Reunión en Casita
Mirabel no sabía como reaccionar y abrazó a su madre, apto seguido llegó Bruno.
— Bueno, voy a preparar la cena, hola Bruno... — dijo Julieta mientras se iba a la cocina.
— ¿Y bien? — preguntó Bruno, Mirabel negó con la cabeza —. Vaya hombre, debemos decirle a todos que vengan para anunciarselo al pueblo...
— Sí, se lo diré a Camilo, Antonio e Isabela, son los que más nos pueden ayudar a hacer que todos se enteren.
Mirabel buscó a sus primos y a su hermana y les contó lo sucedido, Antonio empezó a llorar abrazado de Mirabel.
— ¿Y cómo quieres que te ayudemos? — preguntó Camilo.
— Podéis hacerlo de diversas maneras; Camilo puedes ir de casa en casa anuciandolo todo, además puedes ir montado en los animales que Antonio llame y tu Isabela, puedes hacer letras con las flores para que todos se enteren...
Todos estuvieron de acuerdo y al cabo de poco tiempo todo el pueblo sabía la triste noticia. Mientras tanto cada miembro estaba en su habitación llorando o pensando en algo para animarse. Bruno estaba en la habitación de Mirabel con ella.
— Bueno, ya todo el mundo está en el vestíbulo, ¿estás lista? — Mirabel asintió con un nudo en la garganta.
Los dos salieron de la habitación y se situaron en la cima de las escaleras.
— Gracias a todos por venir... — dijo Bruno, pero decidió callarse ya que nadie le miró demasiado bien.
— Gracias a todos, seguramente les haya llegado a sus oídos que Alma a enfermado y, me temo que no es un bulo... está gravemente enferma y no creemos que sobreviva durante mucho tiempo. Mientras se intenta recuperar yo tomaré el mando, por decisión de toda mi familia. Cada miembro del encanto seguran con las tareas que suele hacer diariamente, mientras que yo... — y miró a Bruno, este asintió —. Yo voy a irme del pueblo a visitar un conocido de Alma y Pedro, él nos puede ayudar. — A Julieta se le cayó la bandeja de la mano y todo el mundo empezó a murmurar —. Se que seguramente no crean que es una buena idea pero a Alma solo que le quedan dos días más y debo encontrarle para que nos ayude, es nuestra única esperanza.
— Pero Julieta debería utilizar sus poderes... — decían algunas voces, Mirabel las hizo callar levantando la mano.
— Sería una buena idea... si le quedarán especias, Isabela dice que tardan dos semanas en florecer y no tenemos tanto tiempo. Mañana partiré acompañada por Bruno, buenas noches y gracias por venir.
Todo el mundo salió de la casa y todos los miembros se acercaron a Mirabel.
— Hija, no te puedes ir ahora - decía Agustín.
— ¿Seguro que no quieres que te acompañe? — decía Luisa.
— Estoy segura de mi decisión, el resto debéis seguir con vuestras tareas. Y, para saber como se encuentra la abuela — se dirigió a Antonio —, me gustaría que alguno de tus animales nos lo dijera dándonos un pequeño papel por favor. — Antonio asintió y todos se fueron a cenar, salvo Mirabel que fue a preparar sus cosas para partir en cuanto saliese el sol.
Su madre entró cuando tenía todo preparado, le asustó sin querer.
— Mirabel, por favor no te vayas... — su madre no quería que le pasara nada.
— Mamá... — le dijo mientras le cogía de las manos y se sentaba en su cama —, no te preocupes, estaré perfectamente, además voy con Bruno...
Su madre se rió pensando que más bien Mirabel ayudaría al despistado de su hermano.
— Llévate al menos esto para comer... — y le entregó un trapo lleno de arepas con queso.
— Gracias ma — dijo Mirabel mientras le abrazaba con ganas, su madre abandonó la habitación y Mirabel se preparó para acostarse, mañana sería otro día.
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