Cinta #2, Lado B (Parte 1)
<<¿Sabes por qué a la gente le gustan las sitcoms que van sobre grupos de amigos? Ellos extrañan tener un grupo de amigos así y esos programas los hace sentir como uno más dentro de ese grupo.
Son simples espejismos. La realidad es que la amistad es mucho más confusa y complicada. Hasta cierto punto, es efímera porque cuando nos hacemos adultos, cada uno recorre su camino lejos de donde se crió.
No hay manera de saber quiénes serán tus amigos el día de mañana. Y más en la secundaria, donde las relaciones sociales nacen, se desarrollan y mueren a una velocidad abrumadora digna de investigación sociológica.>>
⏯
Tyler consultó de nuevo su reloj de pulsera con expresión nerviosa: Alizée estaba a punto de llegar tarde. Él comenzó a preguntarse si quizás Alizée habría terminado pensándoselo mejor... quizás había preferido pasar del plan y dejarlo allí plantado, que en realidad todo hubiera sido una broma que había malentendido. Esperaba no quedarse ahí, esperando a alguien que no iba a venir con dos cafés del Monet en la mano. Le dio un voto de confianza: ella le avisaría, al menos, si no pudiera aparecer.
Aquel dolor de cabeza para Tyler había empezado con la preocupación de su madre. La Sra. Down se inquietó al notar que desde hacía un tiempo cada Viernes llegaba un poco más tarde de lo usual a casa. Ella temía que Tyler estuviera metiéndose en líos o codeándose con malas influencias: teniendo en cuenta todo lo que había pasado, amigos como Clay o Tony eran los que en verdad su hijo necesitaba.
Cada vez que su madre le preguntaba, él contestaba lo mismo. A la Sra. Down le sorprendía que no pasara los Viernes con ninguno de los amigos de Tyler que ya conocía sino con una tal "Alizée", el nombre de una chica que no le sonaba de haber oído nunca antes. La Sra. Down le dijo, uno de esos días al ver que Tyler cogía la mochila para dirigirse al Monet: "He pensado... ¿el Monet no es un lugar un poco ruidoso? Podríais venir a casa la próxima vez para estudiar. Os haré sandwiches." Tyler quería intentar evitar eso. Alizée le caía bien pero se veía incapaz de invitarla a casa por miedo a que ella lo malinterpretara o que sus padres le pusieran en ridículo. Por mucho que quisiera evitarlo, sabía que su madre no dejaría de mencionarlo así que quizás un poco refugiándose en esa excusa, se atrevió a ofrecérselo.
Habían quedado en un parque cercano al Monet. Finalmente, a pesar de las veces que se había dicho a sí mismo que llamaría en cualquier momento para cancelar el plan, Alizée apareció. Ella también apareció con dos cafés del Monet en la mano. Tener la misma idea hizo que Tyler sonriera tímidamente y que Alizée se encogiera de hombros con una sonrisa cómplice.
—¿Llevas esperando mucho tiempo?—preguntó ella. Mirando los café que Tyler llevaba en la mano, ella añadió—Podemos ser educados y decirles a tus padres que son para ellos o bien volvernos locos y meternos toda esta cafeína entre pecho y espalda.
Mientras caminaban a casa de Tyler cada uno se bebió un café. Les sentó bastante bien beberlos aún calientes, teniendo en cuenta que el clima ya era frío. Alizée comentó que le gustaba esa época del año: Tyler coincidía en que el cielo levemente gris y los colores pardos de las hojas de los árboles hacían de aquel un bonito día, a su modo particular. Él se dio cuenta en ese momento de cuánto hacía que no paseaba sin pensar en algo tan insustancial como el clima.
Una vez llegaron a casa los recibió la Sra. Down. Tal y como Tyler había temido, repasó a Alizée con la mirada. Tras la correspondiente presentación entre ambas, Tyler llevó a Alizée lo más rápido que pudo a su habitación antes de que la situación se pusiera incómodo. Cerró la puerta con cuidado, desde todo lo ocurrido su madre prefería que tuviera la puerta abierta como si de algún modo eso pudiera ayudarla a conectar con su hijo. Alizée se tomó la libertad de sentarse en la silla que había frente al escritorio.
—Déjame adivinar: es la primera vez que traes a una chica a casa, ¿verdad?—dijo ella cuando vio que Tyler parecía muy nervioso.
—¿Cómolo has sabido?—preguntó él algo avergonzado.
Ella ladeó la cabeza que transmitía una especie de "ni idea". Tyler quitó el portátil del escritorio para tener sitio y colocar los libros y apuntes pero estaba tan nervioso que terminó tirando algunos y retrasando el proceso. Alizée dirigía la mirada hacia las cámaras que tenía Tyler, con curiosidad: ella sabía que él era el fotógrafo del anuario pero desde luego no se había imaginado que contase con cámaras que parecieran tan profesionales y costosas.
—Te encargas del anuario, ¿no? ¿Con cuál de ellas inmortalizas para la posteridad la pinta de imbéciles que tenemos a esta edad?
—Esta—Tyler agarró la cámara y se aproximó a Alizée para que la viera de cerca: él estaba tan absorto en explicarle a Alizée aspectos técnicos de su cama que no se dio cuenta de que era la primera vez que estaban tan cerca físicamente. Alizée parecía interesada en el tema: Tyler no quería aburrirla así que no se quiso poner técnico con las respuestas. Se notaba que a Alizée le gustaba aprender cosas nuevas, siempre que no involucrasen matemáticas.
Les costó un poco cortar su conversación y decidirse a estudiar.
En cierto momento Tyler miró hacia Alizée: ella estaba muy concentrada en los apuntes, tanto que no se dio cuenta de que él la miraba. Hubo algo en aquella imagen que hizo que Tyler se levantase y cogiera una de las cámaras. Apuntó hacia Alizée, que, por supuesto, se percató y se puso muy roja. "Qué raro... pensé que me lanzaría el bolígrafo a la cara o algo así", pensó él. En lugar de eso, ella preguntó titubeando un poco:
—¿Qué estabas haciendo?
Tyler bajó la cámara, recordando cómo las chicas lo solían tratar cuando se acercaba a fotografiarlas. "Qué asco, Tyler", decían. Y fue peor cuando se supo todo lo de Hannah.
—Yo, eh.... mierda, lo siento por eso—dijo con tono de urgencia, dejándola cámara a un lado—Es que estabas muy...—"guapa" no era la palabra que Tyler buscaba: no tenía palabra para describirlo pero había sido algo suficientemente fuerte para hacerle agarrar la cámara y fotografiarla algo que no había hecho desde hacía mucho, algo que le había hecho imposible resistir la idea de conservar esa imagen concreta de Alizée para siempre—Sólo me apetecía fotografiarte—terminó por decir.
Alizée frunció el ceño, como si se estuviera burlando de ella:
—Tonterías. Soy consciente de que no soy una "modelo sin descubrir" o algo así. ¿Por qué le iba a apetecer a alguien fotografiarme?—fue lo que dijo Alizée en tono claramente inseguro—¿Por qué... te apetecería fotografiarme, Tyler?
Ahora fue él quien se encogió de hombros para demostrar que no tenía una respuesta en palabras para eso.
—Un fotógrafo no sólo fotografía las cosas porque sean hermosas o no: es porque dicen algo, algo que necesitas conservar para que no se pierda y que quieres que todo el mundo pueda ver también. Tu cara me dice algo, eso es todo.
—...supongo, tú eres el experto en eso...—masculló ella sin querer admitir abiertamente que el halago la había hecho sentir con mariposas en el estómago por un momento. Alizée añadió—Osea, ¿que quieres que pose o algo así?—preguntó ella.
—No, sólo... haz lo que de veras te apetezca cuando el objetivo te apunte, ¿de acuerdo?—le indicó él antes de levantar de nuevo la cámara hacia Alizée.
—Vale, pero yo ya te advierto que no saldrá bien.
Ella hizo exactamente lo que le dijo y la foto captó un gesto genuino: Alizée se había tapado la cara con las manos con expresión ruborizada. "¿Ya?", preguntó, algo nerviosa. Entonces entreabrió los dedos para ver si Tyler había terminado, dejando que sus ojos oscuros fueran parcialmente visibles. Tyler apretó el botónde la cámara. Después de que se oyera algo parecido a click, Tyler miró el resultado: no podía decir que estaba gratamente sorprendido porque algo le había dicho que la fotografía iba asalir bien.
—Listo—en realidad quería decir que le gustaba muchísimo la fotografía que había sacado.
No hizo falta que lo expresara con palabras porque la sonrisa que a Tyler se le dibujó hablaba por sí sola, como la que se le dibujó cuando fotografió a Hannah. Alizée se agarró un mechón de pelo nerviosamente. Desvió la mirada hacia la ventana, fingiendo que no le interesaba qué pensase del resultado aunque sin poder evitar sentirse bien al ver que había conseguido hacerle estar más animado. Le parecía —y no le faltaba razón— que normalmente Tyler siempre estaba muy triste.
—Espero que mi encanto lovecraftniano no haya roto la cámara porque soy pobre como una rata y no podría pagártela—bromeó ella. Luego preguntó con curiosidad—¿Por qué no tú no sales?
—Suelo estar siempre tomando la foto... así que me acostumbré a no salir en ellas. Cuando lo hago se siente... bueno, raro. Y no sé posar de todas formas—le explicó Tyler.
—Pues vaya... ¿y si nos echamos una juntos?—propuso ella—Al fin y al cabo, ninguno de los dos sabe posar.
En ese momento la madre de Tyler les trajo los prometidos sándwiches. Alizée no pudo evitar canturrear risueñamente: "¡Los sándwiches de la concordia!". Como no sabían posar, decidieron hacer una foto alzando los sándwiches y cambiaron el intento de una sonrisa fotogénicas a muecas graciosas.
⏯
Al día siguiente Alizée cruzó el verde césped del Liberty High con un libro en la mano, concentrada. El día se había terminado, otro día más en el que había intentado, simplemente, hacer oídos sordos a su alrededor y concentrarse en sus apuntes. Una voz femenina la detuvo, era Jessica, iba con un montón de panfletos amarillo en la mano. También iba acompañada de otra chica, de color y cabello rizado que creyó reconocer de vista por compartir alguna clase:
—Eh, Alizée—dijo Jessica—Hola. Ha pasado un tiempo desde que te vi.
—Sí, yo... falté unos días—le respondió Alizée.
—Es bueno que vuelvas a la carga—Jessica le sonrió—Quería decirte que no te rindas por mucho que oigas: volver y oír a toda esa gente inventando mierda puede ser difícil.
Alizée sintió que necesitaba esas palabras de alguien que sólo fuera un conocido.
—¿Tú... crees que son mentira? ¿Me crees?—tartamudeó levemente Alizée.
—Las dos te creemos—aseguró Ani—Yo soy Ani, seguro que nos hemos visto en algún lado.
—Es la típica historia que sólo un cerdo machista podría inventar sobre una chica para joder su reputación—apoyó Jessica—Cada día más rumores y más exagerados que sólo demuestran que esos deportistas creen que pueden calumniar a quien sea y salir indemnes.
—Ahora eres algo así como la Yoko Ono del Liberty High—dijo Ani.
Alizée sabía que, como ella, era nueva pero que al contrario que ella, en poco tiempo había encontrado su nicho y su sitio, aunque pecara de cotilla según algunos, era obvio que se trataba de una chica decidida. No había tratado mucho con ella, así que no sabía si era verdad. Aunque sonrió al oír la referencia a los Beatles.
—Pensé que nadie me creería. Reconozco que la historia de "separó al equipo de béisbol de su antiguo instituto"suena mejor que la historia simple de que "soy una zorra"—se atrevió a bromear Alizée mientras recogía el panfleto amarillo que Jessica le daba.
En él se podían ver algunos eslóganes provocadores que invitaban a las chicas a unirse a la lucha para empoderar a las mujeres y a combatir contra el machismo que reinaba en el Liberty High.
—Nuestro grupo quiere cambiar toda esa mierda. Para que ningún cerdo deportista pueda convertir la vida de una chica en un infierno con mentiras sexistas—reafirmó Jessica—En mayor o menor medida, todas somos víctimas del machismo.
Alizée sabía que lo que le había ocurrido a Jessica era mil veces peor. Algunas chicas la admiraban por haberse reafirmado en su postura y sus decisiones como presidenta del consejo de estudiantes, cómo había hablado del abuso sexual que sufrió.
Alizée se había sentido muy afortunada cuando Jessica le habló por primera vez en un intercambio de clase. Jessica también era muy odiada por todo el sector de los deportistas y animadoras pero eso más que restarle puntos para Alizée, se los daba. Jessica siempre parecía demasiado ocupada así que Alizée nunca se había atrevido a intentar pasar de charlas aisladas en intercambios de las clases que compartían.
—Así que, si quieres pasarte, sería genial—la invitó Ani—Toda "chica nueva" necesita un lugar y no pareces haberlo encontrado. Nuestro grupo es amable y divertido, te sentirás bien allí.
"Joder, eso ha sido preciso", pensó Alizée. No sabía si sentirse enfadada o no con el hecho de que Ani la había leído tan fácilmente y puesto en relieve que ella también necesitaba un lugar. Probablemente era porque Ani había estado en la misma situación, sólo que se había desenvuelto mejor, visto lo visto. Era verdad pero no era agradable oírlo:
—Es muy amable de vuestra parte. Quizás vaya, tengo que pensarlo—dijo Alizée. Sentía una mezcla de emociones extraña: agradecida por aquella muestra de apoyo pero asustada por lo perceptiva que había sido Ani con cómo se sentía. Decidió inventarse algo para poder pensar con claridad en todo aquello—Os veré luego, yo tengo que irme a estudiar a la biblioteca.
—Has sido un poco directa, Ani...—reprendió Jessica a Ani mientras Alizée se apresuraba a caminar.
⏯
Alizée se sentía bien conduciendo "al pequeño bastardo". Su padre y ella llamaban así a su coche viejo de segunda mano porque a ambos le gustaban las historias truculentas y ése había sido el nombre que una estrella de cine —James Dean— le dio a su vehículo, vehículo en el que terminó muriendo. La leyenda urbana decía que otros actores habían comentado que el coche les transmitía "malas vibraciones" así que se habían negado a montarse en él. No sólo tenía un nombre emblemático, sino que aún recordaba que después de que el divorcio entre sus padres se resolviera y Alizée se quedase con él, Alf compró ese coche viejo y le dijo a Alizée que estaba planeando unas vacaciones express recorriendo todo el estado de California en aquel coche para que ambos se olvidaran de que se acababan de quedar solos: fueron las "casi mejores vacaciones de su vida", incluso si no hubo hoteles —casi todo se lo había llevado su madre en el divorcio, así que ahora Alf tenía dificultades para llegar a fin de mes—. Dormían en el coche y pasaban el día conduciendo por las carreteras secundarias.
Ciertamente el "casi"era porque su hermano pequeño no estaba con ellos para disfrutarlo. Alizée había visto tantos paisajes, oído tantas viejas canciones y Alf le había contado tantas cosas que no sabía... nunca había logrado conectar tanto con su madre.
De ser ella quien estuviera en ese coche, probablemente habrían pasado el tiempo discutiendo entre sí. Habría sido un calco de las discusiones que tenían en ese otro coche, cuando aún eran "supuestamente" una familia. Se acordó de una de esas horribles discusiones y de las palabras de su madre:
—No es sano que tu hija esté siempre leyendo esas cosas de mal gusto sin dirigirle la palabra a nadie y que cuando lo haga, sea para llamar a una compañera "zorra" y luego se niegue a disculparse—Alizée sentía que era injusto: que ella supiera, Poe, no era de mal gusto ni Guy de Maupassant. Pero lo más injusto su madre había obviado la parte en la que esa misma "compañera" agarró el libro y comenzó a romperlo, tal y como las autoridades del colegio también habían ignorado. ¡Por supuesto que no quería disculparse si no lo hacía esa "compañera" primero!—Por otro lado, ni siquiera sé para qué le sirve leer tanto, ¡qué notas tan mediocres! Si al menos tu hija fuera bonita, sociable o buena en los deportes, no importaría tanto. ¡Pero es un desastre, no hace nada bien!
Alf miró el espejo retrovisor y vio a Alizée, con la cabeza gacha y tratando de disimular que estaba llorando, porque a su madre le ponía aún más enferma que llorase. Para aguantar se aferraba a la mano del pequeño Didier, que dormía en su silla de bebé ajeno a la discusión. Alizée se sentía muy mal al oír cómo en esos momentos su madre decía "tu hija" y no "nuestra hija".
—No le digas esas cosas, ¿es que no puedes tener un poco de empatía?—su padre siempre la defendía. Siempre se lo imaginaba como el caballero de armadura oxidada que la ayudaba contra el dragón furioso en el que se convertía su madre cuando se enfadaba—Quizás Alizée tenga mal carácter y sí, lo de "zorra" no fue una buena cosa que decir pero como mínimo, si Alizée debe disculparse por eso, ¿por qué esa otra chica no se disculpa por molestarla? ¿Qué es eso de "no estar al mismo nivel"? Todos esos críos son unos clasistas y lo que le están haciendo se llama bulliying. Y si ese colegio de estirados no va a hacer nada, no les daré ni un dolar más, no me importa lo que diga esa ricachona de tu hermana.
—¡A mi hermana le costó mucho trabajo que la admitieran! Es un colegio muy exclusivo, las cosas son diferentes, así que tu hija debe apreciar que puede estar allí, esforzarse y aguantar lo que haga falta. ¡Ah, si hubiera sabido elegir bien sus amistades, esto no pasaría, pero no, siempre soy la mala y nadie me escucha!—la madre de Alizée miró acusadoramente a su marido—¡A este paso va a ser una fracasada, justo como tú!
A ese punto su madre gritaba tanto que Didier emitió un gruñido de protesta por todo el escándalo.
—¿Perdona? ¡No me estoy partiendo la espalda a trabajar para que el equipo escolar se quede mirando y asintiendo mientras que se meten con nuestra hija por no tener el último I-Phone!—Alf nunca había estado del todo de acuerdo en que Alizée estudiase en ese centro educativo, para empezar, porque era exclusivamente femenino y religioso, Alfred nunca había creído en la educación privada y menos aún, si eran lo suficientemente anticuados como para ser un colegio exclusivo para chicas. A pesar de eso, cedió, auspiciado por la idea de que si era tan caro, debía ser de lo mejor educativamente hablando, que por algo la educación privada se pagaba. Pero finalmente estaba resultando como un pequeño club de campo donde sólo importaba quién tuviera el coche más caro. Todo el equipo educativo del centro los trataba de manera desdeñosa: cuando comenzó el bulliying prácticamente les faltó decirles que no tenían derecho a quejarse—¡Es el colmo que me chupen la sangre así y encima, no tengan la decencia de cuidar de ella!
—Quizás si tuvieras un mejor empleo...—masculló la madre de Alizée—Claramente ser la hija de un prestigioso abogado no es lo mismo que ser la hija de un simple conductor de autobuses. ¿Por qué diablos me casé contigo? Eres un inútil, Alfred, y lo peor, resulta que estás provocando que nuestra hija sea una inútil, ella antes se parecía más a mí y tenía notas excelentes—la voz de la madre de Alizée se dulcificó, si se trataba de Didier siempre se dulcificaba y se volvía amorosa. Alizée pensaba que era al único de ellos a quien quería, su hermano mayor no se había ido a Londres por nada—Espero que Didier no se parezca a ti cuando crezca.
—¡Yo tampoco sé por qué me casé contigo! ¡Eres incapaz de pensar en otra persona que no seas tú! ¿Quieres un poco a Alizée, aunque sea? ¿Me quieres un poco, aunque sea?—Alizée vio que su padre tenía los ojos llorosos y que le temblaban las manos sobre el volante. Eso le hizo sentir fatal: se sintió directamente responsable, como si ella misma hubiera soltado una cobra que acabase de morderle el corazón a su padre—¡Hago todo lo que puedo, de verdad!
—¡No es suficiente, Alfred! ¡Lo único que sabes es autocompadecerte!
—Mamá, papá, parad de discutir. Es mi culpa, ¿vale?—cuando encontraba el valor de intervenir y quitar a su padre de ser el blanco de ira de su madre solía ser demasiado tarde: ya se habían enzarzado en gritos, lanzándose reproches que ya poco tenían que ver con ella.
Al final sólo podía quedarse mirando, viendo resurgir el ácido corrosivo de un mal matrimonio en las palabras de ambos, y pensar, rogar a las fuerzas cósmicas que algo los hiciera parar. Cuando las peleas eran tan fuertes que Didier se despertaba y lloraba. Cuando a pesar de que Didier berreaba como un cerdo a punto de ser arrastrado al matadero y ellos seguían, Alizée pensaba algo como "incluso un choque estaría bien pero que se callen, que dejen de decirse todo eso..."
Estaba pensando en eso, en cuanto deseaba que el coche parase. Como un deseo tardíamente cumplido "el pequeño bastardo" se paró repentinamente en la cuesta que llevaba a toda esa hilera de casas de ricachones. Ella agarró el volante, con sorpresa al notar toda la aceleración disiparse. Se había quedado completamente parado y aunque Alizée intentó hacerlo arrancar varias veces simplemente no arrancaba. "Fantaputotástico"maldijo Alizée en alto, echando el cuello hacia atrás exasperada.
Salió del coche. Abrió el capó con la confianza de que vería algo a simple vista que le evidenciaría qué estaba mal y al hacerlo se dio cuenta de que era inútil porque no tenía idea de qué podía estar pasando en las entrañas de "el pequeño bastardo". Para su inexperto ojo, las cosas bajo el capó estaban igual que cuando era capaz de arrancar. Lo único que sabía era que no se había quedado sin gasolina, la manecilla indicaba que el depósito iba por encima de la mitad.
No quedaba mucho trecho hasta casa de sus tíos, quizás si lo empujaba hasta allí... pero la cuesta era endiabladamente empinada, la verdad. Dudaba conseguirlo.
Otro coche que comenzaba a subir por la cuesta emitió un pitido para que se hiciera a un lado. Alizée hizo un gesto al conductor para que la adelantase. El coche era de esos típicos de aquel vecindario: grande, caro y potente, todo lo contrario al suyo. Cuando comenzó a adelantarla tuvo la sensación de que se vería como si un transanlántico de lujo pasase junto a una barca pesquera.
El conductor del coche se paró justo al lado y bajó la ventanilla, sacando la cabeza para curiosear un poco. Era un chico que llevaba una chaqueta morada de ese instituto de niños ricos, el Hillcrest, al que Claudie también iba, de cabello rubio y una sonrisa de suficiencia.
Era Bryce Walker.
—¿Qué hace un trasto como ese parado en una carretera como ésta?—preguntó curioso aunque con una pizca de arrogancia.
—Tío, la carretera es libre. Tanto mis padres como los tuyos han pagado impuestos... y no estoy en mitad de la carretera por gusto, genio—le respondió Alizée, bastante a la defensiva.
—Entonces, ¿qué hace una chica como tú en un lugar como éste?—volvió a preguntar. Había percibido la hostilidad de Alizée, pero parecía darle igual—No se ven a muchas"pelililas" en este "respetable" barrio y me da curiosidad... no es la primera vez que te veo rondando, ¿planeas robar o algo así?
—¿Estás chalado? ¿Quién te crees tú que eres para llamarme ladrona? Un familiar mío vive aquí—no sabía si intentaba ligar o tocarle las narices, además, no podía simplemente llamarle ladrona y creer que iba a responder de buena manera—Estoy tirada aquí, deja de tocarme las pelotas y lárgate si no me vas a ser útil o te quemo el maldito coche.
—Si me lo quemas, tendré una excusa para que mi madre me compre uno mejor—le dijo guiñándole el ojo—Vamos, no seas arisca y dime tu nombre, quizás pueda ayudar. Yo soy Bryce, también vivo por aquí.
Alizée terminó mascullando su nombre. Bryce sonrió, como un niño que acababa de conseguir lo que quería.
Bryce se bajó de su coche y se quedó mirando aquella tartana... no le extrañaba que estuviera ahí parado, le parecía increíble que pudiera funcionar:
—Déjame intentarlo a mi, a ver si puedo hacer que arranque—Bryce hizo un par de intentos y arrugó el rostro—Mira, no soy un experto en mecánica... pero no suena nada bien. Habrá que llamar a la grúa o directamente al desguace para que se lo lleven.
Alizée se dijo que definitivamente iba a intentar empujar al "pequeño bastardo". No tenía ganas de esperar por horas a la grúa, así que abrió la puerta del coche y, asegurándose de que el freno de mano estaba quitado, empezó a empujar.
Bryce se quedó mirando y terminó por decir entre risas:
—¿En serio planeas hacerlo?
—Pues claro—respondió Alizée malhumorada.
Bryce suspiró y se llevó la mano a la nuca mientras que se llevaba otra a la cintura, pensando en si echarle una mano o no porque la cuesta era bastante empinada.
Ani había visto cómo el coche de Bryce estaba parado desde la casa de él. Curiosa como era, no pudo evitar bajar la cuesta y acercarse hasta ambos vehículos. Vio que Bryce y Alizée empujaban el viejo coche.
—¿Qué hacéis?—fue lo que preguntó Ani. Habían conseguido subirlo unos cuantos metros pero ambos ya estaban comenzando a jadear y sudaban.
—Ani, móntate e intenta arrancarlo mientras empujamos, por favor—le pidió Bryce—Podríamos empujar toda la noche y este trasto no llegaría ni a la mitad de la cuesta.
—Tiene las llaves puestas—le indicó a Alizée.
Bryce le dijo a Alizée que empujasen a la vez a la cuenta de tres y que en ese momento, Ani tratase de arrancarlo. Hubo que hacer unos cuantos intentos pero arranco, así que Alizée se subió y lo aparcó. Cuando se bajó del coche, Bryce ya estaba sentado en el suyo junto con Ani y conducía por la cuesta. Frenó junto a Alizée.
—Eh, gracias—dijo Alizée, mirando a Ani y a Bryce—Lo conseguimos...
—Sí, ¡estás fuerte! ¿Eh?—le dijo Bryce con complicidada mientras bajaba la ventanilla.
Bryce le dio una palmada en el hombro a Alizée. Ella no reaccionó así que Ani se dio cuenta de que probablemente no sabía quién era Bryce Walker. Quizás debía decírselo cuando pudiera pero tampoco quería condicionarla: sinceramente, sentía que Bryce estaba demasiado solo. Ella era la única que no había conocido a Bryce como ese "violador peligroso" del que todos hablaban sino como alguien que necesitaba amigos.
—Apestáis a sudor—les dijo Ani—Bryce, ¿qué tal si nos tomamos los tres algo fresco para que recuperéis el aliento y jugamos todos al póker en tu casa?—Ani miró a Alizée para convencerla—Será divertido no ganar yo siempre.
Bryce se quedó pensando y miró tanto a Ani como Alizée, que no sabía muy bien qué decir. Parecían llevarse bien. "¿Te apuntas, pelilila?", preguntó Bryce a Alizée.
Alizée terminó asintiendo.
⏯
<<Ani, Bryce y yo congeniamos perfectamente desde esa primera partida de póker, como tres piezas de puzzle hechas para encajar. Tenía la engañosa sensación de que serían mis amigos para siempre. Nos lo pasamos muy bien aquel día, los tres juntos, como los grupos de amigos que ves en las sitcoms. Tomábamos cervezas, jugábamos al póker e incluso hacíamos el idiota en la piscina en pleno invierno.
Yo no sabía nada sobre Bryce o sobre lo que hizo. Para mi Bryce no tenía nada de malo, aparte de ser un niño rico y algo arrogante, cosa con la que en principio tuve recelo. No tardé en descubrir que, aunque fuera así, también era una persona generosa con su dinero: una vez compró caviar, sólo para ver qué cara poníamos Ani y yo al probarlo. "Todos dicen que saben a gloria pero es sólo para hacerse los interesantes" había dicho una vez.
Yo intentaba negarme a que invitase siempre, no me gusta deber cosas a otras personas y mucho menos dinero. Bryce era muy carismático y lograba convencerme fácilmente porque él transmitía la sensación de que el dinero sólo merecía la pena cuando podías compartirlo con los colegas.
Se abrió con nosotras y nos contó que no lo estaba pasando bien en el Hillcrest. También tenía la sensación de que su madre le odiaba, no sólo ahora, sino durante toda la vida. En una ocasión lloró mucho por eso. No pude evitar empatizar con Bryce por lo de su madre.
Siempre supe que actuaba como si quisiera evitar hablar de algo. En algunos momentos se volvía muy reservado, cuando normalmente era tan hablador y bromista. A mi me pareció que simplemente, como el resto de personas, había temas que prefería evitar. No es algo tan raro.
No podía imaginarme que él había violado a Jessica y a Hannah. Me sorprende mucho no haberme enterado antes.
Sinceramente creo que Ani tuvo que ver en eso. Ella eligió esconder lo máximo posible de mi esa información para que Bryce no perdiera las pocas cosas buenas que le quedaban a su vida: sus amigas.
Cuando lo supe, mi amistad con Ani empezó resquebrarse, incluso habíamos sido buenas amigas: ella había hecho algo muy malo con tal de proteger a Bryce. Me había expuesto a él y hasta cierto punto, al enterarme de todo eso ya no sabía si estábamos a salvo incluso siendo sus amigas.
Ha pasado tiempo y pensándolo bien, después de todo lo que nos ocurrió, ¿es justo que yo la juzgue por querer proteger al chico que le gustaba?
No lo sé.>>
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