Recuerdos
Salón
Renato: Ya en serio... ¿Quién me robo la puta cafetera? Mike si fuiste vos te prometo que no te toco ni un pelo de la cabeza de arriba ni de la abajo
Miguel: Mejor deja esa adicción, esas joterías y de irle al puto América
Miranda: Sabes que yo no lo haría
Sun/Moon: Ni tomamos eso
Marta: Ya tengo una que es de mi tía
Tilo: Ni me mires
Santiago: Ni loco
Dulce: Jamás
Keke/Iona: No tomamos eso, solo té
Yuna: Jamás lo haría
Zarala: Soy inocente y estoy más limpia que las nalgas de la Virgen
Lillie: Quiero a un abogado
Yuna: Si nadie de nosotros no te la robo ¿Entonces quién?
Kukui: ¿Esa cafetera era tuya?
Renato: ¡Ya ni Mike se atrevió a hacer tal mamada!
Miguel: ¡Óyeme no pendejo de mier...!
Miranda: ¿Qué ibas a decir?
Miguel: Nada sudando nervioso
Iona: Y luego dicen que Keke me tiene domado diciéndoselo a si mismo
Las clases iniciaron con relativa normalidad hasta que llego descanso
En la cancha
Marta: Oye Renato
Renato: Dígame pa que soy bueno aparte de ser sobreprotector con Miris y parecer que odio a muerte a Mike
Marta: Me preguntaba que, si podríamos tener un combate, es que... bueno Mencía siempre decía que eras fuerte que tus pokémon pegaban unos hostiasos que parecían de otro mundo y eso ¡Y YO LO QUIERO COMPROBAR!
Renato: Claro, digo soy un campeón mi deber es guiar a los entrenadores de Paldea. Además, nos servirá de experiencia
Moon: En las gradas ¿Alguien siente que va a salir humillada?
Santiago: Estás siendo piadosa Moon, digo, Renato podrá ser amable y eso, pero eso no quita que es alguien a temer
Miranda: Atentamente, el que cuatro de su equipo son débil x4 al tipo hielo o hada
Sun: Desde la aparición del tipo Hada, Hydreigon y Kommo-o no son los mismos
De regreso al combate
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Marta: No quiero ninguna preferencia ni siquiera muestres un ápice de piedad
Renato: Se nota que Mencía influyo en ti, solo recuerda los combates pokémon son para conectarte mejor con tus pokémon
Marta: ¡EMPECEMOS!
Ambos sacaron a sus primeros pokémon, Blaziken del lado del chico y Coco del lado de la paldeana
Renato: Muy bien, tú lo pediste... ¡RESPONDE A MIS SENTIMIENTOS Y VE MÁS ALLÁ DE TUS ATADURAS! ¡MEGA EVOLUCIONA, KAJI!
El castaño activo su piedra activadora desencadenando la mega evolución
Renato: ¿Tas lista?
Marta: Desde que nací
Renato y Kaji se miraron mutuamente, la inicial de Hoenn salto muy alto prendiendo fuego a una de sus patas para caer sobre el inicial de Paldea
Marta: ¡ESQUIVA...!
Coco recibido el ataque de lleno haciéndolo rodar hasta los pies de la pelirroja
Marta: ¿Estás bien, Coco?
Coco se levantó para seguir, un aura rodeo a Blaziken activando su habilidad: Impulso, aumentando su velocidad
Marta: Muy bien, es hora de estrenar la pulsera Z de mi madre
Coco salió a toda velocidad para atacar a su contraparte de Hoenn
Renato: tratando de imitar acento cubano Ya tu sabe chica, gancho alto
Apenas Ambos ataques se encontraron, Coco salió disparado al cielo para caer en los pies de su entrenadora debilitado
Marta: Lo hiciste bien chico, regresa
Renato hizo un gesto con sus dedos medio e índice derechos como diciendo "Vamos, sigamos"
Marta: Tu turno Ban-ban
Ban-ban apareció para combatir
Marta: Usa bola sombra
Cuando el Pokemon fantasma lanzó su ataque, la inicial de Hoenn lo atrapó con su mano
Marta: ¿C-cómo?
En ese momento la pelirroja empezó asustarse
Renato: Usa lanzallamas
Ese ataque debilitó al fantasma de un solo golpe Marta empezó a sudar y con su mano temblorosa sacó a Aida. La velocidad de Kaji solo aumentó por impulso haciendo que estuviera a +2 de velocidad
Renato: ¿Eso es todo lo que tienes?
Marta: EHH, no
Marta teratristalizo a Aida y resultando que es teratipo Hada
Marta: Voz cautivadora
El ataque apenas le hizo daño, a pesar de que Aida trato de esquivar un ataque de gancho alto ese ataque le dio y un lanzallamas a quemarropa la debilito
Tres días después del fatídico encuentro con Renato, Marta regresó de la escuela a su casa en Melemele. Desde el momento en que fue derrotada, la angustia y la frustración eran evidentes en su rostro. Sin intercambiar palabras con nadie, fue rápidamente a su habitación y se encerró, dejando a sus Pokémon en sus Poké Balls, sintiéndose incapaz de enfrentar a nadie más, ni siquiera a sus compañeros.
Horas pasaron y el sol comenzó a ponerse, pintando el cielo con tonos anaranjados y púrpuras. Lea y Raúl se miraron con preocupación, sabiendo que algo andaba mal. Decidieron que era hora de hablar con Marta y tratar de entender lo que había sucedido. Se acercaron a su puerta y golpearon suavemente.
Lea: con voz suave Marta, cariño, ¿puedo pasar?
No hubo respuesta inmediata. Después de un momento, la puerta se abrió lentamente, revelando a Marta con los ojos enrojecidos y una expresión de derrota. Lea y Raúl entraron y cerraron la puerta detrás de ellos, sentándose junto a Marta en su cama.
Raúl: Marta, ¿qué pasó? Nos tienes preocupados.
Marta miró a sus tíos, y las lágrimas comenzaron a brotar nuevamente de sus ojos.
Marta: con voz quebrada Fue... horrible. Me enfrenté a Renato. Pensé que podría ganar, o al menos darle una buena pelea. Usé todo lo que tenía: la teracristalización, movimiento Z... y aun así, me destrozó. Solo usó un Pokémon y una megaevolución. Para él, era como un juego de niños. Sentí que no tenía ninguna oportunidad.
Lea: con instinto materno Marta, perder es parte del camino de un entrenador. Renato es un campeón por una razón. No significa que seas débil o inútil.
Marta: frustrada ¡Pero no fue solo una derrota! Fue una paliza de proporciones bíblicas. Ni siquiera parecía que lo estaba intentando en serio. Me hizo sentir... tan pequeña, tan inútil.
Raúl: con empatía Marta, entiendo cómo te sientes. Todos enfrentamos momentos en los que parece que no somos lo suficientemente buenos. Pero cada derrota es una oportunidad para aprender y crecer. Con el corazón en la mano te digo que realmente se cómo te sientes
Lea: con firmeza Exacto. Además, debes recordar que Renato ha entrenado por años para llegar a donde está. Tú estás en tu propio viaje y tienes mucho potencial. No puedes compararte directamente con él.
Marta tomó un respiro profundo, tratando de calmarse. Sentía el apoyo de sus tíos, pero la herida en su orgullo aún dolía.
Marta: con voz tembloros ¿Cómo puedo seguir adelante después de esto? Me siento tan... perdida.
Lea: tomando la mano de Marta Tienes que recordar por qué empezaste este viaje en primer lugar. Piensa en todas las veces que has superado obstáculos, en todos los amigos y Pokémon que has encontrado en el camino. Esta derrota no define quién eres.
Raúl: sonriendo Además, estamos aquí para apoyarte. No estás sola en esto. Y recuerda, incluso los campeones han sido derrotados antes. Lo que importa es cómo te levantas después de caer. Siempre pa'lante nunca pa'trás
Marta asintió lentamente, sintiendo un poco de consuelo en las palabras de sus tíos. Sabía que tenían razón, pero el camino hacia superar sus límites será largo
Marta: más calmada Gracias, tía Lea, tío Raúl. Supongo que tengo mucho que aprender de esta experiencia. Prometo que no me rendiré y de que llegare a ser
Lea: sonriendo Esa es nuestra chica. Sabemos que tienes lo necesario para ser una gran entrenadora. Tómate tu tiempo, aprende de esta experiencia y sigue adelante.
Raúl: con una sonrisa traviesa Y quién sabe, tal vez la próxima vez que enfrentes a Renato, seas tú quien le dé una paliza de proporciones bíblicas.
Marta no pudo evitar reír un poco ante la idea, sintiéndose un poco más ligera.
Marta: sonriendo Eso sería increíble. Gracias, de verdad. No sé qué haría sin ustedes.
Lea y Raúl abrazaron a Marta, dándole el apoyo y el amor que necesitaba para superar este momento difícil.
Después de la conversación con Lea y Raúl, Marta decidió salir a caminar para despejar su mente y aclarar sus ideas. El aire fresco y el sonido del mar la ayudaban a calmarse, pero aún sentía el peso de la derrota en su corazón. Caminó sin rumbo por un rato, hasta que, sin darse cuenta, llegó a una pequeña plaza en la ciudad.
Ahí, sentado en un banco, estaba Renato. Al verla, se levantó y se acercó a ella, con una expresión de preocupación en su rostro.
Renato: con voz sincera Marta, ¿podemos hablar un momento?
Marta se detuvo, sorprendida de verlo ahí. Asintió lentamente y se acercó a él.
Marta: un poco insegura ¿Qué quieres, Renato?
Renato: con tono arrepentido Quiero disculparme por cómo fue nuestra batalla. No quise hacerte sentir de esa manera. Me doy cuenta de que fui demasiado duro. ¿Podrías perdonarme?
Marta se quedó en silencio por un momento, mirando a Renato a los ojos. Podía ver la sinceridad en sus palabras y sintió que él realmente lamentaba lo sucedido.
Marta: suavemente Está bien, Renato. Entiendo que eres un campeón y que las batallas son difíciles. Solo... me hizo cuestionar muchas cosas.
Renato: Lo entiendo. Todos hemos tenido momentos así. Pero hay algo que quería preguntarte. ¿Cuál es tu motivo como entrenadora? ¿Por qué luchas?
Marta se desconcertó por la pregunta. Nunca había pensado en ello de esa manera. Siempre había entrenado y luchado porque le gustaban los Pokémon y quería ser fuerte, pero no tenía un motivo claro.
Marta: confusa No lo sé. Nunca me lo había preguntado así. Solo... quiero ser tan fuerte como mi tía y Mencía
Renato asintió, comprendiendo su confusión.
Renato: con voz suave Todos necesitamos un motivo, Marta. Algo que nos impulse a seguir adelante, incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Mi motivo es proteger a quienes me importan. Cada vez que lucho, pienso en ellos y en cómo puedo ser más fuerte para mantenerlos a salvo. Iona, Keka, Santi, Dul, Miris, Mike, Moon, Yuyu y Sun... son más que una familia son mi tesoro más preciado
Marta lo miró con sorpresa. Las palabras de Renato resonaban profundamente en su corazón. Nunca había pensado en su motivo de esa manera. Comenzó a reflexionar sobre sus propias razones y lo que quería lograr como entrenadora.
Marta: pensativa Proteger a quienes te importan... Eso suena muy noble. Supongo que necesito encontrar mi propio motivo.
Renato sonrió, viendo que sus palabras habían tenido un impacto.
Renato: animado Tómate tu tiempo para pensar en ello. Cuando encuentres tu motivo, te dará una fuerza y una determinación que nunca habías imaginado. Y recuerda, una derrota no define quién eres. Es solo una parte del camino.
Marta asintió, sintiéndose un poco más ligera. Las palabras de Renato le dieron una nueva perspectiva y una dirección en la que enfocarse.
Marta: sonriendo Gracias, Renato. Creo que necesitaba escuchar eso. Buscaré mi motivo y seguiré adelante.
Renato: con una sonrisa Estoy seguro de que lo encontrarás. Y cuando lo hagas, serás una entrenadora increíble. Si alguna vez necesitas hablar o entrenar, estaré aquí para ayudarte.
Mientras continuaban caminando, Renato y Marta intercambiaban más palabras. Renato notó que Marta parecía un poco más tranquila después de su conversación, lo que le alegró. Decidió aprovechar el momento para compartir una preocupación que había estado rondando su mente.
Renato: mirando al horizonte Marta, hay algo que quería comentarte. Fabio, el director de la Fundación Æther... no me da buena espina.
Marta lo miró sorprendida. No había esperado un comentario así.
Marta: curiosa ¿Por qué dices eso?
Renato: encogiéndose de hombros No lo sé con certeza, es solo una corazonada. Pero ese maldito miedoso no puede traer nada bueno. Hay algo en él que simplemente no me parece correcto.
Marta frunció el ceño, considerando las palabras de Renato. Había recordado a Fabio en el viaje a la isla artificial y, aunque no lo conocía bien, nunca había sentido nada extraño.
Marta: Bueno, gracias por decírmelo. Lo tendré en cuenta.
Renato asintió, agradecido de que Marta tomara en serio su intuición. Decidió cambiar el tema a algo más ligero.
Marta: mirando la camisa de Renato Por cierto, Renato, he notado que llevas la bandera de tu país, México, en tu camisa de tirantes y en tu chamarra. ¿Por qué?
Renato sonrió, recordando su tiempo en el servicio militar.
Renato: Tuve que hacer servicio militar. Es una obligación en mi país. Llevo la bandera como recordatorio de mi país donde viví hasta que me hice entrenador, aunque nací y me crie en Hoenn al igual que Santi, Miris y Dul. El servicio militar me enseñó mucho sobre disciplina, trabajo en equipo y el valor de proteger a los demás.
Marta: sonriendo Eso suena increíble. Debes tener muchas historias interesantes de esa época.
Renato: Sí, tengo algunas. Tal vez te las cuente algún día. Pero ahora, dime, ¿Cómo te sientes después de nuestra conversación sobre encontrar tu motivo?
Marta: reflexiva Me siento mejor. Creo que necesito tiempo para descubrir cuál es mi motivo, pero ahora sé que es importante tener uno. Gracias por abrirme los ojos, Renato.
Renato: asintiendo De nada, Marta. Siempre es bueno tener claridad en nuestras metas. Y recuerda, no estás sola en esto. Tienes amigos y familiares que te apoyan.
Marta asintió, sintiéndose más fortalecida. Mientras continuaban caminando, se dio cuenta de que la vida estaba llena de desafíos, pero también de personas que la apoyaban y la ayudaban a crecer. Con la nueva determinación de encontrar su motivo y convertirse en una mejor entrenadora, sabía que podía enfrentar cualquier obstáculo que se le presentara.
Marta había notado la tensión entre Renato y Yuna desde hace tiempo, y la curiosidad le ganaba.
Marta: con una sonrisa pícara Oye, Renato, ahí está Yuna.
Renato levantó la mirada y vio a Yuna acercándose. Sintió un ligero rubor en sus mejillas, aunque trató de disimularlo.
Renato: nervioso Ah, sí... Yuyu...
Yuna se acercó a ellos con una sonrisa, saludándolos con entusiasmo.
Yuna: ¡Alola, Marta! ¡Alola, Renato-kun! ¿Cómo están?
Marta: con una sonrisa traviesa Hola, Yuna. Renato y yo estábamos teniendo una conversación interesante. De hecho, hay algo que quiero preguntarles a ambos.
Yuna y Renato se miraron confundidos.
Yuna: ¿Qué cosa, Marta?
Marta: directamente Vamos a ver... Ambos saben que se gustan, ¿cierto? ¿Por qué no deciden romper la tensión de una maldita vez y arreglan esto?
El rostro de Renato se puso rojo como un tomate, mientras que Yuna no podía evitar reír nerviosamente.
Renato: tartamudeando Marta, yo... no sé de qué estás hablando...
Yuna: riéndose Marta, eres increíblemente directa. Pero... bueno, sí, hay algo entre Renato y yo.
Renato la miró sorprendido, pero también aliviado de que Yuna fuera tan honesta.
Renato: con una sonrisa nerviosa Bueno, sí... creo que hay algo que hemos estado evitando hablar.
Marta sonrió, satisfecha de haber dado el empujón necesario.
Marta: cruzando los brazos ¡Exactamente! Ya es hora de que ambos hablen de esto y vean a dónde va.
Renato tomó una respiración profunda y se giró hacia Yuna.
Renato: Yuyu, me gustas. Siempre me has gustado. Pero nunca supe cómo decírtelo sin arruinar nuestra amistad.
Yuna lo miró con una expresión suave y cariñosa.
Yuna: tocando su brazo Renato, yo también me siento así. Me alegra que finalmente lo hayas dicho.
Ambos se miraron en silencio por un momento, la tensión disipándose y dejando espacio para algo nuevo y emocionante.
Marta: sonriendo Ya era hora. Ahora, si me disculpan, tengo que irme. Los dejo para que puedan hablar en privado.
Renato y Yuna sonrieron agradecidos mientras Marta se alejaba, contenta de haber ayudado a sus amigos a enfrentar sus sentimientos.
Renato: mirando a Yuna ¿Te gustaría ir a tomar algo y seguir hablando?
Yuna: sonriendo Me encantaría, Renato.
Mientras Marta se alejaba, sintió una nueva ola de esperanza y motivación. Ver a sus amigos enfrentar sus sentimientos le dio una nueva perspectiva sobre sus propios desafíos. Sabía que, al igual que Renato y Yuna, podría encontrar la fuerza para superar cualquier obstáculo en su camino.
Mientras Marta caminaba de regreso a su casa, pensaba en la reciente interacción entre Renato y Yuna. Estaba feliz de haberlos ayudado a enfrentar sus sentimientos, pero ahora tenía que lidiar con la curiosidad que sentía por su propia familia. Al acercarse a la casa, vio a sus tíos, Lea y Raúl, hablando en el patio. Estaban muy cerca el uno del otro, casi como si estuvieran a punto de besarse.
Marta: riendo No sé quiénes están peor, si Yuna y Renato o ustedes
Lea y Raúl se separaron rápidamente al escuchar la voz de Marta, ambos sonrojándose un poco.
Lea: nerviosa ¡Oh, hola, Marta! ¿Cómo te fue?
Raúl: tratando de disimular Sí, cuéntanos, ¿Cómo estuvo tu día?
Marta: con una sonrisa traviesa Bueno, ayudé a Renato y Yuna a finalmente admitir sus sentimientos el uno por el otro. Fue... interesante.
Lea: tratando de cambiar el tema ¡Vaya! Eso suena genial. Es bueno que hayas ayudado a tus amigos.
Raúl: mirando a Marta con curiosidad ¿Y cómo te sientes al respecto?
Marta: encogiéndose de hombros Me siento bien, creo. Fue divertido jugar a ser cupido por un día.
Lea: con una sonrisa A veces es más fácil ver las cosas desde afuera. Me alegro de que hayas podido ayudarles.
Raúl: Quizás deberíamos contratarte como consejera de relaciones.
Marta se río y negó con la cabeza.
Marta: riendo No, gracias. Creo que ustedes podrían necesitar más ayuda que mis amigos.
Lea y Raúl se miraron, ambos sonriendo con complicidad.
Lea: suspirando Marta, a veces las cosas no son tan sencillas como parecen.
Raúl: asintiendo Siempre es bueno tener a alguien que te apoye, ¿verdad?
Marta: con una sonrisa Sí, supongo que sí. Bueno, voy a entrar y descansar un poco.
Mientras Marta se dirigía hacia la casa, no pudo evitar sentir una nueva comprensión sobre las relaciones y los sentimientos. Sabía que, aunque las cosas no siempre fueran sencillas, era importante enfrentar los propios sentimientos y ser honesto con uno mismo y con los demás. Y aunque sus tíos no lo admitieran abiertamente, estaba claro que también estaban lidiando con sus propios sentimientos.
Lea y Raúl se quedaron en el patio, mirándose con una mezcla de cariño y complicidad.
Lea: sonriendo Quizás Marta tenga razón. Deberíamos ser más honestos con nosotros mismos.
Raúl: tomando la mano de Lea Sí, creo que tienes razón. Ya hemos esperado demasiado.
Marta, con una sonrisa traviesa, no pudo evitar hacer una pregunta que había estado rondando en su mente desde hacía tiempo.
Marta: mirándolos con una sonrisa ¿Han pensado en nombres para sus hijos?
La pregunta hizo que Raúl y Lea se sonrojaran instantáneamente. Ambos se miraron nerviosamente antes de dirigir su mirada a Marta.
Lea: tratando de mantener la compostura ¡Marta! Esa es una pregunta muy adelantada, ¿no crees?
Raúl: rascándose la cabeza Sí, Marta. Eso es... algo que no hemos considerado todavía.
Marta: riendo ¡Vamos! Solo estaba bromeando. Pero admitan que lo han pensado al menos una vez.
Lea y Raúl se miraron, claramente incómodos, antes de dirigirse nuevamente a Marta.
Lea: intentando sonar firme Marta, creo que es hora de que vayas a tu cuarto a descansar un poco.
Raúl: asintiendo Sí, definitivamente necesitas descansar. Ha sido un día largo.
Marta: aun sonriendo Está bien, está bien. Me voy. Pero no piensen que no me di cuenta.
Mientras Marta se retiraba a su cuarto, no pudo evitar escuchar la conversación que Lea y Raúl tenían a sus espaldas.
Lea: susurrando Se parece demasiado a Carle en ese aspecto. Siempre tan directa y sin miedo de decir lo que piensa.
Raúl: sonriendo Sí, definitivamente tiene esa chispa. Es parte de lo que la hace tan especial.
Lea: suspirando Supongo que no podemos escapar de ciertas cosas, ¿verdad?
Raúl: tomando la mano de Lea No, no podemos. Pero eso no significa que no podamos disfrutar del viaje.
Ambos sonrieron y se miraron con cariño, sabiendo que Marta, con su ingenio y su valentía, siempre los mantendría en pie y les recordaría lo importante que era ser honestos con ellos mismos y con los demás.
Raúl y Lea, aún sonrojados, intercambiaron una mirada que reflejaba todo el cariño y la complicidad que compartían. Sin decir una palabra, Raúl se inclinó hacia Lea y la besó suavemente. El beso fue corto, pero lleno de emociones que habían estado guardadas durante mucho tiempo.
Marta: apareciendo de repente y gritando ¡VIVAN LOS NOVIOS!
La exclamación de Marta resonó por toda la casa, rompiendo el momento íntimo. Raúl y Lea, sorprendidos y avergonzados, se separaron rápidamente y miraron a Marta con una mezcla de sorpresa y diversión.
Lea: con las mejillas rojas ¡Marta!
Raúl: tratando de mantener la compostura Marta, eso no era necesario.
Marta: riendo ¡Lo siento, pero no pude evitarlo!
Lea: tratando de sonar seria A tu cuarto, jovencita. ¡Ya!
Raúl: asintiendo Sí, creo que necesitas un poco más de tiempo a solas.
Marta: aun riendo mientras se aleja Está bien, está bien. Pero no olviden que yo los vi primero.
Mientras Marta se retiraba nuevamente a su cuarto, no pudo evitar sentir una gran satisfacción. Sabía que, a pesar de las reprimendas, sus tíos estaban felices.
Lea: suspirando Esta chica nos va a volver locos.
Raúl: Sí, pero es parte de su encanto.
Lea: Eso es cierto. Al menos no tenemos que preocuparnos por aburrirnos.
Raúl: tomando la mano de Lea nuevamente Definitivamente no. Y creo que podemos manejar cualquier cosa mientras estemos juntos.
Lea asintió, sintiendo la seguridad y el amor en las palabras de Raúl. Sabían que su camino no sería fácil, pero también sabían que con Marta a su lado, tendrían una vida llena de amor, risas y aventuras.
Lea y Raúl se quedaron en silencio un momento después de que Marta se fue. Lea, recordando las palabras de Raúl sobre su tiempo en el servicio militar, decidió finalmente preguntar algo que había estado rondando su mente.
Lea: mirando a Raúl con preocupación Raúl, ¿cómo te fue en Afganistán? Nunca hemos hablado realmente sobre eso.
Raúl suspiró profundamente y miró al suelo, su expresión cambiando de felicidad a una sombra de tristeza.
Raúl: Lea, no es algo de lo que me guste hablar. Hice cosas horribles allá, cosas de las que no me siento orgulloso.
Lea: acercándose y tomando su mano Sabes que puedes contarme cualquier cosa, ¿verdad? No tienes que cargar con eso solo.
Raúl: Lo sé, pero algunas cosas son difíciles de olvidar.
Lea: mirándolo con ternura No tienes que olvidar, pero puedes sanar. Y estoy aquí para ayudarte en eso.
Raúl levantó la mirada y encontró los ojos de Lea llenos de comprensión y amor. Ese apoyo incondicional le dio un poco de alivio.
Raúl: con voz temblorosa Hice cosas para sobrevivir, para proteger a mi equipo. Pero esos recuerdos me persiguen. A veces me siento como si nunca pudiera liberarme de ellos.
Lea: Lo importante es que estás aquí ahora. Has hecho mucho bien desde entonces, y eso es lo que importa.
Raúl: suspirando Tal vez algún día pueda encontrar la paz con lo que hice. Pero por ahora, solo quiero centrarme en el presente y en la familia que tenemos.
Lea: sonriendo Y lo haremos juntos. Eres una buena persona, Raúl. Lo que pasó en Afganistán no define quién eres.
Raúl se sintió reconfortado por las palabras de Lea. Sabía que el camino hacia la sanación sería largo, pero con ella a su lado, sentía que podía enfrentarlo. Se inclinó y le dio un beso en la frente, agradecido por su amor y apoyo.
Raúl: con una sonrisa débil Gracias, Lea. Realmente significa mucho para mí.
Lea: sonriendo Siempre. Para eso estamos aquí, ¿no? Para apoyarnos mutuamente.
Raúl se despertó sobresaltado en medio de la noche, su cuerpo cubierto de sudor frío. Los recuerdos de Afganistán lo habían invadido de nuevo, como un oleaje implacable que lo arrastraba hacia el abismo. Respirando con dificultad, se levantó de la cama y caminó hacia la ventana, intentando calmarse.
El silencio de la noche en Alola contrastaba fuertemente con los ruidos de la guerra que resonaban en su mente. Explosiones, gritos y el silbido de las balas eran fantasmas que lo acosaban, recordándole cada decisión difícil que tuvo que tomar.
Flashback
Raúl se veía a sí mismo en medio de un tiroteo, su equipo dispersado por la zona. El polvo y el humo lo rodeaban, dificultando la visibilidad. Un compañero herido gritaba pidiendo ayuda, y Raúl corría hacia él, esquivando disparos y explosiones. La presión y la adrenalina lo mantenían en movimiento, pero el miedo siempre estaba presente.
En otra escena, Raúl estaba en una misión nocturna, moviéndose sigilosamente a través de un pueblo enemigo. La tensión era palpable, cada sombra y ruido le hacían temer por su vida y la de sus compañeros. En un momento crucial, tuvo que tomar una decisión difícil, que aún le pesaba en la conciencia.
Fin del Flashback
De pie junto a la ventana, Raúl respiró hondo, intentando expulsar las imágenes de su mente. Escuchó un suave crujido detrás de él y se giró para ver a Lea, que se había despertado y lo observaba con preocupación.
Lea: acercándose ¿Pesadillas otra vez?
Raúl: asintiendo, sin mirarla Sí... no puedo quitármelas de la cabeza.
Lea se acercó y lo abrazó suavemente, permitiendo que Raúl se apoyara en ella. Él cerró los ojos, agradecido por su presencia.
Lea: en voz baja No estás solo, Raúl. Estoy aquí contigo.
Raúl: suspirando A veces siento que no puedo escapar de esos recuerdos. Hice cosas que nunca podré olvidar.
Lea: acariciando su espalda Pero esas cosas no te definen. Lo que importa es quién eres ahora y lo que haces con tu vida.
Raúl se quedó en silencio por un momento, sintiendo el consuelo que Lea le ofrecía. Sabía que necesitaba hablar sobre esos recuerdos, enfrentarlos en lugar de enterrarlos.
Raúl: con voz temblorosa En Afganistán, tuve que tomar decisiones difíciles. Vi cosas horribles, hice cosas que me persiguen. Hay días en que siento que no merezco estar aquí, con ustedes.
Lea: mirándolo a los ojos Mereces estar aquí, Raúl. Has pasado por mucho y has sobrevivido. Eso te hace fuerte. No te castigues por lo que no puedes cambiar.
Raúl asintió lentamente, permitiendo que las palabras de Lea lo calmaran. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil, pero con Lea a su lado, sentía que tenía una oportunidad.
Raúl: susurrando Gracias, Lea. Realmente no sé qué haría sin ti.
Lea: sonriendo No tienes que hacerlo solo. Estamos juntos en esto
A la mañana siguiente
Lea se despertó con la luz del amanecer filtrándose a través de las cortinas. A su lado, Raúl dormía profundamente, su respiración tranquila contrastaba con la intensidad de la noche anterior. Lea sonrió suavemente al recordar los momentos apasionados que habían compartido, sintiendo una calidez en su corazón.
La noche anterior había comenzado con un beso que rápidamente se transformó en algo más. A medida que se entregaban el uno al otro, sus miedos y preocupaciones parecían desvanecerse, reemplazados por una conexión profunda y un deseo compartido. Lea se sentía más cercana a Raúl que nunca, como si sus almas se hubieran entrelazado en ese momento de intimidad.
Mientras observaba a Raúl dormir, Lea reflexionó sobre todo lo que habían pasado juntos. Las dificultades, los recuerdos dolorosos, y las batallas internas de Raúl no habían sido fáciles de superar. Pero esa noche, habían encontrado consuelo y fortaleza en el amor que compartían.
Lea se levantó con cuidado para no despertarlo, y se dirigió a la cocina. Mientras preparaba café, los recuerdos de la noche anterior la inundaron, trayendo una sonrisa a su rostro. Cada caricia, cada susurro, y cada mirada compartida eran tesoros que guardaría para siempre.
Mientras el aroma del café llenaba la cocina, Raúl apareció en la puerta, con una expresión de satisfacción y tranquilidad en su rostro. Sus ojos se encontraron y ambos sonrieron.
Raúl: Buenos días.
Lea: sonriendo Buenos días. ¿Dormiste bien?
Raúl: asintiendo Mejor de lo que he dormido en mucho tiempo. Gracias a ti.
Se abrazaron y se quedaron así durante un momento, disfrutando de la paz que compartían. El vínculo entre ellos se había fortalecido, y sabían que podían enfrentar cualquier cosa juntos.
Lea: besándolo suavemente Te amo, Raúl.
Raúl: devolviendo el beso Yo también te amo, Lea. Más de lo que puedo expresar.
Mientras disfrutaban del café juntos, hablaron sobre el futuro y los planes que querían hacer. Lea sentía que, a pesar de las dificultades, estaban en el camino correcto. La noche anterior había sido un recordatorio de la fuerza de su amor y de todo lo que podían superar juntos.
La mañana transcurrió con una sensación de esperanza renovada. Lea y Raúl sabían que todavía había desafíos por delante, pero estaban más unidos que nunca. Juntos, podían enfrentar cualquier cosa, apoyándose mutuamente en cada paso del camino.
A medida que el día avanzaba, el recuerdo de la noche anterior permanecía con ellos, no solo como un momento de pasión, sino como un símbolo de su amor y su compromiso mutuo. Lea sabía que, con Raúl a su lado, podían superar cualquier obstáculo y construir un futuro lleno de amor y felicidad.
Marta apareció en la cocina, con los ojos medio cerrados y despeinada con varios mechones de pelo cubriendo sus ojos, frotándose los ojos mientras bostezaba.
Marta: medio adormilada ¿Por qué hubo tanto ruido anoche?
Lea y Raúl se miraron rápidamente, ambos sonrojándose un poco. Lea se aclaró la garganta y trató de encontrar una respuesta.
Lea: nerviosa Ah, bueno... estábamos... eh, viendo una película de acción. Sí, una película muy ruidosa.
Raúl: asintiendo rápidamente Sí, exacto. Lo sentimos si te despertamos, Marta.
Marta los miró con sospecha, pero estaba demasiado adormilada para cuestionar más.
Marta: bostezando Está bien... solo fue difícil dormir con tanto ruido.
Lea se levantó y le sirvió un vaso de leche.
Lea: sonriendo Aquí tienes. Esto debería ayudarte a despertarte.
Marta tomó el vaso y se sentó a la mesa, aún tratando de despabilarse.
Marta: La próxima vez, tal vez puedan ver algo más silencioso.
Raúl y Lea intercambiaron una mirada cómplice y rieron suavemente.
Raúl: sonriendo Claro, lo tendremos en cuenta.
Mientras Marta bebía su leche, Lea y Raúl se relajaron un poco, agradecidos de que la explicación rápida hubiera funcionado. Sabían que, con el tiempo, podrían encontrar una manera mejor de manejar esas situaciones, pero por ahora, estaban contentos de haber salido del apuro.
Lea, aún preocupada por los recuerdos de Raúl sobre Afganistán, decidió hacerle otra pregunta para comprender mejor su experiencia.
Lea: con suavidad Raúl, ¿tenías a alguien allá? ¿Alguien que te ayudara a mantenerte fuerte?
Raúl suspiró, su mirada volviendo a esos momentos en el campo de batalla. Asintió lentamente.
Raúl: Sí, había un tipo. Se llamaba John, un teseliano. Me salvó el trasero, mínimo, unas 6 veces en ese infierno.
Marta, interesada, se inclinó hacia adelante.
Marta: curiosa ¿Tenían alguna clase de acuerdo o algo?
Raúl: sonriendo con nostalgia Sí, teníamos un código. Uno tenía que cubrir al otro, siempre. No importaba qué tan mal se pusieran las cosas. Yo lo cubría, y él me cubría a mí. Aunque John jamás admitiría que fue salvado alguna vez. Ese tipo tiene un orgullo más grande que un Gyarados.
Marta: pensativa ¿Aún estás en contacto con él?
Raúl asintió, aunque su rostro se ensombreció un poco.
Raúl: serio Sí, seguimos en contacto. Pero preferimos no hablar mucho sobre Afganistán. Para ambos fue muy difícil volver a la vida civil. Hay cosas de las que es mejor no hablar.
Lea: mirándolo con ternura Entiendo... Me alegra saber que tuviste a alguien como John allí, que te apoyara.
Raúl: sonriendo Sí, sin él no sé si estaría aquí hoy.
La conversación cambió de tema, pero quedó claro que John era una parte importante del pasado de Raúl, alguien que, aunque prefería no hablar de ello, siempre estaría en su vida como un símbolo de supervivencia y lealtad en los tiempos más oscuros.
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