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Diecisiete, ese era el número de apartamentos que habíamos visitado en los últimos días en un intento de encontrar un lugar para vivir. Algunos eran demasiado caros, otros estaban demasiado alejados del centro... En resumen, ninguno parecía convencernos.

Tras un largo y agotador día, llegamos a un edificio de apenas cinco plantas en un barrio cercano al de los padres de Neville. 

—Tengo un pálpito —comentó el joven mientras subíamos las escaleras hasta el último piso.

—¿Crees que este será nuestro hogar?

—Eso espero, estoy cansado de ir de un lado a otro y no encontrar nada.

Llegamos a la quinta planta y nos detuvimos frente a la puerta de la izquierda, el portero nos había proporcionado la llave a la entrada, así que Neville la introdujo en la cerradura y me miró de reojo.

—Tras esta puerta podría estar nuestro futuro hogar, ¿estás lista? —preguntó.

No pude evitar reír, me había hecho esa misma pregunta antes de entrar a cada uno de los apartamentos que habíamos visitado.

Yo asentí aún con la sonrisa en mi rostro, y Neville abrió la puerta. Ninguno de los dos dijo nada, no hicieron falta palabras, con solo poner un pie en la vivienda supimos que queríamos vivir allí. Noté que el joven me tomaba de la mano y me giré en su dirección.

—Dime que este lugar te gusta tanto como a mí —masculló.

—Creo que me gusta incluso más.

—Es increíble.

Lo primero que se veía al entrar era una estancia de tamaño considerable, que debía de ser el salón. Las paredes poseían amplios ventanales que daban a un bonito parque y que inundaban la sala de luz.

—Aquí hay sitio para muchas estanterías —observé con emoción situándome en el centro de la habitación.

—Incluso sobraría espacio para nuestra colección de discos.

—Y para el tocadiscos —añadí.

—Y para bailar.

—¿Para bailar Always? —pregunté.

Always, Help!... Todas las que canciones que quieras.

Entonces Neville se acercó a mí y rodeó con sus brazos mi cintura.

—¿Qué haces? —pregunté sin poder evitar reír.

—Vamos a inaugurar nuestro salón, este será el primero de muchos bailes —contestó.

—Pero si ni siquiera tenemos música.

—Yo te canto.

—Mejor lo dejamos para cuando tengamos el tocadiscos, Nev.

EL joven hizo un puchero, pero yo añadí que debíamos terminar de ver el apartamento y regresar con sus padres, que nos esperaban para comer.

Caminamos por el bonito suelo de madera hasta la cocina, que contaba con una gran isla en su centro, y que se encontraba unida al comedor creando un espacio muy diáfano.

—Me imagino pasando el resto de mi vida aquí —murmuró apoyándose en la encimera.

—Yo también, este sitio es genial —dije con emoción—. Aquí desayunaremos juntos, haremos tortitas y brindaremos con chocolate caliente.

—Y cenaremos pizza —añadió con una sonrisa.

—¡Viva la gordura! —declaré dirigiéndome hacia el pasillo.

Éste desembocaba en dos dormitorios que eran algo pequeños pero acogedores, además de un baño.

—Esta será nuestra habitación —dije tirándome sobre la única cama que había amueblando todo el apartamento.

—La cama es cómoda.

Yo asentí.

—Y, ¿cuánto decías que nos iba a costar esto? —pregunté, estirándome.

—Créeme, mejor no te lo digo.

Me llevé las manos a la cara y suspiré. Al menos ambos habíamos encontrado ya trabajo, de lo contrario aquel apartamento de ensueño habría tenido que esperar.

—Ya estamos de vuelta—anunció Neville abriendo la puerta de la casa de su abuela.

—¿Qué tal os ha ido? —nos preguntó su madre desde los fogones.

—Hemos encontrado el mejor apartamento de la ciudad —respondí entrando en la cocina.

Allí se encontraban también Augusta y Frank. Saludé a todos los miembros de la familia y, mientras les contábamos lo mucho que nos había gustado la vivienda, pusimos la mesa y terminamos de preparar la comida.

—He encontrado en el desván un vinilo de Chuck Berry —me informó Frank, mientras se sentaba a la mesa junto a su mujer. Él era, de todas las personas que había conocido, el que más sabía de música con diferencia.

—¿En serio? ¿Cuál? —pregunté, emocionada y sin poder creerlo.

St. Louis to Liverpool —contestó con una sonrisa.

—Eso es genial —dije sonriendo yo también—. Me encanta You never can tell —añadí haciendo referencia a una de las canciones de ese disco.

—Sabía que te gustaría.

Mi sonrisa se ensanchó entonces. Al principio había temido no encajar en aquella familia, pues no conocía de nada a los padres de Neville y para ellos era todo tan nuevo. Sin embargo, ambos se mostraron muy agradecidos por lo que había hecho por ellos, y me habían hecho sentir como en casa, como una más de la familia.

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Dedicado a Always_Potter_head que cumple años muy pronto♥


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