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Capítulo 11

Siempre actualizo martes/miércoles pero traigo este cap de regalito porque son muy lindos en apoyarme :3

Por fi, lean la nota de autor del final.


Al siguiente día, Axel se levantó tarde. Por un momento no recordó el compromiso que hizo con Kimberly y pensó en que vería películas con Augusto toda la tarde, hasta que recordó la boda. «Agh, sí es cierto, la boda del terror, se me había olvidado». Se levantó para lavar los trastes que habían quedado de la noche anterior y le pidió a su amigo ayuda para envolver el regalo. Como no quería complicarse pensando qué darles, decidió comprarles un juego de sábanas de algodón. Él era muy malo para arreglar presentes, pero Augusto le ayudó a envolver la caja con un hermoso papel blanco con plateado.

—¡Quedó hermoso! —Exclamó cuando terminó de poner el moño.

—Sí —gruñó Axel—, para ellos quedó muy bonito, ni sé para qué les llevo regalo.

—No, no, tienes que llevar, si no quedarás peor.

El joven rodó los ojos y decidió ver una película con Augusto hasta que vio que era hora de ducharse y arreglarse; iría a la fiesta pero no a la ceremonia religiosa, por eso decidió no prepararse tan temprano. Una vez que terminó de vestirse y perfumarse, le preguntó su opinión a Augusto.

—Te ves muy guapo. —Hizo una seña de aprobación.

Axel frunció el ceño sin comentar nada. Como había quedado con Kimberly de verse en la parte de abajo, fue hasta la entrada de los departamentos, llevando el regalo bajo su brazo. Dieron las ocho, la hora acordada, pero la chica no bajaba. Después de diez minutos decidió buscarla en su apartamento. Una vez frente a la puerta, tocó tres veces, esperando que no hubiera pasado nada malo con ella. Al escuchar voces y risas al otro lado, comenzó a molestarse un poco, pero su enojo creció más cuando Kimberly abrió la puerta con una expresión feliz y llevando puesto un pantalón de mezclilla y una blusa de tirantes.

—Hola, Axel.

—Kimberly —dijo a modo de saludo—. ¿Por qué no estás arreglada?

—Ah, se me olvidó avisarte, lo siento. —Puso cara de arrepentimiento.

—¿Avisarme qué?

—En la mañana vinieron a visitarme unos amigos de la universidad, ¡ solo por mí! Y son de otra ciudad, no los puedo dejar solos, soy su anfitriona. —Al ver su expresión de enojo, agregó—. Te iba a avisar en la mañana pero tu celular mandaba a buzón, y después se me olvidó —sonrió retraída—. ¿No estás enojado, verdad?

Axel estaba pensando en mil y un insultos en su mente. Se limitó a sonreír con burla.

—No, para nada —dijo sarcástico.

Pero la chica no captó su tono, o fingió no entenderlo, y sonrió de forma despreocupada.

—Ah, bueno, entonces la dejamos para otra. ¡Diviértete en la boda!

—Gracias, Kimberly.

—Que me digas Kim —le recordó.

—Nos vemos luego, Kimberly —respondió, ignorándola por completo.

La chica no hizo más caso y se despidió, casi cerrándole la puerta en la cara. «Hija de su madre, qué cabrona es...». Iba pensando Axel en lo que entraba a su departamento. Una vez allí, azotó la puerta.

—¡¿Qué pasa?! —Exclamó Augusto, exaltado por el ruido.

—¡Me acaba de cancelar! —Explicó molesto—. ¡Prácticamente me plantó!

—No te enojes, tal vez le surgió algún imprevisto. —Trató de calmarlo.

—Sí, como el hecho de que llegaron sus amigos a verla y prefirió quedarse con ellos en vez de ir al compromiso que ya había hecho —masculló.

Se quedaron callados unos segundos.

—Bueno, ya ve a la boda, se te hará tarde.

—Hasta crees, ya no voy a ir.

—¡Pero ya estás arreglado! —Exclamó Augusto.

—Y qué, no quiero ir solo.

—¡Yo voy contigo!

—Gordo, no.

—¡Vamos! —Insistió—. Aunque nunca hablé con Virginia ni me caía bien en la escuela, ¡quiero ir a su boda!, es tan derrochadora que de seguro se gastaron un montón, ¡quiero ir!

—Pero no estás arreglado.

—Me visto en tres minutos.

Axel se quedó pensando, Augusto siempre lo ayudaba sin pedir nada a cambio, tal vez era justo hacer algo por él de vez en cuando.

—Si te vistes en tres minutos, vamos —dijo finalmente.

—¡Estoy en dos y medio!

Augusto corrió a su habitación a arreglarse y en unos cinco minutos, quedó listo.

—¡Ya estoy!

—Te tardaste más —reclamó.

—Bueno, bueno, pero ya quedé. Lo bueno es que ya me había bañado.

—Ya vamos, antes de que me arrepienta.

—No te arrepentirás —aseguró cuando salieron del departamento.

—Mmm, te diré —murmuró.

—Además de seguro que ponen mesa de dulces.

—No te emociones tanto.


***


En el momento en que llegaron frente al lujoso salón, Axel comenzó a hacer ejercicios de respiración. Augusto lo miró con extrañeza.

—¿Qué haces?

—Me estoy relajando... Ay, no, mejor me voy.

Su amigo lo detuvo del hombro.

—Ya, Axel, ni que fueras a ver al diablo.

—Sí lo voy a ver, y se llama Virginia-zorra Montenegro. Y su secuaz malvado es Héctor Alegría.

—Relájate, no les tomes mucha importancia.

—No los he visto desde que los dejé en mal frente a sus amigos... —suspiró—. No es que me sienta orgulloso de eso, pero estaba muy enojado, ¡y no fueron simples rumores, fui yo el que los encontró en la fiesta de...! Bueno, ya te sabes la historia.

—No hiciste nada malo —dijo con tono relajado—, ahora vamos.

En cuanto entraron, presentaron su invitación al guardia de la entrada principal. Una vez dentro, se dirigieron a la mesa de regalos para dejar el juego de sábanas y se acercaron a su grupo de amigos de la escuela; los jóvenes los reconocieron con rapidez. Algunos se sorprendieron de verlos allí, en especial a Axel, pues no creían que se hubiera atrevido a ir. En lo que se acercaba, comenzaron a murmurar entre ellos, pero la que fue a saludarlos de inmediato fue Simona, una joven de cabellos rizados que fue su amiga durante toda la carrera. Hablaba con tono fresa y era la que se sabía los chismes de todos.

—¡Axel, buenas noches! —Lo saludó de beso. Asimismo, saludó a Augusto—. A ti te recuerdo, ¿ibas en nuestra carrera?

—No —respondió Augusto sonriendo—. Iba en la misma universidad, pero diferente carrera y facultad. A veces iba a la suya para ver a otros amigos y de ahí me empecé a llevar con Axel —le explicó.

—Oh, cierto, tú eres de diseño, nosotros de administración. Y hablando de ti —se dirigió a Axel—, ¡te atreviste a venir! No creí que tuvieras tal descaro.

—Ellos me mandaron la invitación —respondió Axel con tono serio.

—¡Oh!, ¿en serio? ¡Entonces qué descaro de parte de ellos, cómo se atrevieron!

—No lo sé, pero no me importa.

—Ven, sígueme, vamos con los demás.

Augusto los fue siguiendo pero decidió quedarse en la mesa de dulces.

—¿Ves, Axel? Sí hay mesa de dulces.

Simona y él rieron un poco y se dirigieron hacia el grupo. Los demás, al ver a Axel, comenzaron a hacerle preguntas.

—¡Axel! —Exclamó uno de ellos—. Perdiste la vergüenza, ¿para qué vienes a la boda de tu ex?

—Descarada ella —se metió Simona—, pues tuvo la osadía de invitarlo.

—¡Y trajiste al gordo! —Se burló otro chico—. ¡Qué gays me salieron los dos!

—Cállate el hocico, imbécil —rio Axel.

En lo que seguían con sus preguntas y saludos, Axel volteó a ver a los invitados sin notar a nadie que le interesara mucho. Decidió ir al baño para enjuagarse el rostro; cuando salió y caminó unos pasos, en seguida se paralizó, pues miró a alguien que no esperaba ni estaba preparado para ver, incluso prefería ver antes a Héctor. La mujer se acercó a él.

—Axel...

—Buenas noches, señora Montenegro. —Saludó a su ex suegra con voz quedita.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó con tono hosco, pues sabía que en el pasado su adorada hijita quedó mal por culpa de él.

—Pregúntele a su hija, me invitó, si hay alguien a quién reclamar es a ella. —Se limitó a contestar con el mismo tono. En seguida recordó cuánto había detestado a aquella señora, pues en el tiempo en que anduvo con Virginia, ella siempre se encargó de sobajarlo, ya que no tenía tanto dinero como ellos.

La señora Montenegro le mostró una sonrisa forzada.

—Oh, mi Virginia siempre es tan buena y nada rencorosa.

«Tan buena como una manzana envenenada» pensó. En ese momento ambos voltearon al escuchar que una voz se dirigía a la mujer.

—Tía, todo está preparado, solo falta que pongan bien las decoraciones de atrás.

Axel, que aún no salía de la impresión al ver a la chica, tartamudeó un poco al dirigirse a ella.

—¿E-Elizabeth?

La chica volteó hacia él y también se quedó impresionada.

—¡¿Axel?! ¿Qué haces aquí?

—¿Se conocen? —Preguntó la señora Montenegro.

Elizabeth fue la primera en recuperar la compostura.

—Oh, sí, tía, es un compañero de trabajo —le respondió.

—Ah, Axel, ya veo que conoces a mi sobrina Elizabeth.

Ambos se voltearon a ver y luego miraron a la tía de la chica.

—Ven, niña, no pierdas tu tiempo con él, ayúdame a ver los preparativos, cuando llegue Virginia en la limosina debe estar todo perfecto.

—Sí, tía.

Elizabeth le dirigió una última mirada a Axel y se alejó junto con su tía, mientras el joven se quedaba sumido en sus pensamientos. «Elizabeth es prima de Virginia... ¡Joder!».


Chan, chan, chan...

Espero que les haya gustado el capítulo :3

¿Qué opinan de que Elizabeth sea prima de Virginia? ¿Creen que afecte su relación con Axel?

Por cierto, aclaro que no estoy de acuerdo en la forma en que se expresan algunos personajes, o que digan palabras como j0t0s o esas cosas pero ellos lo dicen solo de juego, no quiero que se lo tomen en serio. Tampoco estoy de acuerdo con el slutshamming o que insulten a Virginia por haber andado con dos hombres al mismo tiempo pero hay que ver el contexto de la historia, si ella tenía algo formal con Axel y no lo respetó, por eso es que Axel se molestó tanto... Ya lo saben pero igual aclaro por cualquier cosa.

Y se viene lo bueno, el siguiente capítulo es de mis favoritos :3

Nos vemos muy pronto :D




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