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Cinta #2, Lado A (Parte 1)

<<Todos tenemos cosas sobre las que avergonzarnos. Queremos parecer fuertes y perfectos, porque a la mínima que muestres debilidad, te aplastan. 

A veces, como me pasaba a mí, incluso mostrándome fuerte Montgomery y sus secuaces me arrollaban.

 Yo me preguntaba a menudo qué pasaba con él. Quiero decir, los comentarios estúpidos al pasar a su lado podía entenderlos... eran fáciles de hacer pero aunque no lo parezca, hacerme la vida imposible hasta ese punto requiere gastar energía, un gasto que sólo alguien haría cuando tiene una razón por la que desearle algo malo a otra persona.

Sabiendo lo que más adelante descubrí, creo que era una forma de intentar que me alejase de ti y de que te culpase de que mi nueva vida sin ser odiada no pudiera despegar... debo admitir que casi lo consiguió, aunque no porque yo pensase que si me alejaba de ti las cosas me irían mejor sino porque te sentías culpable continuamente. 

Luego entendí por qué Montgomery no quería que te abrieras a nadie. Le daba miedo que estuvieras haciendo amigos al fin y que pudieras contar lo que abusó de ti y, en ese momento, de la gente que estaba a tu alrededor yo era la más débil: la chica nueva. A eso debía unírsele el hecho de que no le gustó que me atreviera a meterme en sus asuntos.

 Hasta ese momento a mí y a cualquiera que estuviera presenciando lo que me ocurría le parecería que Montgomery no tenía motivaciones para agobiarme tanto, hacerme tanto daño continuamente.

Esta cinta comienza, precisamente, con una de esas mil cosas que Montgomery hacía para que mi estancia en el Liberty High fuera más miserable.>>

—Joder, ¿esto es en serio?—fue lo que dijo Alizée al ver su mochila encayada en la canasta de la cancha de baloncesto, como si fuera una pelota demasiado ancha para el aro. 

Llevaba buscándola hacía un buen rato porque repentinamente había desaparecido. Se puso a buscarla como loca, la había heredado de su hermano mayor Jean Paul y no quería perderla. Si él no la había perdido durante toda la secundaria, ¿por qué iba a hacerlo ella? "Bueno, él era bastante querido en el instituto, no un perdedor como yo", pensó Alizée. Se suponía que, a su vez, su hermano pequeño Didier la heredaría también. Así que no podía perderla bajo ningún concepto. Era lo único que les quedaba de ellos ahora que cada uno estaba en la otra punta del mundo.

Cuando vio a Montgomery pasar a su lado camino a la cafetería, él hizo un gesto disimulado de encestar un balón de baloncesto mientras sonreía maliciosamente. Alizée entendió el mensaje al instante: corrió a la cancha de baloncesto, yendo en contra de la gran marea de estudiantes que iban a la cafetería en aquel día de lluvia.

La mochila estaba abierta, aunque de ella salían un par de calcetines sucios y trapos húmedos. No olía bien, de hecho reconoció el olor al agua de los inodoros. Sus cuadernos, libros y bolígrafos estaban tirados por toda la cancha de baloncesto. Pisó sin querer los restos de lo que habían sido los pines que llevaba en la mochila, algunos recuerdos que Jean Paul le había traído de Europa.

No había partido, así que nadie rondaba por allí. De hecho, la mayoría de gente estaba apresurándose a coger sitio en la cafetería porque afuera caía una suave llovizna: aunque fuera infrecuente, la lluvia no era nada del otro mundo... pero se veía que estando en California la gente parecía tenerle aversión al agua.

La canasta estaba tan alta... no iba a llegar nunca, por mucho que se lo propusiera: por lo pronto, y esperando que se le ocurriera algo, Alizée comenzó a recoger las cosas del suelo. Creía que Montgomery se olvidaría de ella después de esparcir todos esos rumores... pero no, parecía haberla convertido en su chiste personal.

Alguien entró a la cancha de baloncesto. No habría estado mal ver a alguien alto como Zach al que pedir ayuda pero el chico que acababa de entrar no llevaba la chaqueta de los Liberty Tigers, sino una de cuero. Además, era bajito. Alizée se quedó mirando con perplejidad al reconocerlo y sólo pudo pensar: "Coño, si es Cyrus".

—Qué putada, ¿no?—le dijo él. 

Hacía años que no lo había visto pero era el mismo chico "punk" y enano que recordaba. Alizée se había imaginado que si Mackenzie estaba en el Liberty High, Cyrus también lo estaría pero hasta ese momento no se lo había encontrado directamente. A ella sí. Y gran sorpresa, Mackenzie había fingido no conocerla: ¿quizás era por los rumores o seguía enfadada? No podía averiguarlo y no sabía si quería.

—Sigues igual de enano... y a estas alturas, ya te puedes despedir del estirón de la adolescencia.

—Bueno—dijo él con una risa—tú sí que has pegado un cambio radical, si no fuera por la mala leche que te gastas ni te hubiera reconocido—fue lo que respondió él.

Hubo un silencio incómodo. Cyrus finalmente lo rompió diciendo:

—Mira, sólo quería saber si las cosas fueron bien para ti después de que el grupo de terapia se disolviera, después de que rompiéramos...

—¿Por qué no iban a ir bien?—preguntó Alizée a la defensiva—¿Esperabas que no pudiera volver a ser feliz sólo porque un ligue de adolescentes no salió bien?

Cyrus susurró:

—Claro que no, me alegra verte bien—Cyrus le dirigió una mirada de disculpa, aunque le hacía gracia que Alizée se creyera superior al adolescente promedio. Podía haber cambiado su look pero seguía siendo terca, orgullosa y prepotente—Me hubiera gustado empezar las cosas de cero ahora que estabas aquí pero... bueno, Mackenzie sigue algo cabreada. Sea como sea, tú y yo estamos bien—aclaró Cyrus—Si pasa algo muy chungo... bueno, dímelo. Créeme, en este instituto pueden llegar a ser unos cabrones—Cyrus señaló la mochila en la canasta y añadió con tono irónico—¿Los deportistas andan cortos de pelotas y tuvieron que usar tu mochila?

—Más bien, he cabreado a un deportista—le dijo Alizée—Pero sí, la mayoría andan cortos de pelotas también.

Cyrus se rió de aquel chiste vulgar y Alizée también lo hizo; el ambiente de tensión entre ambos ex se había ido calmando poco a poco. Cyrus la recordaba no tan deslenguada y menos mal hablada pero sin duda siempre había existido en ella cierta franqueza irónica.

Cyrus la ayudó a recoger sus cosas, y al final, recuperaron su mochila. No era como si Cyrus hubiera podido alcanzar el aro, sino que se le ocurrió que si le lanzaban cosas a la mochila con la suficiente fuerza, terminaría deslizándose por el aro de la canasta. Así que se quitaron los zapatos y comenzaron a lanzarlos contra la mochila. Finalmente, tras el golpe de la bota de Cyrus, la mochila entró en la canasta y cayó al suelo. 

Cyrus levantó las manos en señal de victoria mientras recogía su bota:

—¡Sí, joder! Soy el puto amo—exclamó.

Alizée sonrió con complicidad.

Comenzó a preguntarse, ¿si Mackenzie no estuviera enfadada, Cyrus y ella podrían haber sido buenos amigos de nuevo? Seguro que sí. Incluso podrían haber intentado algo serio: como mínimo Cyrus era un tío guay. 

—Gracias por echarme el cable—le dijo ella—y también por tener la consideración de hablar sobre cómo están las cosas en lugar de ignorarme.

—Bueno, era algo que tenía pendiente de hacer: ahora no somos mocosos de mierda como cuando salimos—fue lo que dijo Cyrus, rascándose la nuca. 

Él tampoco entendía muy bien si eso era lo que significaba madurar y si ése tipo de cosas eran las que les hacían dejar de ser adolescentes intensos. Aún así seguía siendo vergonzoso para él haberse encontrado con su ex... pero se sentía mucho más tranquilo al haber aclarado las cosas.

<<Cuando me encontré con Cyrus en la cancha de baloncesto y me habló del grupo de terapia en el que nos conocimos, sentí un estremecimiento. Recordar el grupo de terapia me hizo sentir cosas agridulces.

Habían sido prácticamente,mi único grupo de amigos cuando no vivía en la ciudad. 

Era una iniciativa de nuestro terapeuta, que trataba sobre todo con adolescentes. También venían otras personas de otras edades que también eran pacientes suyos. Mis padres confiaban tanto en ese terapeuta que me comía un viaje de una hora en coche de ida y otra de vuelta a esta ciudad desde dónde vivía (pues la ciudad en la que yo vivía antes de mudarme estaba relativamente cerca de esta) dos días a la semana para ir a ése terapeuta en específico. 

Conocí a un montón de gente en el grupo, entre ellos, Mackenzie y Cyrus. Me hice muy amiga de ellos a pesar de vivir en ciudades distintas.

El grupo tuvo que disolverse porque nuestro terapeuta comenzó a estar demasiado ocupado como para gestionarlo. Me había aferrado tanto al grupo que estaba enfadada por la disolución, como si el resto de integrantes tuvieran la culpa y fueran ellos quienes no querían seguir con el grupo adelante. No estaba muy estable porque en ese entonces, mi "relación" con Cyrus se empezó a romper.

Hicieron una fiesta de despedida pero ni siquiera fui, a pesar de que era consciente que probablemente no los vería de nuevo. No contacté con ninguno de ellos, prácticamente desaparecí de un día para otro y ellos también. Era normal pero en ese entonces la idea me agobiaba y consumía. 

Por supuesto, no volví a querer ir al terapeuta a pesar de los consejos de, bueno, prácticamente todo mi entorno, de que siguiera yendo porque se notaba que algo no iba bien conmigo. Eso, al menos en teoría, explicaba todos mis problemas en mi antiguo instituto.

Lo gracioso es que no mucho después llegaron problemas mucho más grandes que harían olvidar a toda mi familia que yo no estaba del todo bien y que necesitaba ayuda. Problemas que en verdad me iban a cambiar la vida que tenía, una vida que aunque no era perfecta era mía.

Me sentí triste y culpable. Había aceptado cambiar, tan concienzudamente que había fingido olvidarme de todo lo que sentía antes de mudarme.

De lo del grupo ya hacía unos dos años de eso aproximadamente y Cyrus... era el recuerdo de que el pasado, aunque lo escondas, aunque no lo pienses, vive contigo.

Cambiase o no, iba a arrastrar conmigo a esa versión de mí misma que tanto odiaba.

De repente, la tristeza cambió a la ira tan rápidamente que luego, cuando encontré un momento para pensar en todo esto en frío, me asusté. 

Me invadió el pensamiento de que iba a tomar control de mi puta vida de una vez y lo primero que quería hacer era recriminarle a Montgomery todo lo que me estaba haciendo.>>

Aquel día la cafetería estaba a rebosar de gente por la lluvia: no quedaban muchas mesas a elegir para aquellos que se hubieran entretenido en los pasillos. Clay, Justin y Tyler habían llegado temprano y habían conseguido sitio para ponerse a comer. 

Tyler no tenía hambre así que no paraba de pasear el tenedor por las hojas de lechuga que tocaba en el menú de la cafetería, sin querer probar nada de lo que había en la bandeja. 

A veces le pasaba: perdía el apetito y se sentía desconsolado a pesar de que por primera vez en mucho tiempo tuviera alguien con quien sentarse en la cafetería. Eso le hacía sentir aún peor, como si por sentirse tan decaído estuviera despreciando la ayuda de Clay y Justin pero simplemente no podía dejar de sentirse así, triste.

Había días en los que se sentía decaído, solo y asustado, a pesar de lo que estaban haciendo por él. No estaba solo, en cierto modo lo sabía, pero a veces se sentía así.

En esos días a veces miraba disimuladamente a la mesa donde Cyrus, Mackenzie y los demás hablaban, apartados y orgullosos de ello, como si ni siquiera esos privilegiados de los deportistas pudieran hundirles. Intocables y exiliados.

A veces, Mackenzie se daba cuenta y Tyler desviaba la mirada, avergonzado de que lo descubriera. Los extrañaba y en especial a Mackenzie. Cuando el programa se le hacía duro pensaba en Mackenzie y, sobre todo, en todo lo que le dijo, en todo lo que tenía que enmendar con ella, que se había portado tan bien con él. Era la primera chica que no pasaba de él, que lo había apreciado por quién era y a la que le debía la mejor versión de sí mismo. 

Por supuesto, no salió bien porque fue con Eric al baile. Lo peor: se veían bien juntos. Felices. No debía desearle nada malo a Eric porque él no tenía la culpa.

La culpa era de sí mismo, o eso creía Tyler. 

—¿Tyler?—le preguntó Clay al verlo más callado de lo normal—¿Cómo vas con eso que comentaste de las calificaciones?

—Normal—respondió Tyler: trató de decir algo sin pensar mucho, así que le salió una respuesta genérica—Algunas asignaturas son difíciles y eso.

—Estudiar es un rollazo—se quejó Justin. 

En ese momento Alizée entró a la cafetería y echó un vistazo general, su cabeza se movió de un lado a otro como la luz de un faro. Clay la saludó, pensando que buscaba un lugar en el que sentarse y le hizo un gesto para que se sentara con ellos pero ella lo ignoró por completo. 

Alizée no buscaba un lugar para sentarse, sino a alguien en específico.

—¿Qué mosca le ha picado?—preguntó Justin al ver que ignoró a Clay. 

Clay comenzó a saber que algo había pasado con sólo mirarla algo más detenidamente: por lo que parecía, habían empapado su mochila. Al pasar al lado de ellos, notaron un olor pestilente proveniente de la mochila, que dejaba un hilillo de agua tras ella.

—Joder, no soy el único que huele eso, ¿no?

—¿Habéis visto su mochila?

Tyler no pudo evitar seguir mirando a dónde iba Alizée tan directa. Tyler pudo ver que Cyrus se había percatado de algo y murmuraba algo. No le oyó, por supuesto, porque había mucha distancia pero le vio mover los labios. Por su expresión, parecía saber qué significaba eso, como si entendiera qué iba a suceder y por la cara que puso, no era para nada bueno.

Tyler comenzó a ponerse nervioso al ver que se dirigía hacia la mesa donde estaba sentado Montgomery y algunos deportistas más.

¿Por qué se acercaba a ellos? Eran peligrosos. Pensó en que se tenía que levantar y hacerla dar la vuelta: "Tengo que hacerlo. Ella no tiene ni idea de lo que es capaz de hacer Montgomery y... sólo yo lo sé...", se dijo a sí mismo, recordando la traumática escena en el baño. Pero sus músculos estaban tan quietos como una piedra. Después de lo que hizo Montgomery, la idea de aproximarse lo aterraba... así que a pesar de todo se quedó ahí sentado como el único espectador que ha visto el final, el terrible final, de la película en una sala de cine.

Alguien hizo lo que él no se había atrevido a hacer. Zach se acercó a ella para disuadirla y que se diera la vuelta: parte de sí mismo lo reprendió. Fuera como fuera, Alizée no se dejó convencer por Zach, de hecho lo apartó bruscamente. Tyler no podía oírla porque aún parte de los alumnos de la cafetería no se habían percatado de lo que ocurría y charlaban entre sí.

—Joder, tiene un cabreo de la hostia, ¿qué le ha pasado?—se temió Justin al ver aquello.

Finalmente Alizée llegó hasta la mesa donde Montgomery y otros deportistas más estaban sentados, hablando y tomando sus almuerzos.  Alguien dijo: "Iugh, qué asco", probablemente alguna de las animadoras que estaba sentada con ellos y miraron a Alizée como si fuera descortés que siquiera se acercase a ellos. 

Alizée dejó la mochila encima de la mesa, en concreto delante de Montgomery. La dejó con tanta brusquedad que el golpe provocó que las bandejas y los almuerzos que hubieran se deslizaran y se cayeran al suelo. 

El agua comenzó a acumularse encima de la superficie de la mesa y a precipitarse hacia el borde de esta como si fuera un contador de lo tensa que se ponía la situación. Montgomery se levantó y preguntó, gritando: 

—¿¡Qué cojones haces!?—poco a poco, las conversaciones se habían apagado y ahora sí que se podía oír qué se estaban diciendo—¡No pongas esa cosa apestosa delante de mi cara!

Alizée lo interrumpió, con el mismo nivel en el tono de voz y sin dejarse intimidar:

—No, ¡cállate! ¿¡qué coño es esto!? ¿Qué coño le has hecho a mi mochila?

Alguien de la mesa empezó a reírse, diciendo: "Sólo es una estúpida mochila, ¿qué más da?".

—Sí, es una broma, tía—respaldó alguien más—No hay que ponerse así por una broma.

—¡Estoy hablando con él!—bramó Alizée a los demás. Sorprendentemente, se callaron, Alizée los había mirado con esos ojos oscuros intimidantes. 

En el suelo ya se había formado un pequeño charco de agua apestosa.  

Montgomery finalmente se levantó y se acercó a Alizée, quedando a dos palmos de ella. A él no le iba a intimidar:

—No tengo nada que ver. Estás jodida y putamente loca. Todos los que están aquí lo saben—Montgomery puso gesto de triunfo mientras abría los brazos: se había encargado de que los rumores la pintaran de una loca que le gustaba atraer la atención de los deportistas a cualquier precio—¿Qué pasa, quieres mi atención? ¿Acaso me la quieres chupar o algo? ¿Eso es lo que quieres?

Alizée sabía que no iba a ganar nada insistiendo que todo lo que circulaba, todo lo que se había inventado Montgomery, era mentira así que dijo con frialdad:

—Deja de hablarme de gilipolleces. Lo que quiero—respondió Alizée con tono serio—es que te olvides de mí y sigas con tu vida de mierda. O que te mueras, me viene dando lo mismo, grandísimo imbécil. 

Montgomery se rió en su cara y se dio la vuelta mientras tiraba la mochila al suelo con desprecio:

—¿Quién te crees que eres? Llévate esa basura de aquí. 

Montgomery pateó la mochila hacia Alizée.  Ella la agarró del asa, cabizbaja, sintiendo que no sabía qué hacer porque Montgomery no la iba a dejar en paz. Todos miraban como si ella fuera la rara, como si ella hubiera hecho algo malo pero a su modo de ver, sólo se defendía.

 ⏯

<<Entonces lo supe. 

En una mesa cercana oí a alguien repetir la historia sobre que era una loca que acosaba a los deportistas. O algo así, no puedo recordarlo bien... el caso es que esa persona no me conocía. Y no era una animadora o uno de esos deportistas idiotas sino que era un alumno cualquiera. Como yo, o como cualquiera de la gente con la que había hablado esos días. 

Eso me afectó: oír a alguien que ni siquiera era un deportista decirlo me hizo caer en la cuenta de que todo lo valiente o decidida que pudiera ser no importaba. La gente creería lo que quería creer, el drama de la historia que Montgomery se había encargado de promulgar por ahí. Montgomery no estaba solo y ya ni siquiera se trataba de los deportistas... así que era yo contra los rumores. Contra el morbo de la historia de por qué me había cambiado de instituto.

¿Cómo podía luchar contra eso? Era imposible, injusto... en ese momento, todo me dio igual. No tenía nada que perder. 

Así que, en lugar de irme de allí, cabizbaja y triste, hice lo que tenía que haber hecho directamente y lo que me prometí unos días atrás. Me lancé hacia Montgomery siguiendo mi primer impulso y suspendiendo por un momento mi idea de cambiar o ser mejor de lo que fui. 

Que le jodieran, lo iba a pagar, no era una simple mochila para mí.  

Le pegué con la mochila un par de veces antes de salir corriendo de allí. "¡Mierda, qué asco!", exclamó él cuando una mancha húmeda se quedó en su chaqueta de los Liberty Tigers. Salí de ahí corriendo después de propinarle un par de golpes con la mochila, ahí donde alcanzase. No le iba a hacer mucho daño porque la mochila no tenía nada dentro (aunque ojalá la hubiera cargado con ladrillos para romperle la sesera) pero sabía que Montgomery no iba a estar contento de que la chaqueta oliera a inodoro. A mi espalda oía cómo gritaba que lo soltaran así que probablemente Zach lo estaba sujetando para que no me devolviera la gentileza con un puñetazo.

Corrí por el pasillo. Quería huir de ese maldito instituto, de los rumores... ¿por qué pararme en casa de mis tíos? Allí sólo me mirarían como si fuera una invitada molesta. Diablos, quería más allá de donde nadie me conociera, como cuando fantaseaba con ser una protagonista de una road movie, recorriendo Estados Unidos sin preocupaciones.

Por supuesto, era imposible que pudiera hacer eso, sólo era un acto estúpido de adolescente dolida: probablemente correría hasta el otro lado de la calle y caería en la cuenta de que era una gilipollez y que no podía hacer algo como escaparme de todo.>>

 ⏯

Tyler vio que Alizée salía corriendo de la cafetería, dejando tras ella a un Montgomery muy enfadado y a Zach sujetándolo.

Tyler consiguió levantarse para ir tras ella. Clay iba a detenerlo pero Justin le dijo: "Déjalo ir". Clay suspiró con preocupación mientras oía a Montgomery recriminarle a Zach que se hubiera atrevido a tocarlo y salió corriendo tras Tyler hasta la puerta de la cafetería.

Alizée corría por el pasillo como una exhalación. Clay intentó llamarla pero ella no le hizo caso. Montgomery intentó apartarlos para ir tras ella pero Justin lo agarró y le dijo: "Déjala en paz, Montgomery, ya le has hecho suficiente, ¿no crees?". Justin y Zach lograron que Montgomery se metiera en la cafetería y lo dejase estar, al menos aparentemente.

Tyler la llamó pero Alizée no se paró.

—Mierda—maldijo Clay—Tenemos que ir tras ella.

Después de lo de Hannah no pensaba dejar a alguien solo en momentos así.

—Iré yo—le dijo Tyler a Clay—No le hará gracia tener a un montón de gente tras ella.

—¿Te hará caso?—le preguntó Clay. No sabía hasta qué punto Tyler y ella se llevaban tan bien.

—No lo sé, Clay, pero tengo que intentarlo—se calló que en parte, todo eso era su culpa así que tenía que ayudarla.

Tyler corrió más para alcanzarla. Alizée no era demasiado rápida porque nunca hacía ejercicio así que Tyler pudo llegar hasta ella antes de que comenzara a cruzar la calle.  Alizée notó que Tyler la agarraba la espalda de la chaqueta vaquera y tiraba para que frenase.

La lluvia seguía cayendo, suave y gris, discordante con Alizée y sus emociones. Si tuvieran que estar acordes, habría un vendaval que arrastraría el maldito Liberty lejos con todos dentro.

—Alizée, espera, por favor...

—¿¡Qué haces!?

—Sólo... espera, Alizée—dijo Tyler, también cansado por haberse puesto a correr repentinamente.

—¿Qué... quieres en este... momento, Tyler?—dijo Alizée, que estaba incluso más fatigada y no podría seguir corriendo aunque quisiera. 

—No puedes... simplemente irte, te meterás en problemas. ¿Dónde ibas, de todas formas?—le preguntó él.

Con aquella pregunta Alizée se dio cuenta de que no podía decir "a casa". Aún vivía en casa de sus tíos.

—Te diría que a casa—lo siguiente lo dijo entre una risa burlona, como si le hubieran contado un chiste—pero me acabo de dar cuenta que ni siquiera está en esta ciudad.

En ese momento no pudo evitar soltar un par de lágrimas por aquel hecho tan simple aunque por suerte la lluvia mojándoles las ocultaban. Realmente, no tenía casa. Era algo temporal pero la idea de tener su espacio seguro en el que nadie la odiase era lo que más necesitaba. Lo más parecido a eso, aunque le doliera admitirlo, eran las tardes en el Monet con Tyler, donde ninguno de esos imbéciles de los deportistas o sus tíos estaban para amargarle la existencia.

—Quiero... quiero irme de aquí...—se lamentó Alizée, más para ella misma que para Tyler. 

Por primera vez Tyler pudo decir que oyó a Alizée con la voz rota... y era raro verla lamentarse así, se preocupó al verlo. Era como ver un puente sólido tambalearse, no se suponía que un puente tan sólido pudiera hacerlo.

Ella se terminó sentando en la acera mientras apoyaba la frente en las palmas de las manos, como si fuera a desmoronarse y suspiró: parecía hablar con ella misma más que con él. Respiraba con rapidez pero ya no era por el cansancio de la carrera sino por los nervios:

—Quiero irme, no puedo... simplemente no puedo hacerlo, quiero volver a mi casa.

Hasta el momento, Tyler había observado que la manera de actuar de Alizée reflejaba un "las cosas malas pasan pero qué se le va a hacer, hay que aguantarse y ya".  A veces sentía que eso le daba fuerza, aunque fueran unas fuerzas que no duraban mucho tras salir del Monet pero en otras ocasiones le hacía sentir que Alizée era poco empática y antipática, ya que había problemas que no se podían reducir a "Supéralo". 

Podía ser muy dura y eso no sólo lo aplicaba a los demás, sino también a sí misma. 

Debía sentirse terrible para decir todo aquello. Bueno, él sabía lo que era soportar que día sí día también le hicieran bromas pesadas, le insultaran... de hecho era exactamente lo que él había vivido hasta hacía poco. Quizás eso y las dificultades de mudarse eran demasiado.

—Antes de que Clay y los demás me protegieran, yo también era el blanco de todas las bromas. Incluso ahora que me protegen a veces Montgomery sigue molestándome—por suerte esa última vez Alizée lo había protegido—Sé que querrías no estar en el Liberty pero si te sirve de algo, me alegra que te hayas mudado aquí y haberme cruzado contigo—se había sentado junto a ella en la acera, tratando de transmitirle que la entendía perfectamente: al fin y al cabo había pasado por lo mismo.

Hubo un momento de silencio y luego Alizée se levantó repentinamente, avergonzada por haber dejado que alguien la viera así.  Parte de sí sabía que Tyler estaba allí con la mejor de las intenciones pero el peso en los hombros de todo lo que sentía la estaba presionando, comenzando una asfixia emocional que terminaría por explotar más adelante.

Hizo lo que se temía que haría, la razón por la que no acudía a la gente cuando se sentía así y prefiriera estar sola: gritar y espantarlos. Sabía que era estúpida por hacerlo y se arrepentía luego, se sentía horrible por haber herido a quien no debía.

Pero simplemente no podía controlarlo: las palabras iban más rápidas que su pensamiento, como un tigre acorralado.

—¿Sabes qué? ¡No necesito tu lástima! ¡Déjame sola de una maldita vez! ¡Me da igual que te alegre o no conocerme, no quiero estar aquí, maldita sea!

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