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Abrí el grifo y me incliné sobre el lavabo para refrescarme la cara con agua fría, en un intento de despejarme y deshacerme del estupor matutino. Tomé un coletero del cajón y me recogí el pelo en un moño alto para estar más cómoda. Una vez hecho todo esto, salí del baño y bajé las escaleras hasta la cocina, donde Neville se encontraba sirviéndose una taza de café.
—Buenos días —me saludó con una sonrisa.
—Buenos días, osito —respondí yo mientras él me daba un beso en la mejilla.
—¿Café? —preguntó señalando la cafetera, que reposaba sobre los fogones.
Yo asentí y me dirigí a la alacena a por una taza. Apenas había avanzado dos pasos, cuando un aleteo junto a la ventana atrajo mi atención. Se trataba de una lechuza, que portaba una carta supuse para nosotros. Abrí del todo la ventana, dejando que entrara, para poder coger el mensaje que nos traía.
—Es del Ministerio de Magia —mascullé incrédula.
—¿Lo dices en serio? —Neville dejó su taza sobre la mesa y se apresuró a llegar hasta donde estaba. Yo le tendí la carta y terminé mi recorrido hacia la alacena, desde luego necesitaba un café.
—La envían del Departamento de Seguridad Mágica —concreté una vez frente al mueble, tratando de localizar mi taza de The Beatles.
—¿Crees que...? —Su pregunta quedó inacabada, flotando en el aire de la cocina cargado de olor a café y a pan tostado.
—¿Que es una oferta de trabajo? —dije tratando de completar la pregunta formulada.
—Sí, no me extrañaría —respondió instantes antes de proceder a abrir la carta—. A Harry y a Ron les ofrecieron trabajo como aurores hace tan solo unos días.
—Aún queda mucho por hacer, hay mortífagos sueltos.
Llené mi taza de café y añadí un poco de azúcar para suavizar su amargor, antes de tomar asiento frente a Neville en la mesa de la cocina.
El joven leyó la carta en silencio y, terminada la lectura, se pasó la mano por su despeinado cabello castaño y me tendió el pergamino.
Tal y como habíamos supuesto, el Ministerio nos ofrecía trabajo como aurores, era un hecho innegable que habían sufrido muchas bajas en los últimos tiempos.
—¿Qué opinas? —me preguntó cuando alcé la mirada del papel.
—No estoy segura —Suspiré con pesadez y le di un largo sorbo a mi taza—. Es peligroso, pero no más que nada que hayamos hecho hasta ahora.
Neville asintió en silencio.
—Además, podría usar mis poderes y hacer algo bueno por el mundo mágico—añadí con una pequeña sonrisa curvando mis labios—. ¿Qué opinas tú, Nev?
Él permaneció pensativo unos instantes, con la mirada perdida en la pared de enfrente.
—Yo... Cuando era niño quería ser como mis padres. Siempre pensé que nunca tendría el valor para ser auror, para luchar por lo que creo justo, pero en estos últimos años me he demostrado a mí mismo que soy valiente y... Y me gustaría aceptar este trabajo.
Unos pasos en las escaleras captaron nuestra atención en aquel instante, y Alice y Frank entraron segundos más tarde en la cocina.
—Buenos días —nos saludaron sonrientes.
—¿Os apetece café? —pregunté poniéndome en pie.
—No te preocupes, April, ya nos encargamos nosotros —me aseguró Alice.
—Está bien, en serio. Además, Neville tiene algo que contaros.
Tras mis palabras, la pareja tomó asiento frente a su hijo, que comenzó a contarles acerca de la oferta de trabajo mientras yo preparaba el desayuno para el resto de la familia. Cuando el muchacho terminó de explicar el contenido de la carta y de expresar su opinión al respecto, dejé un instante lo que estaba haciendo, para darme la vuelta y observar la reacción de sus padres.
Con sus manos entrelazadas, Alice y Frank compartían una mirada de tierno orgullo. La sonrisa en el rostro de Neville no podía ser mayor, estaba claro que tener a sus padres era lo que le faltaba para terminar de convencerse a sí mismo de que era capaz de hacer grandes cosas.
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