Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17: Longing of the heart

⚠️Advertencia ⚠️

Universo alternativo Omegaverse.
Mención de sangre leve, muerte y abusos infantiles.

Deku Omega, Kacchan Alfa.
Pequeño Keigo (Hawks), mayormente la historia está desde su punto de vista.
Por eso, desde ahora les digo que no hay lemon. :D


(...)

Desde que Keigo tenía memoria supo que el mundo era una mierda, su corta e injusta vida le hizo saber eso. Su madre y padre eran alcohólicos, aparte de eso, lo maltrataban, desde golpes hasta gritos, a ellos no les importaba mucho si comía o si tenía ropa nueva, apenas le daban algo para que comiera, le dejaban ropa vieja y rota para que se vistiera.

La situación no era buena entre sus padres tampoco, a veces su madre le gritaba todo el día al alfa de la casa y este la agarraba a golpes cuando su límite de paciencia llegaba. Todo era horrible en ese infierno, por ello, Keigo salía a escondidas de su casa y se iba a otro sitio mejor.

Tenía envidia cuando iba al parque, mirar como todos los niños allí jugaban juntos, con pelotas nuevas, ropas buenas, juguetes, ver cómo las madres los cuidaban y les daban besos cuando se caían. Keigo quería tener ese tipo de amor por parte de sus padres, cada vez que estaba escondido bajo algún árbol en el parque se preguntaba.

¿Por qué no pudo tener padres así?

¿Por qué su madre no le abrazaba?

¿Por qué su padre no lo cargaba sobre sus hombros y jugaba con él?

Keigo solo podía mirar y no tener, a veces, se quedaba todo día fuera de casa, no tenía amigos porque a todos les parecía extraño, tenía mal olor y no querían ensuciarse. Básicamente, nadie quería jugar con un niño pobre que ni un baño podía tomarse, bueno, al menos nadie le molestaba, aparte de sus padres.

Aunque, las cosas cambiaron un día, era de noche y Keigo buscaba a escondidas en la cocina algunas galletas, apenas las habían alcanzado cuando escuchó la puerta abrirse y a sus padres entrar, estaban peleando de nuevo, rápidamente, Keigo bajó y se escondió dentro del gabinete que estaba bajo el lavaplatos, la madera estaba vieja y tenía algunos agujeros pequeños por los cuales podía ver un poco.

Los vio pelear a gritos, se tapó los oídos con sus pequeñas manos, prefirió no ver y no escuchar nada, al menos eso podía hacer. Los gritos se fueron alejando de la cocina y subieron hasta arriba, aparentemente su madre le estaba gritando a su padre por una infidelidad. De repente, un golpe en seco resonó por todo la casa.

El pequeño cachorro abrió sus ojos con sorpresa y quitó lentamente sus manos de los oídos, todo estaba extrañamente silencioso, salió lentamente del gabinete, caminó despacio hacia las escaleras y se detuvo ahí, tuvo miedo. Solo era un cachorro de casi seis años y muchas cosas le daban miedo.

Sin embargo, justo en ese momento tenía un miedo diferente, a pesar de que todo estaba iluminado por las luces viejas, las escaleras mohosas y algo dañadas le parecían más interminables que nunca.
Quería subir, pero al mismo tiempo quería correr y esconderse de nuevo.

Keigo se quedó allí sin saber cuántos minutos habían pasado, solo salió de sus pensamientos cuando escuchó pasos pesados acercarse a las escaleras, corrió lo más rápido y silencioso posible al hueco que había en la parte baja de las escaleras. Se quedó allí, quieto y oculto entre la oscuridad que le brindaba el sitio.

Miró bajar a su padre, tenía un bolso sobre el hombro y parecía desesperado por irse, el alfa ni siquiera miró atrás, dejó el sitio y Keigo no sabía que había pasado. Tomó algo de valor para subir las escaleras, solo podía escuchar sus pasos y el latido de su corazón, parecía que no había nadie.

Cuando llegó arriba notó que la puerta del baño que usaban sus padres estaba abierta, caminó lentamente hacía ahí y miró cómo la mano de su madre estaba tendida boca arriba en el suelo, un pequeño charco rojo se extendía hacia la puerta lentamente. Keigo se dio la vuelta y casi corrió hacia la parte de abajo, tropezó en las escaleras cuando casi iba llegando al final.

Se lastimó un poco, pero eso no impidió que se volviera a levantar para correr, salió de la casa, no era tan tonto como para no saber que había pasado. Su madre estaba muerta y su padre había sido el causante, no podía estar allí más tiempo, de todas formas, no había nada para él en ese lugar.

Anduvo por las calles un par de días, fueron las peores experiencias que tuvo, la gente lo evitaba como si tuviera alguna enfermedad incurable, y apenas pudo comer algo. Hacía mucho frío por las noches, no tenía nada con que arroparse por lo que era peor.

Un día se puso a llover, no encontró un sitio en donde resguardarse por lo que tuvo que pasar el tiempo mojado en un callejón, habían pasado un par de horas cuando apenas estaba lloviznando para escampar, hacía frío y se estaba congelando, aparte de eso se estaba empezando a sentir mal.

Un estornudo con algo de fuerza y se encogió sobre sí mismo tratando de tener algo de calor. Keigo solo quería comer, tenía mucha hambre, quería pasar el tiempo jugando con los demás niños, quizás ir a la escuela, le hubiera gustado que sus padres lo hubieran puesto en la escuela.

—¿Hola? —Keigo escuchó una voz y pasos que se acercaban a él, alzó su cabeza para mirar hacia arriba, justo en el momento que la llovizna fue parada por algo de color azul sobre su cabeza—, ¿Estás bien, pequeño? ¿Qué haces aquí así con esta lluvia? ¿Y tus padres?

Parpadeando un par de veces, el pequeño cachorro pudo ver bien a la persona que tenía enfrente, se miraba gentil, sus ojos verdes estaban sobre su persona con algo que nunca había tenido antes, preocupación, ese desconocido estaba preocupado por él.

—No tengo nada, no tengo padres —para Keigo eso era cierto, aquellas personas solo eran padres de nombre, nunca vio que se comportarán como padres de verdad.

El menor vio como el pecoso iba hablar, sin embargo, cuando volvió a estornudar el mayor rápidamente trató a dejar su paraguas en algún lugar, se quitó el suéter con cierre que tenía y se agachó a su altura para envolverlo con el, Keigo sintió la calidez de algo seco y el aroma dulce del mayor.

También fue alzado por él fácilmente, le agradó sentir como su cabeza era apoyada suavemente en su hombro, parecía ser que no le importaba si estaba sucio y mojado, era abrazado con suavidad, una que nunca había sentido antes. El pequeño miró como el mayor de cabellos verdes agarró su paraguas de nuevo y los protegía de la lluvia.

—No te preocupes, te llevaré a un sitio cálido para que te mejores —si Keigo no tuviera sus brazos calentitos dentro del suéter del mayor lo hubiera abrazado también—. Por cierto, mi nombre es Midoriya Izuku, puedes decirme Izuku si gustas, ¿Cómo es tu nombre?

—Takami Keigo —susurró el menor en respuesta, sintió como el mayor se tensó un poco pero no le dio importancia, por primera vez en días se sentía en un lugar cómodo.

—T-takami… —susurró apenas audible el pecoso para sí mismo, había visto las noticias, y si estaba armando bien el rompecabezas en su mente, el pequeño cachorro que tenía en brazos era huérfano.

Eso hizo que su pecho doliera, el pequeño Keigo estaba solo y muy mal, si hubiera pasado otro día en la calle posiblemente no resistiría más. Entonces Izuku lo sostuvo contra su cuerpo suavemente buscando mantenerlo cálido, sabía que estaba mojado y su suéter también se había mojado por ello.

Cuando llegó a su pequeño apartamento rápidamente guardó su paraguas y pasó al baño, aún tenía al menor en sus brazos por lo que tuvo que ser cuidadoso al agacharse y abrir la llave para llenar la bañera con agua tibia. Trató de que quedara bastante caliente, pero no al punto de llegar a quemar, solo quería que el cachorro pudiera entrar en calor pronto.

—Voy a quitarte la ropa ¿Sí? —Izuku sentó al menor sobre la tapa del inodoro y le quitó la ropa mojada con cuidado, le dieron ganas de llorar al notar lo delgado que estaba, podía contar los huesos de sus costillas sin problemas.

—Todo el lugar está limpio —Keigo por su parte admiraba el todo el sitio desde que llegó, sus ojos dorados miraban como el lugar pequeño era por mucho, mejor que su antiguo hogar.

No había olor a moho, ni a cigarrillo viejo, no había nada de alcohol en el aire. Todo olía bien, a flores y manzanilla, acogedor, Keigo fue sumergido en el agua más deliciosa que sintió en su vida. Las manos suaves del hombre pecoso se pasearon por su cuerpo con una esponja jabonosa para limpiarlo.

Unos cuantos minutos después, cuando hasta su cabello fue lavado, Izuku vació la bañera y buscó una toalla, Keigo fue enrollado en esa pequeña manta seca y llevado a la habitación que aparentemente era del pecoso. Era un Omega, lo dedujo porque al entrar a la habitación el olor dulce y cálido de flores y manzanilla se hizo más fuerte.

Fue dejado enrollado como un burrito sobre una suave cama mientras que el Omega mayor buscaba algo de ropa rápidamente en su armario, murmuraba cosas que Keigo no entendía en lo absoluto, aún así no le quitaba la vista de encima.

—Por primera vez en mi vida me alegro de que mi ropa se haya encogido por demasiada agua caliente —murmuró el pecoso un poco consternado, no entendía cómo era posible de que su ropa de volviera pequeña por el agua caliente, bueno, le pasó algunas veces que no prestó atención a lo que echaba en la lavadora.

Izuku le colocó la ropa al cachorro, aún así le quedó un poco grande, pero al menos no se le caía, después le buscaría algo más cómodo. Lo cargó de nuevo y lo llevó a su sofá, el pecoso regresó a su habitación por una suave manta y acomodó a Keigo lo más enrollado en ella como fuera posible, quería evitar a toda costa un resfriado.

—Iré a la cocina por algo de comer, no te muevas de aquí —el pecoso sonrió dulcemente revolviendo un poco el cabello del menor, antes de irse tomó el control del televisor y colocó un canal infantil.

Keigo solo se quedó allí, disfrutando de las calidez y lo suave que era el  sofá, en la TV estaba pasando una programación de súper héroes, había uno con traje amarillo y el otro tenía el traje azul, peleaban juntos para derrotar al malo.

Le gustó lo rudo y determinado que era el super héroe del traje azul, su poder era de fuego y atacaba al villano con eso, hacía grandes explosiones dejando chamuscado muchas cosas, el pequeño Keigo estaba maravillado, aunque solo era un co-protagonista, siempre vio en los carteles de la calle que la serie era sobre el super héroe All Might, pero Endeavor tenía una aparición secundaria y a muchos no le agradaba.

—¡All Might! Está saliendo, ¿Es genial, verdad? —Keigo no supo cuanto tiempo se la pasó mirando la televisión, asintió levemente ante lo dicho por el mayor y notó como el programa estaba por terminar pues los héroes ya habían derrotado al villano.

Apartando la vista del aparato, dio con el Omega y un plato de sopa humeante, el aroma de la comida hizo que el estómago de Keigo gruñera, el pecoso solo rió por lo bajo y se sentó a su lado, tomó algo de sopa en una cuchara y la sopló un poco para tibiarla.

—Di "Ah" —Izuku ofreció la comida y no fue negada ni una vez, sonrió al escuchar lo pequeños ronroneos del cachorro, la taza se vació en un dos por tres, y Keigo sentía que nunca había comido algo tan delicioso, además de que nunca se había sentido tan lleno.

El sueño dejó algo atolondrado a Keigo, Izuku lo notó y tomó al pequeño cachorro en sus brazos de nuevo, lo llevó a su habitación para acomodarlo en su cama, el pequeño de cabellos amarillos quedó profundamente dormido, sin embargo, al tocar su frente, estaba caliente, el pequeño tenía fiebre.

Izuku rápidamente buscó dinero y un suéter limpio para salir, solo iría rápidamente a una farmacia, por suerte a una cuadra de su apartamento había una. Pidió recomendaciones a la que atendía allí, compró rápidamente todo y volvió lo más pronto que pudo.

Una vez llegó fue a la habitación, sacó la cantidad de jarabe que le habían dicho y se la hizo beber al menor, fue algo complicado ya que estaba medio dormido, pero era mejor así, mientras más pronto tomase las medicinas más rápido mejoraría.

No pudo evitarlo, Izuku quería cuidarlo, sus instintos maternos de Omega le hacían querer protegerlo, miró por las noticias lo que le había pasado a su madre, lo que había hecho su padre, además, sobre los testimonios de como ellos apenas podían cuidarse a sí mismos, dejando al pequeño Keigo bastante mal.

La policía supuestamente estaba buscando al menor, ahora lo tenía ahí, frente a él y algo enfermo. Izuku sabía que si lo dejaba en una estación, ellos solo lo iban a llevar al primer orfanato que estuviera más cerca, no quería permitirlo, era un pequeño que ha sufrido mucho y sería llevado a un lugar al que no se sabía si una familia lo iba acoger algún día.

No, Izuku no quiere dejarlo a su suerte, Keigo era tan pequeño, estaba seguro que era por su mala alimentación y él cambiaría eso. El pecoso se acercó más al pequeño y le acarició la frente con suavidad, debía de buscar una toalla y agua fría para colocarla en su cabeza, sin embargo, quería estar allí otro rato, y cuando el menor se acercó a él buscando su calor.

Izuku tomó una decisión, sabía que le iba hacer un poco difícil, aún así, no iba a dejarlo, cuidaría del pequeño Keigo.

(...)

Sinceramente fue algo que sorprendió a Keigo, pasó casi dos semanas con el Omega mayor y en ese pequeño periodo de tiempo tuvo más amor que en toda su vida. Al mayor le gustaba reír, hacer comidas deliciosas, fueron a comprar ropa y nunca tuvo tanta ropa como en ese momento.

Aparentemente Izuku era dueño de un café que fue heredado de su madre, allí conoció a los amigos del Omega, una beta, un alfa y otro Omega. Fue bien recibido allí, aunque los mayores lo miraron con sorpresa al principio no le trataron mal, mientras que Izuku estaba en la cocina los demás lo ayudaban a cuidar.

Izuku le compró un libro para pintar y unos crayones, era de súper héroes, se divirtió bastante tratando de imitar los colores que aparecían en un pequeño dibujo colorido al lado del grande que se necesitaba pintar, fue su primer libro.

Su primer juguete fue cuando Izuku lo llevó a una tienda de ropa, también fue la primera vez que le compraron ropa, en sección de niños había un estante lleno de peluches y en la última parte abajo con algo de polvo encima lo vio. Un pequeño y relleno peluche de Endeavor, era chistoso con sus bigotes de felpa y sus ojos enojados.

El pecoso se acercó a él y le sonrió mientras le tomaba de la mano suavemente e iban al mostrador, el peluche fue comprado junto a la ropa. Sonrió con alegría por ese hecho y el mayor le sacó una foto, dijo que era la primera vez que lo miraba sonreír así y eso también le hacía feliz.

Después de eso fueron a casa, casa, le sonaba extraña esa palabra, antes siempre tenía miedo de estar en su "casa", pero en ese momento, casa significaba un sitio seguro y tranquilo. Izuku hizo pollo frito con arroz y un caldo de verduras. El pecoso le había dicho que eso lo iba ayudar a tener muchas vitaminas, le hizo caso y comió todo, aunque, dejó una presa de pollo frito al final para disfrutarla.

Su lugar para dormir era la misma cama que Izuku, eso mientras que se terminó de arreglar la pequeña habitación de invitados para él, habían unas cajas y otras cosas que fueron movidas poco a poco. Al final terminó con una habitación, pequeña pero acogedora, un pequeño armario para su ropa nueva y una cesta de juguetes.

Fue increíble, y un día el pecoso lo vistió con ropa algo elegante para salir, fueron en el auto de la amiga beta que trabajaba en el café, Ochako, así la llamaba Izuku y ella le decía que la llamara tía Ocha. Fueron a un sitio de colores grises y muy alto con muchas ventanas.

Al entrar, fueron recibidos por un alfa de cabellos azules oscuro y lentes, quién era la pareja de la beta, el hombre grande se agachó a su altura y por reflejo se ocultó detrás del Omega haciendo que la mayor de cabellos castaños soltara un chillido por ser tan "tierno y tímido".

—Así que tú eres el famoso Keigo Takami, ¿No? —preguntó el mayor con voz suave para no asustarlo y recibió un asentimiento—. Un gusto, mi nombre es Tenya Iida, ¿Sabes la razón por la cual estás aquí?

Keigo no supo qué responder, aunque Izuku le había dicho que irían a un lugar importante no le dijo exactamente para qué, buscó con sus ojos dorados a los verdes tratando de conseguir algo de ayuda. Izuku le sonrió y lo tomó en sus brazos para alzarlo, el menor rodeó con sus pequeñas manos el cuello del pecoso.

—Para yo poder cuidarte hasta que crezcas tengo que adoptarte legalmente, Iida es un abogado y me ayudó con los trámites —habló el pecoso y el ceño de Keigo se frunció, ¿Adopción?—, básicamente, venimos aquí para que yo me pueda convertir en tu madre ante los demás, si te adopto puedo inscribiste a una escuela o llevarte al aeropuerto e ir a otro país, ¿Entiendes lo que quiero decir?

—¿Mi mamá? —preguntó Keigo y sintió sus ojitos llenarse de lágrimas, Izuku quería ser su mamá, si eso pasaba.

¿Significaba que iba a tener todo ese cariño que le dio en esas semanas?
Aquella cama cómoda y cuarto arreglado para el solo, deliciosas comidas, ¿Todo eso? Sí, lo quería.

—Para eso también necesitamos saber, ¿Quieres conversar tu apellido o no hay problemas en que pueda darte el mío?  —preguntó el pecoso caminando hacia la oficina de Iida, el alfa le abrió la puerta y lo dejó entrar, seguido de la castaña.

—¡Y-yo! Yo quiero el tuyo, Midoriya Keigo —el menor exclamó con sus ojos brillosos e Izuku sonrió dejando salir su aroma fresco y feliz, a Keigo le encantaba ese aroma.

—Bien, está hecho, Ochako me ha dicho lo que haz hecho esta semanas por él, además de que se muy bien que eres autosuficiente como para cuidarlo —Iida sacó los papeles de adopción y escribió un par de cosas en ellos, después se lo pasó al pecoso—, hay un testigo y el pequeño está más que de acuerdo.

Izuku le sonrió al pequeño rubio antes de tomar los papeles y firmarlos. Después de todo el papeleo, el pecoso se quedó con unos cuantos, no sabía que su vida iba a dar un giro de esa forma, desearía tener a su madre para mostrarle a su nuevo nieto.
Seguramente se sorprendería bastante, eso hubiera sido bastante chistoso. 

Cuando iban saliendo de la oficina el pecoso tomó al menor de la mano, les dio las gracias a sus amigos y casi al salir la puerta se abrió antes de que lo hiciera él mismo. Un aroma fuerte y cítrico llenó un la habitación, seguido de eso, entró un alfa de cabellos amarillos cenizos con unas carpetas en mano, se detuvo cuando vio que casi lo iba a chocar.

—¡Lo siento! No sabía que alguien iba a entrar —se disculpó rápidamente el Omega y puso una distancia prudente entre ellos.

—¡Bakugou! ¿¡Qué te he dicho de entrar de esa manera a mi oficina!? —regañó Iida al rubio mientras caminaba hacia ellos—, disculpa Midoriya, Bakugou es un nuevo socio del departamento, es un poco mal educado.

—¡¿Ah?! —en ese momento el rubio pareció salir de una ensoñación, miró al otro alfa y después pasó de nuevo al Omega mirándolo de arriba abajo, aunque, notó como una cabellera rubia se escondía detrás de sus piernas, un cachorro—, perdón por casi golpearte, estaba apresurado y no sabía qué gafas tenía cita hoy.

—¿C-cómo me..? —Iida pareció respirar hondo para hacer que su ira se calmara—, bueno, de todas formas no importa, Midoriya, me alegra mucho que tú adopción se llevó a cabo con éxito, espero que sean felices.

Tenya le sonrió al pecoso y después revolvió el cabello del cachorro, Izuku asintió despidiéndose de nuevo, se despidió del rubio y después salió. Ochako salió junto al pecoso mirando ya que su tiempo a solas con su alfa se había ido al caño.

Caminaban por los pasillos de vuelta al estacionamiento y Ochako estaba extrañamente sonriente. Izuku solo ignoró eso y se centró en su pequeño hijo, al cual cargó para que pudiera mirar desde lo alto los alrededores.

—¿Viste como te miró Bakugou? —habló la castaña con una sonrisa pícara  y el pecoso solo ladeó la cabeza—, ¡Ay por favor! ¡Te miró de arriba abajo como un delicioso pastel servido para él!

—¿De qué estás hablando? Apenas y cruzamos un par de palabras —sinceramente, Izuku creía que la obsesión de Ochako por encontrarle pareja ya se había excedido bastante.

—¡Pero Izuku! Eres un Omega, joven, hermoso y soltero, el paquete completo para cualquiera —alabó la beta e Izuku no sabía si mirarla mal, sentó a Keigo en la parte trasera del auto y le abrochó su cinturón.

—No, yo soy un Omega, joven y madre soltera, tienes que saber que los alfas no se encariñan tan fácil con cachorros que no son suyos —respondió el pecoso en un murmullo tratando de no alterar a su recién cachorro—, y si ese alfa me miró de arriba abajo como tú dices, sí, solo soy un pastel el cual se comería una sola vez y votaría las sobras.

—Vamos, no seas tan pesimista, puede que te invite a una cita antes, además, puedes disfrutar el ser un pastel comido —habló la beta guiñando un ojo, Izuku se sonrojó y la miró mal.

—Ochako, por favor —el pecoso se dejó caer en el respaldo de su asiento y miró por la ventana, siendo algo sincero, ese alfa no estaba mal, aún así, Izuku no era una presa fácil—. ¿Por qué mejor no vamos por un helado para que te baje la calentura?

—Iremos por helado, sí, me bajará la calentura, no, eso lo hará Iida cuando estemos en su casa —Ochako infló sus mejillas con burla y el pecoso solo resopló, por su parte, el pequeño Keigo no entendía nada de lo que decía los mayores.

Solo disfrutó de la tarde comiendo helado y jugando en el parque con su madre ahora oficial, adoraba como el pecoso lo empujaba en los columpios y lo animaba para que bajara por el tobogán, además, también jugaba con los otros cachorros, estos eran nuevos y no sabían quién era, eso era bueno para Keigo, podría hacer amigos sin que lo juzguen.

Al llegar a casa estaban agotados, así que el pecoso quiso consentirlo un poco más y llamó a domicilio, pidió unos nuggets de pollo y Katsudon, sabía que la mayoría del pollo sería devorado por el menor, era su comida preferida y como era un día especial los dos comerían sus cosas favoritas.

La cena terminó con dos personas bastante satisfechas, Keigo tomó un buen baño y después fue a su habitación para cambiarse de ropa, se acostó en su cama y poco después llegó el pecoso, le leyó uno de los cuentos de super que había comprado para él y cuando acabó, le besó la frente saliendo después de apagar la luz.

Fue un buen día pasa Keigo, uno de los mejores, sabía que no era el mejor niño, no hablaba mucho, bueno, antes no hablaba para nada, ahora siempre trataba de responder cuando Izuku le preguntaba algo, además, estaba teniendo confianza para dar su pequeña opinión sobre las cosas. Ahora, Keigo estaba pensando seriamente que debía de empezar a decirle mamá.

(...)

Cuando menos se lo esperó, estaba en la escuela, habían pasado algunos meses, su mamá le enseñado a leer y escribir decentemente, Keigo era listo, por lo que pudo aprender rápidamente.

Fue presentado ante todos como Midoriya Keigo, ahora estaba rodeado en un salón con cachorros de su edad, primero de primaria, bueno, era un año mayor que casi todos así pero no había ningún tipo de problema con eso.

Le gustaba estudiar, aprender era algo que amó al instante, hizo amigos en su salón y jugaban con la pelota en los recreos, su mamá no le reprochó nunca cuando llegó con un pequeño raspón o su ropa sucia, decía que era normal jugar y ensuciarse, pero que de todas formas había que tener cuidado.

Todo estaba bien, excepto por una cosa, casi diariamente llegaba a la cafetería de su madre pecoso, el alfa que conoció aquel día cuando fue adoptado. Keigo se pasaba las tardes después de la escuela allí, haciendo sus tareas y comiendo algo que le hacia el pecoso.

El alfa siempre tomaba asiento a su lado en la mesa más apartada del café, solo se sentaba allí y le decía algunas cosas sobre su tareas, le ayudaba. Al principio Izuku estuvo nervioso por eso, pues obviamente iba a estar algo alterado que un desconocido se acercara a su cachorro.

Sin embargo, Katsuki, como era el nombre del alfa, nunca llegó hacer nada malo, solo estaba, pedía café negro y le explicaba cosas en las que se equivocaba o no entendía. También le sonreía mucho a su mamá, aunque el pecoso no salía mucho porque tenía que estar en la cocina, a veces, cuando él salía, Katsuki le decía cosas que lo hacían sonrojar.

No entendía mucho qué pasaba, aunque, no dijo nada sobre ello, tampoco dijo nada cuando miraba al Omega mayor tomar su ropa con rastros del aroma del alfa rubio y las olía. Una vez le preguntó al alfa Shinsou y al Omega Denki la razón por la cual su madre y el señor Bakugou hacían eso, el rubio le hacía "bromas" a su madre en el trabajo y este parecía molestarse y su rostro siempre estaba rojo, aunque, al llegar a casa y cambiarse, el pecoso parecía "extrañarlo" de alguna forma.

Ellos solo rieron y dijeron que cuando fuera mayor lo iba a entender. Bueno, no era que de todas formas se estuviera quejando, pero al pasar más y más los días, Keigo notó que la molestía de su mamá cuando estaba en presencia del alfa rubio fue cambiando a pequeñas sonrisas acompañadas con sonrojos.

Había notado esos cambios, y un sábado por la mañana, mientras Keigo estaba sentado en la barra del café comiendo pan con chocolate caliente, llegó él nuevamente. Se acercó despacio hacia donde estaba Keigo, el café estaba casi solo, excepto por los que trabajaban para el pecoso y un par de clientes.

—Buenos días, pequeño Halcón, ¿Tu madre está en la cocina? —preguntó el mayor sentándose a su lado, tenía puesto una ropa casual, no los trajes que siempre tenía entre semana.

—Sí, está terminando de preparar algunas cosas para el resto del día —contestó el menor tranquilo dándole un mordisco a su pan—, esh raro behrte así.

Habló con la boca llena haciendo reír al mayor, la beta de cabellos castaños apareció y al mirar allí al rubio sonrió en grande y corrió de nuevo a la cocina gritando "¡Bombón de menta, tienes visitas!". Minutos después, Izuku salió de afuera acomodándose un poco el cabello, era algo que Keigo había notado también.

Su mamá siempre se arreglaba más de lo usual cuando el rubio estaba cerca, aunque lo negaba completamente, miró como se ponían a conversar, Katsuki trataba de sacar al pecoso a pasear en ese momento que no había tanta gente para que no se fuera a preocupar por el local. Al final, el Omega terminó cediendo y el pequeño rubio había terminado con su media mañana.

—Bien, pequeño Halcón, vamos —el rubio lo ayudó a bajar de la silla, le limpió un poco el rostro en donde tenía migajas de pan y esperaron en la puerta del café al pecoso que estaba buscando sus cosas.

—Ya estoy listo —Izuku caminó hacia ellos con media sonrisa, había estado unos minutos explicándole a sus compañeros la razón por la cual iba a salir un rato, bueno, básicamente estuvo explicando cosas que ya todos sabían, pero eran por sus nervios.

Katsuki los llevó hasta su auto, era grande, Keigo estaba asombrado, fue sentado con cuidado en la parte trasera e Izuku iba adelante junto al rubio, éste le seguía sonriendo al Omega y diciendo cosas por lo bajo, dejando al pecoso sonrojado y con sonrisas pequeñas.

Tuvieron unos minutos en el auto antes de llegar a un parque, había muchos juegos y puestos de comidas, como una feria pequeña, al bajarse del carro Keigo miró como los mayores hablaban algunas cosas entre ellos pero su atención estaba más en las cosas que habían al frente, olores de comidas distintas y deliciosas llegaban a su nariz.

—Y bueno, ¿Qué quieres hacer primero, Keichan? —habló el pecoso acercándose al menor para tomarlo de la mano, el pequeño rubio miró a los lados, quería ir a jugar con los demás cachorros, pero también quería explorar aquellos puestos.

—Creo que elegirá mejor una vez que mire todo desde un buen ángulo —habló el rubio mayor y de repente, Keigo sintió como era alzado y colocado sobre los hombros del alfa rubio—, ¿Ves mejor desde ahí?

Era como si estuviera volando, podía mirar a todos y todo por encima de los demás, como si fuera un rey. Era el más alto, estaba sentado sobre los hombros de Katsuki y este no era bajo tampoco, sus pequeñas manos eran sujetadas por las manos grandes del mayor, de alguna forma se sentía seguro.

—Kacchan, ten cuidado —la voz algo nerviosa del pecoso lo hizo mirar hacia atrás, ahí estaba su madre, alzando sus manos por si se llegaba a caer y parecía algo alterado.

—No te preocupes, Deku. El pequeño Halcón está seguro conmigo, ¿Verdad? —Katsuki miró hacia arriba para encontrarse con los ojos dorados del menor y Keigo asintió rápidamente en respuesta—, ¿Ves? Ahora, sigamos.

Keigo se la pasó la mayor parte del tiempo en los hombros de Katsuki, mirando y comiendo dulces de vez en cuando, jugó un rato con los otros cachorros y después cuando era poco más del medio día, el alfa los llevó de nuevo a la cafetería, la gente ya estaba empezando a llenar el lugar.

Antes de irse, el menor miró como el alfa le daba un pequeño beso a su madre en la boca, eso lo dejó un poco consternado, y pasó el resto del día pensativo, en la noche cuando estaba en su habitación y el Omega estaba preparando algo para cenar. Keigo buscó uno de sus libros que le habían dado en la escuela para una tarea.

Había un cuento allí, un príncipe  rescataba a la princesa del dragón malo y ella como agradecimiento le daba un beso de "amor verdadero", y el cuento terminaba allí, con los príncipes casándose al final. El pequeño rubio llegó a una conclusión, el alfa rubio y su madre de cabellos verdes estaban enamorados y pronto se iban a casar.

Eso lo puso a pensar más, Katsuki era bueno con él, también le ayudaba con sus tareas cuando llegaba al café, ¡Lo subió a sus hombros!, Podría decir que era como un papá…
Pensar en lo último hizo que los ojos de Keigo se iluminaran, un padre, Katsuki podría ser su padre, o era lo más cerca que tenía de uno.

—Keichan, la comida está lista —el menor salió de sus pensamientos cuando escuchó al pecoso llamarlo, y rápidamente salió de su habitación al comedor.

Tomó asiento en su puesto y esperó a que Izuku se sentase también para empezar a comer, esa noche era ramen, los fideos olían deliciosos. Keigo miró la sonrisa suave de su madre, últimamente se la pasaba sonriendo de esa manera, bueno, más de lo normal.

—¿Si te casas con Katsuki significa que mi apellido se volverá Bakugou? —preguntó el pequeño rubio de la nada, y el pobre pecoso se iba ahogando con los fideos que se estaba comiendo en ese momento.

—¿P-por qué dices eso? —el Omega preguntó tomando su bebida con rapidez, Keigo solamente pasó su bocado de fideos antes de hablar.

—Porque, aunque Katsuki se vuelva mi papá no quiero perder tu apellido, ¿Lo puedo conservar? —respondió el menor mientras volvía a comer sus fideos, Izuku se quedó de piedra en su sitio y Keigo no entendió la razón—, ¿No te vas a casar con Katsuki?

—E-es muy pronto para pensar en eso, p-pero, ¿No te molestaría que lo hiciera? —el pecoso preguntó algo nervioso, obviamente la opinión de su cachorro era esencial para su relación con el alfa.

—Katsuki es genial, no me molesta que vaya a ser mi padre —Keigo miró su plato de comida y después a su madre pecoso—, además te hace feliz, con eso me basta.

—Awww, eres como un pequeño hombrecito —Izuku se levantó de su puesto y tomó al menor en sus brazos, lo acurrucó contra su pecho y le dio un beso en la frente, le parecía bastante sorprendente la madurez que tenía su cachorro.

Sin embargo, esa madurez fue lograda a partir de malas experiencias. Al principio Keigo fue serio, de verdad se comportaba como un pequeño hombrecito, mirando todo de manera silenciosa y hablando con seriedad, ahora, era más expresivo y al verlo jugar con otros niños le hacía saber que, aún, parte de su infancia estaba a salvo.

Izuku pasó una buena noche y habló con Katsuki por celular para planificar otra cita. Keigo, por su parte, escuchaba al pecoso hablar animadamente y eso también lo ponía feliz, cepilló sus dientes y fue a su cama, el pecoso entró a su habitación como de costumbre, su cuento y su beso antes de dormir, nada mejor que eso.

En los días siguientes el rubio seguía volviendo al café, hablaba con su madre, le ayudaba con sus tareas y además salían a pasear los trees de vez en cuando. Una tarde Katsuki lo llevó al parque para mostrarle un regalo, no supo de qué hablaba hasta que la miró, una bicicleta.

El pecoso estuvo aún más nervioso y asustado en todo el momento que Katsuki lo subió a la bicicleta y lo empujó por todos lados del parque. Aprendió todo lo que pudo ese día, nunca antes había manejado algo parecido y hacerlo de pronto fue bastante emocionante.

Las cosas fueron a un punto en el que Keigo tuvo que quedarse un fin de semana en casa de sus tíos, Ochako e Iida, no supo la razón y cuando le preguntó a la castaña ésta le dijo que el pecoso estaba ocupado esos días, al igual que Katsuki.

Cuando volvió a casa notó un cambio, el aroma del rubio estaba por todas partes, impregnado en el aire, mezclado con el aroma del pecoso, no era algo malo, en realidad le gustaba estar rodeado de esa mezcla armoniosa, su mamá estaba más alegre, e incluso Katsuki se quedó a comer el lunes.

Pudo notar en sus bordes de las camisas y en sus cuellos algunas marcas, no era algo de lo que asustarse, pues a ninguno de los adultos parecía molestarles. Dos meses después se mudaron a una casa en un buen barrio, todas las casa tenían un gran jardín llenos de plantas y flores, la calle era grande y tenía árboles que hacían sombra por todo el lugar.

Lo mejor de todo era que en la casa también iba a vivir Katsuki, él e Izuku iban a compartir habitación mientras que Keigo tendría una propia, era un poco más grande que su antiguo cuarto, además de que tenía una buena vista al jardín.

Jugó con su bicicleta allí toda la tarde cuando los del camión de mudanza acomodaban las cosas pesadas e importantes, después cenó comida china para llevar, pues su mamá había dicho que aún no había arreglado bien la cocina para poder hacer comida.

Pocos días después fue llevado a conocer a sus nuevos abuelos, estaba algo nervioso en el auto y abrazaba a su peluche de Endeavor con fuerza, habían pasado a la ciudad y salido a un barrio parecido al de su casa.

—Mis padres adoran a los mocosos, y si ustedes dos siguen así yo también me pondré nervioso —habló el rubio mirando al pecoso a su lado y miró por el espejo retrovisor a Keigo—, ellos los van a querer y aunque no pase eso, de todas formas no pueden opinar sobre mi vida personal. No dejaré que nada les pase.

Izuku volteó hacia el rubio y le sonrió más tranquilo, el pequeño rubio también se sintió más tranquilo, se mantuvo en silencio mientras miraba por la ventana las grandes casas pasar.

—Yo solo espero que ellos nos acepten a los dos, quiero llevarme bien con la familia de Kacchan —el pecoso se inclinó hacía el rubio para darle un pequeño beso en su mejilla, después volteó hacía el asiento de atrás y estiró su mano para tocar el cabello rubio y rizado del pequeño Keigo—, quiero que Keichan se sienta cómodo.

—Lo estará, ¿Verdad pequeño Halcón?, Estoy seguro que tus abuelos te van adorar —Keigo pudo jurar que el alfa rubio lo miró con algo de orgullo, el menor asintió con energías e Izuku se rió por lo bajo.

Fue como si Katsuki hubiera hecho una profecía, cuando conocieron a los señores Bakugou's en su gran casa al principio nadie dijo nada aparte de los saludos, pero después, fue como si su futura, aún no oficial, abuela Mitsuki dejará de contenerse y abrazó con fuerza al pecoso y a él mismo diciendo que eran muy adorables.

Su futuro, aún no oficial, abuelo Masaru fue bastante amable, era un Omega igual que su madre y les dio té y galletas para pasar el rato, al final se quedaron a cenar, la noche transcurrió con charlas algo vergonzosas por parte de la rubia quien sacaba temas del alfa de cuando era más joven.

Y mientras que Katsuki y Mitsuki armaban una batalla campal en el comedor, Izuku y Masaru tenían una charla más tranquila sin prestarles atención a los otros dos. A Keigo le pareció divertido, pasó otra noche buena y con tranquilidad. Fueron a su casa cuando acabó la cena, el pequeño rubio se quedó dormido en el auto, pero sintió como alguien lo cargaba, lo llevaba a su habitación y lo arropaba con suavidad.

Poco tiempo después fue su cumpleaños, lo que le pareció extraño ya que no sabía qué día era, nunca lo celebró, sin embargo, Izuku le dijo que en sus registros de nacimiento estaban las fechas y le preparó una gran celebración cuando el día llegó, invitaron a sus amigos del salón, los amigos de sus padres asistieron y sus futuros abuelos, comió pastel y le dieron regalos, Keigo tampoco imaginó que eso llegaría a pasarle.

Aunque, dejó que las cosas pasarán y solo se dedicó a disfrutar de su nueva y feliz vida. Cuando Izuku y Katsuki se casaron, el pecoso pasó a llamarse Bakugou. Su papá, ahora oficial, no le obligó a ponerse su apellido, entonces Keigo quedó como Midoriya, y estuvo satisfecho con eso.

Cuando tuvo casi nueve años nació su hermano, al principio tuvo un poco de miedo y creyó que iba a ser reemplazado, pero cuando notó que el trato de sus padres con él no cambiaron dejó esos pensamientos de lado. Kouta, así se llamaba su pequeño hermano, con un cabello de color oscuro y casi el verde ni se distinguía, puntiagudo y de ojos rojos.

Recuerda bien que su madre se puso muy triste porque el pequeño bebé no salió muy parecido a él, sin embargo, dijo que en otro intento podría hacerlo. Keigo solo supo que eso significaba más hermanos, le gustó mucho cuidar de su pequeño hermano así que no tendría problemas en que hubiera más.

El tiempo pasó y los años se fueron como el viento, cuando Keigo diez años se presentó como alfa y al estar en la secundaria descubrió su amor por el básquetbol, y siguió practicando incluso en la universidad. Aquella personalidad tranquila e introvertida que tenía de pequeño se fue por completo dejando a un joven bastante energético y expresivo, esa era una de las razones por la cual era bueno en el básquetbol, podría ser algo bajo, pero era muy rápido y daban grande saltos sin fallar ningún tiro al cesto.

Su apodo como Hawks, en la cancha creció rápidamente, le daba algo de ironía pues de pequeño su padre le decía Halcón, bueno, le agradaba ese apodo y lo convirtió oficial en todos sus partidos. Las cosas dieron un pequeño giro al salir de la preparatoria, fue puesto en una de las mejores universidades gracias a la influencia de su padre rubio, allí se enamoró de un Omega con un carácter algo fuerte.

Touya Todoroki, hijo menor de una gran familia importante, el padre de Touya también era abogado. Keigo cayó a sus pies inmediatamente, no sabía la razón por la cual ese Omega de cabellos blancos y ojos azules le llamaba tanto la atención y aceleraba su corazón, sin embargo, no se rindió y le demostró todo el tiempo el aprecio que le tenía, incluso haciendo sin ninguna vergüenza algunas cosas frente a otras personas.

A veces se ganaba uno que otro golpe, pero no le importaba mucho, siguió intentando enamorar al cascarrabias de Dabi, como él mismo se hizo llamar, y al final aceptó una cita de muchas otras que vinieron después. Fue todo una alegría que el día de su graduación, notando las miradas de orgullo de sus padres y la alegría, la familia de Keigo fueron a cenar con la familia de su novio para presentarse formalmente entre ellos.

Fue también algo gracioso ver como las dos familias tenían cuatro hijos, Keigo tenía tres hermanos menores, Kouta y los gemelos Mahoro y Katsuma. Shouto era el mayor de los Todoroki y el que tomaba el cargo de su padre en el bufé de abogados, era un Omega serio y algo intimidante, Enji estaba orgulloso de ello.

(Keigo estuvo bastante sorprendido al ver que el alfa mayor de cabellos rojo era parecido a su héroe favorito de televisión. )

Hubo aprobación en ambas familias, y Keigo estaba más que feliz, el inicio de su vida pudo no ser el mejor, sin embargo, un ángel pecoso llegó para recogerlo y cuidarlo con todo el amor de madre que tenía para dar. Tuvo lo que siempre deseó, padres amorosos y hermanos en los cuales podría confiar si algo le pasaba.

Una familia de verdad, y ahora, su propia historia para comenzar su propia familia estaba apenas empezando. Debía de dar lo mismo que los salvadores de su vida le dieron, todo el cariño, amor y respeto que le dieron de ejemplo.

Fin

(....)

Espero que este one shot no les haya parecido aburrido. Fue todo a punto de vista de Keigo. 😣

Mi bebé precioso, tenía que hacerle una vida feliz sí o sí.

Zaorycast. ✨✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro