XXVII
Mi cabeza estaba presionada
al vidrio de la ventana; sólo
sentía el silencio
acompañado de
la radio del
conductor
y
su charla insulsa.
Recé, recé con todo mi corazón.
Tenía la esperanza de que
mi deseo se cumpliera
y nos volviéramos a
ver esta noche.
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