cuatro
Las cosas habían vuelto a su normalidad, las tres profesoras tomaron sus respectivas clases, a excepción de Rosé, quien había estado desaparecida luego de que su celo se calmara y entrará en conciencia.
Jennie y Lisa estaban muy inquietas ante la desaparición de la omega, pues no contestaba sus mensajes y llamadas, aparte qué la dirección solo les había dicho que la rubia estaría ausente todo una semana por problemas personales.
La más nerviosa era la pelinaranja, quien a pesar de intentar hacer su trabajo en la universidad seguía sintiéndose alerta y aparte muy culpable con todo lo que había sucedido hace unos días.
Quizás el mayor problema en la vida... Es comprender. Pensó con un suspiro.
Se encontraba curando a dos alumnos que se habían lastimado las rodillas en la clase de física, sin embargo, no prestaba atención a la charla de ambos jóvenes. Las imágenes de Rosé y Lisa desnudas y gimiendo le carcomía la cabeza cada segundo que pensaba en lo que paso.
Una mezcla de culpabilidad y ansiedad se acumulo en su pecho, ¿Había hecho mal en meterse con la omega? ¿Rosé la odia y por eso no a respondido sus llamadas?
Necesitaba respuesta o se volvería loca.
Tapó su rostro entre sus manos y gruñó frustrada, dejando a ambos alumnos confundidos pero a la vez preocupados.
—Enfermera Kim ¿Le duele algo? —dijo uno de los chicos.
—No, yo no-...
La puerta de la enfermería se abrió, dejando ver a una sonriente Lalisa con una camiseta deportiva que deja ver sus brazos fuertes y un poco de su abdomen. Su semblante relajado y sereno hacia que el humor de Jennie empeorará.
—Hola~ —sonrió acercándose a Jennie y a los chicos sentados frente a ella mientras la mayor evitaba verla mientras limpiaba la herida—. Vine a ver que mis alumnos no estuvieran saltandose las clases.
Jennie bufó.
—¡Ah, profe Manobal! —dijo uno de los alumnos—. Nosotros no nos estamos saltando las clases, el equipo no puede ganar sin mi.
—Lo sé, ustedes son los mejores. —soltó una risa leve.
—No me lastime demasiado, ¿Podemos seguir jugando hasta el almuerzo?
—Bueno, pero no dejen la pelota tirada cuando terminen.
Jennie levantó su mirada para ver el perfil de Lisa, realmente era atractiva y joven, sus músculos se marcaban en la camiseta y no podía evitar recordar los cuerpos desnudos de ella y Rosé restregándose contra el suyo. Trago grueso y soltó un quejido qué llamó la atención de los tres presentes, pero no dijeron nada.
—E-Enfermera Jennie... Adiós
La alfa pelinaranja asintió en forma de despedida hacia los alumnos e intentando no sonrojarse.
—Oigan, díganles a los demás que no deben hacer fila. —movió su mano en forma de despedida.
—¿Usted no viene, Profesora Lisa?
—Nop, tengo que hablar unas cosas con la enfermera Jennie.
Jennie parpadeo.
—¿Qué? —siseo.
Los jóvenes salieron de la enfermería haciendo sonar la puerta al cerrarse, por lo que la sonrisa de Lisa se volvió más suave y sincera al estar a solas con Jennie.
—¿Llegaste bien a casa? La semana pasada. —preguntó aún sin voltear a ver a Jennie.
La alfa mayor se tenso.
Lisa se giro, mirando a la nerviosa alfa sentada.
—¿Paso algo?
—Algo... Definitivamente paso algo —frunció el ceño—. Supongo qué lo que sucedio no fue gran cosa para ti, Lisa... Pero, ¿Cómo pueden dos alfas con una omega... —apretó sus labios—. Eso ¡Como pudimos hacer eso!?
Las imágenes de lo que había pasado hace una semana llegaron de golpe a la mente de ambas alfas, Lisa suspiro.
—¡¿Cómo pudo suceder algo como eso?! ¡Y con Roseanne! —se levantó de su silla enfrentando a Lisa, sus pupilas se cristalizaron.
—¿Unnie? ¿Estás llorando? —la miro con curiosidad mientras la mencionada limpiaba sus pequeñas lágrimas.
Entonces Lisa comprendió qué pasaba.
—Enfermera Jennie, te gusta Rosé ¿Cierto? —soltó directa, haciendo que Jennie se estremeciera.
Suspiro pesadamente para así levantar su cabeza de golpe, con una mirada entre enojado y tristeza. Lisa sabía que se iba a desahogar con ella.
—¡Si! ¡Hace mas de dos años estoy enamorada de ella! ¡Y tambien estaba planeando confesarme! —gritó con lágrimas en sus ojos mientras su delgado pero tonificado cuerpo se tensaba con las mejillas sonrojadas—. ¡Pero no importaba lo mucho que tratara, Rosé no sentía lo mismo! ¡Por qué ella era una beta, por eso no podía verme como una opción en el amor tan siquiera! —tomo bocadas de aire, sus lágrimas bajaron por sus mejillas—. ¡Estaba tan satisfecha con tener una estrecha relación de amistad! ¡Pero desde la otra semana no contesta mis mensajes ni mis llamadas! ¡Nisiquiera abre la puerta cuando voy y tocó! Y lo entiendo... Quería pretender qué nada de lo que ocurrió paso y intente hacer lo mismo pero... ¡¿Por que tenia que llegar tan lejos?¡
La sala quedó en silencio después de que Jennie se desahogara, Lisa la miró perpleja para luego sonreír ladina, acarició la cabellera naranja de la mayor y esta parpadeo confundida limpiándose las mejillas.
—Vaya... —se alejo, adentrando sus manos en sus bolsillos delanteros con una sonrisa satisfecha—. Parece que no era la única que estaba siendo ignorada en llamadas y mensajes, pensé que ustedes se habían puesto amorosas sin mi.
—¿Eh?
—No se donde estaba la casa de Rosé, así que no pude dormir bien pero... —rasco su barbilla—. Por su personalidad, no creo que nos este ignorando. Tal vez estuvo durmiendo mucho estos días, ese día casi me desmayo y si no mal recuerdo, tu también, así que te fuiste a casa ¿Verdad?
Jennie asintió dudosa, no le iba a confesar qué en realidad fue ella a dejar a Rosé a su casa después de lo ocurrido ese fin de semana.
—Aún así, ¿No tienes conciencia? Estaba muy preocupada y intente ponerme en contacto con ella. —dijo Jennie algo mareada con todo aquel asunto.
—Ah, bueno... —sonrío levemente—. A mi también me gusta la profesora Park.
Jennie se estremeció.
—¡¿Estas bromeando?! —dijo exaltada.
—Bueno, con solo mirar pude ver que nuestros cuerpos son compatibles —asintió con una sonrisa—, y su personalidad también es bastante atrapadora.
—Eso es verdad pero-...
—Bueno, tenía la sensación de que a ti también te gustaba Rosé, pero no sabia que estabas enamorada por más de dos años.
Jennie se sentó nuevamente en la silla para así frotar su cien, necesitaba procesar todo eso.
—Pienso que soy una persona agresiva una vez pongo mis ojos en algo. Hago lo sea para conseguirlo —su mirada se oscureció con una sonrisa algo tosca—. Estas bien con eso, ¿Verdad, Jennie Unnie?
La pelinaranja le dedicó una mirada molesta y apretó sus dientes con un chasquido, era obvio que la pelinegra la estaba retando.
La tensión creada se corto en un instante cuando la puerta de la enfermería se abrió, dejando ver a una linda omega rubia.
—¡Permiso! —sonrió suavemente.
—¿Rosie? —ambas alfas hablaron al unisono.
—Oh, ustedes estaban aquí juntas —se sorprendió adentrándose a la enfermería con una sonrisa nerviosa—. Te estaba buscando, sabes... —dijo dirigiéndose a Jennie—. Estaba ocupada toda la semana pasada, así que no pude contactarme contigo, digo, ¿Con las dos...? Además, esta mañana mi celular cayó por el inodoro y agh.
—Ah... —suspiraron las dos alfas.
—Y también fui al hospital a que me pusieron el "tubo" inhibidor —apunto su delgado brazo donde tenía un reloj gris mientras sonreía—. Siento mucho por lo de aquel día, por que por culpa de mi celo nosotras-...
—¡No! —la interrumpió Jennie—. No es algo por lo que debas disculparte, fue algo que ocurrió de la nada y sabemos lo difícil que es un celo así que... Qué... Es algo que debió pasar..
Rosé rasco su nuca sonrojada y desvió la mirada.
—¿Enserio? Bueno... Yo en realidad me sentí bien —rasco su nuca—, dije que lo sentía pero... ¿Cómo limpiar todo esto? De seguro fue difícil limpiar todas las cosas.
Jennie estaba cada vez más alterada, su respiración se irregularizaba mientras escuchaba a la omega. No debió hablar de sus sentimientos con Lisa, por que ahora sentía la necesidad de decírselos a Rosé de una vez por todas.
—¡También estoy enamorada de ti, Rosie!
Un silencio inundó la sala y tanto Rosé como Lisa se sorprendieron por la confesión, aunque esta primera se convirtió en un tomate al instante.
—¿Q-Qué?
Jennie entonces se dio cuenta de lo que dijo y nerviosa empezó a cambiar de tema con una burlona Lisa, mirándola con los brazos cruzados.
—¡Eso no fue tan difícil de limpiar! Lisa me ayudo demasiado y habían hojas de repuesto y-y... —empezó a vacilar nerviosa.
La pelinegra bufo burlona para así pasar su brazo por los hombros de Roseanne, la cual estaba aún más sonrojada que nunca.
—Rosie, a mi también me gustas mucho.
Ahora Jennie era la asombrada y Rosé no podía estar más perpleja, su cara era un poema.
—¡LALISA, NO ME INTERRUMPAS!
Fin.
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