
[⭐] Perfecta primera vez.
Género: Comedia Romántica y Fluff.
Temática: Semi AU. (Se encuentran en su tercer año de academia)
Palabras: 5347
Pedido por: @sxtturnshit
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—Chicas, siento que cada día que pasa se acerca más la despedida. Me alegra pasar tiempo con ustedes. —comentó Ashido con voz solemne, tenía los ojos cerrados y una mano hecha un puño a la altura de su pecho.
Hagakure y Uraraka la abrazaron al ser las que estaban más cerca, pero el ambiente nostálgico se sentía en el aire. Y es que tal vez se estaban adelantando un poco al asunto, aún faltaban casi tres meses para graduarse de la academia, pero sentían que el tiempo pasaba volando, acercándose cada vez más al momento en que ya no vivirían todos juntos, donde cada uno estaría muy ocupado como para tener esta clase de reuniones donde compartían parte de su tiempo todas juntas.
Estaban en la habitación de Mina, desperdigadas sobre algunos muebles, almohadas o la alfombra, escuchando música, revisando sus celulares, o leyendo alguna revista entre conversaciones esporádicas o karaokes espontáneos si alguna canción les gustaba lo suficiente a todas.
Momo sonrió viendo a Mina sentarse y empezar a peinar el cabello de Ochako, Hagakure le mostraba emocionada su celular a Tsuyu, y Jirou se sentó a su lado sonriéndole.
—¿Me alcanzarías alguna de esas revistas de allá? —dijo, señalando la pila que estaba cerca de su lugar.
La morena estiró su brazo hasta alcanzar un par de ellas, y tenderselas, Kyoka tomó una que tenía una chica sosteniendo una guitarra, se rió bajito, era un elección obvia de su parte. Yaoyorozu en cambio se les quedó mirando unos momentos antes de tomar una con un título llamativo en un rosa fosforescente.
—Como tener una perfecta primera vez. —leyó en voz alta, las voces de las chicas se callaron, y todas tenían sus ojos sobre ella, y la verdad es que no entendía porqué. —¿Primera vez de qué?
—¡¿No lo has hecho?! —preguntaron totalmente confundidas Hagakure a la par de Mina. Ochako tenía las mejillas rosas al igual que Jirou, aunque ella pensaba que su amiga era un verdadero angel al no entender aunque tuviera dieciocho años.
—Sexo. —respondió Tsuyu con la mayor ligereza. —Se refiere a tener una perfecta primera vez en el sexo, YaoMomo-chan.
Sus ojos oscuros volvieron de nuevo al llamativo nombre sobre la revista, sintió el calor subiendo con rapidez a sus mejillas, y se preguntó el porqué de la sorpresa en sus amigas.
—¿Por qué creyeron que ya lo había hecho? —No tartamudeo, aunque su voz se escuchó suave y sumamente apenada.
—Es que llevas como tres años de relación con Awase, pensábamos que ya era un hecho. —contestó Ashido algo apenada.
—¿No han hecho nada? ¿enserio? ¿Una insinuación, un toque o un beso subido de tono? ¿nada de nada? —Una lluvia de preguntas por parte de la chica invisible que movía sus manos, o eso parecía.
—Ya basta, Hagakure. No tiene porqué responderte. —Jirou saltó en su defensa, su amiga no necesitaba ser atosigada con esa clase de preguntas nada discretas, que aunque no eran como mal intención, eran realmente incómodas.
—¿Acaso ustedes...? —La pregunta quedó flotando en el aire, no necesitaba ser completada para entender a qué se refería. Uraraka aparto la vista, su cara estaba enteramente roja, Mina contestó que sí junto a Tooru que gritó un “¡Claro!” con orgullo y Asui asintió con simpleza.
No necesitó mirar a Jirou, ella se lo había contado al poco tiempo, y Momo la escuchó comprensiva dispuesta a dar su apoyo a pesar de su nula experiencia en el asunto.
—¿No han hablado sobre eso? Kero —Tsuyo volvió a hablar, mirándola fijamente con sus ojos grandes y un dedo sobre su barbilla. —Llevan mucho tiempo siendo novios, estoy segura que él debe hacerlo pensado.
Momo volvió su vista a la revista, intentando hacer memoria en su cabeza hacia el asunto.
¿Se habían besado? Sí.
¿Besos subidos de tono? No estaba totalmente segura de a qué se referían, pero creía que sí.
¿Tocarse? Ella había paseado sus manos por prácticamente todo el torso de Yosetsu, y él también había tocado el suyo, pero jamás llegaron cerca de hacer eso.
Nunca hablaron sobre ello, jamás sintió la necesidad pero ahora se preguntaba si él la había tenido pero terminó sin decir nada. Y si era así se preguntó porqué no le había dicho nada.
Ignoró las voces de las chicas cuando Kyoka cambió ágilmente de tema viendo como este la había abrumado, y aunque se les unió a un par de charlas y cantó el coro de un par de canciones, su mente de cierta forma siempre volvía a lo mismo.
Así que le pidió a Mina la revista prestada.
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—Creo que debemos hablar. —dijo Momo bajito, sentándose a la orilla de su cama con las piernas cruzadas dejando las manos sobre sus piernas y mirándolo a través del mechón que cubría buena parte de su rostro.
Yosetsu la miró curioso, sostenía una taza de té en su mano, era una costumbre de ambos, cada viernes por la tarde tener una hora del té en distintos lugares, aunque en esta ocasión a ella quiso que fuera en su habitación. Estaba sentado con la espalda recostada al respaldo, la cama era ridículamente grande pero sumamente cómoda y calentita, cuando tenía oportunidad hacia lo posible para dormir junto a su novia en la cama tan amplia.
—¿Debemos o crees que debemos? —preguntó intentando bromear, el rostro de la mayor era serio y no era el momento para hacerlo, pero tenía un poco de pánico sin saber que más comentar, tal vez había visto demasiadas películas pero lo que venía después de “debemos hablar” nunca era algo bueno.
—Tú...ahm..tú.. —dudó ella, apretando sus manos entre sí, mordiendo su labio y apartando su vista, no pasó desapercibido el hecho de que sus mejillas empezaron a sonrojarse, y el chico estaba confundido.
—¿Qué sucede, Momo? —Se acercó un poco a su cuerpo, tomando una de sus manos y dándole un ligero apretón. —No te preocupes, te escucharé.
—¿Has pensado en nuestra primera vez? —preguntó rápido con los ojos cerrados, ella nunca ha sido buenas con el doble sentido, no tenía intenciones de usarlo y arriesgarse a tener que explicarlo de nuevo, no creía poder, pero tampoco era tan franca como Tsuyu, y usar la palabra “sexo” con tanta ligereza como ella lo decía.
—¡¿Qué?! —Yosetsu trastabilló, espero cualquier cosa menos eso, su cuerpo se había acercado al de la morena para darle apoyo pero la sorpresa lo desestabilizo tanto que sintió la necesidad de poner otra de sus manos en la cama para evitar caer sobre ella.
Su mano fue a parar sobre una almohada que estaba más al borde de la cama de lo que aparentaba, así que el azabache perdió el equilibrio cayéndose de cara en el suelo pulido de su novia, agradecía en su cabeza la reciente inclusión de una alfombra afelpada junto a la cama, así que el golpe no fue tan fuerte, su mano izquierda aún se mantenía aferrada a la de YaoMomo, quien la sujeto con fuerza al no poder reaccionar a tiempo para evitar la caída.
—¿Estas bien, Yosetsu-san?
—Claro, claro. ¿Me podrías repetir lo de hace un momento? —Su cerebro aún no terminada de procesar del todo lo que sucedía. ¿Momo enserio le preguntó eso?
—¿Qué si...? —Ella suspiró, las mejillas se le sonrojaron de nuevo, y él la miraba expectante. —¿Qué si no ha pensado en nuestra primera vez?
El de irises grises parpadeó, una, dos, tres veces, y sintió la necesidad de pellizcarse, lo cual no hizo, no tenía ganas de quedar más en ridículo. Pero, wow, escuchar a Monoma decir lo mucho que amaba a la clase A le hubiera impactado menos.
¿Lo había pensado? Bueno, sí, obviamente lo había pensado, pero pensarlo y considerarlo son cosas totalmente distintas.
¿Lo había imaginado? También, aunque le costara mirar a la cara a Momo luego.
La verdad no lo había considerado, aunque eso, pareciera ser el maldito tema que la mayoría de los chicos de su edad tenían en la cabeza, no es que le molestara pare si le fastidiaba tener que aguantar las caras sorprendidas cada vez que respondía que no lo había hecho.
¿Cuándo se volvió una competencia de aquel que lo haga primero? Porque jamás le avisaron, aunque no es como si le importara ir en último lugar.
Sí, ya sabía que llevaba casi tres años de novio con Momo.
No, nunca habían hablado sobre hacer eso hasta ahora. Lo cual no era algo raro.
¿Quién era el raro? ¿Él por pensar que sería feliz solo con los besos y el amor que Momo estaba dispuesta a darle? ¿O los demás por pensar que el sexo era algo que debía sí o sí ocurrir porque de otra forma no podía ser?
—Sí. —respondió, mirándola a los ojos, sentándose de nuevo en el colchón. —Sí, lo he pensado ¿por qué?
La curiosidad lo llenó de repente, y la miraba con la cabeza inclinada como si el hámster de su cabeza siguiera sin procesar lo que estaba sucediendo.
—Yo..pues...
—¿Quieres hacerlo? ¿Ahora? Digo no ahora, justo ahora, sino que en un futuro cercano o... —El de ojos grises se mordió la lengua sin saber qué rayos decir o como proceder.
¡Qué demonios! ¡Ni siquiera sabía cómo mierda llevar la conversación! ¿Esto era una conversación tan siquiera? ¿Qué rayos debía hacer? ¡¿Por qué no puede ser tan fácil como en las películas?!
—Yosetsu-san, respira. Parece que vas a tener un colapso. —Yaoyorozu seguía viéndose apenada pero veía un chispa divertida en sus ojos al verlo tan contrariado con todo.
Respira profundo, y exhala, sus mejillas se sienten sumamente calientes, y su cabeza parecía ir a mil por hora.
—Quiero hacerlo. ¿Tú quieres? —Ella lo miró fijamente, hablando con voz segura, de los dos ella siempre ha sido la más calmada en las situaciones, aún cuando él casi nunca abandona la seriedad que lo caracteriza.
—¿Estás segura? —No es que quisiera ponerle más trancas al asunto, pero, no lo sabe, supone que es el hecho de vivir con mujeres, y siempre entendió o se le dió a entender que las mujeres veían el asunto de “la primera vez” como algo mágico, o sumamente especial e importante.
Y a él como hombre siempre se lo mostraron como algo de lo cual debía deshacerse lo antes posible y después gritarlo como si fuera una pérdida digna de celebrar. Era algo muy confuso.
Aunque Yoshi una vez le dijo que era una estupidez, que cada quien tenía derecho a elegir si quería que fuese algo especial o le importaba una mierda, sea hombre o mujer. Lo único que importaba era que fuera su decisión, suya y de nadie más.
Y lo aceptó, porque le parecía que tenía sentido.
—Sí, lo estoy. —Lo calmó con una sonrisa bonita, las mejillas con un leve sonrojo, y los ojos brillantes.
A Awase le recordó cuando estaban en primer año, empezando su relación y se pedían permiso entre sí antes de siquiera darse un beso, era una ironía que ahora fuera prácticamente igual.
—Está bien, hagámoslo. —Suspiró, la miró a los ojos y le sonrió.
Si para ella estaba bien, para él también.
—Pero no puede ser aquí, las paredes son ridículamente delgadas. —comentó el chico, golpeando la pared con su puño, escuchandose un ruido hueco como respuesta. —Y literalmente, Jirou y Shouji podrían escuchar todo el maldito edificio si quisieran.
—Ellos nunca lo harían. —respondió enseguida, defendiendo el honor de sus compañeros.
—Lo sé, pero de todas formas. —Volvió a golpear la pared, el sonido hueco regresó. Era prácticamente como golpear una puerta de madera. El la miró con una ceja alzada. —Esto es innegable.
—Tienes razón. Supongo entonces que tu edificio no es mejor opción ¿cierto? —A ella también le dió algo de gracia, Kyoka alguna vez le había comentado acerca de la delgadez de las paredes pero nunca lo había comprobado por sí misma.
—Supones bien, ayer una de las escamas de Rin atravesó mi pared y casi se me clava en la espalda. —contó divertido, aunque en su situación el día anterior estuvo a punto de darle un infarto, tirándose al suelo cuando oyó al objeto rompiendo la madera. —Al parecer estaba jugando con Monoma a ver quien tenía mejor puntería, y Kaibara junto a Tsuburaba estaban apostando.
—¿Y qué hiciste? —preguntó ella entre risas.
—Les dije que serían ellos los que le dirían a Sekijirō porqué la pared tenía un agujero. Luego fuí y aposté 100 por Rin. —respondió él, con una sonrisa. —Fue el dinero más fácil del mundo.
De pronto, con suma facilidad la vergüenza desapareció, aunque en sus mentes no podían borrar la seriedad de la decisión que acababan de tomar.
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Awase miraba algo aterrado las imponentes puertas de la mansión, ya había ido algunas veces pero nunca terminaba de superar el nudo que se formaba en su garganta al estar frente a ella. Para él, la mansión seguía siendo una fuerte bofetada de realidad que le recordaba una y otra vez la gran distancia que había entre su novia y él, si hablaban de clases sociales.
Pero ya habían trabajado en eso, habían hablado de la inseguridad, lo habían superado, no hacía ninguna diferencia el hecho de que el pelinegro no fuera tan rico como la morena, se querían, y no necesitaban nada más.
Aunque sus nervios justo ahora no eran tanto por la mansión, sino por lo que estaba por suceder dentro de ella. Habían decidido hacerlo ahí porque los padres de Momo irían a una gala benéfica y no volverían hasta el martes, la servidumbre había tomado el día libre junto a Uchimura, así que no habría nadie, excepto ellos dos.
Tragó saliva, y no pudo pensar en ningún plan de huída cuando las grandes puertas ya estaban abiertas, y el cuerpo de YaoMomo se mostraba desde el otro lado. Suspiró, reafirmó la mochila sobre su hombro antes de caminar a paso seguro dentro del lugar.
—¡Yosetsu-san! ¿Qué tal se encuentra? —saludó Momo, como si no se hubieran visto hace un par de horas cuando ella salió temprano por la mañana.
—Siento que voy a vomitar. —respondió sin pensar demasiado, era cierto sentía un nudo en el estómago que apenas le dejó comer.
—¡¿Se siente mal?! ¡Entonces no podemos hacer nada! Es... —comentó algo alterada.
—Tranquila, Momo. Son los nervios, es todo. —La miró con la ceja alzada, los nervios deben estarla afectando también, no parece muy calmada como de costumbre.
—Claro, claro. —dijo, luego suspiró y Awase jura ver un deje de decepción en sus ojos.
No le dió tiempo de preguntarle, ya estaban frente a la puerta y la morena la abrió enseguida. La habitación nunca deja de sorprenderle, es tan amplia como dos habitaciones de la academia juntas, con una gran cama y todo perfectamente organizado.
—¿Huele a chocolate? —preguntó confundido, mirando a su alrededor intentando encontrarlo, no quería ofender pero si comía alguna cosa, juraba que iba a terminar vomitando.
—Es un ambientador. Es parte del paso uno. —respondió Yaoyorozu, ella caminó elegante hasta tomar una revista que estaba sobre su cama.
El pelinegro dejó la mochila junto a la puerta, acercándose por detrás intentando mirar que era aquello que ella leía con tanto cuidado.
—¿Paso uno?
—Sí, mira. Aunque no termino de entender el paso dos. —Le extendió la revista abierta en una página de brillantes colores rosas, y azules. — ¿Qué significa, “Sin gorrito, no hay fiesta”? ¿Por qué necesitaríamos sombreros de fiesta?
Awase apretó con fuerza la revista entre sus manos, y sintió las mejillas calentarse. Dios, no había hecho nada pero ya sentía que iba a morir de la vergüenza.
Fijó su vista entonces en la revista, dispuesto a leer lo que decía.
¡5 pasos para tener una primera vez perfecta!
Paso 1°: ¡Prepara el lugar! Debe ser uno donde no haya ningún tipo de interrupciones, una cama amplia con el espacio ideal, y si huele bien ¡mucho mejor!
Paso 2°: ¡Ten todo a mano! Recuerda que sin gorrito, no hay fiesta y si, entrar cuesta, ¡se necesita ayuda extra!
Paso 3°: ¡Aquí todo empieza! Pero ten calma, disfruta el momento, el juego previo es vital. ¡No lo olvides!
Paso 4°: ¡Respira y relájate! Así todo será más sencillo, el momento se está acercando. ¡Qué no cunda el pánico!
—¿Lo entendiste? —Yosetsu levantó la vista, sentía la cara totalmente caliente y ganas de gritar.
¡Dios! ¡Yaoyorozu es jodidamente adorable!
Yosetsu sentía que iba a merecer el infierno por profanar la pureza del ángel que Momo era.
Dejó la revista a un lado, aunque no terminó de leer el último paso. Respiró profundo, antes de mirarla a los ojos, los tenía brillantes y claramente curiosos.
Joder, esto era difícil.
—Es un refrán estúpido, Momo. Se refiere a... —¡Tú puedes, Awase! ¡Solo dilo! —Se refiere a condones y lubricante si hace falta.
Y lo dijo, apenas creyendo que pudo hacerlo, miraba algo apenado en dirección a la pelinegra que lejos de verse avergonzada parecía estar concentrada pensando en algo más.
—Hay muchas cosas a considerar material, tamaño, textura... —murmuró, con una mano en su barbilla mirando hacia el techo, pensando. —No estoy completamente segura de que están hechos los lubricantes comunes...
El azabache hizo un puño con su camisa en el lugar del pecho, joder, sentía que la situación lo sobrepasaba. O tal vez estaba dramatizando, pero a este paso terminaría desmayado a causa de la vergüenza.
—No te preocupes por eso. —dijo con la voz ahogada. Volvió sobre sus pasos, tomando la mochila del suelo y rebuscando entre los bolsillos. Tenía ropa limpia, y todo lo necesario si es que decidían pasar la noche, incluso algo de dinero porque nunca se sabe. Lo encontró, escondido en lo más al fondo una pequeña caja de cartón y una botella plástica. —Yo lo traje.
Dijo casi en un suspiro, sabe la importancia de eso elementos porque no quería un mini Awase aún, pero creía que podría morir de la pena al recordar como fue que los obtuvo.
—Entonces... —Comenzó ella, jugando con sus manos entre sí, mirándole a través de su flequillo. —¿Qué hacemos ahora?
Parpadeó confundido, bueno, esto era raro, ¿Cómo se supone que se empieza? Son torpes, inexpertos y están confundidos, después de todo por más que intenten engañarse así mismos algo va a cambiar, y no hay dudas de eso.
—Supongo que subimos a la cama. Y... —Bufó y se rió bajito, no lograría llegar a nada si seguía tan vergonzoso y tímido, así que reunió toda la valentía que tenía, para luego sonreír con toda seguridad a su pareja. —Y después podemos intentar descubrir lo que sigue.
Le extendió la mano grande, callosa por el contacto de tanto metal y madera debido a su quirk, con algunas cicatrices pequeñas, rústica en comparación con la mano pequeña, suave y delicada que se posó sobre la suya, la acercó a sus labios, dejando un beso efímero sobre el dorso. Intentando transmitirle seguridad, y todo el cariño que sentía.
Momo sonrió, dejándose guiar hasta la cama donde ambos se sentaron, la morena apoyando su espalda en el respaldo de esta. Yosetsu se acercó, mirándola a los ojos como pidiendo permiso para seguir, ella terminó de acercarse, uniendo sus labios, separandolos despacio, sin prisas, saboreando el sabor de los labios ajenos como si nunca se hubieran encontrado antes.
Las manos frías del azabache acarician la cintura cálida de la morena, causándole escalofríos, sus respiraciones son pesadas, y los labios de ambos empiezan a enrojecer. Awase baja dejando un beso en su barbilla, y luego empieza a repartir un montón de besos por su cuello.
Yaoyorozu se ríe bajito, ella siempre ha sido muy delicada al reír, cubriendo sus labios con su mano, pero ahora sus manos estan ocupadas una esta enredada en los cabellos oscuros del menor y la otra en su nuca, acercándolo. Los irises grises se levantan a verla, ella tiene una sonrisa y las mejillas sonrojadas, se ríe, y él siente que algo choca contra su rodilla.
Confundido baja la vista, hay varias matryoskhas pequeñas, que no habían estado antes, movido por la confusión la toma, y luego él también empieza a reír. Es una matryoskha de cabellos negros, ojos grises, y piel blanca, casualmente, muy parecida a él. Decide tomarla entre sus manos, para mostrarsela a ella que aparta la mirada algo apenada.
—¿Sabes? Creo que me veo bien como matryoskha. —comenta, riéndose para luego acariciarle las mejillas con ternura.
—Es vergonzoso, por los nervios creo cosas. —Ella le mira a los ojos con un puchero, inclinando su cabeza para hacer mayor contacto con sus manos.
—Es adorable. —responde, dejando un beso su nariz. —Además no te sorprendas, si termino soldando algo por aquí.
—¿Nervioso?
—No sé cómo sigo en pie.
Yaoyorozu respira profundo antes de acercarse, y ahora es ella la que empieza a dejar besos en las mejillas del menor, no le cuesta mucho aunque en algún punto en el tiempo que llevan juntos Awase se volvió más alto. Su mano acarician el pelo que nace desde su nuca y la otra le recorre los hombros, sus besos bajan hasta el cuello, ahora él es el que ríe, de pronto Momo siente calor, como una quemadura pequeña, y ahora tiene unas manos unidas a su cintura.
—¡Y-yo...! ¡Lo siento, Momo! —Las manos dejan de estar unidas a su piel, pero ahora una lo está a las sábanas y la otra, sin querer, en su blusa. —Soy un torpe, dame un momento.
La seguridad que Yosetsu logró reunir parece haber desaparecido, logra soltar las sábanas pero sus movimientos son algo erráticos y termina arrancando un trozo de tela de la blusa de la mayor.
—¡D-disculpa, Momo! Rayos, no quería quitartela, bueno sí, pero no así. Y-yo...
YaoMomo lo sujeta de las mejillas y une sus labios, lo besa despacio, con roces suaves antes de separarse y juntar su frente a la de él.
—Respira, Yosetsu. No pasa nada. —dice bajito, su respiración es pesada, pero su voz suena tan calmada que hace que el corazón del azabache se sienta un poco más tranquilo. —Siempre puedo comprar una nueva. En algún punto debía quitarla ¿o no?
Awase siente que tendrá una arritmia, o justo ahora la tiene, duda que sea sano que su corazón lata tan rápido y muerde su labio con fuerza mirando a través de los mechones de cabello negro que caen sobre sus ojos como Yaoyorozu se quita la blusa dejando a la vista un sostén de encaje rojo.
Es que ¡agh!
Agradece estar vivo para este momento.
¡Joder!, ¡Que bien se le ve el rojo!
Podría morir justo ahora, y lo haría feliz, más bien, agradecería que está sea la última cosa que vería en su vida.
—¿Te gusta?
Espera ¿qué?
Ahora estaba seguro de que le daría un infarto, ¿Momo tendría el celular cerca para llamar a la ambulancia? Si no moría hoy, sería un milagro.
¿Ella enserio, enserio, enserio preguntó eso?
No ha hecho nada y ya siente que profano a su angelito.
—¿Q-qué?
—¿Qué si te gusta el conjunto? Era parte de las recomendaciones extras de la revista.
¡Joder! Sólo Momo podía usar un sostén de encaje rojo y ser excesivamente adorable.
El pelinegro sonrió, tomando los bordes de su propia camisa para luego quitársela, recordó la primera vez que ella le vió sin camisa, se sintió tan frágil porque una cosa era mostrar su torso y otra muy distinta mostrarlo a alguien que conocía la historia de sus cicatrices, sobretodo las más dolorosas como lo son las de su espalda, pero ahora lo hacía con gusto, amaba cuando Yaoyorozu las delineaba con sus dedos, poniendo especial cuidado y suavidad.
Awase acunó el rostro de la morena en sus manos, y le sonrió con sinceridad.
—Eres preciosa, Momo. —dijo suave y con seguridad. —No importa lo que uses, siempre serás tan jodidamente preciosa, que aún me pregunto qué haces conmigo.
YaoMomo tenía los ojos brillantes, sus mejillas estaban sonrojadas y una sonrisa pintaba sus labios, y así se veía incluso más bonita. Amaba decirlo, y lo hacía siempre podía, ella merecía que se lo repitieran a cada momento.
Comenzó su camino de besos de nuevo, le besó la frente, los párpados, la punta de la nariz, cada mejilla y un recorrido largo por su cuello con el susurro de su risa de fondo. Dejo algunos besos regados en su hombro, y dejo sus labios quietos sobre su pecho, sintiendo los latidos del corazón de la mayor contra sus labios, siguió bajando dejando un para por su abdomen y su vientre. Se detuvo, las manos a los lados de la cadera sosteniendo su cuerpo sobre el suyo, la miró a los ojos, pidiendo permiso.
—Esta bien. —La voz de la morena sonaba ahogada, como nerviosa. El se quedó quieto, sin estar seguro de proceder. —Solo hazlo, no te preocupes.
Sin estar seguro del todo, con manos torpes soltó el botón del short que ella traía puesto, jalando con suavidad hasta retirarlo del todo, ella tenía la otra parte que hacía juego con su sostén.
—Siéntate —pidió, Momo le vió confundida. En algún punto de los besos ella había caído a la cama acostada y él sostenido sobre ella. —Confía en mí, y siéntate.
Yaoyorozu lo hizo, apoyando la espalda en el respaldo de la cama como en un inicio. Los labios cálidos siguieron un camino nuevo, empezando por el tobillo derecho, subiendo a lo largo de la pierna, eran besos húmedos y rozaba la piel con sus dientes que eran seguidos por estremecimientos de parte de la mayor.
En algún momento, luego de haber recorrido la otra pierna, aquel camino se encontró con el anterior que había parado en su vientre, pasó de nuevo su abdomen, y paró en su pecho una vez más.
—Momo tu no...
Su voz era más un susurro, besando el hombro derecho, abriendo la boca, posicionandola sobre este con la intención de dejar una mordida, sí, pero una pequeña, sus dientes ni siquiera dejarían una marca, sería un roce más que otra cosa, pero Yaoyorozu se sorprendió tanto que empujó su espalda hacia atrás golpeando la cabeza del azabache contra el respaldo, causando por consiguiente que este aprete los dientes, mordiéndola.
Yosetsu apretó los ojos por el dolor en su cabeza, junto a uno nuevo, uno en sus omóplatos, como unas uñas clavandose y rasguñando poco después, oyó un gemido de dolor de parte de la morena. Como pudo, abrió la boca, sintiendo molestia en su mandíbula al separarse, vió que la marca era mucho más grande y profunda de lo que pretendía, se veía roja, llena de saliva, y con un par de gotas de sangre.
Asustado, pasó la lengua por sus dientes, su boca sabía a sangre.
¡Mierda! ¿Cómo cojones muerdes a alguien por accidente?
—¡Momo! ¡Y-yo, l-lo siento...! ¡No era mi intención morderte! ¡Solo iba a rozar mis dientes! —Estaba nervioso, y no podía apartar su vista de la marca que descansaba entre el cuello y el hombro de la chica.
¿Esos eran sus dientes? Aún no se lo creía, nunca se había atrevido a dejar una marca sobre la piel de su novia, y es que ¿para qué? No le veía el sentido, y no quería demostrar nada a nadie, no entendía el sentido de hacerlo. Ahora tiene una sensación rara en el estómago al ver la marca que sus dientes provocaron, y no sabe qué es.
—N-no te preocupes, fue mi culpa. No debí reaccionar de esa forma. —respondió algo apenada, mirando sus manos, más específicamente sus uñas, tenían un rastro muy pequeño de sangre. —¡¿Tú estás bien?! Déjame ver tu espalda.
En cuanto lo dijo, lo tomo por los hombros para girarlo, y la escuchó soltar un gritito de sorpresa.
¿Tan malo era? Le ardía la espalda, pero también le dolía la cabeza, incluso tenía la molestia en la mandíbula, además había tenido que pasar por muchos golpes y magulladuras peores en su entrenamiento como héroe, seguía siendo dolor después de todo pero nada que no pudiera soportar.
Soltó un siseo, la de ojos oscuros pasó un dedo justo por el rasguño. Seguía opinando que no era la gran cosa.
—Lo siento mucho. —dijo Momo, pasando ahora su dedo por la cicatriz del accidente, el rasguño quedó justo a un lado.
—No importa, no es nada. —El pelinegro giró su cuerpo por completo quedando frente a frente de nuevo. —Eso era lo que te iba a decir Momo. No creo que estés lista para esto.
—¿Qué? Pero y-yo, sí lo estoy. —respondió enseguida.
—¿Lo estás o crees estarlo? —Le preguntó con una ceja arqueada. —Momo has estado muy nerviosa desde el inicio, demasiado diría yo. No tienes que forzarte a hacerlo, no cambiará nada.
Había acunado el rostro de la mayor entre sus manos de nuevo, y le sonreía con cariño.
—Te amo. —Lo dijo con toda la seguridad que pudo reunir y vió como sus ojos se abrieron con sorpresa. —Y te esperaré todo el tiempo que haga falta.
De sus ojos oscuros empezaron a caer lágrimas pequeñas, pero sonreía contrariando al pobre chico de ojos grises.
—¿Hice algo mal? No quería hacerte llorar.
—Gracias, no lo sé. Sólo creí que estaba lista pero...
—No hay problema. Yo también creí estar listo pero... —Bufó, mirando hacia su regazo. —Mira todo lo que he hecho y nada.
La morena le miró fijamente y luego siguió la dirección de sus ojos, y para sorpresa del azabache, ella comenzó a reír con delicadeza como siempre, cubriendo su boca con una mano.
—¿De qué te ríe...? —Se calló de pronto, y sintió su cara enrojecer incluso más que todo el día. —¡Lo entendiste! ¡No entendiste el chiste de los gorritos, pero esto sí! ¡¿Cómo...?
—Lo siento pero... —Se rió de nuevo, está vez sin cubrir su boca dejando notar la gran sonrisa que tenía. Al chico le sonó melódico y muy hermoso pero aún así sentía la vergüenza muy fuerte. —Muy pocas personas usan doble sentido a mi alrededor, por eso me cuesta entender, pero sé lo suficiente de anatomía masculina como para entender a lo que te refieres.
Yaoyorozu lo abrazó, y Awase gruñó escondiendo la cara entre el cuello y el hombro de ella (el hombro que no había sido mordido).
—Tenemos que limpiarte la mordida. —comentó, su voz sonó opacada por estar tan cerca del cuerpo de la chica. —Lo que menos quiero es que termines con una herida infectada por mi culpa.
Él se separó, mirándole desde abajo con el cabello negro cubriendo apenas sus ojos grises brillantes, y un sonrojo muy ligero en sus mejillas.
—Eres hermoso, Yosetsu-san.
—¿C-cómo d-dices?
Y es que nunca le habían dicho hermoso. Tal vez lindo o guapo, alguna vez pero nunca con esa mirada tan sincera y es que ella no necesitaba coquetearle, ni tenía la necesidad de decirlo, pero lo dice. Puede que no sea mucho, pero hace que su corazón lata a prisa.
—Eres muy hermoso, y lo diré hasta que dejes de estar sorprendido. —dijo segura, le molestó de cierta forma, ver la cara de sorpresa en su rostro al decirlo. Awase siempre se lo recuerda, le parece bien, hacer lo mismo.
—¡Ya! —Se quejó, cubriendo su cara con sus manos.
—Eres adorable, Yosetsu-san. —comentó divertida, abrazándolo. —También te amo.
—Y siempre podemos intentarlo luego. —comentó, retirando las manos y viéndole con una sonrisa.
—Y siempre podemos intentarlo luego. —repitió Yaoyorozu, levantándose de la cama. —¿Podrías pasarme el botiquín? Esta allá, en el primer cajón de la cómoda. Iré a buscar un pijama.
—Claro.
Aprovechó luego de tomar el botiquín, agarrar su mochila para sacar la camisa de su pijama, lo más seguro es que terminaran viendo una película o se besaran otra vez. De reojo vió la revista de letras rosas y azules, y no pudo evitar reír al leer el último paso.
Paso 5°: ¡No te apresures! Con nada, no te apures a desvestirse, ni a besarse. No fuerzes las cosas, deja que fluyan con naturalidad. Y si no te sientes lista, si tu chico te ama no le importará esperar.
La revista, no era tan absurda como le pareció en un principio.
[⭐]
Y aquí tienes Kyle, ¡Espero te guste!
Amé la idea, y aunque nunca escribí erotismo. O algo relativamente cercano al sexo más allá de bromas de doble sentido, me encantó escribirlo.
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