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08: Halloween.

⚠️ advertencia ⚠️

Hoy no hay, no existe.
Es sorpresa como especial de Halloween, se pueden encontrar con lo que sea, no habrá ni etiquetas de nada.

Lean bajo su propio riesgo. 😈

(...)

No fue culpa de nadie, menos de Izuku. Él no tenía la culpa de perderse en medio del bosque, a mitad de la noche, era un explorador y tenía como misión llevar un mensaje al reino vecino de su tierra.

Fue un pedido personal del mismo rey Toshinori Yagi, ningún otro mensajero quiso entregar el mensaje por miedo. Según rumores, o leyendas entre los mismo pueblerinos era que ese bosque estaba habitado por monstruos, aunque nadie había visto uno todavía.

Bueno, no era exactamente así, se decía que cosas extrañas pasaban una noche al año en específico. Los 31 de octubre, nadie sabía por qué, nadie sabía cómo, lo único que sabían era que no debían meterse en ese lugar en esa fecha, y nadie lo había hecho en años.

Hasta ese momento, el mensaje era urgente, no conocía mucho los detalles pero si su rey se lo pedía, tenía que hacerlo. Tenía un poco de miedo sí, en cuanto entró en ese lugar sintió como todos los vellos de su cuerpo se erizaban.

El aire era denso y frío, tan frío como si estuviera en medio de una tormenta de nieve, su respiración era visible al soltar el aire. Por suerte se había puesto ropa abrigada así que salvaba de que se calase en sus huesos o estuviera tiritando de frío.

La tragedia pasó cuando una neblina espesa cubrió el camino, su lámpara apenas podía alumbrar algo, ni siquiera los árboles más cerca se podían ver. Anduvo por un rato hasta que sus pies perdieron todo contacto con el suelo y terminó resbalando por quién sabe dónde.

Al parecer había caído por un acantilado, que obviamente no estaba en el mapa, ni el camino, para peor su lámpara se rompió y apenas podía ver su mano al frente de su cara. Trató de repararla, y buscó en su mochila sucia con barro y tierra para ver si algo le podría servir. 

Izuku se levantó a trompicones, arrastraba sus pies tratando de no volver a tropezar con nada, estaba sucio y la oscuridad no era buena para seguir adelante. No tenía un refugio y no sabía si podía encontrar alguno sin ningún tipo de luz, pero aún así siguió caminando.

Para algo de su suerte, el cielo se despejó y la luna llena alumbraba un poco entre las espesas ramas de los árboles. Que un Omega esté en esa situación no era bueno, y quizás si el rey lo supiera no lo hubiera mandado a esa misión en ese día.

Aunque a Izuku no le importaba, así podría mostrar su valía. Pero, no podía evitar sentirse observado, quería decirse que solo eran animales nocturnos del bosque, búhos o pequeños zorros, porque pensar en animales grandes le hacía temblar las piernas.

Bueno, quizás si no era tan valiente como se hacía pasar y debió negarse a traer ese mensaje, pero ya era tarde para retractarse, muy tarde, estar completamente perdido era una buena prueba de ello.

—Bien hecho Izuku, ahora tienes que pasar frío, hambre y … —la quejas a si mismo se apagaron cuando escuchó una rama romperse atrás suyo, no fue el de ninguna manera—. ¿H-hola?

¿Podría ser tan estúpido como para preguntar por alguien en esa situación?
Sí, si lo era. El pecoso volteó lentamente hacia el origen del ruido, la luna fue cubierta momentáneamente por las nubes del cielo dejando todo en penumbras por unos minutos.

Los suficientes como para notar un brillo entre las sombras, era rojo, de una manera escalofriante, no tenía que ser un genio para saber que ese brillo venían de un par de ojos. No estaba tan lejos, unos casi diez metros cuando mucho, todos los sentidos de Izuku le dijeron una sola cosa.

"¡Corre!"

Asi lo hizo, soltó un grito de niña despavorida y corrió como alma que se lleva el viento. Saltaba y esquivaba ramas y raíces, toda las que podía, algunas otras le golpeaban o le hacían casi tropezar.

Corrió y corrió, escuchando como los arbustos atrás suyo se movían como si algún tipo de bestia estuviera siguiendo sus pasos. Todo acabó de la peor forma cuando una raíz particularmente grande le hizo caer de bruces al suelo, la tierra y hojas secas llenó su boca de una forma asquerosa.

Cuando trató de pararse cayó al suelo de nuevo causado por un dolor intenso en uno de sus pies, al parecer se había roto un tobillo. Un sollozo de dolor y pánico escapó de sus labios, escupió todo lo que pudo de la tierra en su boca y buscó pararse otra vez.

Pero le era imposible, el dolor lo recorría como una descarga eléctrica fuerte cada vez que trataba de mover su pie, al final lo único que Izuku pudo hacer fue echarse para atrás con miedo, dejó salir un pequeño grito cuando cayó por entre las raíces del árbol a un agujero entre ellas.

Quería salir y volver a gritar de dolor, pero se obligó a hacer silencio cuando escuchó como algo de acercaba a donde estaba, tapó su boca con ambas manos, sus ojos no pudieron contener las lágrimas de miedo que se deslizaron por sus mejillas, mientras esperaba y rezaba a todos los dioses que esa criatura se fuera de una vez.

Algo grande, monstruosamente grande, caminó al frente del agujero con pasos pesados, un tipo de gruñido bajo y bestial se podía escuchar alrededor del tronco mientras la bestia seguía caminando.
De pronto los pasos se fueron alejando lentamente del sitio e Izuku sintió que pudo respirar de nuevo, para estar seguro se quedó unos minutos entre el agujero tierroso y después se arrastró como pudo hacia afuera.

Ese lugar era un espacio muy pequeño como para estar allí más tiempo, además el sentimiento claustrofóbico que le daba no le iba a dejar permanecer allí toda esa noche. Cuando salió se pasó una mano por el cabello quitando todo lo que podía de tierra y hojas secas.

Caminó casi en cuatro patas antes de terminar de salir por completo del tronco,
Su respiración era agitada y pesada, trató de tomar aire profundamente y de último soltó un suspiro tratando de calmarse un poco más. Casi sonrió de alivio, sino fuera por el aliento cálido y pesado que sopló en su cuello, seguido de un gruñido bajo.

Se volvió de piedra en ese instante, Izuku sabía que iba a morir y no tenía mucho caso luchar, no podía, estaba maltratado, débil y herido. Si trataba de correr solo haría que el monstruo se enfureciera más y lo comiera de una manera dolorosa.

¿Si se hacía el muerto podría salir de eso?
No sabía, pero de todas formas no podría hacer nada. Quiso al menos voltear su rostro, sin embargo, una mano grande y con garras filosas lo tomaron de su ropa alzando lo del suelo como si fuera solo un trapo sucio.

Izuku no pudo evitar soltar un chillido asustado por esa acción, el pecoso estaba seguro que su aroma estaba brotando de el como una masa negra y pesada por el miedo y pánico que sentía en ese momento. Cerró los ojos esperando su fin, aunque, un aroma llegó a su nariz, era picoso y relajante, hizo que si cuerpo colgara del agarre menos tenso que antes, había sido una respuesta involuntaria de su cuerpo.

Al abrir sus ojos y fijar su mirada en lo que tenía el frente, palideció. La luz de la luna alumbró entre los árboles dándole un mejor panorama de la criatura que lo había capturado. No era humano en ningún sentido, tenía orejas sobre su cabeza y una cola ponposa se movía lentamente tras suyo, el cabello, o prácticamente pelaje rubio lo cubría casi por completo, sus brazos estaban cubiertos hasta sus dedos.

Esa mirada roja de antes era la misma, intensa y profunda de una manera escalofriante. Bajando su vista un poco por sus cuello dio con su abdomen, era plano y por sus músculosos brazos supo que podría ser partido fácilmente en un segundo.

Apenas unos pantalones rasgados y sucios le cubrían la intimidad, aunque al ver los peludo que era no sabía si él, o esa cosa, lo necesitaba obligatoriamente. También era alto, muy alto, sus pies estaban colgando a casi medio metro del suelo, y no estaba a la par con la criatura todavía. Media unos dos metros y medio.

Sus segundos de observación se fueron cuando el monstruo rubio lo pegó a su cuerpo, por un segundo creyó que iba a ser devorado, pero la nariz algo peluda se pegó en su cuello, oliendolo de manera desesperada. Segundos después fue tumbado al suelo, el lobo gigante parecía molesto por la ropa que le cubría el cuerpo.

Así que se liberó de ella con sus garras, Izuku solo pudo cerrar sus ojos con miedo cuando escuchó el crujir de sus ropas. Pronto sintió el frío de la noche calar en su pecho y clavícula. Bueno, quizás el monstruo era de los exquisitos que les gustaba preparar sus comidas antes de tragarlas, solo esperaba que no le doliera mucho los mordiscos que le fuera a dar.

—Compañera. —la voz ronca y profunda del rubio lo sacó de transe, ¡Habló!, Entonces eso significaba que le podría entender si le decía algo, o al menos eso esperaba.

—O-oye… —el pecoso habló por lo bajo, pero solo se ganó un gruñido del más alto, optó por guardar silencio, ese había sido el mensaje que recibió.

El rubio se pegó de nuevo a su cuello, ahora no solo oliendo, también empezó a lamer con su gran lengua todo lo que podía. Para Izuku era algo extraño, la calidez de la lengua rasposa contrarrestaba el frío de la noche, lo hacía sentir bien de alguna manera.

Además un aroma denso lo estaba cubriendo por completo, podía detectar la excitación en ese aroma e Izuku no pudo evitar sentir miedo. Sabía en ese instante que el monstruo lobo quería algo más que "comerlo", bueno, iba a ser comido, pero no de la forma que pensó en un inicio.

—Compañera. —volvió hablar la bestia, terminó por quitarle todo lo que le quedaba de ropa, sintió lástima porque sabía que ya no podría volver a ponérsela.

—N-no… —por acto de reflejo el pecoso llevó sus manos hacia su intimidad para cubrirla, solo había estado con un par de chicos antes, y nunca le gustó que le pudieran ver tan libremente.

Sus intentos de pudor se fueron a la cañería cuando el más grande tomó sus manos apretando de manera dolorosa y las puso sobre su cabeza. La fría tierra fue algo más doloroso cuando la pegaron a ella, por un momento también se había olvidado de su tobillo, pero cuando la bestia movió una de sus piernas arrastrando su pie sobre el suelo, una corriente de dolor lo atravesó.

—¡A-ay! —chilló y no pudo evitar que unas cuantas lágrimas cayeran de sus ojos por ello. La vida era injusta, no solo estaba herido, sucio y muy dolido, un monstruo del bosque estaba por abusar de su cuerpo y no sabía si iba a volver a su reino, ni siquiera tenía esperanzas de cumplir con la misión que lo trajo a esa situación en primer lugar.

—Compañera. —una mano grande y rasposa se pasó por sus mejillas mojadas, la voz ronca había sido baja y sonó como un pequeño arrullo de consuelo.

Izuku sollozó dejando de llorar un poco, el aroma de alfa lo tenía envuelto haciendo que su cuerpo se adormeciera. Sintió un segundo después como la boca más grande se pegó a la suya en un beso baboso, la saliva se escurría por su mentón y resbalaba por su cuello, la lengua del más grande había entrado en su cavidad bucal y tocaba por todas partes como si le perteneciera por derecho.

Las manos del pecoso fueron soltadas, quizás el rubio vio como ya no mostraba ningún tipo de resistencia y no le veía el caso a seguirlo sosteniendo como si pudiera escapar a alguna parte, la verdad era que Izuku no sabía si podría ponerse de pie siquiera.

El lobo se irguió, separándose para quedar sentado sobre sus talones, era enorme, un gigante desde su punto de vista. Izuku sintió como sus piernas eran separadas y su pobre, pequeño y rosado coño quedó a la vista, servido en bandeja de plata. La luz que daba la luna era más que suficiente para que se reflejara el brillo del poco lubricante natural que le mojaba.

—E-espera, por favor. —apenas había podido susurrar esas palabras, Izuku solo miró como el rubio se agachaba poco a poco entre sus piernas para meter sus cabeza en ellas—. ¿Q-..? ¡A-ah!~

Un gemido vergonzosamente fuerte escapó de sus labios cuando sintió como una lengua, grande, y caliente se pasó por su pequeña raja presionando después contra su entrada rosa. Izuku arqueó su espalda temblando como una hija seca al viento, ya no era por el frío, sino por los espasmos que le recorrían desde la cabeza a los pies.

—¡N-no hagas…! ¡No!~ —las quejas se convertían en gemidos, el pecoso sintió como su botón sensible era chupado con fuerza, e incluso unos dientes rozaban levemente su piel sensible.

La lengua de la bestia rubia presionó de nuevo contra su entrada, pero ésta vez entró, la acción hizo que el pecoso rodara sus ojos hasta casi ponerlos en blanco, no pudo evitar que sus caderas se movieran al ritmo de las embestidas que le daban con la enorme lengua que lo saboreaba desde dentro hacia afuera.

Su lubricante resbalaba, mezclado con la saliva, cayendo a lo que una vez llamó ropa. Izuku no podía creer que estuviera disfrutando de algo como eso, pero no podía hacer nada contra el calor que subía dese su vientre al resto de su cuerpo, casi que se sentía culpable por ello, pero la neblina del placer hacia que todo pensamiento se fuera y solo quisiera más.

—¡Ahí, n-no! —la saliva resbalaba de la boca del menor, quien en un momento terminó arqueando con más fuerza su espalda y apretó por reflejo sus piernas alrededor de la cabellera rubia y se corrió soltando un estrepitoso gemido tembloroso.

Quedó aturdido, las cosas se miraban borrosas y sus oídos tenían un pitido haciendo que las cosas a su alrededor fueran inentendibles. Estaba absorto y no supo lo que hacía la bestia hasta que sintió como algo caliente, grande y duro, presionó contra su entrada descuidada, miró con horror y miedo absoluto como una enorme polla estaba contra su coño queriendo entrar.

—¡N-no entrara-AAH! —fue doloroso y placentero al mismo tiempo, que su cuello uterino se pudiera estirar más allá de lo que fuera posible fue algo sorprendente.

Si antes estaba temblando, ahora estaba tirando con fuerza, escalofrío tras escalofrío recorrió su cuerpo y no le daban tregua. Al mirar hacia su estómago notó un enorme bulto que sobre salía de el, estaba tan lleno, nunca antes se había sentido de esa forma parecía que se fuera a reventar en cualquier momento.

El lobo rubio no le tuvo piedad, empezó a moverse con rapidez y fuerza, haciendo al cuerpo del pecoso casi convulsionar por las nuevas sensaciones que le estaban atravesando. La bestia parecía emocionada, pues su cola esponjosa no dejaba de moverse de un lado al otro con rapidez, como un perrito emocionado por su amo o juguete nuevo.

Izuku sentía que era lo segundo para el lobo.

—¡D-despacio!~ —aunque estuviera replicando, sus gemidos eran cada vez más fuertes, el pequeño coño del pecoso apenas podía apretar un poco la enorme polla que lo estaba destruyendo desde dentro.

Todo rastro de dolor fue reemplazado por el calor y el placer que lo carcomía como lava desde su interior. Izuku se agarró de los brazos fuertes y llenos de músculos de la bestia, trataba de no ser partido por la mitad por esa enorme hombría que estaba entre sus piernas, aunque la verdad poco le importaba eso ahora, solo quería más.

—¡E-es tan… grande!~ —los ojos del pecoso estaban cruzados, trataba de no gemir tan fuerte pero fallaba completamente, sus ojos estaban llenos de lágrimas de placer que se deslizaban por sus mejillas, y su cabello se pegaba a su frente por el sudor que se escurría de su cuerpo.

De pronto fue cambia de posición, el rubio se sentó sobre sus talones y tomó de sus caderas con fuerza, lo aplastó sobre su polla comenzando a moverlo de arriba abajo con fuerza y una velocidad brutal.
Izuku echó su cabeza hacia atrás, loco por el placer. Dejando salir un coro de gemidos que estaba seguro que se iban a oír hasta el otro lado del bosque.

Entre su neblina de placer miró hacia arriba, y se encontró con los ojos rubí del rubio. Estos no le quitaban la vista de encima ni por un segundo, una de la enormes manos peludas soltaron su cadera y se enredaron en su cabello. El pecoso gimió poco antes de que su boca fuera invadida de nuevo, ahora sus gemidos eran bebidos a primera mano por el alfa.

Lo era en toda regla, y el nudo que se estaba formando en la base de la enorme polla podría comprobarlo, aunque no pudo apreciarlo por completo, fue de repente el rubio lo hizo enterrarse más sobre su polla. Una enorme carga caliente y pegajosa de semen lo llenó por completo, la sensación hizo que se corriera de nuevo apretando con fuerza la polla entre sus cálidas paredes. 

No pudo reponerse de nuevo, en un segundo la polla ya no estaba en su interior, dejando un gran vacío y haciendo que la semilla se derramara más por sus piernas cayendo al suelo. Sin embargo, no fue echado al piso como supuso y solo fue volteado, las manos del rubio lo seguían alzando como si nada y sus pies no tocaron tierra firme.

Fue empalado de nuevo sobre la enorme polla, Izuku solo pudo gemir ahogadamente tratando de almodearse de nuevo, las embestidas fueron igual de brutales que antes, ahora con el nudo medio formado la sensación era multiplicado por mil.

El rubio arremetía contra su coño con fuerza, lo empujaba hacia arriba e Izuku no sabía mi dónde poner sus brazos. Terminó por agarrarse de los mismo brazos del mayor, sus pies se balanceaban en el aire como un barco en una tormenta. Al mirar hacia abajo notaba el bulto en su estómago desapareciendo y apareciendo de golpe, no se cansaba de esa vista tan abrumadora.

—¡Ah!, ¡A-ah alfa! —gimió el pecoso con fuerza, el rubio solo sonreía de manera depredadora ante la sensación y vista que tenía, bajó un poco su cabeza sin dejar de embetir el pequeño cuerpo lacsivo que tenía entre sus manos.

—Katsuki, ese es el nombre de tu compañero. —el rubio gruñó contra el oído del humano quien solo gimió tembloroso cerrando casi por completo sus ojos—. Dime tu nombre ahora.

Izuku no sabía que pasaba, pero esa voz en su oído de esa forma era peligrosa. Debía de responder, su Omega interior le estaba exiguiendo cumplir las peticiones de su alfa, era completamente extraño.

—¡A-ah…! i-¡Ngh! ¡Ku! —apenas podía gemir, las palabras no iban salir completas en ese punto de placer en el que se encontraba, pero a Katsuki no le importaba.

—¿Deku?, Te queda bien, tu solo debes gemir mi nombre ahora. —el rubio pasó su lengua por su labio inferior, embistió con más fuerza el pequeño cuerpo del Omega, haciendo que sus gemidos se volvieran más incomprensibles y fueran solo sollozos.

El pecoso no podía soportarlo más, el nudo del rubio se hinchó más y terminó por engancharse en el interior de su coño. Se corrió una última vez exclamando un "Kacchan" con lo que le quedaba de voz, lo último que sintió antes de caer a la inconciencia fue como su vientre se llenaba más y más de semilla, estaba seguro que se iba a ver tan hinchado, como si tuviera meses de embarazo.

Katsuki por su parte estaba feliz, al fin la luna había cumplido sus plegarias y le había mandado una compañera, además de madre de sus cachorros, para acabar con su soledad, debía de volver a su mundo antes de que pasara las doce y la entrada se cerrara de nuevo hasta el otro año.

Porque una vez al año, en un solo día, el mundo de los monstruos y los humanos se conectaban.
Izuku nunca volvió del bosque y nadie jamás supo que pasó con él.

(...)

Feliz Halloween ~

Espero que les haya gustado. 🕴️✨

Zaorycast. ✨✨

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