La parada del autobús
Me dirijo a la cocina, tengo un hambre brutal, me apetecen unas tostadas o algo de fruta. Cuando llego veo sobre la encimera un plato con galletitas de chocolate y fruta cortada, un zumo de naranja y como no un papelito.
Disfruta tu desayuno preciosa, espero haber acertado y que te guste, quiero conocerte más, saberlo todo de ti.
Te queda mejor que a mi la sudadera, quiero que me la devuelvas, solo descubre de quien es.
Adiós
-NB
Diosito, ¡que monada de persona!
Para empezar a acertado de lleno con lo que me gusta, soy una auténtica gorda. Y es demasiado mono, por favor, necesito saber quien es.
Desayuno tranquilamente y cuando ya he acabado de fregar los platos se despierta mi madre.
- Hola cariño, ¿que tal te fue ayer? -¿Que le digo? Genial, acabe borracha vomitando y no se quien me trajo a casa.
- Nunca me lo he pasado mejor.
- Ya veo, por cierto, te hiciste muy pronto el desayuno ¿no? -Mierda, había visto lo que me había preparado este chico.
- Emmm... Si -La verdad es que no creo que haya visto el papel, vendría demasiado cansada como para fijarse.
- Oye... - Se me queda mirando con cara de sorpresa.
¿Y esa sudadera? ¿Has vuelto a jugar al baloncesto? - Muy inteligente por tu parte, ve con ropa de otros para que se fije tu madre.
- No, em... es... de un amigo. - La miro con una sonrisa, espero que eso sirva.
- Ah, claro, bueno voy a desayunar.
No sabía que decir, me fui a mi cuarto y me empecé a arreglar. Como todos los sábados vamos a casa de Luqui a comer, ver películas y a pasar la tarde con Carol.
Lucas vive un poco lejos, necesito coger un autobús con el que tardo unos veinticinco minutos.
- Chao mamá, voy a casa de Lucas. -Le doy un beso a mi madre de despedida.
- Adiós, saluda a Lucía de mi parte, a ver si quedo un día con ella. -Lucía es la madre de Lucas, ellas dos fueron juntas al colegio y son mejores amigas desde siempre. Para mí Lucía es una tía, al igual que Luqui es como un hermano.
- Yo se lo digo.
Me despido y salgo al descansillo para coger el ascensor. Y cuando se abren las puertas del ascensor veo a Luis, mi vecino con una mujer de unos cuarenta años, con unos preciosos ojos azules, será su madre.
- Hola, buenos días. -Digo con una sonrisa, espero que se acuerde de mi.
- Ei, ¿como estas? - Avanza y se pone delante de mi y me toca la frente, en donde tengo el chinchón. Es muy alto y tengo que levantar la cabeza para poder mirarle a los ojos.
- Bien gracias, me has dejado un recuerdito. -Le espetó señalando la costra.
- Lo siento, mira, ella es mi madre, Ángela. -Claro, si es que son idénticos.
- Hola, ¿os conocéis ya? Tu eres Raquel ¿no? Conocí a tu madre el otro día.
- Sí, es verdad, me dijo que habló con los vecinos nuevos.
- Nos hemos mudado hace poco, que bien que mi niño tengo ya amigos. - Le pellizca las mejillas Luis, lo hace todavía más mono.
- Mamá por favor que no soy un niño.
- Para mi sí. - Y le vuelve a pellizcar, no pude evitar reírme, es una escena muy tierna.
- Tu no te rías guapa. -En ese momento se abren las puertas del ascensor.
- Bueno adiós, encantada.
- Igualmente, ya nos veremos.
Me dirijo a la parada del autobús y noto una mano en mi hombro.
- ¿Adonde vas?
- A la parada del autobús.
- Te acompañó.
- Vale, como quieras.
Tras una charla un poco ridícula que me saco muchas risas de cómo su madre piensa que tienen siete años él y su hermano mayor llegamos a la parada.
- Bueno ya estamos aquí.
- Sí, oye, ¿vas a coger algún autobús?
- Emmm, no, solo quería acompañarte. -Uh que dulce que me acompañe.
- Ah... pues gracias.
- Ya está llegando, emm, ¿me das tu número? - ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiii! Raquel, la primera vez que te piden el número, estas que lo echas.
- Sí, claro. -Busco el teléfono en el bolso, miro en el bolsillo pequeño y en el resto, después en el bolso lo del pantalón pero no está.
No puede ser, me lo deje en la mesita de noche y no me lo sé de memoria.
- No me digas que no te sabes tú número. - Y se empieza a reír.
- Oye no te rías, ¿tú te lo sabes listo?
- Vale, no, no me lo sé. - Nos quedamos mirándonos riendo, es extremadamente guapo.
- Pues entonces... No digas nada.
- Súbete, vas a perderlo.
- Adiós. - Le despido moviendo la mano y él hace algo que no esperaba. Me sujeta por la cintura y me da un beso en la mejilla, susurrándome algo.
- Espero mi beso de despedida
No me giro, y me subo al autobús, le observo por la ventana como está apoyado sobre la farola de una forma que lo hace demasiado atractivo.
Tras unas cuantas paradas llego a su casa, es enormes, su madre es una importante diseñadora y su padre tiene un despacho de abogados.
Cuando toco al timbre me abre Mercedes, su ama de llaves.
- Hola Raquel, ¿como estas? - Es muy cariñosa conmigo, tendrá unos sesenta y tantos años y llevo con la familia de Lucas toda la vida.
- Muy bien, ¿ y tu?
- Ahí vamos, están arriba, ya ha llegado Carolina hace un rato.
- Muchas gracias. - Eso si que me ha sorprendido, normalmente nos quedamos en el jardín o en la sala de juegos, arriba solo hay habitaciones. ¿Que pasaría anoche?
Cuando subo las escaleras me dirijo a la habitación de Lucas y al girar el pomo veo una escena bastante comprometedora. Me gustaría haberle hecho una foto a sus caras cuando me han visto entrar.
Carol, encima de Lucas sobre un sofá besándose como si no hubiera un mañana.
-Eh... yo... -Dice Lucas un poco nervioso
- ¡No me lo puedo creer! ¡Por fin! - Chilló y voy a abrazarles.
- ¿Como? - Dice Lucas algo sorprendido.
- Por fin habéis admitido que os gustáis o algo. ¡Siiiiiii! - Creo que estoy yo más emocionada que ellos. Se miran nerviosos y Carol se levanta y se arregla la falda nerviosa.
- Mirad yo aquí sobro, mejor quedáis vosotros, ya os veo el lunes.
- No, no, quédate. - Dices Carol, pero se de sobra que no quiere que me quede, como si no la conociera.
- Adiós, pasáoslo bien.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro