E S P E C I A L

Quizás en otra vida...

J

isung acomodaba los vinilos cuidadosamente en la estantería de su tienda, un pequeño oasis de música independiente en medio del bullicio del pueblo. La campanilla sobre la puerta tintineó, anunciando la llegada de una clienta. Era Yeji, con una expresión pensativa y un disco en la mano.

—¿Vas a llevar ese? —preguntó Jisung, sin dejar de ordenar los discos.

—Sí, un chico con el que estoy saliendo me lo recomendó —respondió Yeji, con una sonrisa tímida.

—¿En serio? Me alegra mucho… —Jisung sintió un pequeño pinchazo en el pecho, una punzada de nostalgia que le era familiar.

—Sí, fue Hyunjin quien me lo recomendó… —Yeji se quedó en silencio un momento, sus ojos vagando por la tienda—. ¿Cómo estás tú y Jeongin?

—Jeongin… aún debe estar destrozado. Y yo… pues, apenas me mantengo a flote. Es difícil para todos.

—Lo imagino. ¿Y Minho? Debe estar súper estresado con todo lo que ha pasado…

—¿Minho? —preguntó Jisung, confundido.

—Sí, por la noticia. Lia me lo contó y quedé súper sorprendida —dijo Yeji, la expresión en su rostro una mezcla de sorpresa y conmoción.

—¿De qué hablas, Yeji?

—Minho y Lia… van a tener un bebé. Eso me dijo Lia, al menos —soltó Yeji, la bomba explotando en el silencio de la tienda. Jisung sintió como el suelo se le escapaba de debajo de los pies.  Las piernas le temblaban.  ¿Acaso eso era lo que Minho quería decirle? Era imposible. No quería creerlo. Minho no… él no haría algo así.

—¿No lo sabías? —preguntó Yeji, observando la palidez que se apoderaba del rostro de Jisung.

—No… ¡Qué noticia! —consiguió balbucear Jisung.

—Sí, es… ¡guau! Después de lo de Hyunjin, esto… Lia me sorprende. Jamás la había visto con Minho.

—Yo sí —susurró Jisung con tristeza, una amargura profunda inundando su ser.  La imagen de Minho y Lia juntos, una imagen que se negaba a formar en su mente, lo atormentaba.

El resto de la tarde fue un borrón. Jisung se vio obligado a atender a otros clientes, pero su mente estaba en otra parte.  Minho… Minho iba a ser padre. ¿Dónde quedaría él? ¿Dónde quedarían ellos? La noticia era un mazazo, un golpe que lo dejaba sin aliento.

Al cerrar la tienda, Jisung caminaba con pasos lentos hacia su casa. Necesitaba recostarse, necesitaba pensar, necesitaba… ver a Minho. Pero a la vez no.  Se rehusaba a creer lo que Yeji le había dicho, deseaba que todo fuera una horrible pesadilla de la que despertaría pronto.

Al llegar a su casa, lo vio sentado en los escalones del porche, envuelto en la penumbra del atardecer.

—¿Minho? ¿Qué haces aquí? —preguntó Jisung, su voz apenas un susurro. Minho levantó la mirada, se puso de pie, sus ojos reflejando una profunda tristeza.

—¿Está todo bien? —insistió Jisung.

—Pensé que nos encontraríamos aquí —respondió Minho, su voz ronca.

—Cierto… ¿Está todo bien? —repitió Jisung, su corazón latiendo con fuerza en su pecho.

—Me voy a quedar en el pueblo —confesó Minho, y Jisung asintió, sintiendo como una ola de angustia lo golpeaba.

—¿Por Lia… o por mí? —preguntó Jisung, y Minho supo que ya lo sabía.  La culpa lo carcomía por dentro.

—Por ti, Jisung —dijo Minho, su mirada fija en la de Jisung—. Tenías razón. Tenemos que huir juntos.

—¿A dónde iremos? —preguntó Jisung, con un hilo de esperanza en su voz.

—No lo sé —respondió Minho—. Pero huyamos, Jisung. A donde sea. Solo nos necesitamos el uno al otro.

Jisung sonrió, una sonrisa frágil, llena de una mezcla de dolor y esperanza.  Minho tomó su mano, y comenzaron a correr. Corrieron hasta llegar a la estación de autobuses, subieron al primer autobús que salió, sin destino fijo, sin un plan, solo con el impulso de escapar.  Jisung sonrió, y confesó a Minho que tenía miedo.

—Yo también —dijo Minho, apretando la mano de Jisung—. Pero si estoy contigo… no me preocupa.

Jisung se quedó dormido, su cabeza apoyada en el hombro de Minho. Minho sonrió, sintiendo la calidez del menor a su lado. El autobús se detuvo, anunciando la última parada. Minho despertó a Jisung, y juntos caminaron hasta llegar a un parque solitario, donde se dejaron caer bajo la sombra de un árbol imponente.  Jisung se recostó con la espalda en el tronco, y Minho posó su cabeza en su regazo.

Jisung le sonrió. —¿Estás feliz?

Minho sonrió. —A tu lado… sí, soy feliz.

Pero la expresión de Jisung cambió. Tomó el rostro de Minho entre sus manos, sus dedos acariciando su mejilla.

—Quizás… en otra vida, las cosas hubieran sido diferentes —murmuró Jisung, su voz llena de melancolía.

Minho negó con la cabeza. —¿Por qué en otra vida?  Esta vida… esta vida es la que importa, Jisung.

—Porque… sólo debes despertar —dijo Jisung, sus ojos cristalizados.

Minho abrió los ojos de golpe, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho.  Miró a su alrededor. Estaba en el muelle, el mismo muelle donde alguna vez había compartido momentos inolvidables con Jisung. Suspiró, una mezcla de dolor y aceptación en su rostro.

—Es verdad —murmuró, una sonrisa triste curvándole los labios—. Hoy es quince de septiembre… y son seis años de tu muerte.  —La sonrisa se amplió, aunque llena de un profundo pesar—. Quizás… en otra vida sí escaparemos, Jisung. Quizás en otra vida…

—¿Papá?¿Qué hacemos aquí?

—solo vemos el lago Jennie...

—Ne, papa... ¿Soy bonita?

—mmm eres lo más lindo de mi corazón

—Cuando sea grande quiero un novio tan maravilloso como tú —Sonríó y no pudo evitar sentir culpa, quizás si el se quedaba con ella tal vez no le haría daño a nadie y crecería siendo una buena persona.

—Jamas, consigue a alguien mejor...

Por qué en el fondo aunque Minho deseara con fuerzas estar con Jisung el ya no estaba y en el fondo sabía que tampoco podía hacerlo feliz.

Pero quería vivir ese capricho de venir al muelle y recordar a su avioncito de papel, algo mayugado, roto pero aún así era el chico más lindo que haya pisado el planeta.

Fin

No me funen besitos los amo.

Dedicado a mi acuariana rubia  bonita que se leyó aviones de papel

🦋💗🦊