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Capítulo 5: Una confesión en Invierno

 El crudo invierno estaba azotando todos los rincones de Japón, era víspera de año nuevo y Akemi se encontraba en casa usando toda la ropa posible para calentar su cuerpo. La chica odiaba el calor, si, pero el frío le hacía más daño a su sensible cuerpo. La joven tomaba té y hacía más para sus padres que se encontraban bajo el Katatsu(1) familiar, cuando de repente el teléfono sonó. La chica fue a atender el teléfono de inmediato junto a su taza de té caliente.

—Buenas, casa de la familia Hoshi. —Dijo al teléfono. —Si, señora Yoshi, soy Akemi.

La chica no entendía muy bien lo que decía la mujer al principio, estába eufórica, desesperada, gritaba como: Akemi, ayuda a mí hijo.

—¡Señora Yoshi, calmese y diga que pasa!

—Takeru se desmayó esta mañana, estamos... En un hospital en Tokyo. —Dio una pausa para tomar el aliento—. A Takeru le encontraron un tumor en su cerebro, y él no quiere operarse...

El sonido de una taza rompiéndose alertó de inmediato a los padres de Akemi. La mujer corrió la puerta junto al pasillo y sacó su cabeza para ver qué pasaba. Encontró a su hija mirando el piso con la mirada perdida, el teléfono descolgado y con los pies mojados del té un humeante.

—¿Akemi? —La llamó su madre preocupada; pero la joven no respondió. La chica recordó la sonrisa del chico, su risa, como la trataba de bien y la cuidaba, no se había dado cuenta de que sus sentimientos por él eran tan fuertes hasta sentir que lo podía perder. Akemi salió corriendo de la casa seguida por su madre, la chica corría con dificulta con lágrimas en los ojos susurrando el nombre del chico de cual se había dado cuenta hace poco que estaba enamorada. —¡Akemi, hija detente!

Su madre la tomó de la cintura para que no siguiera corriendo con los pies descalzos entre la fría nieve. La chica forcejeo para seguir, pero lo que provocó fue que las dos cayeran en la nieve. La mujer se subió encima de su hija, apretó sus muñecas contra la nieve y la presionó con sus piernas, ya Akemi no podía liberarse de aquello.

—¡Por favor, déjame ir! —Rogó Akemi desesperada.

—¡Piensas llegar a Tokyo a pie! ¿Estás loca?

—¡Tú lo sabías, ¿Verdad? Por eso me insististe tanto en que fuera con él al festival, ¡Sabías que iba a morir! —La acusó.

—Sabía que estaba enfermo, pero no era tan grave en ese entonces. —Confesó la mujer.

—¡Llévame con él! —Gritó varias veces la chica.

La mujer no podía nergarle ir a ver a su mejor amigo, le partía el corazón ver a su hija llorar. El padre salió de la casa y encontró a su esposa y su hija tiradas sobre la nieve, abrazadas. Sabía lo que estaba pasando porque la madre de Takeru lo había llamado antes de salir.

El hombre se dispuso a encender su camioneta, la dejo calentar mientras quitaba la nieve posada en la entrada de su casa. La mujer abrigó a su hija dentro de la camioneta y la dejo dormir, estaba muy cansada después de forcejear y llorar. La pareja se dedicó una mirada triste antes de salir rumbo a su destino.

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Cuando llegaron al hospital que la madre de Takeru les había indicado, la primera en bajar de la camioneta fue la chica. Corrió hasta llegar a la recepción del lugar donde la madre del chico le esperaba con los brazos abiertos.

La mujer se disculpó tantas veces con la chica por no haberle dicho la condición de su hijo desde el principio, a la chica le faltaron lágrimas para expresar la tristeza que sentía en ese momento.

—Por favor, sé que solo tú puedes convencerlo.

—¿En cuál habitación se encuentra?

—En la 105, segundo piso... —Respondió con voz quebrada.

Akemi no pudo esperar el ascensor para subir al segundo piso, subió las escaleras tan rápido como sus piernas les permitieron subir.
Cuando llegó arriba corrió por el pasillo, uno que se le hizo el más largo hasta llegar a la habitación. Abrió la puerta de un golpe y se encontró una enfermera anotando algo en una tabla.

—Señorita, no puede entrar así a una habitación, no es hora de visitas. —Zanjó la enfermera.

—!¿Por qué?! ¡¿Por qué no quieres vivir?! —Preguntó la chica sin darle importancia a lo que decía la enfermera. Era la segunda vez que no le hablaba en lenguaje de señas. La primera fue en la playa, pero sólo fue un susurro casi inaudible.

—Señorita, ¿No me escuchó? Le dije que no es hora de visitas. —Insistió la mujer. El chico hizo un sonido para llamar la atención de la enfermera.

—Deja que termine, por favor. —Gesticuló el chico. La enfermera asintió de mal humor, al parecer ella sabía lenguaje de señas.

—Pero solo unos minutos. —Le aviso la mujer.

—¿Por qué piensas que debería vivir?—Preguntó el chico con expresión seria. La pregunta desconserto a la chica.

—¿Qué? —Preguntó incrédula—, ¿Me preguntas por qué? —El chico asintió.—Por tus padres, tus amigos, por todos los que te queremos.

—Mi madre no me quiere, ella me hizo como soy, tengo esta discapacidad por ella, porque no me quiso e intento abortarme con pastillas, las cuales no me mataron, solo me dejaron en silencio de por vida.

—¡Eres un insensible! Tu madre te ama, puede que haya cometido un error, todos los seres humanos los cometemos alguna vez. ¡Ella está abajo llorando por ti!

—¿Enserio? Mi madre nunca lloro por mí...

—También... ¡Yo no quiero que mueras!—Gritó la chica. La enfermera se sobresalto por el grito y fue hasta ella para sacarla. Akemi forcejeo con la mujer para que no la sacará antes de terminar lo que quería decirle—¡Porque yo te amo Takeru!

La puerta se cerró de un portazo en la cara de la chica, dentro de la habitación el chico quedó algo sorprendido mientras sonreía, eso era lo que necesitaba escuchar. Lo de su madre lo hecho muy feliz, la mujer no mostraba afecto al chico desde que era niño—Tal vez por la culpa que sentía por hacerle eso a su hijo—, pero lo que Akemi le había confesado le dió más esperanzas para vivir.

—¿Después de escuchar eso no piensas operarte? —Preguntó la enfermera al chico. Takeru soltó una risa.

—Claro que sí.

La noticia corrió directo a los doctores, para luego llegar hasta los padres del muchacho. La alegría que sintieron no era poca, no encontraron una manera de hacerle saber lo agradecidos que estaban con la chica, solo pudieron prometerle que ella sería la primera en verlo cuando despertará.

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Al día siguiente todos se encontraban sentados esperando que los médicos les informaran como había ido la operación.

Las dos parejas de esposos se encontraban hablando de algo que la chica no podía escuchar, cosas de adultos supuso ella. Una enfermera salió del quirófano con una sonrisa —Era la misma que le había cerrado la puerta en la cara a Akemi por escandalosa—.

—Familiares del joven Yoshi. —Llamó la mujer. Todos se levantaron y se acercaron.

—¡Somos nosotros! —Respondió la madre del chico.

—Ya el joven se encuentra estable, la operación fue todo un éxito. El doctor les manda una disculpa por no ser el mismo quién les de las buenas noticias, pero como sabrán, la operación duro casi toda la madrugada y él está muy cansado.

—¡Eso no importa, lo importante es que mi hijo está bien! —La mujer no pudo contenerse y abrazo a la enfermera agradecienda por la buena noticia.

—Tenemos previsto que podría despertar más tarde en la noche, pero no sabemos a que hora, esperamos que tengan paciencia.

—No se preocupe, nosotros esperaremos lo que sea necesario. —Respondió el padre dándole un apretón de manos a la enfermera. La mujer les dedicó una sonrisa y volvió a sus labores.

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La noche del día 31 de diciembre no se había hecho esperar, todos se encontraban dormidos en una habitación que el mismo hospital les proporcionó para descansar y esperar con comodidad. Cuando el reloj marcó las 11:50 pm, una luz despertó a todos en la habitación, era la enfermera.

—¡El joven ya despertó! —Avisó con alegría la mujer.

La madre de Akemi miró a su hija con mucha alegría, la chica estaba aún más feliz que ella.

—Vamos hija, ve. —Le alentó su madre.

Akemi se despidió de todos y fue junto a la enfermera a la habitación del chico, la mujer la dejo frente a la puerta y se despidió.

—Feliz año nuevo. —Felicitó la mujer a la chica.

—Feliz año nuevo, gracias. —Agradeció con una sonrisa.

Cuando la enfermera se alejó, Akemi abrió la puerta de la habitación, un pequeño avión de papel paso al lado de ella sorprendiendola. El chico estaba sentado en una silla de ruedas esperando por ella.

—Te estaba esperando. —Gesticuló el chico con alegría. La chica no tardó mucho en ir a abrazarlo con fuerza, lo que hizo que él soltará un gemido de dolor.

—Lo siento mucho... Yo solo...—Fue silenciada por él.

—Ya no hay tiempo, vamos a la azotea, los fuegos artificiales nos esperan.

—¡Sí!

Akemi abrigó al chico con todo lo que encontró en la habitación, luego de subir en en el ascensor hasta la azotea la chica empujó la silla de ruedas hasta un poco antes del borde del lugar. Por suerte había dejado de nevar y la azotea del hospital era techada, sino no abrían podido subir.

Los chicos se quedaron unos minutos contemplando el cielo nocturno, era hermoso, repleto de estrellas que brillaban para ellos. Akemi volteó a ver al chico y le quiso preguntar algo.

—¿Por qué decidiste entrar a una escuela donde no había chicos como tú, chicos de lenguaje secreto. —Quiso saber la chica.

—Porque quería ser alguien normal, quería sentirme vivo por un tiempo.

—Entiendo.

El chico miró el reloj en su mano, ya faltaba poco, estiro su mano para tomar la de Akemi, está lo miro enseguida.

—Sabes Akemi, el mismo día que nos conocimos busque el significado de tu nombre —Confesó el chico avergonzado. Akemi nunca se había detenido a pensar en el significado de su nombre, por lo que sintió curiosidad.

—¿Y cuál es el significado de mi nombre?

—Luz, Akemi tú eres mi luz. —En toda el área comenzaron la cuenta regresiva, cuando el reloj marco las 12:00 AM el primer fuego artificial explotó en lo alto del cielo. Takeru se levantó de la silla de ruedas haciendo notar por mucho la deferencia de estatura que en ellos existia.

—La luz que me saco de la oscuridad, te amo Akemi.

Muchos fuegos artificiales explotaron dando un hermoso espectáculo a todos en la gran ciudad y pueblos cercanos.

» Padres, hijos, hermanos, abuelos, primos, tíos, amigos, novios, amantes, esposos, todos apreciaban el gran espectáculo excepto Akemi y Takeru, que estaban muy ocupados con su primer beso de verdad, ya que la vez del boca a boca no vale.

—Así que podías caminar y me hiciste arrastrarte hasta aquí. —Lo acusó molesta.

—Era para que hicieras ejercicio, estás un poco gordita. —Sentenció el chico.

Y lo último que se escuchó fue un "Auch" de parte de Takeru.  

Anotaciones finales:

1-Un kotatsu: es un marco de mesa bajo hecho de madera y cubierto por un futón o una cobija pesada, sobre el cuál se apoya la superficie de la mesa. Debajo hay un brasero, calentón o estufa, que a veces es parte de la estructura de la mesa misma.

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