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1 - La Casualidad que cambio mi vida

A veces, un pequeño encuentro inesperado, puede modificar para siempre nuestro destino

- 2 Años antes -

Había terminado de preparar su mochila para irse. La misión a la que se encaminaba no era en extremo peligroso, pero sería complicada. Los fragmentos de Nike que debía buscar no eran sencillos de detectar a largas distancias.

—No me falta nada...—se dijo asi mismo. En eso dirigió su mirada al tocador, y tomó el pequeño collar que estaba ahí. Lo admiro por un momento, detallando el símbolo de Pegaso que estaba grabado en el metal— Llegó la hora —se colocó su joya y se fue de la habitación.

Comenzó a bajar las escaleras, manteniendo la mirada gacha, pensando en mil cosas a la vez. Al menos así fue hasta que sintió un fuerte cosmos a sus espaldas.
Su corazón le dió un vuelco, pero trato de mantenerse firme. Giro su cabeza sobre su hombro, mirando al hombre que estaba parado allí, tan imponente como siempre. El brillo dorado de su armadura solo le daba más inmensidad a su imagen.

—¿En serio te irás?—habló con severidad, logrando que el chico de cabellos naranjas frunciera el ceño.

—Si, me voy—confirmó—. Deberías estar feliz, ¿No? Ya no te voy a cagar la vida.

—¿Qué? Eso no es...—bufo frustrado —. Touma, no seas insensato. Tienes apenas catorce años, un caballero de Athena no debe actuar impulsivamente...—intentó razonar con el joven, quien solo bajaba las escaleras sin mirarlo— ¡Touma! ¡No me ignores!

—¡Déjame en paz!—exclamó apretando sus puños —. ¡No eres mi padre, no te metas en mi vida!

Se quedó mirandolo fijamente, sintiendo un fuerte dolor en su pecho. Giro en su lugar, dejando que él se fuera sin decir nada más. Su deber era custodiar del templo, no atender a los caprichos de un niñito malcriado.

- Actualidad -

Un gran frío recorría su cuerpo, las imágenes rondaban por su cabeza como un rápido flash. Eran como dolorosos recuerdos, que hasta el día de hoy la atormentaban.
Paisajes lúgubres, sangre desparramada, gritos de sufrimiento y una desesperación desgarradora. No podía describir con exactitud todo lo que veía, pero se sentía horriblemente familiar.

—¡ATHENA...!—oyó una voz gruesa gritar, extendiendo su mano para intentar atraparla.


¡Beep! ¡Beep!


La alarma sonó estrepitosamente en toda la habitación, obligándola a abrir los ojos. Observó todo a su alrededor, buscando algo que fuera anormal pero todo estaba en orden. Dirigío su mirada al velador, su teléfono vibraba a medida que emitía aquel sonido.
Dejo salir un quejido molesta, extendió su mano a la pantalla, apagando el  despertador y cortando el insoportable tono.

—¿Por qué deje programada la alarma...?—murmuró, mientras se cubría el rostro con las sábanas. Estaba dispuesta a retomar su sueño, necesitaba saber que pasaría después de todo ese drama.

—¡Allison!—exclamó alguien desde alguna parte—¡Vas a llegar tarde al colegio!—eso hizo que prácticamente saltará de la cama, cayendo al suelo en el proceso.

—Mierda, mierda, ¡Mierda!—maldijo, poniéndose de pie y cambiándose a las apuradas.

Las vacaciones de verano, esa era probablemente la fecha más esperada para cualquier persona. Para suerte de Allison, estás estaban próximas, solo un día más y sería libre. El placer de decir que no tenías responsabilidades era inigualable.
Claro que se podría afirmar, que hacen un poquito emocionantes la monótona vida de los humanos. A nadie le gusta estar atrapado en la rutina, teniendo solo escapes momentaneos. Pero para ciertas personas, una vida sin emociones constantes es un anhelo.

—Aun no entiendo porque me haces ir el último día de clases —reclamó la muchacha, tratando de no enredar sus dedos al trenzar los mechones de cabello.

En la cocina, había un hombre de altura promedio. Su cabello era de un color cobrizo, con una insípida barba que comenzaba a crecer.

—Cariño, ya te lo dije—respondió su padre sirviendole una taza de café —. Si querías faltar, tenías que sacar una buena nota en física.

—¡Pero si aprobé!—hizo un puchero con los labios.

—Sí, apenas—le dedicó una sonrisa burlesca, la cual logro irritar a la adolescente—. Déjame ayudarte o llegarás más tarde—se colocó detrás de ella, tomando delicadamente los mechones de cabello. La joven termino con dos trenzas de cada lado de la cabeza, atadas en la parte superior de esta.

—Gracias...—dijo casi en un susurró. Se levantó de su asiento y se colocó la mochila en los hombros—. ¡Ya me voy! ¡Nos vemos, Papá!—dió un portazo y se fue corriendo.

Allison Miler es una adolescente cualquiera, fácilmente podría ser tu vecina reservada y tímida. Uno como mucho esperaría que su mayor aventura, sería ir a Disney. Sin embargo, nunca podemos suponer lo que puede llegarle a pasar a una persona, menos cuando su destino está pactado por las estrellas.

( . . . )

La joven iba prácticamente corriendo, apenas alcanzaba a mirar la calle antes de cruzar. Quizás estaba siendo paranoica, pero no podía darse el lujo de hacer enojar a su papá. Si eso llegaba a pasar, iba a terminar tomando el té con su abuelita fallecida.
Giro en una esquina, dispuesta a seguir con su camino. Sin embargo, termino chocandose con lo que parecía ser una pared, el impacto fue tal que termino cayendo al suelo.

—Auch...—frotó sus manos contra su espalda.

—¿Estás bien?—le pregunto el desconocido.

Levantó su mirada, encontrándose con un par de ojos ámbar que la miraban atentamente. Por un momento su alrededor desapareció. La sensación que él le transmitía, era similar a una inmensa y cálida galaxia, ¿Eso era normal? ¿Quien veía a una persona y sentía un universo a su alrededor?
El pelirrojo se quedó mirándola, esperando a que reaccionara. Frunció ligeramente su entrecejo y se aclaró la garganta, buscando algún tipo de reacción por parte de ella.

Allison se dió cuenta de esto y de inmediato se puso de pie. Su rostro estaba completamente rojo por la vergüenza, está era una de las mayores humillaciones por las que paso.

—Lo siento mucho, no ví por donde iba—se disculpó rápidamente antes de seguir con su camino, no dejando que el chico le contestará.

Que chica más rara...—pensó el muchacho.

( . . . )

El día de Allison en la escuela fue de lo más aburrido, como era de suponer no había casi nadie en la institución. Es más, pudo percibir la molestia de algunos profesores ante su presencia.

A veces desearía no sentir estás cosas...—dijo en su mente. Ni siquiera le hacía falta ver al preceptor, solo con analizar su energía por un momento, se daba cuenta de su disgusto.

Desde que tenía memoria, era capaz de ver algo inusual en las personas. Un pequeño fuego en cada ser vivo, eran diminutos pero expresaban más de lo que se espera. Con emociones fuertes y determinantes, este crecía aunque fuera muy poco. Sino, cuando los sentimientos eran negativos, esté se volvía turbio e incipido.
Nunca supo explicar como lograba sentir eso, pero cuando se lo comentaba a alguien solían pensar que se lo inventaba o que estaba loca.

Caminar por los pasillos del colegio y sentir esa "energía" era agotador.

Sin embargo, se topo con algo inusual. Hasta hoy, jamás había sentido ese fuego de forma tan intensa, ese chico pelirrojo era diferente a los demás. Nunca había percibido la energía de alguien de esa manera, era la primera vez que veía en alguien un universo en su interior.

—Un pequeño universo...—murmuro mientras caminaba hacia su hogar, intentando no prestarle atención a la gente a su alrededor.

Mientras caminaba, nuevamente esa sensación se hizo presente. Frenó el paso y buscó con la mirada a quien trasmitiera esa vibra, pero lo que se encontró no fue lo esperado. En un callejón, dónde habían varios contenedores de basura, de ahí una pequeña luz dorada. Arqueo una ceja confundida, miro a los costados por si alguien más también notaba aquella extraña luz.
Algo temerosa, comenzó a caminar por el callejón, la curiosidad la consumía y necesitaba descubrir de que se trataba. Quizás estaba siendo muy impulsiva con esta acción, pero no estaba pensando con claridad.

Con algo de asco comenzó a revolver entre la basura, hasta que encontró lo que buscaba. Tomó aquel objeto con su mano y lo examinó, se trataba de un especie de roca o trozo de un material metálico y ligeramente pesado.

—Es una roca...—murmuro decepcionada—. Pero parece que es de oro...—se encogió de hombros y lo guardo en su mochila —. Quizás tenga algún valor.

Salió del callejón y se chocó con una mujer, sin embargo, como tan solo fueron sus hombros no se disculparon entre si. Aquella extraña detuvo su paso y miro a la muchacha sobre su hombro, centrando su vista en un pequeño rastro de energía que provenía de su mochila.

( . . . )

La chica de ojos verdes pateaba las piedritas que se encontraba en su camino, manteniendo sus pensamientos en la conversación que acababa de tener con su padre. Sin dudas, eso había logrado amargarla de sobremanera.

Su papá trabajaba para una empresa emergente, el antes ocupaba un puesto menor pero ahora que solo eran ellos dos, tuvo que esforzarse el cuadruple para mantenerse. Eso se traducía en hacer viajes de negocios seguidos, y en muchas ocasiones, largos.
La situación para Allison era frustrante, deseaba poder colaborar de alguna forma, pero él no la dejaba. Siempre le decía que se concentrará en ser una niña y estudiar, realmente no podía hacer mucho.

—Algun día...—murmuro pateando fuerte una piedra. Esa acción le hizo recordar su hallazgo—. Si realmente es de oro podría ganar algo de dinero, espero que eso ayude.

De repente, una extraña sensación recorrió por completo su cuerpo, como si fuera una corriente eléctrica. Todo paso a ser en cámara lenta bajo su perspectiva.
Ese universo se hizo presente de nuevo, pero a diferencia de la primera vez este, era agresivo y se dirigía hacia ella. Apenas pudo reaccionar, moviéndose a un lado para evitar el impacto.
Lo siguiente que vio ante sus ojos, fue una pequeña explosión y una gran nube de polvo. Cuando está ráfaga se disipó, termino aterrada al ver la inmensa grieta que quedó en la carretera.

—¡Ay mierda!—gritó asustada.

La energía agresiva de nuevo se hizo presente, seguida de unos pesados pasos metálicos. El terror comenzó a consumir a Allison, no quería voltear y descubrir que fue lo que ocasionó esto. Sin embargo, inconscientemente giro su cabeza, notando una figura femenina que se acercaba a paso lento hacia ella. La adolescente, solo atino a comenzar a retroceder arrastrándose, pues sentía que sus piernas no respondían por el miedo y los nervios.

Esa extraña mujer, portaba lo que parecía ser una rara armadura de color cerceta. La protección no alcanzaba a cubrir por completo su cuerpo, dejando principalmente sus muslos y cintura descubiertos. Sin embargo, lo que más llamaba la atención, era una extraña máscara de metal que cubria por completo su rostro.

—¿Q-quien...?—tartamudeo apenas— ¿Q-qué eres...?

—Sere solo un mal recuerdo si te portas bien y obedeces—dijo la mujer con soberbia—Si no, seré quien acabe con tu vida—la forma tan simplista con la que lo dijo, solo le generó náuseas a la adolescente —. Ahora, dame el fragmento —amenazó sosteniendo con fuerza un látigo.

「¿Has sentido el poder del cosmos?」

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¡Primer capítulo del remake!

Espero que les haya gustado, díganme sus opiniones, ¿Les gustan los cambios realizados?
Pobre Allison, le va a pasar de todo a partir de ahora.

Debo aclarar, que por más que estoy haciendo más mensiones a los caballeros originales, estos no aparecerán... todavía 😉

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