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VIII

Enma. Estaba. Cabreadísimo.

Y Giotto no se le quedaba atrás.

—¡No me vuelvas a hablar en tu miserable vida!

Rubio y pelirrojo se fueron, tan decentes ellos, tras espetarles eso a alondra rubia y caballo bronco.

No era para más, después de ver a Dino encima de Alaude en la cama de este.

—¿Puedes ser tan increíblemente torpe? ¿Tú sabes lo que cuesta contentar a Giotto? Y lo digo en sentido literal, a ti te voy a hacer pagar los espejos y pasteles.

—¡No es mi culpa!

Y realmente... Quizá la culpa era de cierto dúo que no paraba de discutir sobre algo relacionado a unas esposas y vecinos molestos.

Hibari menor había ido a la habitación de su hermano, encontrándose de pura casualidad con Dino discutiendo con Mukuro y acabaron los tres entrando sin ser invitados a la habitación donde dormía Hibari mayor.

Luego de mil sucesos, látigos caídos, insultos sobre S&M, empujones y la dramática salida de Mukuro, Dino se dispuso a seguir a Kyōya y la piña, tropezando con los látigos mencionados y cayendo accidentalmente sobre un irritado rubio.

En su torpe intento por levantarse había empeorado la situación para cuando un rubio y un pelirrojo ingresaban al lugar.

En serio...

Su suerte era impresionante.

—¿Y bien? ¿Qué piensas hacer para remediar el mal que has hecho, herbívoro torpe?

—¿Yo? Oye, que Enma se ha enfadado también conmigo.

—Y con razón. Pareja de torpes herbívoros. Yo no tengo que ver en eso, así que ya puedes ir soltando pasta para contentar a Giotto.

—A ver, ¿cuánto más o menos necesitarías...?

—Unos cien para medio contentarlo. Doscientos si quiero que me deje acercarme a él. Mínimo quinientos para que me perdone.

Dino le miró incrédulo.

—Tú entonces debes tener muchísima pasta.

Se encogió de hombros sin darle importancia.

No por nada había logrado convivir con su diva por años.

—Estoy tratando de ahorrar para nuestra boda —comentó con naturalidad—. Así que esta vez, pagas tú.

—¡Per...!

—Venga, quinientos a mi cuenta.

Y sin más, le entregó una tarjeta de negocios como si no fuera la primera vez.

Porque no lo era, Tsuna había sido testigo de cómo Asari y otros habían caído en eso. Todos seguían pagándole los préstamos.

Al paso que iban, Alaude y Giotto dejarían un gran vacío en las cuentas de todos...

—No tengo tanto...

—No es mi problema.

Miró mal a la alondra mientras tomaba la tarjeta.

—Y que sea lo antes posible.

Y así, tan ancho, salió de la habitación para ir tras su diva.

Lo encontró con los brazos cruzados y un puchero en la cafetería, esperando su turno para comprar.

—Ya te tardabas. Ya sabes quién va a pagar, ¿no?

Alaude suspiró y sacó la cartera.

—Obviamente yo, nadie más lo hace —rodó los ojos—. Si sabes que no sucedió nada entre eso y yo, ¿no?

La diva le miró de reojo con el rostro serio y se encogió de hombros con desgano.

—Nadie me ha aclarado nada.

—Giotto...

—Primero paga. Luego me invitas a ir de compras y por el camino me cuentas.

Razones por las que necesitaba el dinero.

Suspiró, sacando la cuenta que el rubio debía mientras Giotto tomaba sus ricos pasteles y salía de la tienda tan ancho.

Alaude no tardó en alcanzarlo.

—No te pienso dar ni un beso hasta que hagas lo que te he dicho.

Y la alondra rubia suspiró de nuevo.

Y el día recién empezaba...

Por otro lado, Enma ignoraba las malas miradas y caminaba de un lado a otro completamente furioso.

Mukuro le observaba de reojo mientras revisaba el estado de su cámara y Hibari se mantenía junto a él con aire posesivo.

—¡¿Puedes creerlo?! —exclamó furioso luego de terminar su relato—. ¡El maldito! ¡Y teniéndome a mí, por amor a todo lo bueno!

Parecía verdaderamente indignado por la situación, aquello era... Divertido.

El italiano sonrió ligeramente aún con cámara en mano.

—Entonces... ¿De verdad pasó o lo soñaste?

—¡No sé qué demonios le ve a las aves!

—No te creas, tienen su encanto —Mukuro rodeó a Hibari por la cintura.

—¡Giotto también estaba decepcionado! Espero que no perdone a Alaude en su miserable existencia.

—No, herbívoro, esos ya han pasado por esas cosas muchas veces. Claro que desbancando a medio mundo.

—¿¡Cómo demonios me he podido enamorar de semejante elemento!?

Mukuro pensó un segundo, sintiéndose extrañamente...Familiarizado con el sentimiento.

—Cosas que pasan —se encogió de hombros—. No lo escogiste así, sólo sucedió, ¿no?

—Puede.

—Entonces... ¿Intentaste hablar con él? —cuestionó interesado y la alondra a su lado le codeó en busca de atención—. Porque no me molesta verte irritado, pareces un cachorro irritado y me encanta, pero...

—A ti no te encanta ese herbívoro —protestó el azabache—. A ti no te encanta nadie.

—Dios, van a ponerse melosos, ¿no?

—No te preocupes, alondra-kun, eres único para mí —le besó castamente, haciendo que el pelirrojo rodase los ojos.

—No estoy para melosidades, por Dios —bufó.

—¡Enma, déjame...!

Dino recibió un codazo por sus esfuerzos.

—Oya, oya, qué te parece. El pasivo siendo más fuerte.

Dino le miró mal.

—¿Y tú cómo sabes que el pelirrojo es...?

—Tranquilo, alondra-kun, sólo lo digo por su aspecto.

—Oye, que puedo ser el activo —protestó el pasivo.

—Eso no es lo que dicen las fans —ante las miradas confusas se encogió de hombros y señaló el teléfono—. Tengo contactos interesados en sus vidas, niños. Sé de lo que hablo.

Hibari se juró a sí mismo tomar ese móvil y borrar esos contactos... Y el de cierto malvavisco que había desaparecido misteriosamente.

Volviendo al arco iris...

—Como sea —bufó Kozato—. ¿Qué quiere, Dino-san?

Aquella fría mirada le hizo temblar ansioso, le dedicó súplicas silenciosas a Kyōya para que le ayudase.

El azabache se encogió de hombros.

—No es mi problema.

—¡Kyoya!

—Es Hibari para ti —protestó Mukuro.

—¿Ahora quién es el que está celoso?

—Hmm, primero lo estabas tú, alondra-kun.

—¿Yo celoso por ti? Mejores chistes me han contado.

Mukuro le miró significativamente (si así se le puede decir a su mirada de no me vengas con tu mierda ahora) y sonrió alejándose de él.

Enma sólo se dispuso a irse al ver que Cavallone hablaba con otros siendo que le debía explicaciones.

Su marcha no empezó cuando le tomaron de la mano y tembló asustado, Mukuro sonreía con malicia.

—¿Qu...?

—Tú y yo todavía tenemos una sesión de fotos —le recordó más contento de lo necesario, la habitación estaba en silencio—. ¿Lo olvidabas, cachorro pelirrojo?

—P... Pensé que lo habrías olvidado —rezó por ello toda la noche mientras Rasiel se reía a viva voz—. ¿Po... Por qué...?

—No, tú no vas a tener ninguna sesión de fotos —le negó Kyoya, y Enma suspiró agradecido—. Eso o te vuelvo a atar a...

—¡No lo digas! —interrumpió Mukuro—. Se supone que soy el activo de esta relación.

Dino se rió a carcajada limpia y Enma sonrió divertido.

—Vaya, vaya, el activo siendo ata...

—¿Quién te ha dicho a ti que eras el activo, piña malnacida?

—Pero...

—Nada.

—¡Pero mis fans dicen que tengo posibilidades! —chilló dando pisotones, como si hiciera un berrinche—. ¡María Margarita dijo que prefería que fuera tu activo que el pasivo de Byakuran!

El rubio en la habitación retrocedió inconscientemente al ver la oscuridad en la mirada del azabache, Enma tragó grueso y a Mukuro no pudo haberle importado menos.

—¿Quieres ser atado nuevamente?

—Bueno... Fue excitante, pero no le voy tanto —se encogió de hombros y volvió la atención al pelirrojo—. Pero hablando en serio, me debes unas fotos. Ieyasu incluso...

—¿Desde cuando tienes tantas confianzas con la rubia de mi hermano?

—No empieces, alondra-kun...

—¿Tú quieres morir? Porque tienes todos los boletos.

Mukuro rió y le besó.

Kyoya le rasguñó el brazo.

—Alondra-kun, me vas a dejar sin brazo un día.

—Ojalá, tienes las manos demasiado largas.

—Bien que te gustan cuando...

—Cuando es para mí, no cuando te pones a toquetear a otros.

Enma, al verse aludido, rodó los ojos y Dino frunció el ceño.

—Hmm... Pero jamás toqueteo a nadie más que a ti —Mukuro sonrió ubicándose en el regazo del azabache—. Mis manos sólo quieren estar sobre tu cuerpo únicamente, Ave-ku...

—Vale, nosotros nos vamos yendo —bufó Kozato perturbado—. No necesitaba saber nada de esto. Gracias.

—¡De nada, Cachorro!

Y antes de que la mirada láser de Hibari le derritiese, el pelirrojo arrastró a un pensativo rubio fuera del lugar asegurándose de cerrar con llave.

Que conocía bien a cierto amigo suyo, ya había pasado por Tsuna-interrumpe-momentos antes.

Una vez afuera y en la soledad del pasillo, con los peculiares coqueteos de la pareja del ave y la piña de fondo, el "cachorro" se dispuso a irse a su habitación para pasar el rato.

—¡Enmaa!

Y otra vez el caballo a la zanahoria.

—Que no quiero estar contigo, joder. No pienso perdonar...

Dino le hizo voltearse y le besó apasionadamente. Enma se dejó hacer...

Para luego meterle un rodillazo en la parte más sensible.

El rubio se separó inmediatamente ante el dolor.

—¿¡Pero qué...?!

—¡No me beses con los labios con los que besaste a ese teñido!

Alaude, quien iba siguiendo a un casi contento Giotto, le miró mal mientras la ya mencionada diva se reía a viva voz.

—¡Pero yo no...!

—¡No quiero tus excusas!

Parecía furioso y la pareja de rubios se detuvo para contemplar el culebrón, Dino les miró suplicante.

Ese hombre debería aprender a cargar con sus cosas por él mismo.

—Vamos, Giotto... —Alaude le cogió del brazo, pero la diva rubia se deshizo de su agarre.

—No. Quiero ver sufrir a este tipo.

Alaude suspiró.

Los hermanos Sawada eran unos sádicos.

Otra cosa era que supieran ocultarlo demasiado bien.

Sobre todo Tsunayoshi. Daemon no sabía exactamente dónde se metía con ese castaño, y como siguiera así, no tardaría en descubrirlo.

Aunque, pensándolo un poco, el historial del melón no daba para otra cosa.

Su ex, Elena, era muy dada al S&M así que Tsunayoshi le venía de perlas al pobre.

Como sea.

—Pe-Pero, Enma, yo...

—Dino-san he estado enamorado de usted por siete años —y teniendo en cuenta que estaba por cumplir los dieciocho...—. Fui muy feliz cuando me correspondió y se rindió con Hibari-san... Sin embargo no creo que esto esté funcionando.

Los tres rubios abrieron los ojos alarmados y Giotto se cubrió la boca con una mano, Cozart lo iba a matar si seguían por ese camino, pero no era quien para meterse.

—Enma, de verdad que no...

—¡No quiero escuchar más mentiras!

Giotto miró a Alaude.

—Tú estás seguro de que no pasó nada, ¿verdad?

Alaude suspiró.

—Ya te lo he dicho, no pasó nada.

La diva tenía un dilemón.

Quería ver sufrir al caballo, pero Cozart era su mejor amigo y ver así a su hermano...

¿La felicidad de Enma a cambio de la satisfacción de ver a Dino infeliz?

Era una pregunta con difícil respuesta.

Entonces decidió pensar como la persona más amable que conocía, se cruzó de brazos y cerró los ojos con el ceño fruncido y aire pensativo.

¿Qué haría Tsuna en su lugar?

¿Enma o el egoísmo? ¿El bien o el mal? ¿Batman o Superman? ¿Melón o zanahoria? ¿Hetero o gay? ¿Pan o mermelada?

Oh, tantas preguntas y tan pocas respuestas.

Suspiró insatisfecho mientras la discusión seguía.

Sabía lo que tenía que hacer.

—Vale. ¡Basta los dos! —y le quitó las bolsas de sus compras a Alaude para tirárselas a ellos—. ¡Me están dando un maldito dolor de cabeza y así no se puede!

Rubio y pelirrojo le miraron con cierto escepticismo.

—¡Tengo que tomar una difícil decisión y no me dejáis pensar, joder!

Alaude arqueó una ceja.

—¿Qué decisión?

—¡Si ayudar a ese caballo o dejar que sufra!

—¡Ayúdame!

—Déjalo sufrir —replicó Enma.

—Pero eres el hermano de mi mejor amigo. Mi divina conciencia no me lo perdonaría.

El pelirrojo rodó los ojos hastiado y dejó caer las bolsas al piso.

—¿En qué lo ayudarías, Giotto? —bufó—. A ti también te han engañado.

Eso desconcertó al rubio.

—¡Alaude está atado a mí por una maldición!

—¿Qué?

—¡Que si me eres infiel no se te parará nunca más!

Dino y Enma se miraron mientras el platinado se horrorizaba por lo desquiciado que llegaba a estar su novio.

—Entonces, ¿qué sucedió?

Cavallone se encogió de hombros.

—Tropecé, ya sabes que soy torpe.

—Yo también soy torpe y no voy por ahí tirándome en...

Tropezó con el aire y cayó sobre Giotto.

—¿Lo ves? Así —señaló Dino.

Enma se puso del color de la grana mientras Alaude lo levantaba como trapo sucio y lo tiraba encima del caballo.

Y con todo solucionado y un limpio golpe en la puerta detrás de ellos seguidos por la voz de la alondra menor exigiendo privacidad porque cierto amante suyo era un cotilla que no se separaba de la pared por escuchar el chisme.

Las dos parejas se dirigieron cada uno a su habitación, aunque Enma pasó de visita por la de Dino antes de volver con Rasiel...

Sí, la vida era buena.

Vale, sólo soy yo.

Hace 17 años atrás, un jueves 26/10/00 nací, a eso de las 4.33 pm y antes de mi verdadero día.

Sé que no les importa, no vemgo a mendigar atención. Sólo quiero decirles que realmente aprecio el apoyo que le dan a las historias. No las mías, no las de Ale, ni las de Hikaru.

En general, a todos los escritores que siguen. Yo, Barbie, empecé en este medio en 2016, hace un poco más de un año y debo admitir que escribir oara ustedes fue mi pilar en días duros. Conocer a cada uno de ustedes, interactuar... Incluso formar un grupo de whatsapp. Todo me ha hecho sumamente feliz y no se hacen una idea de lo motivadores que pueden ser, alegraban y alegran mis días de mierda,  me brindan su amistad y consejos... Los amo y no miento cuando lo digo.

Quizá no les conozca, quizá ustedes son sólo lectores pasajeros que jamás volverán a este lado de wattpad. No me importa, mientras estén aquí los amaré.

Al igual que con DianaDiVongola amano_hikaru Alejandra-RL13 y muchos más. Los amo y me encanta contar con ustedes chicos. No se hacen una idea de lo mierda que son mis días por las más estúpidas cosas y lo feliz que me hace leerlos.

Siempre he sido depresiva, jamás ha sido un secreto que es así y que las cosas en donde estoy, en mi familia y mi vida personal no ayudan. Aún así, amo poder contar con ustedes, mi familia de Wattpad, para estar conmigo y hacerme olvidar todo lo malo, ustedes me hacen reír incluso cuando estoy llorando y me hacen llorar cuando más lo necesito.

Me como insultos de Bea, los cariños de las demás y las recriminaciones de algunos lectores (sigo los pasos de Hikaru los big bang molan xd) y eso me hace feliz, porque siento que les importo y es algo que necesito a veces. Sentir que alguien me quiere.

Por eso, gracias. Esto es tonto, quizá, y me estoy tragando mi orgullo para decirles, pero en serio. Muchísimas gracias.

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