💚Green x Purple💜
Pedido de: rol_de_purple
Personajes:
💚: Green
💜: Purple
Aclaraciones: No soy pobre, soy minimalista. No necesito muchas cosas para ser feliz, solo wifi y comida gratis uwu
╔══════════ ✮❁•°💚♛💜°•❁✮ ═══════════╗
El Violin que nos unio...
Capítulo 1: El encuentro
Yo soy Green, un chico de 19 años que vive en una pequeña ciudad. Me gusta la música, sobre todo el rock y el pop, y toco la guitarra eléctrica en una banda con mis amigos. Soy bueno en todo lo que me propongo, o al menos eso dicen mis padres y mis profesores. Tengo buenas notas, soy popular en el instituto y tengo muchas chicas detrás de mí. Pero ninguna me llama la atención. Todas me parecen superficiales y aburridas.
Un día, mientras volvía a casa después de ensayar con mi banda, vi a un chico sentado en un banco del parque. Llevaba una chaqueta negra, unos vaqueros rotos y unas botas militares. Tenía el pelo morado y los ojos verdes. Sostenía un estuche de violín entre sus manos. Me llamó la atención su aspecto rebelde y misterioso. Me acerqué a él y le pregunté:
-Hola, ¿qué haces aquí?
Él levantó la vista y me miró con indiferencia.
-Nada que te importe.
Su voz era fría y cortante.
-Vaya, qué simpático. ¿Te molesta si me siento?
-No me importa lo que hagas.
Me senté a su lado y le sonreí.
-Me llamo Green. ¿Y tú?
-Purple.
-¿Purple? ¿Es tu nombre real?
-No. Es el nombre que me puse cuando me fui de casa.
-¿Te fuiste de casa? ¿Por qué?
-No quiero hablar de eso.
-Lo siento, no quería molestarte.
-No me molestas. Solo no quiero hablar de eso.
-De acuerdo. Entonces hablemos de otra cosa. ¿Qué hay en ese estuche?
-Un violín.
-¿Tocas el violín?
-Sí.
-¿Puedo escucharte?
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no quiero.
-Vamos, no seas tímido. Seguro que tocas muy bien.
-No soy tímido. Solo no quiero tocar para ti.
-¿Para quién tocas entonces?
-Para nadie.
-¿Para nadie? ¿Entonces para qué tocas?
-Para mí.
-¿Para ti? ¿Y qué sientes cuando tocas?
-Nada.
-Nada... Eso es imposible. La música siempre hace sentir algo.
-A mí no.
-No te creo. Déjame escucharte y te diré lo que sientes.
-No te dejaré escucharme.
-Por favor...
-No insistas.
-Por favor...
-No.
-Por favor...
Me miró con fastidio y suspiró.
-Está bien. Te dejaré escucharme una sola vez. Pero solo una canción. Y luego te vas.
-Trato hecho.
Abrió el estuche y sacó el violín. Lo colocó en su hombro y cogió el arco con la mano derecha. Cerró los ojos y empezó a tocar una melodía triste y hermosa. Yo me quedé hipnotizado por su música. Era como si su alma se expresara a través de las cuerdas del violín. Sentí una emoción que nunca había sentido antes. Era como si entendiera su dolor, su soledad, su nostalgia. Era como si lo conociera desde siempre.
Cuando terminó de tocar, abrió los ojos y me miró con curiosidad.
-Y bien, ¿qué sientes? -me preguntó.
-Siento... Siento que te quiero -le dije sin pensar.
Él se quedó paralizado y soltó el violín. Se levantó del banco y echó a correr sin decir nada. Yo me quedé allí, confundido y arrepentido por lo que había dicho. No sabía por qué había dicho eso. No sabía qué me pasaba con él. Solo sabía que tenía que volver a verlo. Tenía que encontrarlo. Tenía que hablar con él.
Después de que Purple se fue corriendo, yo me quedé en el parque con su violín. No sabía qué hacer con él. Pensé en devolvérselo, pero no sabía dónde encontrarlo. No sabía nada de él. Solo su nombre y que se había ido de casa. Me sentí culpable por haberle dicho que lo quería. Tal vez lo había asustado o molestado. Tal vez no quería saber nada de mí.
Pero yo no podía olvidarlo. Su música me había tocado el corazón. Su mirada me había cautivado. Su voz me había hechizado. Quería volver a verlo. Quería hablar con él. Quería conocerlo mejor. Quería ser su amigo. O algo más.
Así que decidí guardar su violín en mi casa y esperar a que él viniera a buscarlo. Pensé que tal vez volvería al parque al día siguiente o al otro. Pensé que tal vez me llamaría por teléfono o me enviaría un mensaje. Pensé que tal vez se arrepentiría de haberse ido y volvería a buscarme.
Pero no fue así.
Pasaron los días y las semanas y él no apareció. Yo seguía yendo al parque todos los días, esperando verlo en el banco donde nos conocimos. Pero él nunca estaba allí. Yo seguía mirando mi teléfono, esperando una llamada o un mensaje suyo. Pero él nunca me contactaba. Yo seguía guardando su violín en mi habitación, esperando que viniera a reclamarlo. Pero él nunca lo hacía.
Me sentí frustrado y triste. Me preguntaba qué habría sido de él. Me preguntaba si estaría bien o si necesitaría ayuda. Me preguntaba si pensaría en mí o si me habría olvidado. Me preguntaba si algún día lo volvería a ver o si se habría ido para siempre.
Hasta que un día, todo cambió.
Era un lunes por la mañana y yo estaba en el instituto, en clase de matemáticas. Estaba aburrido y distraído, pensando en Purple como siempre. De repente, la puerta se abrió y entró el director con un chico nuevo.
Un chico nuevo que tenía el pelo morado y los ojos verdes.
Un chico nuevo que era Purple.
Después de que el director entró con Purple, todos los alumnos se quedaron mirando al chico nuevo con curiosidad. Yo me quedé paralizado en mi asiento, sin poder creer lo que veía. Era él. Era Purple. Estaba aquí. En mi instituto. En mi clase.
El director se dirigió al profesor de matemáticas y le dijo algo al oído. El profesor asintió y se puso de pie.
-Buenos días, clase. Les presento a un nuevo alumno que se incorpora hoy a nuestro centro. Se llama Purple y viene de otra ciudad. Espero que lo reciban bien y lo ayuden a adaptarse. Purple, ¿quieres decir algo?
Purple negó con la cabeza y se quedó callado. El director le dio una palmada en el hombro y le indicó que se sentara en un pupitre vacío al fondo de la clase. Purple obedeció y caminó hacia su sitio. Mientras pasaba por delante de mí, me miró de reojo y se sorprendió al reconocerme. Yo le devolví la mirada y le sonreí nerviosamente.
Él apartó la vista y se sentó en su pupitre. Yo no podía dejar de mirarlo. Tenía el corazón acelerado y las manos sudorosas. No sabía qué hacer ni qué decir. Quería hablar con él, pero no sabía cómo acercarme. Quería devolverle su violín, pero no sabía si lo querría. Quería saber por qué estaba aquí, pero no sabía si me lo contaría.
Así que me quedé en silencio, esperando a que terminara la clase.
Cuando sonó el timbre, me levanté de mi asiento y me dirigí hacia el de Purple. Él estaba recogiendo sus cosas y se preparaba para salir. Yo lo llamé por su nombre y él se giró hacia mí.
-Hola, Green -me dijo con frialdad.
-Hola, Purple -le dije con timidez.
-¿Qué quieres?
-Quería... Quería hablar contigo.
-¿De qué?
-De... De muchas cosas.
-No tengo nada que hablar contigo.
-Por favor, Purple...
-No me digas por favor.
-Por favor...
-No.
-Por favor...
Me empujó y salió corriendo de la clase. Yo lo seguí por el pasillo, tratando de alcanzarlo. Él se abrió paso entre la multitud de alumnos y llegó hasta la salida del instituto. Yo lo seguí hasta el exterior y lo llamé a gritos.
-Purple, espera!
Él se detuvo y se dio la vuelta. Me miró con rabia y me dijo:
-¿Qué quieres de mí? ¿Por qué no me dejas en paz?
-Yo... Yo solo quiero ser tu amigo.
-No necesito amigos.
-Yo sí te necesito.
-¿Por qué?
-Porque... Porque te quiero.
Él abrió los ojos como platos y soltó una carcajada.
-¿Me quieres? ¿Estás loco?
-No estoy loco. Estoy enamorado.
-Enamorado... Eso es una tontería.
-No es una tontería. Es lo que siento.
-Pues sientes mal. No puedes quererme. No me conoces.
-Te conozco más de lo que crees.
-No sabes nada de mí.
-Sé que tocas el violín como nadie.
-¿Qué? ¿Cómo sabes eso?
-Porque te escuché una vez en el parque.
-¿En el parque?
-Sí, en el parque donde nos conocimos.
-¿Nos conocimos en el parque?
-Sí, hace unas semanas. Te acuerdas, ¿verdad?
Él frunció el ceño y trató de recordar.
-No... No me acuerdo.
-Claro que te acuerdas. Estabas sentado en un banco con tu violín y yo me acerqué a ti y te pregunté si podía escucharte. Y tú me dejaste escucharte una sola vez. Y luego te fuiste corriendo cuando te dije que te quería.
Él se llevó la mano a la cabeza y se tambaleó.
-No... No puede ser...
-Sí puede ser. Y te lo puedo demostrar.
-¿Cómo?
-Tengo tu violín. Lo guardé en mi casa. Te lo puedo devolver si quieres.
Él me miró con incredulidad y miedo.
-No... No quiero mi violín. No quiero nada tuyo. Déjame solo.
Y se fue corriendo otra vez. Yo me quedé allí, confundido y dolido por su reacción. No entendía por qué me rechazaba. No entendía por qué no se acordaba de mí. No entendía por qué no quería su violín.
Solo entendía una cosa.
Que lo amaba con toda mi alma.
Después de que Purple se fue corriendo otra vez, yo me quedé en la puerta del instituto, sin saber qué hacer. Quería ir tras él, pero sabía que no serviría de nada. Él no quería verme ni hablar conmigo. Él no quería saber nada de mí.
Pero yo no podía rendirme. No podía dejarlo ir. Tenía que intentarlo una vez más. Tenía que hacerle entender que lo quería de verdad. Que lo quería por lo que era, no por lo que había pasado. Que lo quería con sus defectos y sus virtudes. Que lo quería con su violín y sin él.
Así que decidí hacer algo que nunca había hecho antes.
Decidí escribirle una carta.
Una carta de amor.
Una carta en la que le contaba todo lo que sentía por él. Todo lo que había vivido con él. Todo lo que quería vivir con él.
Una carta en la que le pedía perdón por haberlo asustado o molestado. Por haberlo presionado o agobiado. Por haberlo empujado o perseguido.
Una carta en la que le rogaba que me diera una oportunidad. Que me dejara entrar en su vida. Que me dejara ser su amigo. O algo más.
Una carta en la que le prometía que lo cuidaría y lo protegería. Que lo apoyaría y lo animaría. Que lo respetaría y lo admiraría.
Una carta en la que le juraba que lo amaba con toda mi alma.
Escribí la carta con el corazón en la mano y la guardé en un sobre. Luego cogí el violín de Purple y lo metí en su estuche. Pensé en ir a su casa y dejárselo todo en la puerta, pero no sabía dónde vivía. Así que opté por otra opción.
Esperé a que fuera de noche y fui al parque donde nos conocimos. Busqué el banco donde nos sentamos y dejé el estuche con el violín y la carta encima. Luego me alejé unos metros y me escondí detrás de un árbol. Esperé a que él viniera a buscarlo.
No tuve que esperar mucho.
Al cabo de una hora, vi a Purple aparecer por el camino. Llevaba una mochila al hombro y una gorra en la cabeza. Caminaba despacio y miraba a su alrededor con cautela. Cuando llegó al banco y vio el estuche con el violín y la carta, se quedó parado y se llevó la mano a la boca.
Se acercó al banco y cogió el estuche con cuidado. Lo abrió y comprobó que era su violín. Lo acarició con ternura y se lo llevó al pecho. Luego cogió la carta y la abrió. La leyó con atención y se le humedecieron los ojos.
Yo lo observaba desde mi escondite, esperando su reacción. Esperando que me llamara o me buscara. Esperando que me sonriera o me abrazara.
Pero no fue así.
Después de leer la carta, Purple la arrugó entre sus manos y la tiró al suelo. Luego cogió el estuche con el violín y salió corriendo del parque.
Yo salí de mi escondite y corrí tras él, gritando su nombre.
-Purple, espera! No te vayas! Por favor!
Él no me escuchó ni me miró. Siguió corriendo hasta perderse de vista.
Yo me quedé allí, solo y desolado, sin poder creer lo que había pasado.
Me había rechazado otra vez.
Me había roto el corazón otra vez...
Después de que Purple se fue con su violín y mi carta, yo me quedé en el parque, sin saber qué hacer. Me sentía vacío y derrotado. Me sentía como si hubiera perdido lo único que me importaba. Me sentía como si no tuviera sentido seguir viviendo.
Pero no podía rendirme. No podía dejarlo ir. Tenía que intentarlo una vez más. Tenía que hacerle entender que lo quería de verdad. Que lo quería por lo que era, no por lo que había pasado. Que lo quería con sus defectos y sus virtudes. Que lo quería con su violín y sin él.
Así que decidí hacer algo que nunca había hecho antes.
Decidí cantarle una canción.
Una canción de amor.
Una canción en la que le decía todo lo que sentía por él. Todo lo que había vivido con él. Todo lo que quería vivir con él.
Una canción en la que le pedía perdón por haberlo asustado o molestado. Por haberlo presionado o agobiado. Por haberlo empujado o perseguido.
Una canción en la que le rogaba que me diera una oportunidad. Que me dejara entrar en su vida. Que me dejara ser su amigo. O algo más.
Una canción en la que le prometía que lo cuidaría y lo protegería. Que lo apoyaría y lo animaría. Que lo respetaría y lo admiraría.
Una canción en la que le juraba que lo amaba con toda mi alma.
Escribí la canción con el corazón en la mano y la ensayé con mi guitarra eléctrica. Luego cogí mi guitarra y mi amplificador y fui al instituto. Esperé a que fuera el recreo y me subí a una mesa del patio. Conecté el amplificador y enchufé la guitarra. Ajusté el volumen al máximo y toqué las primeras notas de la canción.
Todos los alumnos se quedaron mirándome con sorpresa. Yo busqué a Purple entre la multitud y lo encontré al fondo del patio. Estaba apoyado en una pared, con los brazos cruzados y la cabeza baja. No parecía haberse dado cuenta de mi presencia.
Yo le dediqué una sonrisa y empecé a cantar:
Purple, Purple, quiero decirte que desde el día en que te vi no puedo dejar de pensar en ti y solo quiero estar junto a ti
Purple, Purple, quiero pedirte que me perdones por favor si alguna vez te hice daño o te ofendí no fue mi intención
Purple, Purple, quiero rogarte que me des una oportunidad de demostrarte que te quiero de verdad y que no te voy a fallar
Purple, Purple, quiero prometerte que te voy a cuidar y a proteger que te voy a apoyar y a animar que te voy a respetar y a admirar
Purple, Purple, quiero jurarte que te amo con toda mi alma y que no hay nadie más en este mundo que pueda ocupar tu lugar
Purple, Purple, quiero cantarte esta canción de amor para que sepas lo que siento por ti y para que me des tu corazón
Cuando terminé de cantar, todos los alumnos aplaudieron y vitorearon. Yo bajé de la mesa y miré a Purple. Él seguía apoyado en la pared, pero ahora tenía la cabeza levantada y los ojos fijos en mí.
Yo le hice una seña con la mano y le dije:
-Purple, ven aquí.
Él se quedó quieto y no se movió.
-Por favor, Purple -insistí.
Él negó con la cabeza y no dijo nada.
-Por favor...
-No -murmuró.
-Por favor...
-No -repitió.
-Por favor...
-No -gritó.
Y salió corriendo del patio.
Yo solté la guitarra y corrí tras él, gritando su nombre.
-Purple, espera! No te vayas! Por favor!
Él no me escuchó ni me miró. Siguió corriendo hasta perderse de vista.
Yo me quedé allí, solo y desolado, sin poder creer lo que había pasado.
Me había rechazado otra vez.
Me había roto el corazón otra vez.
(si que esto hace algo de referencia al Episodio 29 de AvM xd)
Después de que Purple se fue corriendo del patio, yo me quedé con la guitarra en la mano, sin saber qué hacer. Me sentía vacío y derrotado. Me sentía como si hubiera perdido lo único que me importaba. Me sentía como si no tuviera sentido seguir viviendo.
Pero no podía rendirme. No podía dejarlo ir. Tenía que intentarlo una vez más. Tenía que hacerle entender que lo quería de verdad. Que lo quería por lo que era, no por lo que había pasado. Que lo quería con sus defectos y sus virtudes. Que lo quería con su violín y sin él.
Así que decidí hacer algo que nunca había hecho antes.
Decidí declararle mi amor en público.
En público y en directo.
En el programa de radio más escuchado de la ciudad.
Llamé al número del programa y pedí hablar con el locutor. Le conté mi historia y le pedí que me ayudara a conquistar a Purple. Le dije que quería dedicarle una canción y decirle todo lo que sentía por él. Le dije que quería que todo el mundo supiera que lo amaba con toda mi alma.
El locutor aceptó mi petición y me dijo que me pondría al aire en unos minutos. Yo esperé nervioso y emocionado, con el teléfono pegado al oído. Pensé en Purple y en lo que le diría. Pensé en su reacción y en lo que haría. Pensé en nuestra historia y en lo que podría ser.
Al cabo de unos minutos, el locutor me anunció al aire y me dio la palabra.
-Hola, Green. Estás en antena con miles de oyentes. ¿Qué quieres decirnos?
-Hola, locutor. Hola, oyentes. Quiero decirles que estoy enamorado.
-¿Enamorado? ¡Qué bonito! ¿Y de quién estás enamorado?
-Estoy enamorado de un chico.
-¿De un chico? ¡Qué valiente! ¿Y cómo se llama ese chico?
-Se llama Purple.
-¿Purple? ¡Qué nombre más original! ¿Y dónde lo conociste?
-Lo conocí en el parque, donde él tocaba el violín.
-¿El violín? ¡Qué romántico! ¿Y qué pasó después?
-Después pasaron muchas cosas. Cosas buenas y cosas malas. Cosas que nos acercaron y cosas que nos alejaron. Cosas que nos hicieron reír y cosas que nos hicieron llorar.
-¿Y qué sientes por él?
-Siento... Siento que es el amor de mi vida. Siento que es la persona más especial del mundo. Siento que es la única razón por la que vivo.
-¡Qué bonito! ¿Y él qué siente por ti?
-No lo sé... No lo sé porque él no me lo dice. No lo sé porque él no me habla. No lo sé porque él me rechaza.
-¿Te rechaza? ¿Por qué?
-No lo sé... No lo sé porque él no me lo explica. No lo sé porque él no se abre conmigo. No lo sé porque él se esconde de mí.
-¿Se esconde de ti? ¿Dónde?
-No lo sé... No lo sé porque él no me lo cuenta. No lo sé porque él no me deja entrar en su vida. No lo sé porque él se aleja de mí.
-¿Se aleja de ti? ¿Cómo?
-No lo sé... No lo sé porque él no me lo muestra. No lo sé porque él no me mira a los ojos. No lo sé porque él huye de mí.
-¿Huye de ti? ¿Cuándo?
-Siempre... Siempre que le digo que lo quiero. Siempre que le pido que me dé una oportunidad. Siempre que le ofrezco mi corazón.
-¡Qué triste! ¿Y qué vas a hacer?
-Voy a hacer... Voy a hacer algo que nunca he hecho antes.
-¿Qué vas a hacer?
-Voy a declararle mi amor en público.
-¿En público? ¿Dónde?
-Aquí... Aquí mismo, en este programa.
-¿Aquí? ¿Ahora?
-Sí... Sí, aquí y ahora.
-Bueno... Bueno, pues adelante. Tienes el micrófono. Dile lo que quieras.
-Gracias... Gracias, locutor. Gracias, oyentes. Y gracias, Purple. Gracias por existir. Gracias por entrar en mi vida. Gracias por hacerme sentir lo que nunca había sentido.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que te quiero. Te quiero con toda mi alma. Te quiero por lo que eres, no por lo que has pasado. Te quiero con tus defectos y tus virtudes. Te quiero con tu violín y sin él.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que te necesito. Te necesito a mi lado. Te necesito en mi vida. Te necesito en mi corazón.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que te espero. Te espero con los brazos abiertos. Te espero con una sonrisa. Te espero con una canción.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que te sueño. Te sueño cada noche. Te sueño cada día. Te sueño cada instante.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que te amo. Te amo con toda mi alma. Te amo más que a nada en este mundo. Te amo más que a mí mismo.
Purple, si me estás escuchando, quiero que sepas que eres el amor de mi vida.
Y quiero que seas feliz.
Conmigo o sin mí.
Pero ojalá sea conmigo.
Te amo, Purple.
Te amo.
Cuando terminé de hablar, todos los oyentes aplaudieron y vitorearon. Yo colgué el teléfono y miré al cielo. Pensé en Purple y en lo que le había dicho. Pensé en su reacción y en lo que haría. Pensé en nuestra historia y en lo que podría ser.
Al cabo de unos minutos, sonó mi teléfono.
Era él.
Era Purple...
Después de que sonó mi teléfono y vi que era Purple, sentí una mezcla de alegría y nerviosismo. No sabía qué me iba a decir. No sabía si me iba a insultar o a agradecer. No sabía si me iba a rechazar o a aceptar. No sabía si me iba a colgar o a hablar.
Así que decidí hacer algo que nunca había hecho antes.
Decidí contestar la llamada.
Contesté la llamada y dije su nombre.
-Purple...
Él dijo el mío.
-Green...
Hubo un silencio.
Un silencio incómodo y tenso.
Un silencio que duró una eternidad.
Hasta que él lo rompió.
-Green... ¿Por qué lo hiciste?
-¿Por qué hice qué?
-Lo sabes. Lo que acabas de hacer. Lo que acabas de decir.
-Ah... Eso...
-Sí, eso. ¿Por qué lo hiciste?
-Porque... Porque quería que lo supieras.
-¿Que supiera qué?
-Lo que siento por ti.
-¿Y qué sientes por mí?
-Ya te lo he dicho. Te quiero. Te necesito. Te espero. Te sueño. Te amo.
-No digas eso.
-¿Por qué no?
-Porque no es verdad.
-Sí es verdad. Es la verdad más grande de mi vida.
-No puede ser verdad. No tiene sentido.
-Sí tiene sentido. Tiene todo el sentido del mundo.
-No lo tiene. No para mí.
-¿Por qué no?
-Porque yo... Yo no soy como tú.
-¿Cómo soy yo?
-Tú eres... Tú eres bueno en todo. Tú eres popular y exitoso. Tú eres feliz y optimista. Tú eres normal y sano.
-Y tú también lo eres.
-No, yo no lo soy. Yo soy... Yo soy malo en todo. Yo soy solitario y fracasado. Yo soy triste y pesimista. Yo soy raro y enfermo.
-No digas eso.
-¿Por qué no?
-Porque no es verdad.
-Sí es verdad. Es la verdad más grande de mi vida.
-No puede ser verdad. No tiene sentido.
-Sí tiene sentido. Tiene todo el sentido del mundo.
-No lo tiene. No para ti.
-¿Por qué no?
-Porque tú... Tú no sabes nada de mí.
-Sé más de lo que crees.
-No sabes nada de mí.
-Sé que tocas el violín como nadie.
-Eso no es nada.
-Sé que sufres por tu pasado.
-Eso no es nada.
-Sé que te escondes por miedo.
-Eso no es nada.
-Sé que huyes por orgullo.
-Eso no es nada.
-Sé que me quieres aunque no lo admitas.
-Eso no es nada...
-Sí es algo. Es algo muy importante. Es algo que puede cambiarlo todo.
-No puede cambiar nada. Nada puede cambiar lo que soy. Nada puede cambiar lo que he vivido. Nada puede cambiar lo que siento.
-¿Y qué sientes?
-Nada... Nada bueno.
-No te creo. Sé que sientes algo bueno. Sé que sientes algo bueno por mí.
-No... No puedo sentir nada bueno por ti.
-¿Por qué no?
-Porque... Porque tú eres un chico y yo también.
Después de que Purple me dijo que no podía sentir nada bueno por mí porque éramos dos chicos, sentí una punzada de dolor en el pecho. No podía creer que ese fuera el motivo de su rechazo. No podía creer que él se negara a aceptar su orientación sexual. No podía creer que él se privara de ser feliz por un prejuicio.
Así que decidí hacer algo que nunca había hecho antes.
Decidí decirle la verdad.
La verdad sobre mí.
La verdad sobre nosotros.
La verdad sobre el amor.
Le dije la verdad y le dije:
-Purple... Eso no importa.
-¿Qué no importa?
-Que seamos dos chicos. Eso no importa para sentir lo que sentimos.
-¿Qué sentimos?
-Amor. Sentimos amor.
-No... No podemos sentir amor.
-Sí podemos. Sí lo sentimos.
-No... No es amor.
-Sí es amor. Es el amor más puro y más bello que existe.
-No... No es bello. Es feo y sucio.
-No es feo ni sucio. Es hermoso y limpio.
-No... No es limpio. Es pecado y culpa.
-No es pecado ni culpa. Es virtud y libertad.
-No... No es libertad. Es prisión y castigo.
-No es prisión ni castigo. Es felicidad y placer.
-No... No es placer. Es dolor y sufrimiento.
-No es dolor ni sufrimiento. Es ternura y pasión.
-No... No es pasión. Es locura y obsesión.
-No es locura ni obsesión. Es cordura y devoción.
-No... No es devoción. Es ilusión y engaño.
-No es ilusión ni engaño. Es realidad y verdad.
-No... No es verdad. Es mentira y error.
-No es mentira ni error. Es amor y punto.
-No... No puede ser amor...
-Sí puede ser amor. Sí lo es. Lo sé porque lo siento. Lo siento aquí, en mi corazón. Y sé que tú también lo sientes. Lo sientes aquí, en el tuyo.
-No... No siento nada...
-Sí sientes algo. Sientes lo mismo que yo. Lo sé porque lo veo. Lo veo aquí, en tus ojos. Y sé que tú también lo ves. Lo ves aquí, en los míos.
-No... No veo nada...
-Sí ves algo. Ves lo mismo que yo. Lo sé porque lo oigo. Lo oigo aquí, en tu voz. Y sé que tú también lo oyes. Lo oyes aquí, en la mía.
-No... No oigo nada...
-Sí oyes algo. Oyes lo mismo que yo. Lo sé porque lo digo. Lo digo aquí, con mis palabras. Y sé que tú también lo dices. Lo dices aquí, con las tuyas.
-No... No digo nada...
-Sí dices algo. Dices lo mismo que yo. Lo sé porque te quiero. Te quiero aquí, con toda mi alma. Y sé que tú también me quieres. Me quieres aquí, con toda la tuya.
Después de que le dije todo eso a Purple, hubo otro silencio.
Un silencio diferente al anterior.
Un silencio lleno de emoción y expectativa.
Un silencio que duró unos segundos.
Hasta que él lo rompió.
-Green... -dijo con voz temblorosa.
-Sí, Purple... -dije con voz esperanzada.
-Green... ¿De verdad me quieres?
-Sí, Purple. Te quiero de verdad.
-Green... ¿De verdad me necesitas?
-Sí, Purple. Te necesito de verdad.
-Green... ¿De verdad me esperas?
-Sí, Purple. Te espero de verdad.
-Green... ¿De verdad me sueñas?
-Sí, Purple. Te sueño de verdad.
-Green... ¿De verdad me amas?
-Sí, Purple. Te amo de verdad.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... Yo también.
-¿Tú también qué?
-Tú también te quiero.
-¿De verdad?
-De verdad.
-Tú también te necesito.
-¿De verdad?
-De verdad.
-Tú también te espero.
-¿De verdad?
-De verdad.
-Tú también te sueño.
-¿De verdad?
-De verdad.
-Tú también te amo.
-¿De verdad?
-De verdad.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... Perdóname.
-¿Perdonarte por qué?
-Por haberte rechazado. Por haberte hecho daño. Por haberte mentido.
-No tienes que pedirme perdón. No me has hecho nada malo. No me has mentido.
-Sí lo he hecho. Te he mentido a ti y a mí mismo. Te he negado lo que sentía por ti. Te he ocultado lo que era yo.
-No importa lo que hayas hecho o dicho. Lo único que importa es lo que sientes y eres ahora.
-Y ahora siento y soy... Siento y soy tuyo.
-Y yo siento y soy tuyo también.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... Gracias.
-¿Gracias por qué?
-Por haberme declarado tu amor. Por haberme dedicado una canción. Por haberme escrito una carta. Por haberme cantado una canción. Por haberme dicho la verdad.
-No tienes que darme las gracias. Lo hice porque quería. Lo hice porque te amo.
-Y yo te amo a ti.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... ¿Dónde estás?
-Estoy en casa. ¿Y tú?
-Yo estoy en el parque. En el parque donde nos conocimos.
-¿En el parque? ¿Qué haces ahí?
-Estoy tocando el violín. El violín que me regalaste.
-¿Estás tocando el violín? ¿Qué canción estás tocando?
-Estoy tocando la canción que me dedicaste. La canción que me cantaste.
-¿Estás tocando la canción que te canté? ¿Puedo escucharte?
-Sí, puedes escucharme. Te voy a poner el altavoz.
-Ponme el altavoz, por favor.
-Espera un momento...
Oí un ruido y luego una melodía. Era la melodía de mi canción. La canción que le había cantado a Purple. La canción que él estaba tocando con su violín. La canción que sonaba como un ángel.
La escuché con atención y sentí una emoción que nunca había sentido antes. Era como si su alma se expresara a través de las cuerdas del violín. Era como si entendiera su alegría, su ilusión, su amor. Era como si lo abrazara desde la distancia.
Cuando terminó de tocar, oí su voz otra vez.
-Green... ¿Te ha gustado?
-Me ha encantado, Purple. Me ha emocionado, Purple. Me ha enamorado, Purple.
-Me alegro, Green. Me alegro mucho, Green. Te quiero mucho, Green.
-Y yo a ti, Purple. Y yo a ti mucho más, Purple.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... ¿Puedo verte?
-Sí, Purple. Puedes verme cuando quieras.
-Green... ¿Puedo abrazarte?
-Sí, Purple. Puedes abrazarme cuando quieras.
-Green... ¿Puedo besarte?
-Sí, Purple. Puedes besarme cuando quieras.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... Ven a verme.
-¿A verte? ¿Ahora?
-Sí, ahora. Ven al parque. Ven a abrazarme. Ven a besarme.
-Está bien, Purple. Voy para allá. Voy a verte. Voy a abrazarte. Voy a besarte.
-Green...
-Sí, Purple...
-Green... Te espero.
-Y yo voy, Purple. Y yo voy.
Colgué el teléfono y cogí las llaves de mi coche. Salí de casa y conduje hacia el parque. Conduje lo más rápido que pude, sin importarme el tráfico ni las señales. Solo me importaba llegar a él. Llegar a Purple.
Llegué al parque y lo busqué con la mirada. Lo encontré en el banco donde nos conocimos. Estaba sentado con su violín en el regazo y una sonrisa en los labios. Me vio y se levantó. Me hizo una seña con la mano y me dijo:
-Green!
-Purple!
Corrí hacia él y él corrió hacia mí. Nos encontramos en el medio y nos abrazamos. Nos abrazamos con fuerza, como si nunca nos fuéramos a soltar. Nos abrazamos con ternura, como si fuéramos lo más importante del mundo. Nos abrazamos con pasión, como si fuéramos el uno para el otro.
Nos separamos un poco y nos miramos a los ojos. Nos miramos con amor, con el amor más puro y más bello que existe. Nos miramos con deseo, con el deseo más ardiente y más intenso que existe. Nos miramos con felicidad, con la felicidad más plena y más completa que existe.
Nos acercamos lentamente y nos besamos. Nos besamos con suavidad, como si fuera la primera vez. Nos besamos con profundidad, como si fuera la última vez. Nos besamos con locura, como si fuera la única vez.
Nos besamos y sentimos que todo era perfecto.
Que todo era posible.
Que todo era amor.
Así fue como terminó nuestra historia de amor. Una historia de amor entre dos chicos que se conocieron por casualidad. Una historia de amor entre un chico bueno en todo y un chico que sufrió abuso sexual. Una historia de amor entre Green y Purple. Una historia de amor que cambió nuestras vidas para siempre.
╚══════════✮❁•°💚♛💜°•❁✮ ═══════════╝
/Palabras:5038/
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro