Out of routine
(Cuatro meses atrás)
POV narradora...
— ¡Ya estoy cansada!
— ¿¡Cansada de qué!?
— ¡De esto! ¡De que siempre llegues tarde y te excuses diciendo que tenias mucho trabajo!
— ¡Te lo he dicho una y otra vez, Tea! ¡Realmente tengo mucho trabajo últimamente!
— ¡Eso dices tú! Pero ¿¡Quién me asegura que no te estás viendo con otra!?
— ¡Ay, por favor! ¡Deja de decir estupideces!
— ¿¡Te parecen estupideces!?
— ¿Sabes qué? Piensa lo que se te dé la gana. Yo me largo de aquí.
— ¡Claro! ¡Vete con ella!
— ¡Que no hay una "ella"! ¡Tú eres mi esposa y la única mujer en mi vida! ¡Pero si vas a seguir pensando tonterías, será mejor si me voy y regreso cuando esa loca idea se te salga de la cabeza o cuando te calmes! Lo que pase primero.
El tricolor salió de su hogar tal y como hace unos momentos había llegado. Aunque se arrepentía de haber dejado su portafolios y saco en el sofá, no quería regresar por ninguno. A pesar que el saco le vendría bien para cubrirse esa fría noche.
El sitio por el que caminaba era transitado y nada alejado del ruido de la zona centrica de Domino. Lo cual era agradable ya que prefería caminar por un lugar transitado a un lugar totalmente desértico.
La noche sería larga antes de regresar a su vivienda donde su, por ahora, loca esposa lo esperaría despierta o dormida en el sofá del salón.
Aún así sabía que ella no se calmaría hasta dentro de un largo rato, por lo que decidió distraer su mente por unos momentos. Fue así como decidió entrar a un bar que se situaba por donde estaba transitando en ese momento.
Entró al local y se aproximó a la barra. El lugar estaba casi vacío, lo cual era raro a una hora como esa. Aún así no le tomó mucha importancia. Siendo honesto, lo prefería así.
Pidió un trago y se sentó en un taburete a esperar que la noche pasara rápido. Ni siquiera prestó atención a su al rededor como para notar la presencia de una inocente criatura que no podía ni con su alma. Y con eso no me refiero a que el chico estaba del todo ebrio. Más bien estaba totalmente melancólico, con una pena en el alma que intentaba aliviar con la bebida.
— Las estrellas bailarán,
al compás de la canción.
Y la luna brillará,
iluminando el corazón.
A ti, mi amor te concedí,
y en tus brazos escondí,
la verdad de mi amor,
si te vas te llevarás mi corazón...—
Una canción particular en un sitio como ese. Sobre todo viniendo de alguna de las personas ebrias de aquel establecimiento. Pero al prestar mas atención en la singular voz que estaba cantando a capella, notó que esa suave voz la conocía perfectamente.
— Yugi, ¿No te cansas de cantar esa melodía?— al escuchar ese nombre, inmediatamente giró y miró a una de las mesas con sillones booths* acojinados en la esquina del lugar. Casi al fondo, en un rincón. El barista estaba atendiendo al chico de cabellera tricolora y al parecer se conocían bien— Por lo menos canta la canción completa.
— ¿Y eso de qué serviría, Odion? Mejor tráeme otra cerveza.
— ¿No haz bebido ya lo suficiente?
— Eso qué importa. En casa nadie me espera esta noche.
¿Nadie lo espera esa noche?
¿Qué hay de su esposo?
¿Se habrán divorciado?
Las preguntas comenzaron a acumularse en la cabeza de Yami. Así que decidió acercarse al viejo amigo que no había visto en un largo tiempo.
— Yugi...— el mencionado estaba distraído mirando su celular que no había notado que alguien se había acercado a él.
— ¿Yami? ¿Qué haces aquí?
— Eso te lo iba a preguntar yo a ti— Yugi solo sonrió— ¿Puedo?
— Adelante— Yami se sentó en el sillón del otro lado de la mesa y dejó su cerveza reposar en esta. En ese momento regresó el barista y le dio su bebida a Yugi.
— Gracias Odion— agradeció al barista y este se retiró.— Y bien...— insinuó
— Y bien ¿Qué?— respondió confundido.
— ¿Qué estás haciendo aquí a estas horas? ¿No deberías estar con tu esposa?
— Lo mismo te iba a preguntar. ¿Qué acaso Jaden no te espera en casa?— la sonrisa risueña del chico cambió a una de melancolía instantáneamente. Bajó la mirada y le dio un trago a su bebida— ¿Dije... algo malo?
— No. Está bien. Siendo honesto, no hay nadie que me espere en casa esta noche. Jaden está en uno de sus múltiples viajes de negocios.
— Oh... Así que le está yendo bien en su trabajo.
— Sí.— respondió desinteresado— Desde que le dieron el asenso ahora viaja muy seguido. Ciertamente ya casi no está en casa. Ahora mi hogar se me hace... muy callado y solo. Prefiero salir y regresar ebrio a casa. Así me olvido de que estoy solo en esas cuatro paredes.— nuevamente le dio un trago a su bebida. Miró a Yami quien veía la botella de cerveza que tenía en su mano y aclaro su garganta atrayendo la mirada del oji-carmín— Pero dejemos de hablar de mi. Cuéntame, qué ha sido de tu vida conyugal. ¿Seré tío pronto?
— ¿¡Qu-!? ¡No! Nosotros... Aún no planeamos tener hijos.
— Que lástima. Ansiaba malcriar a tus hijos pronto. Y hacer que les pregunten cómo nacen los bebés.
— Eso es cruel— comentó riendo— ¿Cuándo cambiaste tanto?
— Te equivocas.— respondió al instante— Yo no he cambiado en lo absoluto. Creo que ese es un gran defecto.
— No cambiar ¿es un defecto?
— Si no cambias es porque no aprendes. Y yo no he querido aprender varias lecciones. Pero en fin. Creo que es hora de irnos.
— ¿A donde?
— Tú a tu casa. Tea debe estar como loca esperándote.
— No lo creo. Por lo menos no esta noche.
— Si ajá. Odion, a la misma cuenta— llamó mientras sacaba su tarjeta
— Claro, Yugi.— respondió tomándola y regresando a la caja.
— No, no, Yugi, no es necesario. Es más, yo invito.
— No es nada. Déjalo así.
— Pero-
— Pero calla. No discutas.
— Aquí tienes, Yugi.
— Gracias Odion. Te veré mañana
— ¿Mañana?— cuestionó siguiendo al tricolor a la calle— ¿Vienes todos los días?
— Más o menos. La verdad no hay muchos lugares a dónde ir solo. Aquí hay días en los que me distraigo y a veces desahogo con Odion, el barista.
— Noté que hiciste amistad con él
— Sip. La verdad es un buen tipo— ambos se quedaron en silencio por unos breves momentos. Ninguno sabía que decir realmente— Bueno... Creo que sería mejor irnos a casa.
— ¿Quieres que te acompañe a la tuya?
— Ya no tenemos 16 años. Puedo cuidarme solo— sonrió
— Pero estás ebrio
— Aun estoy consiente. Es suficiente para llegar a casa.— comenzó a caminar— Nos vemos luego, Yami. Salúdame a Tea.
El tricolor tomó un camino opuesto al que Yami debía tomar si quería ir a casa. Pero, no se iba a quedar tranquilo si no se aseguraba de que Yugi llegara sano y salvo a su hogar. Sabía que ya no tenían 16 pero seguía siendo su mejor amigo.
— Yugi— lo llamó.— Por favor...
Yugi lo miró momentáneamente y después giró.— Si Tea me mata será tu culpa— mensionó y siguió caminando. Yami sólo rió y avanzó detrás de él hasta alcanzarlo.
— No lo hará— afirmó con gracia para seguir caminando al lado de su amigo.
— Tranquilo, ya hemos llegado.— habló Yami al chico que traía sujetado con una de sus manos sobre su cuello.— Suerte que te acompañé, imagínate donde hubieras caído en ese estado.
— No me grites, no soy un niño irresponsable.— respondió apartándose de Yami y abriendo la puerta de su apartamento— Sólo fue un mareo, no es para tanto. Además esto se quita con una pastilla.
— Se llama resaca y se quita con ir a la cama
Ambos tricolores ingresaron al apartamento de lujo. Literalmente hablando.
Jaden era un joven de negocios que podía pagar sin problema los gastos generados por ese penhouse que hace mucho Yugi y él habían decidido rentar. La vivienda no carecía de lujos aunque ninguno era exagerado. La vista frontal era estupenda, pues al ser la pared un gran ventanal de cristal hacia la ciudad, hacía que la vista fuera envidiable.
— Veo que les ha ido bien.
— Jaden es la mano derecha del jefe de la empresa, el señor Miyamoto está por jubilarse en un par de años y obviamente todos saben que al no tener herederos legítimos, Jaden es el primero en la lista en ocupar ese cargo. Así que ya te imaginarás el tamaño de sus sueldo y la "importancia" que tiene en la empresa— parecía que presumía de su pareja, pero en sus ojos no había pizca de emoción o alegría. Solo había tristeza y soledad.— Gracias a eso se la ha pasado viajando y haciendo... negocios.
— Me... Alegro por ustedes.— intentó mejorar el ambiente pero nada hizo cambiar la expresión de Yugi.
— Gracias— respondió desinteresado.— si gustas pasa a la sala o a la cocina. Sírvete lo que quieras, estás en tu casa.— habló mientras avanzaba al gran sofá del salón y se sentaba apoyando la cabeza en el respaldo.
— Mañana tendrás una linda resaca.
— Que gracioso. Una pastilla y a la cama. Eso hace que mañana no me pese tanto la cabeza.
— Que bien— respondió con burla.— ¿Te las paso?
— Están en el baño de mi habitación. Arriba en la puerta de en medio, lado izquierdo del pasillo. Es un botecito blanco, tráeme dos.
Yami siguió las indicaciones. Subió las escaleras de caoba y caminó por el pasillo con suelo del mismo material. Abrió la puerta mencionada y vio la cama king size que adornaba el centro de la habitación.
Era una habitación espaciosa llena de comodidades sin exagerar en los lujos. Aun así le parecía demasiado. Pero se veía hermoso.
Entró al baño, abrió la gaveta detrás del espejo y tomó el primer bote blanco que vio. Tenía tapa rosa lo cual Yugi no mencionó pero no le prestó importancia. Después de todo no había otro bote blanco ahí. Tomó dos pastillas y guardó nuevamente el bote en su sitio.
Bajó de regreso al salón y se pasó por la cocina por un vaso de agua antes de ir donde el tricolor.
— Toma— ofreció las pastillas y el baso de agua.
Sin abrir los ojos, Yugi tomó las pastillas en su mano. Se enderezó pues ya se había recostado en el sofá y tomó el vaso de agua. Tomó ambas pastillas y aún si abrir los ojos le devolvió el vaso vacío a Yami.
— Iré a lavar esto— habló y se fue a la cocina. Por otro lado, Yugi se recostó nuevamente en el sofá y sin notarlo se quedó dormido por un momento.
Había pasado media hora cuando un estruendoso ruido proveniente de la cocina lo despertó.
Se sentó y sostuvo su cabeza por unos breves momentos. Se sentía extraño. Tenía calor y su corazón estaba ligeramente acelerado. Jadeaba a un ritmo lento pero no es por que le costara respirar. De hecho, no sabía porqué se sentía así.
Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina. Al llegar a la puerta notó a Yami recogiendo un par de cacerolas del suelo.
— L-Lo lamento si te desperté. Quería prepararte un bocadillo de media noche ya que por tu resaca seguramente tendrías hambre.
Ni siquiera prestó atención a lo que dijo o hizo Yami. Yugi solo estaba concentrado en lo que sentía en ese momento.
Al levantar la mirada notó en la barra de la cocina un curioso botecito blanco de tapa azul, lo cual se le hizo extraño.
— Yami... cuando tomaste las pastillas que te pedí cuando llegamos, ¿las tomaste de ese bote?— preguntó señalando el bote sobre la barra.
— No— respondió después de mirar el bote— las tomé de un bote blanco de la gaveta de tu baño.
— Por favor dime de qué color era la tapa del bote.
— Era rosa.
Los jadeos de Yugi eran más notorios al punto que finalmente Yami los notó.
— Yugi, ¿Te sientes bien?— este sólo sonrió mientras se acercaba a Yami—¿Yugi...?
— Mejor que nunca— respondió al momento que abrazaba a Yami.— las pastillas que me diste no eran para la resaca... Ese bote de tapa azul son mis pastillas para resaca— sonrió sin soltar al chico.
— Entonces ¿Qué te di?— cuestionó confundido y a la vez preocupado por la actitud de Yugi.
— Lo que tú me diste...— acercó su rostro al de Yami— fueron dos pastillas de afrodisiaco.
Acabada su oración, sin reacción alguna se lanzó a los labios del chico sin pensar en nada más que en la desesperación sexual que en ese momento estaba sintiendo.
Su cuerpo ardía, su cabeza le daba vueltas. La dosis había sido más de lo que él alguna vez había tomado. En unos minutos más estaría fuera de control por completo.
— E-Espera... Yugi, no estás pensando correctamente
— Claro que si
— Estás cegado por la lujuria en este momento y...
—¿Y de quien es la culpa?
— ¿¡Cómo iba a saber que eran afrodisiacos!?
— Relájate...— deslizó sus manos por el cuelpo de Yami hasta llegar al vientre— Será divertido.— continuó bajando.
— Esto es suficiente— separó sus manos y las sostuvo donde pudo verlas.— Te meteré a la tina con agua fría.
— Jaja... ¿Tomaremos un baño?— preguntó mientras subía las escaleras apoyado por Yami
— No. Tú tomarás un baño.
— Que agua fiestas— se quejó entrando a la habitación.
— Ahora, espera en la cama mientras yo...
Un rápido movimiento por parte de Yugi ocasionó que Yami cayera en la cama y sin pensarlo mucho, Yugi se posicionó arriba y le robó un segundo beso.
— Fresa...— comentó Yami una vez Yugi cortó el beso.
— Entonces si sentiste el sabor.
— Desde el primer beso.— respondió jadeante— ¿Porqué sabes a fresa?
— Es el sabor del afrodisiaco. La dosis que tomé es mayor a lo habitual. El besarte ocasionó que un poco del efecto del afrodisiaco te afecte. Es cuestión de tiempo para que sientas lo mismo que yo. Aunque en realidad, con o sin el efecto, yo siento todo esto por ti...
— Yugi, esto no es correcto. Iré a preparar la tina...— un tercer beso fue plantado en sus labios. Tal como había dicho Yugi, era cuestión de tiempo para que ambos estuvieran bajo el total efecto de aquella sustancia.
Los efectos comenzaban a presentarse en Yami, lo cual le asustaba. No quería arrepentirse después de algo que pudiera pasar esa noche. Sin embargo el deseo superó el miedo y lo impulsó a continuar.
Yugi se posicionó abajo y Yami continuó el beso. Lo acorraló con ambas manos. De alguna manera logró quitarle a Yugi la prenda que cubría su torso y comenzó a deslizar su mano por su pecho. Yugi hizo lo mismo pero por encima de la ropa. Tocó el pecho y masajeó la espalda de Yami. Pero inesperadamente y con la poca conciencia que le quedaba a Yami, este detuvo sus acciones haciendo que Yugi hiciera lo mismo.
— No. Yugi, esto está mal. No quiero hacer esto contigo, no es este estado. El afrodisiaco es el responsable, ni tú ni yo...
— ¡No!— interrumpió el tricolor— He esperado toda mi maldita vida por esto. He pasado 10 años soñando con este momento como para que se arruine así. Te necesito Yami... Te quiero, ¡TE AMO!— se podría decir que estaba al borde del llanto, aunque realmente no sabía que sentir en ese momento— Yo sé que tú nunca me verás de la misma manera. Si no lo hiciste en el pasado mucho menos ahora. Pero, me gustaría que solo por esta vez y bajo estos efectos finjas que te gusta lo que ves. Que te gusta mi cuerpo, mi piel, mis sentimientos. Que te gusto yo. Aunque sea falso me gustaría que tú...— un toque delicado en los labios lo hicieron callar. Un delicado beso fue roto por Yami y seguidamente besó el cuello, el torso y el vientre del chico.
— No es el hecho de que me desagrades. Al contrario. Tu cuerpo es tan delicado que me da miedo incluso tocarte. Me da miedo lastimarte no fisica, si no sentimentalmente. No quiero hacerte daño, Yugi.
— Entonces no te vuelvas a ir de mi lado.
Con una sonrisa sincera, los labios de ambos se unieron nuevamente. El efecto en ambos aún no pasaba. Así, ambos decidieron continuar.
Los besos y caricias se hicieron presentes cada vez más. Ambos se deleitaron con nuevas sensaciones completamente placenteras. Las marcas en la piel no ce hicieron esperar.
El placer que ambos experimentaron esa noche no era para nada comparable a experiencias pasadas.
Finalmente, ambos culminaron su unión con un beso que perduró hasta que ambos cayeron rendidos en la cama.
Continuará...
Sillón booth*
Por si no lo sabes...
Un afrodisiaco es una sustancia ya sea natural o química (depende de cómo la consumas) que despierta el deseo sexual de las personas.
Puede ser conseguida en pastillas, gotas o según estudios, de manera natural en ciertos alimentos como fresas, chocolate, etc.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro