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CAP 13 - La Resistencia.

                                                                 EN ALGÚN LUGAR DEL MUNDO

                                                                                   AÑO 2025

Lunes, 18 de enero.
14:26 hrs

—¡Ustedes, malditos zombis! —exclama un hombre moribundo, mientras entre cuatro zombis lo devoraban vivo. Le habían desmembrado un brazo momentos antes— ¡Ahhh! Mí-mírenme, mírenme bien, malditos. ¡La humanidad sobrevivirá!

En medio de la agonía, el desespero y el miedo, aquel hombre con su brazo libre, alcanza una navaja, la cual estaba a su costado, y la clava en el hombro de uno de los zombis, el cual lo observa y le muerde el cuello con más fuerzas.

—AAHHHH!!... Uste-des... us-tedes morirán... ¡En manos del capitán Deiler! —exclama con sus últimas fuerzas, mientras las lágrimas corren por sus ojos.

Suena el disparo de una escopeta, el sonido hace eco en todo el lugar.

El cráneo de la criatura que mordía el cuello de aquel hombre se abre por la mitad, y su cuerpo cae al suelo.

—C-capitán... —el hombre pierde las pocas fuerzas que le quedan, deja caer la cabeza en el suelo y observa al capitán. Entonces sonríe, mientras toce agonizando.

Deiler camina tranquilamente hacia ellos, y dispara por segunda vez, asesinando al otro zombi. Sigue caminando mientras recarga y vuelve a disparar otras dos veces, matando a los otros dos que se acercan a él.

—(¡Qué criaturas tan molestas!) —piensa mientras alza la mirada y nota que de varias direcciones se acercan más zombis corriendo—. (¡Qué fastidio!, vienen cuatro por la derecha y dos por la izquierda.)

Más disparos, esta vez son de rifles de asalto. Deiler voltea y observa a Dylan, quién se acerca con rapidez, esto le indica a Deiler que fue Dylan quién acaba de disparar.

—¡Qué desastre hay aquí! —exclama Moisés, mientras camina hacia Deiler bajando su M4A1—. Realmente nos hemos metido en territorio zombi.

—Sí y al parecer acabaron con todos — responde Deiler observando fríamente el lugar—, llegamos muy tarde.

—¡Capitán! —exclama Sandra, acercándose rápido a la posición dónde ellos están—. Hemos venido los refuerzos y...

—Sandra, atiende al soldado caído. Dylan tú encárgate de zombi que viene por la izquierda. Yo me encargo de aquellos dos.

—¡Perfecto! —responde Moisés, acercándose al zombi y disparando rápido.

Se escuchan más disparos a los alrededores, y gritos de zombis siendo asesinados por los demás soldados que los ubican y los matan. Micneya también se acerca a la posición de Deiler y les sonríe.

—Ha sido emocionante venir a matarlos. ¡Oh, miren! Aún queda uno —exclama con mucha emoción Micneya, acercándose lentamente al zombi que iba hacia ellos de manera agresiva, mientras le apunta con su rifle.

Dispara con precisión asesinando al zombi. Para luego alzar la mirada y acercarse a él, poner el pie sobre su pecho y disparar nuevamente.

—Error, no queda ninguno—ríe y luego levanta la mirada y observa a su alrededor, viendo los cadáveres de sus compañeros—. Los han matado a todos, ya con esta baja, son diez soldados menos que la resistencia tiene.

Deiler es el capitán de la resistencia y líder del escuadrón de exploración Nº1, el cual estaba integrado por Dylan, Micneya, Anderson, Sandra, Kevin y Moisés. Es un grupo pequeño, sigiloso y rápido en el ataque, razón por la cual usaban armas de fuego rápido, como los rifles AK47, AK104, Steyr AUG y la Carabina M4A1, armas a las cuales se les puede colocar silenciador.

—Mike como líder del escuadrón tres sabía que, si se alejaban demasiado del campamento, morirían. Nadie los mandó a andar fisgoneando —acota Deiler, que voltea a ver a sus compañeros, y nota que finalmente se van acercando los demás a su posición.

—¡Capitán! —exclama Sandra, quién está arrodillada en el suelo, angustiada y tratando de detener la hemorragia del soldado en el suelo—. Este hombre está agonizando, tenemos que salvar su vida.

—D-Deiler —el hombre intenta hablar con él, alzando levemente la mano como puede.

—¡No hables! —advierte Sandra—. Debes conservar fuerzas.

Deiler se acerca caminando hacia él, con una mirada seria. Observa a su compañera con lágrimas en los ojos y al hombre en el suelo, desangrándose.

—No puedo detener el sangrado, tiene muchos desgarres y heridas profundas. Especialmente la del cuello.

—Ca-ca-pitán... Deiler... lo siento... no de-bí venir a-así. P-por favor, no de-je que mi... muerte sea en vano. N-no me d-deje morir —tose, mientras sus ojos se van cerrando poco a poco, posteriormente alza la mano derecha—C-capitán.

—Mike, calla. Ya no hables más, debes descansar. Has hecho mucho por nosotros. Y lo seguirás haciendo —le da un apretón de manos, sin importarle llenarse de sangre y continúa hablando, con la voz entrecortada—. Yo llevaré tu voluntad de seguir luchando por la supervivencia, me darás fuerzas. Te lo prometo. ¡Prometo que acabaré con todos los zombis!

—Capitán.... ya —le interrumpe Sandra, y empieza a llorar—. Acaba de morir. Seguramente escuchó todo, ahora descansa en paz.

Deiler respira profundo, se coloca de pie y mira al cielo, para después dar la vuelta y caminar al lado contrario. Observa a todos a su alrededor y luego carraspea, aclarando su garganta. Toma una bocanada de aire y luego procede a hablar con un tono de voz alto.

—Muy bien señores, hemos terminado el rastreo, recojan lo que puedan y recuperen todo lo necesario de nuestros compañeros caídos —exclama Deiler, con una actitud fría—. Lamentablemente muchos se encuentran en estado irreconocible así que no podremos regresar con todos los cuerpos.

—¡Si! —exclaman todos al unísono.

A pesar de que él es alguien con una mentalidad fuerte y que siempre está preparado a todo, para Deiler, el ver los cuerpos de sus camaradas caídos es algo que le afecta mucho, cada vez que pasa por algo así no puede evitar pensar en cuándo será su turno, o el de sus seres queridos, tampoco puede evitar pensar en su hijo Liam, ¿cuánto habrá sufrido? No puede evitar tratar de no apegarse a sus amigos con los que ha sobrevivido todo este tiempo, para él, simplemente era cuestión de tiempo ver a cualquiera de ellos morir.

Por otro lado, Dylan respira profundo mientras se acerca con los ojos llorosos a uno de sus compañeros que está agonizando al otro lado de la calle, el cual tiene una herida abierta en todo el abdomen, a parte su pierna izquierda está desmembrada.

—Lo siento, lo siento... ¡Lo lamento tanto! —le dice Dylan, arrodillándose frente a él.

—N-no lo lamentes —tose vomitando sangre, mientras le extiende la mano con las pocas fuerzas que le quedan—, m-mi hija está... en el campa-mento. Su nombre es Sara, tiene n-nueve años... Dale esto...

—Sí, se lo daré, pero... aguanta un poco, tal vez podamos ayudarte a volver. Así mientras te recuperas tu hija tendrá el collar y podrá visitarte. Además ¿cómo reconoceré a tu hija? —pregunta, con lágrimas en los ojos.

El hombre respira con muchas fuerzas y extiende más el brazo, Dylan toma lo que él le da, un collar de perlas. Se voltea un momento para guardarlo en su mochila cuándo de pronto, escucha un disparo y voltea viendo el cuerpo de aquel hombre caer al suelo. Dylan abre los ojos, atónito ante la escena y voltea petrificado hacia su lado derecho, observando a Moisés quién respira profundo y luego se voltea, dándole la espalda a su amigo.

—¿P-por qué lo hiciste? ¡Moisés! ¿¡Dime por qué!?

—Sólo balbuceaba, estaba agonizando. Es cruel de tu parte tratar de hablar con personas que están muriendo en vez de terminar con su sufrimiento. Ni siquiera sabes quién es su hija, así que me parece inútil que recojas eso, pero bueno, así eres tú, regresemos —finaliza, empezando a caminar.

Dylan no puede entender por qué su mejor amigo es tan cruel, cómo es que él es capaz de quitar así por así una vida sin siquiera intentar auxiliar, es todo lo contrario a Deiler o a Micneya, quienes son considerados como las dos personas más fuertes y hábiles de toda la resistencia, más, sin embargo, son capaces de ayudar a cualquiera sin importar que. Aun así, Moisés destaca por su frialdad al actuar, sin embargo, esa misma frialdad hace que el actúe así, tan indiferente en las situaciones.

Tras recoger todo lo necesario, ya sea armas, municiones y cualquier otra cosa que aquel grupo haya conseguido en beneficio a la humanidad, el grupo se reúne en el punto donde Deiler los espera.

—Escuché un disparo, ¿algún zombi? —pregunta Deiler.

—No, simplemente maté a un hombre agonizando —responde Moisés, tajante.

—¡Pudimos haberlo salvado! —exclama Dylan, con la mirada baja.

—Solamente a ti se le ocurre querer salvar a alguien que tiene una herida profunda en el abdomen y que está desangrándose. Creo que hasta Deiler hubiera hecho lo mismo.

Deiler se queda callado, respira profundo e ignora el comentario de Moisés. Da la vuelta y con la mano derecha hace un movimiento circular, con el dedo índice apuntando hacia arriba. Esta es la señal de "retirada". Así, todos vuelven a sus vehículos con el fin de regresar.




Martes, 19 de enero.
20:06 hrs

Tras día y medio de viaje, el equipo regresa al campamento, ubicado a unos 2.425 km al suroeste del punto donde encontraron al escuadrón de Mike. Tras acabar con unos 820 zombis, con una baja de 145 soldados, lograron establecerse finalmente luego de dos años ya que, aunque ya ocupaban ese lugar, recibían constantes ataques. Puesto que también necesitaban de alguna manera, asentarse fijamente en ese lugar, para poder recuperar armamento, alimento y combustible para los vehículos militares.

Al llegar el escuadrón y algunos cuerpos de camaradas caídos, son bien recibidos por los soldados que cuidan la entrada principal de la base, ingresan y luego bajan de los vehículos.

Una semana antes, salieron tres grupos a explorar, de los cuales solo volvieron dos. Para Harold, cada baja es un golpe muy grande para los sobrevivientes y la resistencia, por lo que trata de ser lo más preciso posible en cuanto las exploraciones y rescates que hagan los grupos. Debido a esto, necesita saber qué sucedió afuera. Harold, es el comandante, líder absoluto de la resistencia y quién toma la decisión final no solo en cuanto a lo militar, sino también entre los mil civiles que allí están.

Posteriormente llega un segundo grupo, ambos se dirigen hacia la torre 1, una edificación de dos pisos la cual es el punto de reunión de los líderes de cada escuadrón de la resistencia. En el piso 2 es dónde se encuentra la sala de reuniones y al frente, lo que sería la oficina del Comandante Harold, mientras, en el piso 1 están una serie de "oficinas", funcionando únicamente una sola, la de Karla, quién es la encargada de recibir información y asignar las misiones de cada escuadrón bajo las órdenes de su padre. En la entrada de este edificio se encuentra Karla esperando.

—Bienvenidos soldados de la resistencia —dice Karla, con su voz suave y delicada —. Mi padre, perdón... El líder y comandante de la resistencia espera a cada uno de los líderes de escuadrón en su oficina, yo los guiaré. Los demás miembros, pueden ir a descansar.

Todos asienten, los líderes de cada grupo se despiden de sus compañeros y se van con la mujer, mientras los demás miembros se distribuyen cada quién a su respectivo destino.

Dylan vuelve junto con Micneya y Moisés, a la carpa militar que les fue asignada, donde allí está Mayreth preparando la cena. Ella voltea al escucharlos entrar y sonríe amablemente.

—Están de vuelta. No pensé que volverían tan pronto por eso hice muy poca comida —dice, mientras Micneya se acerca a ella, acto seguido, se abrazan con mucha efusividad.

A pesar de su talento y excelente puntería, Mayreth no fue reclutada para esta misión ni asignada a ninguno de los escuadrones, debido a que ella estaba saliendo de una lesión en la pierna izquierda, un desgarre muscular el cual se hizo durante la prueba de graduación, 26 días atrás.

—Sí, sin embargo, afuera sucedieron muchas cosas que ni te imaginas—comenta Dylan, sonriéndole amablemente, aunque en su mirada se nota el cansancio y cierta impotencia.

—Si sigues como hoy, no tardarán en matarte, descuidado —interrumpe Moisés, quitándose los zapatos, sin dejar de mirar con cierta molestia a su compañero.

—No es para tanto —responde Micneya—, en parte Dylan tiene razón, pudimos rescatar una vida.

—¿Sucedió algo? —pregunta May, observándolos a todos.

—Moisés no quiso ayudar a un hombre agonizando, y acabó asesinándolo de un disparo.

—No, no iba a ayudarlo. Iba a ser un estorbo, traerlo aquí iba a costar muchos recursos. No los tenemos, apenas y el campamento de medicina tiene para sustentar heridas superficiales, no tenemos nada para sobrevivir a una mordida, y mucho menos para auxiliar a alguien con una herida tan grave como una pierna desmembrada.

—Aun así, pienso que pudimos haberlo salvado. No debías matarlo.

—No lo maté, acabé con su sufrimiento —responde Moisés con suma seriedad.

Moisés lo fulmina con la mirada y se sale de la carpa, a veces no puede soportar las cosas de Dylan, piensa que es estúpido el querer ser bueno en un mundo tan destruido como ese, para él, es más factible matar lo que se tiene que matar y que sobrevivan los que tengan que sobrevivir. Dylan exhala y voltea a ver a Micneya quién simplemente se recuesta en el suelo. Mayreth se acerca al muchacho, se detiene frente a él y agarra sus manos.

—Quizá él si tiene razón, no podían salvarlo si estaba tan grave, Dylan.

—Era un compañero, tenía una hija y...

—Ya estaba muerto —interrumpe Micneya—. Llegamos justo para poder despedirlos. Si tardábamos un poco más, simplemente nos iba a tocar matar criaturas. Sabes bien que ellos matan para comer, escogen a unos pocos para el contagio.

—Pero... Mic...

—Dylan sé que a veces es difícil aceptar la realidad, pero ya estaba muerto. A parte, cuándo nos retirábamos de allí, pude ver a más criaturas a los alrededores. Por muchas armas que tengamos, la cantidad de zombis allá afuera es enorme. Y sí, disfruto matarlos, pero cada vez que salimos, veo más y más de nuestros camaradas morir.

—¿Tienen hambre? —dice Mayreth, separándose de Dylan—. Puedo prepararles algo rápido.

—No, no tengo hambre —responde el muchacho, saliendo de la tienda.




—Pienso entonces que deberíamos cambiar de rumbo, explorar otras zonas —exclama Deiler—. Todo este tiempo hemos estado buscando más y más recursos, pero no hemos conseguido nada allá en el noroeste, sólo más zombis y bajas. Propongo ir hacia el norte o el noreste.

—Suena excelente, puede ser un buen plan —comenta un hombre de cabello castaño, canoso y liso, 1,80 cm y piel de color clara. Su nombre es Kenny, líder del escuadrón N°2—. Sugiero una exploración dividida, de tres días. Un grupo al noreste, y otro al noroeste, capaz se cubre más terreno y es más probable conseguir quizá otro grupo de sobrevivientes que se nos unan, así como pasó con mi gente.

—Apoyo a Kenny en eso, Harold —dice Deiler.

—Voy a pensar en lo que proponen, realmente no hemos logrado nada en estos meses yendo sólo hacia el norte. Por los momentos pueden retirarse, tienen que descansar —finaliza Harold la conversación, dando a entender que no quiere seguir el tema por ahora.

Deiler y Kenny se levantan y hacen un saludo, para luego retirarse.

—Probablemente nos toque un largo viaje de exploración —comenta Kenny, mientras bajan las escaleras—, espero conseguir más recursos y personas que se nos unan allá afuera.

—Y yo una mejor opción dónde podamos establecernos, aquí tampoco es muy seguro y cómodo que digamos.

—Ya veremos que dice el comandante. Nos vemos luego, Capitán Deiler.

—Vale, Capitán Kenny.

Ambos toman direcciones diferentes.

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