III
Suspiró y le siguió. Aunque la verdad no entendía muy bien la razón por la que lo hacía.
Debería estar en clases, no perdiendo el tiempo.
En el camino se cruzó con un Sawada que parecía haberse teñido repentinamente el pelo y que iba mirándose en un espejo ensimismado, murmurando algo de que era demasiado bello para el mundo.
Luego la humildad.
Siguió de largo sin darle mucha importancia, siguiendo el característico cabello piña de su compañero, y se chocó contra Sawada...
Momento. ¿Sawada?
—¡Lo siento! —exclamó el ¿castaño?
Miró nuevamente hacia atrás, pero el Sawada rubio no estaba.
Estuvo confundido por varios minutos hasta que recordó a cierto cuñado suyo.
Honestamente, Giotto era tan herbívoro que solía olvidarlo.
Más que nada porque jamás habían cruzado más de dos palabras en los años que se conocían (también estaba el hecho de que en realidad no era "su cuñado", pero poco faltaba).
—Deberías ver por donde vas —suspiró cansado—. Además, ¿no deberías estar en...?
Melón.
Un melón le miraba fijamente y no parecía precisamente feliz.
—¿En clase? —completó el castaño—. Debería, pero...
Miró de reojo al de cabello celeste y dio un pequeño brinco del susto.
—¡Hieee! ¡Está ahí!
Y salió pitando.
—¡Espera!
El melón salió tras de él, pasando por su lado, no sin antes dedicarle un intencionado empujón.
Kyoya quiso ir tras ese desgraciado melón cuando recordó a quién seguía.
Suspiró y empezó a caminar, molesto con todas las frutas del universo.
A todo esto, la pregunta de _por qué le seguía_ continuaba dando tumbos en su mente, lo que empezaba a ocasionarle un nada bonito dolor de cabeza.
—¿A dónde habrá ido este idiota?
Después de casi media hora de búsqueda sin resultados, se rindió y volvió a clases.
En serio, no podía darse el lujo de vagar como si tal cosa.
Por su parte, Mukuro...
—¿¡Dónde está!?
Revolvió toda su cama sin dar con lo que buscaba.
Minutos después, cierto azabache vio el desastre en el que su habitación se había convertido.
—¿Qué demonios haces, piña? Esto es un maldito basurero.
—¡Tú! ¡Tú lo cogiste!
Kyoya se vio acorralado entre Mukuro y la pared en segundos.
Frunció el ceño.
—¿De qué demonios...?
—¡¿Dónde está mi maldito teléfono?!
La alondra se encogió de hombros ligeramente, mirando por encima de su hombro hacia su fiel mascota.
Hibird se escondió bajo las mantas.
—No lo sé, es tuyo no mío.
—Tú... Tú lo tenías —balbuceó preocupado—. Debes de saber dónde está.
«¿Esto es lo que llaman abstinencia de internet? Que miedo»
—Primero aléjate.
—¡Necesito mi teléfono!
—Y yo necesito mudarme y no puedo.
—¡Tus problemas no son los míos!
—Ni los tuyos los míos.
Mukuro resopló y le soltó.
—Mi móvil.
—La última vez que lo vi, estaba en ese velador —señaló.
El velador estaba recubierto por sábanas, mantas, y edredón.
Mukuro corrió hacia el velador sin dudar no un segundo y Kyōya le miró con cierto interés.
—¿De dónde ha salido tu urgencia?
—No me han dicho si Fran sigue vivo —suspiró aliviado con el móvil en la mano y notó treinta llamadas pérdidas de su prometido—. Ugh, que desagradable.
—¿El novio?
—Ugh, que desagradable por dos.
Hibari rió entre dientes.
—Supondré que sí, entonces... —dudó un poco antes de sentarse en su cama—. Por hoy supongo que faltaremos a clases.
—¿Nosotros?
—Al final no irás y me aburrí un poco.
—Hmm, ¿no será que te mueres por estar conmigo?
—Me lo he pensado mejor, voy a clase.
Hibari se levantó pero Mukuro se puso en la puerta.
—Venga, alondra, era una broma...
Kyoya se cruzó de brazos frente suya y arqueó una ceja.
—Ya. Ahora déjame pasar.
—En serio, era una broma —insistió—. No me dejes solito.
—¿No era yo el que se aburría sin ti?
El italiano le miró con un puchero infantil.
—Va, me aburriré si me dejas solo.
—No es mi problema.
—¡Pero...!
—No. Es. Mi. Problema.
—¡Alondra-kun!
—Nada.
Mukuro le tomó de la cintura y lo acorraló entre él y sus brazos.
—No escaparás.
—¿Que no? Madre mía te digo yo a ti que sí.
—Nah, no lo harás —sonrió divertido, acercando sus rostros—. Vas a quedarte aquí, conmigo.
—¿Qué más soñaste?
—¿Quieres que responda?
—No, gracias.
Rokudo rió ligeramente, demasiado cerca del rostro de su compañero.
—Alondra-kun, yo...
El teléfono volvió a sonar en ese momento y Mukuro se alejó preocupado, irritado y confundido por lo que sea que iba a decir.
Sin dudar un segundo el italiano fue a contestar la llamada.
—¿Sí? —dijo Mukuro, algo molesto.
—Hey, te he llamado como treinta veces, ¿esa es la manera de contestar a tu...?
—¿Qué demonios quieres?
—¿Desde cuándo estás tan arisco conmigo? Yo que te...
—Malvavisco, al grano —dijo, viendo al pensativo Kyoya de reojo.
—Oe, estás como muy agre...
Colgó.
Y dos segundos después atendió nuevamente el teléfono.
—¿Ahora sí?
—Sí, sí. Después hablaremos de tu comportamiento —farfulló—. Principalmente en eso de tu com...
—Byakuran.
—Bel y Fran están saliendo —bufó—. Supuse que querrías saberlo ya que estás tan apegado a la rana.
—Vale... Mantenme al día —murmuró pensativo—. Aún no puedo volver a Italia...
—Si me dices que me amas, podría...
—Te amo, ahora deja de joder.
Y colgó, otra vez.
La habitación se sintió repentinamente silenciosa y el ambiente se tensó.
Mukuro hizo caso omiso a eso y siguió pensando.
Odiaba a Belphegor, pero si se emparejaba con su hermano... No era tan malo, cuidaría de él.
Kyoya bufó al verlo tan pensativo, y decidió era hora de irse a su clase. No quería estar ahí cuando los dos tortolitos se pusieran a declarar su amor verdadero.
El azabache intentó salir, pero Mukuro se lo impidió.
—Hey, dijimos que no te irías.
—¿Dijimos? Eso lo dijiste tú.
—Alondra-kun...
—Déjame.
—No quiero hacerlo.
—Me importa muy poco lo que tú quieras.
Haciendo los pensamientos a un lado, se puso de pie con una mueca de disgusto y tomó sus cosas del suelo.
—Vamos entonces.
—¿Vamos?
—A clases —le miró con obviedad—. ¿No es eso lo que quieres?
—Preferiría que no vinieras.
—Me importa muy poco lo que tú quieras.
—Infantil.
El italiano se encogió de hombros sin darle tanta importancia al asunto.
Kyoya solo suspiró.
—Haz lo que quieras.
Le echó a un lado y le miró de reojo mientras seguía su camino. Como lo supuso, Mukuro le seguía de cerca.
—Alondra...
—¿Qué?
—¿Estás molesto?
—No, estoy feliz, ¿no me ves? Salto de la alegría.
Fue turno para Mukuro de rodar los ojos.
—Ya, ¿por qué estás tan feliz?
—Es gratis.
—Hmm...
Y se hizo el silencio, Mukuro observó el irritado (y atractivo, empezaba a hacerse a la idea) rostro de su compañero con sospecha.
—¿Seguro de que no estás molesto?
—¿Debería?
—No lo sé...
—No sabes nada.
—Calla.
—Nada. Ahora vamos, que no pienso perder más...
—¡Alaude, vuelve aquí!
Mukuro quedó pasmado al ver a una alondra rubia y un atún rubio pasar a la velocidad de la luz a su lado.
Kyoya solo suspiró.
—¿Ese no se parecía mucho a...?
—Uno era mi hermano y otro el de Sawada. ¿Algo más?
—Nada.
—Más importante —frunció el ceño recordando algo—. ¿Descubriste quién era tu doble?
—Ah, Daemon Spade —se encogió de hombros—. En mi vida le he visto, pero parece que es algo así como... Un acosador.
—¿Va tras Tsunayoshi?
—Bueno, tras de mí no es.
—No, si ya tienes dueño —bufó—. Ni quién vaya tras de ti.
—Pues para que sepas que soy bastante libre —se encogió de hombros—. Y tenía a muchas personas tras mis huesitos.
—¿Seguro que no iban por tu sangre?
—Puede. La gente está muy enfermo, Ave-kun...
—No me refería a... —suspiró—. Bueno, déjalo.
—Aunque si tú quieres, puedo dejarte...
—No, gracias —cortó.
—¡Alondra-kun!
—¿Qué?
—Me ignoras...
—No te ignoro.
—¡Pero!
—Deja de ser dramático.
—¡No soy dramático!
—El novio de mi hermano es una maldita diva reina del drama. Me vas a venir a decir a mí cuando es uno dramático o no.
Bufó cuando ya estuvieron frente a la puerta del aula.
—No estaba siendo dramático —murmuró con un puchero—. Eres malo conmigo, Alondra-kun.
—No todos te amarán en esta vida, Piña.
Y así, su charla murió mientras ingresaban al salón.
Bufó cuando ya estuvieron frente a la puerta del aula.
—No estaba siendo dramático —murmuró con un puchero—. Eres malo conmigo, Alondra-kun.
—No todos te amarán en esta vida, Piña.
Y así, su charla murió mientras ingresaban al salón.
Notas
¡Salut, lectores!
Osea. Vas a una presentación de un libro y acabas siendo capitana de un barco pirata. No we XD.
Etto. ¡Menos mal que recorté el anterior! ¡Eran unas 6000 palabras si no lo hacía!
¡Y terminé Free! La batalla de pistolas de agua más epic que veré en la laif.
Y Shokugeki no Souma o como se diga... ¿No es como un poco... Traumante? Osea, se ponen muy... Ajam... Solo comiendo.
Y sólo me he visto el cap 1 eh. NI entero XD.
Os dejo con Bacchi.
Notas de B: ¡Akdkqkfkakd! :v estoy confundida (?) no sé si amo al mundo o lo odio. Echenle la culpa a el Señor Andrés que viene cada mes (traficando rimas) :v
Oh y... Amo a Kenma, estoy empezando a apreciar a Oikawa y... Voy a morir bien pinche sola.
Los jamón ♥
Oikawa es el divo par favar, mi fav, no puedes no amarlo poz we.
¿Merecemos comentario/voto? ¿Disparo? ¿Tartita?
Au revoir~. Nos leeremos pronto~.
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