005. cullen's house
EL VIERNES FINALMENTE HABÍA LLEGADO, y no pude evitar sentirme aliviada. Mi primera semana en Forks High había sido... algo, por supuesto. Alice y yo nos habíamos vuelto prácticamente inseparables, y tener tantas clases juntas lo facilitaba. Incluso había conseguido hablar con Jasper más de una vez, lo cual era raro, porque él no era exactamente alguien que hablara mucho. Y luego estaba Emmett, que parecía divertirse bastante cada vez que me encontraba cerca de Rosalie, aunque su mirada siempre se sentía un poco intimidante.
Bella, por su parte, seguía obsesionada con la idea de que Edward podría volver. Me preguntaba casi todos los días, como si yo tuviera algún tipo de respuesta, pero no la tenía. De hecho, empezaba a sospechar que Bella no quería que él volviese. No solo era una corazonada, sino algo que me había confirmado a medias la noche anterior durante la cena.
Me estaba terminando de poner mi gloss favorito cuando Bella entró a mi cuarto sin molestar en tocar. Se quedó en la puerta, levantando una ceja mientras me miraba a través del espejo.
—Estoy pensando en ir a una librería estos días. ¿Vendrías conmigo? Charlie no quiere que vaya sola.
Cerré el gloss con cuidado, tomando un segundo para procesar su petición antes de contestar.
—¿Una librería? No sabía que había alguna en este... pueblo —dije con una leve burla, sabiendo que Forks apenas tenía más de cinco mil habitantes.
Bella soltó un suspiro. —No hay. Y por eso quiero ir a Port Angeles.
La miré con incredulidad. —¿Quieres que te acompañe a otra ciudad para comprar un libro?
Por más que amaba a mi hermana, y aunque nunca se lo dijera directamente, no podía imaginarme algo más aburrido. Leer no era lo mío, y un viaje de compras de libros parecía una tortura silenciosa.
—Charlie no quiere que vaya sola —repitió, como si esa fuera la única razón.
Suspiré, resignada, mientras recogía mi mochila del suelo. —Supongo que podría quedarme en alguna tienda de ropa mientras compras tus libros.
Me dirigí hacia la puerta sin decir nada más, y Bella me siguió de cerca mientras bajábamos las escaleras. En la cocina, agarré una manzana roja, saboreando su dulzura mientras ella, ya sin hambre, iba directo hacia la puerta con un libro bajo el brazo.
—Charlie ya se fue, así que te espero en el auto —dijo antes de salir.
Observé por la ventana su vieja camioneta. Chatarra viva, pensé para mis adentros, sonriendo un poco. Sabía que tenía que encontrarle un apodo mejor que "El Traste". Mi creatividad siempre afloraba cuando se trataba de inventar críticas.
Cuando llegué al auto, Bella ya estaba inmersa en su libro, así que simplemente subí al asiento del copiloto. No hablamos durante todo el camino a la escuela. Bella siempre prefería el silencio mientras conducía. En su lugar, me dediqué a observar la lluvia que caía suavemente, sin ser lo suficientemente fuerte como para empaparnos, pero lo bastante para sentirse en la piel.
Al llegar a la escuela, Alice ya me estaba esperando, lo cual había sido su rutina durante los últimos dos días. Bella la saludó tímidamente antes de irse hacia el edificio.
—Avery —me saludó Alice con su radiante sonrisa mientras nos poníamos en camino—. ¿Qué dices sobre ir a mi casa hoy?
La idea me sorprendió un poco, pero no sonaba mal. Me encogí de hombros. —Claro, pero primero tengo que preguntarle a mi papá. Aunque no creo que le importe.
Alice aplaudió emocionada y entrelazó su brazo con el mío, como si ya supiera que diría que sí. Me reí mientras la seguía.
—Entonces, ¿qué te gusta comer?
Hice una mueca mientras pensaba. ¿Qué me gustaba comer? Normalmente siempre como sano, desde el comienzo de mis diez años.
—No lo sé. ¿Galletas? —digo no muy segura.
Alice pareció divertirle mientras me guiaba a nuestra primera clase del día.
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A PAPÁ NO LE IMPORTÓ MI VISITA A LA CASA de los Cullen, como supuse. Mi hermana no dijo nada al respecto, simplemente asintió y me dio un abrazo de despedida. Bella debería buscarse un mejor pasatiempo que estar pensando sobre el raro de Edward.
Alice conducía con una sonrisa ligera, mientras Jasper, en el asiento trasero, mantenía su habitual silencio, observando el paisaje. Yo miraba por la ventana, tratando de calmarme, pero la verdad era que me sentía algo nerviosa. Y, de repente, mi ansiedad se convirtió en calma.
—Estás muy callada, Avery —dijo Alice con un tono suave, interrumpiendo el silencio.
—Lo siento, estaba distraída —respondí rápidamente—. Es solo que... bueno, nunca había estado en tu casa antes.
Alice soltó una pequeña risa. —No tienes que preocuparte. A mi familia le encantará conocerte, especialmente Esme. Siempre está feliz de recibir visitas.
Sonreí, y luego comencé a sentirme mucho más relajada por una razón desconocida.
Cuando llegamos, la casa me impresionó de inmediato. La enorme mansión de los Cullen no parecía pertenecer a un lugar tan pequeño y gris como Forks. Con sus grandes ventanas y su diseño moderno, parecía más sacada de una revista de arquitectura que de la vida real. Bajé del auto con Alice a mi lado, mientras Jasper seguía caminando en silencio detrás de nosotras.
—¡Bienvenida a mi casa! —exclamó Alice, con su energía habitual—. Vamos, Esme y Carlisle ya te están esperando.
Entramos en la casa, y el ambiente cálido y elegante me envolvió de inmediato. Fue entonces cuando me di cuenta del olor a galletas recién horneadas. En la que supuse que era la cocina, una mujer y un hombre estaban sentados, con una bandeja de galletas en la mesa frente a ellos. Ambos sonrieron cuando nos vieron.
—Avery, qué gusto tenerte aquí —dijo la que creo que es Esme, la madre de Alice, levantándose para saludarme—. Espero que estés cómoda. Preparamos algunas galletas, Alice nos dijo que te gustan.
Entonces, esa era la razón por la que Alice me había preguntado esta mañana.
—Sí, muchas gracias —respondí con una sonrisa, mientras tomaba asiento—. La casa es... increíble.
—Gracias, querida —respondió Esme, sonriendo cálidamente—. Nos alegra que te guste.
El señor que supuse que era Carlisle asintió, mirándome con la misma amabilidad que Esme—. Alice nos ha contado que has sido una gran amiga para ella. Estamos encantados de que estés aquí. Por favor, siéntete como en casa.
Tomé una galleta de la bandeja, y al pasar de los minutos me di cuenta de que ni Esme, ni Carlisle, ni Alice tomaban una. Sonreían y conversaban conmigo, pero no comían. ¿Por qué no comían? Era raro. No quería parecer maleducada, pero me daba curiosidad. Tal vez solo estaban siendo amables, pero era extraño que ni siquiera tomaran una.
—Las galletas están deliciosas, gracias —dije, tratando de enfocarme en la conversación, aunque mi mente seguía dándole vueltas al hecho de que no comían nada—. ¿No van a comer?
Esme y Carlisle se miraron brevemente antes de que Esme respondiera, aún con su tono suave—. Nosotros ya comimos, Avery. No te preocupes por nosotros.
—Oh, claro —dije, sintiéndome un poco tonta por preguntar. Por supuesto que ya habían comido.
La tarde restante fue muy tranquila. La pasé muy bien junto a Alice en su habitación, incluso miramos una película. Rosalie y Emmett llegaron justo cuando nosotras estábamos bajando a la cocina para pipocas y continuar con la película.
No sorprendente, la rubia me envió una mirada de muerte. Nunca entendí qué le había hecho.
Cuando comenzó a hacerse tarde, Alice me llevó a mi casa. Fue una de las mejores tardes que pasé en mucho tiempo, o al menos desde que llegué aquí.
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