AVO32. Maratón (3/3)
—¿Miky?.—fruncí el ceño al verlo en la suite.
—Ven.—dijo caminando hacia la puerta, seguí sus pasos hasta llegar al fondo del pasillo, entramos a la gran suite y s encargó de cerrar con seguro.—Mi hijo me escuchó, tan ingenuo.—comenzó a reír.
—¿Qué le dijiste?
—Que podría ser peligroso para ti andar metida en shows, estando embarazado no debería ofrecerte siquiera subirte a la tarima.
—¿Qué haces aquí?
—Cuidar de mi nieto o nieta.
—No me diga.—me arrinconó en la pared.—Miky, esto está mal.
—El otro día no parecías tan preocupada, ¿anda asustada ahora que me tiene de frente?.—suspiré.—¿No querías sentirme?
—Sí pero...—dudé.—Es que...—besó mis labios, le seguí el beso poco decidida y pareció notarlo, gemí cuando me cargó, rodeé su cuerpo con mis piernas y me dejé llevar, sentí su lengua apoderándose de mi boca con decisión , liberó unos segundos mis labios para besarme el cuello con hambre, se notaba que tenía tiempo queriendo hacerlo.
Escuché como se quebraba algo, maldije al ver que se trataba de mi ropa pero tampoco pude rechistar, sus labios volvieron a apoderarse de mi.
—¿Quieres que te folle, Perséfone?
—Sí, Miky. Hazme tuya.
—Mucho cuidado con lo que deseas.
—¿No pedí lo mismo que ofreciste tú?
—Que te folle es una cosa pero que te haga mía es algo muy diferente, en una no tendría problemas con mi hijo pero con la otra , en cambio...—sonrió.—Solo te follaré, Perse. Algún día lo entenderás o quizá no, no me importa.
Me tiró sobre la cama con brusquedad, gemí cuando comenzó a besar mi feminidad, Hades nunca me había hecho sexo oral, cerré los ojos para evadir un poco la culpa, a última hora se parecían bastante pero era claro que no eran la misma persona.
Quisiera poder decir que me sentí mal pero sería mentir, cada vez que me recorría con su lengua lograba sacar gemidos de mi interior causados por el placer extremo que me estaba dando y no quería que parase.
Sentí el placer aumentando exponencialmente pero no pude llegar, el tipo frenó antes de que lo consiguiera. Observe sus movimientos con curiosidad, liberó su miembro y se tiró sobre la cama.
Cuando estaba por chuparlo, me detuvo.
—No quiero que lubriques, Perséfone.
—¿No?
—Dijiste que querías que te parta como una cuero, eso mismo haré.
—¿Ellas no lubrican?
—Ellas deben acabar el polvo aunque sientan dolor y tu, vas a sentirlo.—susurró.—Ven acá.—tragué duro.—Ahora baja, muy despacio.—nuestras miradas conectaron, me mordí el labio cuando sentí como se abría paso entre mis paredes.
—Puñeta, Mik...—sentí las lágrimas acumulándose en mis ojos.—Mierda.—cerré los ojos con fuerza.
—Shhh...—sonrió.—Estás tan apretada...—sonrió.—Brinca.—me apoyé en su pecho antes de comenzar con el vaivén de mis caderas, al principio dolió pero estaba tan deleitada con su expresión de placer que apenas fui consciente de aquel detalle.
Sentí una bofetada que me sorprendió pero no me dolió.—¿Te gusta?.—asentí.—Bien.—me dió otra.—Así, sigue , Dios...—azotó mis nalgas.—Más rápido.—volvió a darme.—Muévete más rápido.—obedecí.—Que rico...—me incliné para besarlo, aprovechó el momento para tomarme por la cintura y mover sus caderas contra mi , no pude controlar los gemidos, los movimientos eran tan fuertes y bruscos que no tuve como.—Cambio.
Me coloco debajo de su cuerpo y me tomó por el cuello, elevé las piernas para sentirlo mejor, cerré los ojos cuando comenzó a embestirme con fuerza, el choque de nuestros cuerpos resonaban por todo el cuarto, mis gemidos debían escucharse por todo el hotel pero me sentía tan bien que aquello se convertiría en algo de lo que preocuparme en un futuro.
El agarre en mi cuello cada vez era más fuerte.—Miky, me duele.—me soltó.
Me viró y entendí que quería que me pusiera en cuatro, lo entró sin aviso y comenzó a penetrarme sin reparo, trate de acallar los gemidos contra la almohada pero me tiró del pelo indicándome que quería escucharme gemir, sentí como besaba mi nuca.
—¿Te gusta?
—Mucho.
—¿No te detonaron así nunca?
—No, carajo.—agarré con fuerza las sábanas.
—Por cómo gritas, se nota.—sonrió.—Espera, ya c...—Sentí el líquido caliente recorriendo mi interior.—Que polvo.—cayó sobre mi.—Lo hiciste muy bien, Perse.
—Fue increíble.—dije mientras intentaba recuperar el aliento.
—¿Quieres otro?
—Sí.
(...)
—No me dijiste que vendrías.—habló Hades.
—Perdón, solo pensé en sorprender a mi hijo.—se excusó.
—¿Con qué fulana fuiste?.—señaló los arañazos de su pecho.—Hasta hickeys.
—Es importante tener desahogo en todas partes del mundo.—ambos rieron.—Estuve hablando con gente en PR, al parecer siguen hablando mierda tuya, y no lo dijeron en ninguna canción pero Chimi mencionó al bebé.—acaricie mi vientre.—Yo quería que dejases eso correr pero con esto vas a tener que meterle mínimo en lo lirical.
—Pero yo no quiero partirlo en una pista, quiero darle bala.
—No quieres a todo Money Way sobre ti.
—Me importa poco.
—Hades.—me miró.—¿El tal Conep es del corillo de Chimi?
—Sí, ¿por qué?
—Es que me estuvo mandando mensajes.
—¿Qué carajo' tu ta' hablando chica?.—retrocedí un poco al verlo tan enfurecido.—A ver.
—Ha..
—¡Muéstrame esa mierda!
—Ya.—Miky lo alejó de mí.—Te dijo para que sepas no para que te pongas de pendejo con ella.
Desbloqueé el teléfono.
—Aquí dice que ...—cerré los ojos con fuerza al escuchar como estrellaba el teléfono contra el piso.—Cabrón.—gritó.—Me voy para PR ya, y tu te vienes conmigo a ver si repite como te quiere chichar el pendejo.
—¡Cálmate!.—gritó Miky.—No vas para ningún lado y menos vas a meterla en tus broncas.
—¿Vas a dejarme hacer las cosas a mi modo?
—No.
—Hasta fotos del bicho le mandó.—ambos me miraron.
—Jamás abrí los chats, yo no sabía lo que me enviaba.—me excusé.—Perdón, debí decirte antes.
—No te preocupes.—besó mis labios.—Carajo, me arruinaron el día.
—Ve para el estudio.
—Está bien.—me miró.—¿Vamos para el cuarto? Te necesito.
—Hades, estoy cans...—su expresión me asustó.
—Está bien...
Sentí la mano de Miky deteniéndonos.
—Esta cansada, es lo que trataba de decirte antes de que la mirases de esa forma y se viera obligada a ceder.
—Es mi mujer.
—Y es por eso que debes tratarla bien, está embarazada, que abuses de ella no será un lindo recuerdo para ninguno.
Suspiró.
—Voy para el estudio, no me esperes despierta.—agarró su chaqueta y salió de la suite.
—Llámalo.—pedí.
—Si os acostáis, verá las marcas que te hice y no creo que quieras explicarle cómo me brincaste hace un par de horas, ¿o si?
Me quedé callada.
•••••
Dios, Perse , lo tuyo es el caos .
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