y vivir tampoco tiene mucho mérito
se puede mirar al sol
acostumbrado al quehacer extraño de estos tantos nombres
bajar al mar y andar entre sus aguas
tropezar en asperjadas oquedades
y seguir el aroma irrepetible de tu voz ensalitrada
bautizada en yodo                      
                     en sol
pulsor de limón maduro

se pueden revertir sentencias
cerrar los ojos al soplido ciclónico del ardor senecto
y dejar que los brotes muertos testifiquen
sobre ese oscuro
vano fervor
por un milagro zoológico
qué era yo sino esto
río de polvo
cascada de adoquines

te recuerdo
forastera
habías salido a buscar la muerte
o a evitar la vida
una mañana que quizá no era para tanto
enllamecida
fundida en llanto
en escorado desafío
hija virgen
hija del sol arrebatado
tirando piedras
al centro delirante de tu encéfalo

escucha
hija que perdió el nombre
no naciste para ser engaño
ni promesa ni artificio
artificio como el silencio es
artificio como el tiempo es
artificio como la orilla venidera es
artificio como morir de muerte incógnita es
artificio como el terco desahucio es
estoy seguro

llueve
desdiluvia sobre el colchón
oscuro agujero de tiempo escaso
donde rescoldos feroces efervescen
sombras fétidas
atlas lingüísticos
la osa menor
carbón
hiel
aullidos
coincidencias
becerros de oro
playas beatíficas
(pararrayos)
como aquella
en la que nunca nadaste

y entonces
qué era yo sino esto
centella enmudecida
la casa la lluvia el tiempo
el viento que azota la puerta negra certidumbre de los días malsano río de circunstancias si estos brazos resecos han sembrado es para que yo corra entre el maizal y entre negras consonantes trepe un árbol y del agua de limón haga un poema y que en esta biznaga muera el padre y el mito fundacional sea hecho culpa y vacío y sed y sangre y más sangre y tanta sangre y tanto miedo y tanta piedra y tanta voz
solo voz

para que la vida fuera bella
tendría que haberse creado hace un segundo