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Hablando con Isabel

Bruno decidió ayudar a Mirabel a limpiar su habitación ya que en el pueblo no era muy popular y prefería no salir mucho, los ciudadanos de Encanto temían su futuro así que Bruno fuese el más odiado.

Una vez terminadas las limpiezas todos los habitantes del hogar volvieron de ayudar al pueblo y se metieron en sus habitaciones para descansar o practicar sus dones.

Mirabel y Bruno se alejaron sin ser vistos por la abuela y llegaron a la habitación de Isabela. La última vez que Mirabel había estado allí la cosa no había salido del todo bien pero ahora estaban seguros de que saldría todo perfecto, o eso querían.

Nada más abrir la puerta Mirabel supo que su hermana había cambiado, ahora no todo era rosa. Las flores estaban de todos los colores posibles y había algunos cactus con la forma de Mickey dispersos por toda la habitación.

— ¡Hola Mirabel, hola Bruno! — dijo mientras su cama rosa bajaba mediante las lianas, una vez abajo añadió —, ¿qué os trae aquí?

Mirabel miró a Bruno y este supo que tendría que inventarse una excusa rápido porque Mirabel estaba al borde de la explosión si no decía algo.

— Verás Isabela, nos gustaría saber si sabes de alguna planta capaz de curar todo ya que... Bueno, por curiosidad...

Isabela les miró extrañada pero decidió responder con sinceridad.

— Lo siento pero, con tan pocos datos no se ninguna...

Mirabel y Bruno le dieron las gracias de todas y salieron de la habitación apenados.

— Vaya, pensaba que sabría algo... — dijo Bruno pensando como podrían curar la enfermedad que la abuela Alma iba a padecer.

De repente algo interrumpió su charla, era un ruido parecido al de una caída.

— ¡Mamá! — gritó Julieta mientras ella y su hermana agarraran a Alma —, ¿estás bien?, ¡responde!

Las dos hermanas, acompañadas por Dolores, la llevaron a su habitación. Cuando salieron todos estaban fuera de sus habitaciones por los ruidos del exterior.

— Mamá, ¿va todo bien? — dijo Mirabel, temiendo las palabras de su madre.

— Parece que no cielo, la abuela se ha desmayado y parece que es preocupante, veré que puedo hacer porque no me quedan especias mágicas, Isabel... Isabel, ¿podrías hacer más con algunas flores?

— Lo siento madre pero esas flores tardan dos semanas en florecer...

Mirabel miró a Bruno con los ojos llorosos y este le colocó el brazo por detrás de los hombros, la cuenta atrás había empezado.

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