Decidiendo el mejor plan
— Pero, se va a poner bien, ¿no? — dijo Mirabel sin poder ver a su madre por las lágrimas que cubrían sus ojos.
— No lo sé Mirabel, pero mientras tanto, alguien tiene que tomar el mando... — todos se miraron, ¿quién era el más indicado?
Al cabo de poco tiempo, Bruno decidió intervenir y dar su opinión.
— Bueno, yo creo que debería ser Mirabel -
— esta le miró sin creer lo que había dicho.
— Yo estoy de acuerdo con Bruno, - empezó a decir Luisa — Mirabel fue la primera en darse cuenta de que algo le pasaba a la magia.
— Y además nos ayudó a todos y además salvó el milagro — digo Isabel.
— Sí, ella es la que hizo que tuviese mi don, ella debe ser la que tome el mando mientras la abuela se recupera... — dijo Antonio muy seguro de sus palabras, luego abrazó a su prima y se limpió una lágrima.
Mirabel estaba asombrada, desde que le había devuelto la magia a su hogar todos le miraban con otros ojos; cuando quería ayudar le dejaban sin dudarlo y siempre la escuchaban, mucho más de lo normal, parecía que sí era una mujer fuerte, capaz de tomar el mando en ese hogar, incluso en todo el pueblo.
— "La abuela siempre me ha odiado pero ahora creo que puedo tomar el mando durante unos días, pero no sé cómo podré irme con Bruno para salvarla..." — y después de pensarlo sonrió.
— Creo que la abuela se ha despertado, escucho sus susurros, te está llamando tía — dijo Dolores, apto seguido Julieta subió las escaleras corriendo para ver como se encontraba su madre. Pepa la siguió.
— Bueno Mirabel, ¿qué hacemos ahora? — dijo Camilo con la forma de ella, luego se volvió a transformar en sí mismo.
— Pues... Seguid lo que estabais haciendo, yo y Bruno tenemos que hablar...
Todos empezaron a andar hacía las diferentes habitaciones y Bruno abrazó a Mirabel.
— Oh Bruno, ¿entonces no te equivocabas?
— Me temo que no, pero aún no es demasiado tarde, la visión duró dos días, podemos conseguir salvarla...
Mirabel dirigió su mirada hacía la puerta de la habitación de su abuela, no podía fallarle.
— Bueno, pues habrá que informar al pueblo y escoger un plan para ir a buscar una curra...
— Pero Mirabel, ¿cómo vas a irte ahora? Todo el pueblo y toda la familia cuentan con que tú seas la líder, no puedes irte ahora...
Mirabel no escuchó a Bruno, al menos no quería, y se dirigió a su habitación, que cerró con un portazo.
Bruno se quedó al otro lado de la puerta y la oyó llorar, este también tenía ganas pero tenía que hacer algo para tranquilizar a la única que confiaba en él. Con tranquilidad abrió la puerta y se acercó a su sobrina, le dió un gran abrazo.
— Eh, no pasa nada... Seguro que conseguimos hacer un plan y poder ir a por una cura... Solo que tenemos que organizarnos, nada más.
Mirabel se limpió las lágrimas y le sonrió a su tío, no entendía porque era el más odiado de todos.
— Bien, debemos anunciar a todo el mundo lo sucedido, luego podemos decir que debo irme a hablar con un amigo lejano de la abuela y del abuelo Pedro que quizás pueda ayudarnos... Luego podemos improvisar.
— Me parece buena idea, ¿deberíamos avisar a todo el pueblo ahora?
— Mejor esperar a que mi madre salga de la habitación y nos comente como está.
Al cabo de un rato Julieta salió de la habitación, más preocupada que antes.
— ¡Mamá! ¿Cómo está la abuela?
— Pues no va mejorando mucho mi amor — dijo mientras le acariciaba la cara y le ponía el pelo por detrás de las orejas —, me preocupa, no creo que pueda seguir mucho tiempo entre nosotros, lo siento...
Mirabel se quedó trastornada, la visión de Bueno había empezado.
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