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Capítulo 13.

Espero que lo disfruten, vuelvo a decir que no estoy de acuerdo con el comportamiento de los personajes pero me divierten xD


El resto de la noche fue muy agradable para Axel. Ni siquiera les volvió a prestar atención a Virginia y a Héctor, estar con Elizabeth de esa manera lo relajaba. Incluso llegó a pensar que fue bueno acudir sin Kimberly, pues si la hubiera llevado, no habría platicado con Elizabeth ni habría conocido esa faceta de ella que se estaba presentando delante de él. Cuando comenzó a trabajar con ella, tenía la idea de que era una persona pedante, pero ahora que la conocía más a fondo, le parecía una chica sencilla y buena. A pesar de que los novios se dijeron palabras, al igual que los padres de ellos les dedicaron mensajes llenos de buenos deseos, Axel no les prestó mucha atención, pues mientras ellos hablaban, él seguía enfocado en admirar con discreción la belleza de la muchacha que tenía al lado. Cuando la novia aventó el ramo, Elizabeth no quiso ir, prefirió quedarse platicando con Axel.

—¿No quieres ir a pelearte por el ramo o no te quieres casar? —Le preguntó él.

—No creo en eso de los ramos —le respondió—. Además en la última boda que fui, unas chicas se empezaron a pelear por el ramo y se agarraron a golpes. Quedé traumatizada, no me apetece ir.

—Yo creo que con ese trauma, a nadie.

Asimismo, cuando fue el baile sorpresa de la novia hacia el novio, tampoco les prestaron atención, y aunque Elizabeth era encargada para ver que todo estuviera en el lugar correcto, no lo recordó hasta que vio a su prima bailando.

—¡Ay, no! Yo tenía que supervisar que no hubiera nada resbaloso en el piso —murmuró apenada.

—No te preocupes, no le pasa nada.

—¿Y si se cae?

—Pues se cae y ya, no pasa nada —dijo, tratando de calmarla, mientras le daba otro sorbo a la bebida que tenía en mano. Elizabeth sonrió un poco y le restó importancia al asunto.

Después de cenar y haber platicado con ella de muchas cosas, comenzó la música para bailar. Él le extendió la mano, invitándola. Axel estaba pasado de copas, pero todavía era consciente y podía mantener el equilibrio, así que no había problema. La chica aceptó encantada, tratando de no ser tan obvia. Al principio la música era con ritmo, pero cuando cambiaron a un ritmo más lento, Axel tomó a Elizabeth de la cintura y la acercó a él. Al no notar ninguna reacción inmediata de ella, se arrepintió. «Tal vez estoy siendo muy atrevido» pensó, «le echaré la culpa al alcohol», pero en ese momento la chica se abrazó de él y recargó la cabeza en su hombro. «Bueno, tal vez no sea necesario». Se quedaron así durante un rato, abrazados y sin pensar en nada más, hasta que anunciaron que los novios se iban.

Virginia y Héctor se encontraban en el centro del salón, mientras el presentador que contrataron los felicitaba por enésima vez. Todos regresaron a las mesas para brindar y despedirlos.

—Es hora de decirles adiós a los novios y desearles lo mejor —dijo el presentador—. Antes de que se vayan, deberían de decirles unas palabras de buenos deseos a los novios, ¿quién quiere pasar? —Movió el micrófono de un lado a otro mientras Virginia y Héctor iban hacia sus lugares para tomar las chamarras y colocárselas. Al ver que la señora Montenegro se acercaba, habló de nuevo—. Los padres ya hablaron, que pase un amigo a decir palabras de cariño y felicidad para los novios.

Axel, que estaba más ebrio que antes porque cada vez que se hidrataba por el baile tomaba alcohol como si fuese agua, decidió ser ese amigo especial y se levantó con rapidez para acercarse al micrófono. Virginia y Héctor se miraron entre ellos, como queriéndole decir al otro que lo detuviera, pero ninguno se atrevió a hacerlo. El presentador le aventó el micrófono cuando se encontraba más cerca, pero él, de tan alcoholizado que estaba, no lo pudo agarrar y cayó, provocando un ruido molesto y ensordecedor que hizo que todos se taparan los oídos. Axel levantó el micrófono y murmuró:

—Ya, ya, no se quejen, ni sonó tan feo... —Luego comenzó a hablar más fuerte—. Bueno, sí, probando, probando, uno, dos, tres...

Héctor quería que se lo tragara la tierra mientras apretaba con fuerza la mano de Virginia para evitar que esta última se le aventara a los golpes a Axel.

—Amigo, el micrófono funciona —le dijo el presentador—, yo lo estaba usando.

—Ah, sí, ya sé. —No le tomó importancia.

—Comienza —le indicó el hombre—, se ve que los novios ya quieren irse —agregó con tono bajo—, no los entretengas.

Axel suspiró y se quedó callado unos segundos, mientras todos lo veían con atención, hasta que decidió hablar.

—Héctor y yo fuimos los mejores amigos en nuestra infancia —decidió comenzar con eso—. Jugábamos juntos, íbamos a la misma escuela; él usaba mis juguetes y yo pintaba con sus crayones, éramos como uña y mugre, donde yo, obviamente, era la uña. —Pausó un poco al ver que algunos invitados rieron un poco, mientras Héctor lo veía con seriedad, pero le importó muy poco, siguió hablando—. El punto es que compartíamos todo, y cuando digo todo, me refiero a tooodo —hizo énfasis—. Además de eso, siempre estuvimos para apoyarnos, fue un gran amigo. Me ayudó a superar la muerte de mi padre y estuvo ahí para mí, y yo le ayudé a enterrar a su perra cuando se murió, le cavé la tumba porque él estaba muy devastado como para hacerlo; era una perra corriente, pero a él siempre le han gustado las perras corrientes...

Los compañeros de la escuela de Axel y Héctor se miraron entre ellos, luchando contra su impulso para no soltarse a reír en ese instante. Por su parte, Virginia se encontraba enterrando las uñas en el brazo de Héctor y mordiéndose la lengua, mientras su esposo tenía una expresión de profunda incomodidad en su rostro

—No culpo a Héctor por lo que pasó con Virginia —siguió, cambiando el hilo de lo que dijo anteriormente. Como era lo que sus compañeros de la universidad esperaban oír, se quedaron totalmente atentos a ver qué decía—, es que como fuimos tan grandes amigos y compartimos todo, creyó que también lo podía hacer con mi novia de ese momento, pero no fue toda su culpa, también fue culpa de ella, porque como siempre le gustó la putería, de seguro que después de coger conmigo se iba coger con él...

Los que ya sabían que la exnovia era Virginia, sentían una especie de pena ajena pero a la vez se estaban divirtiendo. La novia estaba que quería saltar encima de Axel para madrearlo, pero Héctor la seguía teniendo agarrada.

—Y ya que estamos hablando de ti, Virginia —dijo, mirándola como si fuera una niña pequeña y hablándole como si no pudiera entender palabras complicadas. Los invitados que no sabían que antes se había referido a ella, se quedaron boquiabiertos—, perdóname, de verdad lamento haber inventado que tenías papiloma humano, yo no sabía acerca de tus inseguridades. —Todos los invitados voltearon a verla sorprendidos—. Pero ya tu prima me platicó que le hacías bullying de niña y le decías fea, a pesar de que es más guapa que tú, y eso es una clara muestra de inseguridad; así que te pido perdón y de la misma forma también te perdono —colocó una mano en su pecho— por engañarme con Héctor.

Elizabeth no pudo reprimir una sonrisa que se dibujó en sus labios cuando Axel dijo que era más guapa que su prima. Tampoco dejó de grabar todo con su celular para no perder ni un detalle.

—Y de seguro —prosiguió Axel— también anduviste con Jacobo, Benjamín, Cipriano, Leopoldo, Orlando y quién sabe con qué otros tipejos... —Hizo como si estuviera recordando algo—. Y no creas que no me daba cuenta que te sentabas en las piernas de Froilán, ¿eh, pillina? —rio y la señaló con el dedo—, pero él nunca se quejó. Creo que también le gustabas, y qué pegue tenías con los hombres; claro que tenías pegue, pues a cualquiera le hacías caso. Mientras fuera macho y tuviera algo entre las piernas, tú te emocionabas.

La madre de Virginia estaba encolerizada. Los amigos voltearon a verse entre ellos, algunos estaban avergonzados, pero la mayoría se estaba riendo.

—Yo no anduve con Virginia, ella era la que me coqueteaba, pero nunca le hice caso —comentó uno de ellos, la explicación era más que nada para la chica que estaba sentada a su lado.

—Yo sí anduve con ella... Pero no sabía que Axel era su novio —comentó otro.

—¿Entonces es verdad que sí es bien promiscua? —Preguntó asombrada Simona.

—Pues sí —dijo Augusto—. ¿Apenas te das cuenta?

—¿Cómo sabemos que Axel dice la verdad?

—Querida, los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

Simona sonrió con burla.

—Cierto. Pero a la cínica le salió mal su circo, sigo preguntándome para qué invitó a Axel. —La joven se dirigió a Augusto.

—Pues para arruinar su boda, ni más ni menos.

Al final, el presentador, que ya no sabía si soltarse a reír o preocuparse, se acercó a Axel y le pidió el micrófono.

—Bueno, sí, muy bonito tu discurso, ¡dame eso! —Se lo arrebató al ver que el joven no se lo quería dar por las buenas—. Señoras y señores, démosle un aplauso a los novios, que ya se van. —Los señaló y unas luces se enfocaron en ellos. Virginia tenía cara de demonio colérico y Héctor se veía avergonzado. Empezó a aplaudir una persona y poco a poco se fueron uniendo más, pero se veía muy forzado, todos lucían demasiado incómodos, excepto los de la mesa de los compañeros de la universidad, que se seguían riendo sin siquiera hacer el intento de aguantarse y aplaudiendo con mucho ímpetu.

Virginia se levantó con expresión digna y Héctor la siguió. Se dirigieron a la limosina discutiendo.

—Fue tu culpa por invitarlo.

—¡Cállate el hocico, Héctor! —Alzó la voz—. ¡Tú no me dijiste que no, no me quieras echar toda la responsabilidad!

—Sí, pero qué quieres que te diga si siempre haces lo que se te da la gana.

—¡Que te calles!

—¿Para qué lo hiciste?

—¡Porque nos humilló! ¡Quería restregarle en la cara lo feliz que éramos!

—¿¡Éramos!?

—¡Cállate!

Se subieron a la limosina sin siquiera mirar a los invitados, que se quedaron viéndolos fijamente sin saber qué pensar. Después buscaron con la mirada a Axel, que regresó a la mesa de sus compañeros mientras estos lo felicitaban.

—Si me caso, no invitaré a Axel.

—Él no tiene la culpa, querido —lo defendió Simona.

Axel comenzó a sentirse mareado, así que recostó su cabeza en la mesa. Augusto, al ver que la señora Montenegro se acercaba con expresión amenazante, tomó a Axel del brazo.

—Chicos, Axel y yo ya nos vamos. Un beso a todos.

—¿Por qué se van? —Preguntó uno de ellos.

—No se vayan.

—Ahí viene la mamá de Virginia y creo que trae una escoba consigo, o si no es solo un palo que se encontró por ahí. Ya nos tenemos que ir.

—Sí, ya váyanse, se ve muy, muy enojada —concordó Simona.

—Los va a matar.

—Vaya, nunca creí que después de una boda tendría que asistir a un funeral al otro día.

Augusto jaló a Axel del brazo y se dirigieron hacia la salida que les quedaba más cerca. La señora Montenegro estuvo a punto de alcanzarlos, pero Elizabeth se entrometió en su camino y comenzó a hablarle. Su tía la fulminó con la mirada pero ella no se quitó, al contrario, se interpuso más para que no lograra su objetivo. Augusto y Axel vieron esa acción. El gordo sonrió con ternura y se alejó más rápido, su amigo, en cambio, quería regresar.

—¿Qué haces?

—Quiero regresar...

—¿Para qué? ¿Para que te maten?

—Me quiero despedir de Elizabeth. —Hizo el intento de regresar una vez más pero su amigo lo sostuvo con fuerza. Estiró el brazo con añoranza—. Quiero ir con Elizabeth, no quiero dejarla sola con esa bruja.

—No le hará nada a ella, pero a nosotros sí —le dijo cuando salieron del salón.

—Pero las brujas les hacen daño a las princesas —dijo con tono tristón.

—Tu princesa estará bien, ahora ven. —Le hizo la parada a un taxi que para su suerte pasaba por allí—. Súbete.

Axel no estaba muy convencido, pero al final se subió con él.



Ahí terminó la famosa boda, pero todavía faltan capítulos, vamos por la mitad.

¿Qué opinan del discurso de Axel? ¿Habrían hecho lo mismo? En su defensa no lo hizo con mala intención, esas palabras le salieron del corazón.

Ya saben que sus comentarios me animan muchísimo.

Nos vemos muy pronto :D





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