñidos provenientes de los alrededores. No pueden ver nada, todo está oscuro. Con las linternas iluminan de un lado a otro buscando, y notan a varios dirigirse hacia ellos, empiezan a dispararles a los que ubican, luego detienen los disparos. Las nubes en el cielo siguen su rumbo, dándole paso poco a poco a la luz de la luna llena que empieza a iluminar toda la ciudad.

La luz de la luna es fiel testigo de la sorpresa de aquellos jóvenes al verse completamente rodeados de muchos contagiados. Están armados y listos para iniciar el ataque. Tienen una pequeña ventaja y es el factor distancia y altura, no obstante, muy probablemente las balas no alcancen para matarlos a todos. Kenny al notar los nervios en todos los soldados opta por dar unas palabras de aliento.

—¡Ninguno de nosotros puede morir esta noche! ¡Ninguno! ¡Ármense de valor y peleen por su...

El palabreo de Kenny se ve interrumpido por un grito gutural tan horrible, el cual se escucha sobre el techo de uno de los edificios, y posteriormente, un montón de contagiados van corriendo hacia ellos Son muchos, un centenar o quizá más que eso. Los soldados no pueden evitar mostrar el miedo ante lo que se viene.

Gabriel respira profundo, jamás había escuchado un grito como ese, trata de mantenerse calmado, justo va a decir algo, cuando de repente Livia, que estaba a su lado, petrificada se arrodilla para llorar.

—Levántate Livia, levántate —le dice Gabriel, firme, pero nervioso—, necesitamos todas las armas de fuego posible.

—Son muchos —dice Kendall bajando la mirada, está aterrorizada—. Es imposible que salgamos vivos de esta...

—Que dios nos proteja —susurra Ariangel, resignada con lágrimas en los ojos.

—Todos vamos a morir —dice Noel, temblando—. ¡Maldita sea, todos vamos a morir!

—Yo no quiero morir —interrumpe Kendall, entrando en un estado de shock emocional—, yo no quiero, no quiero morir, no así, no quiero... 

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